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lunes, 16 de abril de 2018

La sobreexigencia en los niños


Cuando se espera de los niños que sean más que niños, que tengan cierto rendimiento escolar o actitudes sociales, que sean un ejemplo; niños que admiremos nosotros y los otros. Un niño que no moleste lo que hago ni intente cambiarme, que rápido se adapte a lo que ofrezco porque no tengo tiempo de buscar otras opciones, ni tampoco las conozco, o porque creo que lo que hago está bien. No quiero problemas, y si los hay, quiero soluciones rápidas, donde el que cambie sea el otro y yo solo sea el que monitoree las transformaciones.
Se habla mucho hoy de que los niños no tienen voluntad, no se esfuerzan en nada, que nada les interesa, que no son tolerantes, que no les importa aprender, que son indiferentes. Y ¿si se los digo al revés? Estoy descubriendo hoy una gran cantidad de adultos, quizá lamentablemente la mayoría, que no tiene voluntad de búsqueda, no se esfuerzan por transformarse, no son tolerantes ante las manifestaciones diversas, no quieren aprender nada nuevo, eligen la actitud de indiferencia…  

La falta de real atención, interés y responsabilidad de los grandes hacia los niños es un abuso silencioso hacia la infancia.  
La palabra abuso es fuerte, si, pero no he encontrado otra que describa mejor lo que hoy estamos haciendo con los niños. El grande abusa de su poder, abusa por tener mayor edad, abusa de su “conocimiento”, porque en realidad si realmente quisiéramos acompañar a los niños, guiarlos, esto cambiaría ya. 

Si has decidido ser padre, madre, docente, terapeuta, en realidad no estas decidiendo conducir a niños, en el fondo, tu mayor tarea no es esa. Al decidir tomar estos roles, tu mayor compromiso deberá estar orientado a trabajar sobre ti mismo, hacer terapia, buscar herramientas de autoconocimiento, leer mucho, consultar, preguntar, meditar contigo, ser humilde, aprender a escuchar las distintas formas en las que pueden llegar mensajes…
Es contigo la mayor exigencia
La exigencia no tiene que estar orientada hacia el niño, sino hacia uno mismo. Debemos si o si preguntarnos ¿qué hago? ¿qué actitudes tomo? ¿cómo guio o cómo acompaño?
Cuando un padre o madre envía a su hijo a una consulta terapéutica, le pregunto, ¿has pensado antes en dedicarte a hacer un buen proceso terapéutico tú? ¿Quién o quiénes colaboran directamente con la conformación del carácter o conducta del niño? ¿Quién es modelo constante con su forma de ser u obrar?

Es más fácil, con menos exigencia para el adulto, decir "llevaré a mi hijo a una fonoaudióloga, luego tiene turno con la psicóloga, después lo enviaré a hacer refuerzo escolar"… pero, ¿estás seguro de que todo eso, que vendrá de afuera hacia el niño, cambiará las condiciones que generaron determinados comportamientos en él?
Habrá que ser valiente, humilde, sincero, flexible para emprender, de adentro hacia afuera, los cambios necesarios.

Este niño que no presta atención, que es agresivo, que tiene dificultad de aprendizaje o de lenguaje, que se aísla, que es intolerante, ¿cuántas horas descansa por la noche? ¿Cuantas horas de tecnología diarias consume?, ¿Cuántas horas de calidad pasa en familia? ¿Qué alimentos recibe? ¿A qué otros estímulos está expuesto? ¿Cuál es el ritmo diario? ¿Cuáles son los hábitos familiares? ¿Cuáles son las frecuentes reacciones emocionales en las que está inmerso?
Los padres de hoy han decidido llevar adelante una educación sin ninguna exigencia sobre ellos mismos, y toda la exigencia la han volcado sobre los niños. 
Emprender cambios, darle continuidad a una decisión, mantenerse firme, sanar heridas, transformar criterios no es tarea sencilla. Pero es lo que tenemos que asumir nosotros, si decidimos estar a cargo de niños. 

Si tienes un problema con un pequeño, empieza a revisar, aunque duela, aunque no entiendas, todo. Libre de culpa, solo con absoluta responsabilidad y deseo de autosuperación, haz una profunda reflexión e indagación.

Tienes delante la oportunidad de crecimiento, tómalo con alegría, ya que gracias ello no solo saldrás beneficiado tú, sino la personita que está dulcemente acompañándote...

 Nancy Erica Ortiz
www.caminosalser.com

martes, 10 de abril de 2018

EL CONFLICTO MENTE- CORAZÓN


En mi opinión, esto de que algunas cosas sean imposibles de demostrar de un modo científico, y que no se puedan medir y explicar con claridad indiscutible, nos lleva a confusiones o a elucubrar teorías basadas solamente en una especie de sospecha o en una idea que no está clara del todo.

Cuando hablamos de la mente parece que ya hay algunas cosas que están “más o menos controladas”, pero siguen quedando muchas otras sin demostrar. Cuando hablamos del corazón -refiriéndonos a él como a “los sentimientos”-, nos pasa igual: “creemos”, “suponemos”, “puede ser que…”, pero tampoco se puede afirmar su funcionamiento de un modo concluyente.

Cuando se relacionan entre sí y al mismo tiempo ambas cosas, aún se complica más que cuando están por separado.

A la hora de hablar de nuestros sentimientos no tenemos la certeza de cuánto está interfiriendo la mente, y en los asuntos que debieran ser exclusivamente mentales tampoco sabemos cuánto se entrometen los sentimientos.

Y hay teorías para todos los gustos.

Hay quien opina que “no es del todo descabellada la idea de que es el corazón quien decide, y no la mente, a la que utiliza para que le proporcione un raciocinio que justifique su decisión”.

Otras veces la mente tiene una idea –que puede estar sin razonar- y se dedica nada más que a buscar explicaciones que la justifiquen –que están manipuladas inconscientemente-, en vez de afrontar la irrealidad o el sinsentido de su idea y buscar por otro sitio la verdad.

Otros opinan que el corazón obstruye la capacidad de raciocinio analítico de la mente, y que con sus sentimentalismos distorsiona el mensaje natural dotándole de unas emociones que pueden ser innecesarias o contraproducentes.

A veces creemos que pensamos, y lo que estamos haciendo en realidad es dejar que se manifieste el corazón, y como todo lo percibimos a través de la mente no sabemos si lo que “nos dice” nuestra mente lo dicta y suscribe ella o nos está trasmitiendo un mensaje del corazón.

A veces necesitamos pensar con raciocinio, desapasionadamente, y el corazón no se puede callar e interviene, dotando de humanidad o de confusión al asunto.

Esto se complica, sobre todo, en los asuntos de relaciones sentimentales, en los que se ve con claridad –si se mira objetivamente, desde fuera y sin pasión- cuándo algo claramente no está funcionando, pero el corazón se empeña en mantenerlo con excusas irrazonables, o por el contrario cuándo una relación en la que priman unos sentimientos convencidos y reales se ven entorpecidos por una mente que quiere controlar el incontrolable mundo de los sentimientos.

Todos los asuntos - relaciones con la mente son un poco complicados de manejar. El problema es que usamos la mente tanto para pretender entender los asuntos del corazón como para juzgar o comprenderse a sí misma. Hacemos de la mente al mismo tiempo sujeto que observa y objeto de esa misma observación. Complicado.

Hay quien opina que los asuntos sentimentales deben estar atendidos exclusivamente por el corazón y no permitir que la mente interfiera en ellos. ¿Cómo? Es cuestión de práctica, pero se puede llegar a diferenciar cuándo es la mente o son los sentimientos quienes se expresan.

La profundización en la meditación ayuda bastante en esto, pero también es útil tener claro dónde llevar nuestra atención. Si nos centramos en la parte del cerebro cercana a la frente, será mental todo lo que aparezca. Si somos capaces de trasladar nuestra atención hacia la zona del órgano del corazón, entonces contactamos mejor con los sentimientos.

Es un poco complicado hasta que se adquiere práctica y se convierte en sencillo, pero conviene centrarse en lo que se siente, en los sentimientos en sí mismos sin ocuparse de poner una etiqueta a lo que está pasando. Un suspiro, o un estremecimiento amable que nos recorra todo el cuerpo, o una sonrisa apenas perceptible, o una sensación de paz o de aceptación nos están diciendo más –a nosotros, no a la mente- que todo un proceso racional de ideas desprovistas de alma.

Requiere un poco de entrenamiento relacionarse bien con los sentimientos, pero realmente merece la pena hacerlo. Generalmente son más fiables –porque son naturales- que los pensamientos –que suelen estar contaminados por condicionamientos y prejuicios-.

Los sentimientos, cuando uno los conoce bien, son más certeros y dan sensación de seguridad y verdad, mientras que la mente difícilmente llega a quedarse plenamente satisfecha y se queda con la sensación de que puede faltar algo o que puede haber algún error en alguna parte.

Entrenar, practicar, atender, insistir… la mente y los sentimientos nos manejan. Dependemos de ellos. Conviene conocerlos, ponerlos a nuestro servicio, y que no sean ellos quienes nos controlen. 

Te dejo con tus reflexiones…



Francisco de Sales
http://buscandome.es

lunes, 9 de abril de 2018

Personas medicina: 7 rasgos que las caracterizan


Las personas medicina son alegres y motivadoras, nos contagian de sus actitudes y consiguen que, por cierto tiempo, estar a su lado nos haga sentir bien. Esto se explica por las llamadas neuronas espejo, que son aquellas que permiten la empatía y funcionan imitando emociones de otros que captan nuestra atención.
En nuestro estado de ánimo, y por ello en nuestra salud, no sólo influyen nuestras emociones, sino también las de las personas con las que nos relacionamos, ya que sin saberlo utilizamos la energía de los que nos rodean. Expertos como John Mattone,aseguran que es importante elegir bien nuestro entorno más cercano y saber rodearse de personas que sumen y nos permitan desarrollarnos.
Las personas medicinas se ajustan a estas características, son personas que trasmiten energía y nos ayudan a recorrer nuestro camino de manera más proactiva. Es necesario preguntarnos qué acciones, sucesos o personas nos aportan un estado energético positivo.
  ►  Si las actitudes son contagiosas, ¿merece la pena contagiarse de la tuya?

Las personas que nos rodean influyen en nuestra higiene mental

¿Cuando estás con tus amigos te sientes mejor? Esto sucede porque las buenas amistades mejoran nuestra calidad de vida y nuestra higiene mental. Investigadores de la Universidad de Brigham Young en los Estados Unidos, concluyeron, después de estudiar a 300 mil personas durante siete años, que las relaciones personales afectivas funcionan como una barrera protectora, ya que activan el sistema inmunológico y reducen el riesgo de sufrir enfermedades, tanto psicológicas como físicas.



Las personas con un amplio círculo de amigos reducen su riesgo de fallecer hasta en un 22%. Esto concluye un estudio realizado a lo largo de una década con más de mil 500 personas y publicado en la revista Journal of Epidemiology and Community Health.
En otra investigación de la Universidad de California el resultado fue más claro todavía. Llevado a cabo en el año 2006, con más de 3 mil mujeres que padecían cáncer de mama, este estudio demostró que aquellas mujeres que no tenían amigos íntimos eran cuatro veces más propensas a fallecer debido a su enfermedad que las que tenían diez o más amigos. En definitiva, tener amigos, concretamente buenos amigos, modifica el funcionamiento del cerebro, sobre todo en la zona asociada a las recompensas.
   ►   ¿Qué son las personas medicina? No son más que amor.

7 rasgos que caracterizan a las personas medicinas

Las personas medicinas se caracterizan por:
  • Son personas que escuchan, no juzgan. No ejercen ningún tipo de manipulación y observan a las personas como son, sin querer cambiarlas. Las personas medicina respetan tu historia.
  • Son coherentes con lo que hacen, piensan, sienten, y dicen. Son personas comprometidas que crean conciencia a través de sus actos.
  •  Son personas que quieren conocerte, pero no de un modo entrometido. Respetan tu espacio y tus momentos, son extremadamente prudentes.
  • Son personas atentas y amables. Destacan por su valor humano.
  • Son personas positivas. Las personas medicina observan la vida con el lado de la bondad. Su compañía es un regalo y estás deseando volver a encontrarte con ellas.
  • Configuran un entorno protector. Nadie nos puede privar de tener momentos malos, pero está claro que si tenemos un entorno saludable, esos espacios estarán más ajustados a situaciones que así lo requieran.
  • Contagian emociones saludables. El efecto contagio de las emociones es más que evidente. Cuando estás en compañía de una persona pesimista, un día tras otro, es posible que en algún momento te sientas arrastrado hacia esa corriente. Por el contrario, cuando estás rodeado de personas optimistas, experimentas sensaciones de bienestar con mayor facilidad gracias a las neuronas espejo.
  • De una u otra forma, las personas medicina llenan este mundo de luz y suponen un enorme, fuerte y maravillosos soporte para toda la humanidad. Son sin duda un ejemplo para todos los que nos gustaría cuidar y ayudar a las personas que queremos.
 
Como llegan lejos los rayos de aquella pequeña bujía, así brilla una buena acción en un mundo salvaje.
                                                              William Shakespeare 


Psicología/Fátima Servián Franco
https://lamenteesmaravillosa.com

sábado, 7 de abril de 2018

Relaciones amorosas: ¿químicas o alquímicas?


“Le preguntaron a un Maestro cuál era la diferencia entre la química y la alquimia en las relaciones de pareja y contestó estas hermosas y sabias palabras:

– Las personas que buscan química son científicos del amor, es decir, están acostumbrados a la acción y a la reacción. Las personas que encuentran la alquimia son artistas del amor, crean constantemente nuevas formas de amar.
– Los químicos aman por necesidad. Los alquimistas por elección.
– La química muere con el tiempo, la alquimia nace a través del tiempo…
– La química ama el envase. La alquimia disfruta del contenido.
– La química sucede. La alquimia se construye.
– Todos buscan química, solo algunos encuentran la alquimia.
– La química atrae y distrae a machistas y a feministas. La alquimia integra el principio masculino y femenino, por eso se transforma en una relación de individuos libres y con alas propias, y no en una atracción que está sujeta a los caprichos del ego.

En conclusión, dijo el Maestro mirando a sus alumnos:
– La alquimia reúne lo que la química separa. La alquimia es el matrimonio real, la química el divorcio que vemos todos los días en la mayoría de las parejas.” 

Comencemos a construir relaciones conscientes, pues la química siempre nos hará desgastar el amor, mientras la alquimia siempre nos acariciará desde adentro. Que todas nuestras relaciones sanen.
                                                              *Jai Maa

Sabias palabras a través de las cuales podemos diferenciar entre lo tangible y lo sublime, lo temporal con lo trascendental dentro del marco de las relaciones amorosas. Si por lo menos teóricamente, tenemos claras algunas definiciones y diferencias, podemos establecer un norte y en la práctica trabajar por construir nuestra “alquimia” en nuestras relaciones.

La química siempre será importante en las relaciones y puede determinar las probabilidades de éxito e inclusive de ocurrencia de una relación, pero si no fomentamos la esencia, lo fundamental, lo que nos conecta más allá de nuestros cuerpos, probablemente nos encontremos vacíos e intentando revivir sensaciones en lugar de sentimientos.

Comencemos construyendo la alquimia con nosotros mismos, que la relación con nosotros sea la primera que sanemos y que a partir de allí, desde un verdadero amor propio, irradiemos amor al resto del mundo, dándole la importancia a nuestros seres amados que se merecen, desde el mejor sitio desde donde podemos amarlos, desde un Yo pleno y satisfecho por sí mismo, desde la mejor versión de nosotros mismos.


jueves, 5 de abril de 2018

Carencia afectiva, cuando nos faltan nutrientes emocionales


La carencia afectiva genera hambre emocional y deja marca en nuestro cerebro. La falta de un vínculo sólido y de un apego saludable imprime un sentimiento permanente de ausencia y de vacío. Además, impacta en la personalidad del niño y perfila en el adulto un miedo casi constante: el temor a que le fallen emocionalmente, la angustia a ser abandonado una y otra vez.
La mayoría de nosotros hemos leído y oído aquello de que el ser humano es, por encima de todo, una criatura social. Bien, desde un punto de vista psicológico, incluso biológico, es necesario ir mucho más allá: las personas somos emociones. Esas pulsiones, esas dinámicas internas orquestadas por complejos neurotransmisores, hormonas y diversas estructuras cerebrales conforman lo que somos y lo que necesitamos.
 ► El principio más profundo del carácter humano es el anhelo de ser apreciado.
                                                              William James
El afecto, así como los vínculos basados en un apego seguro y saludable imprimen en nuestra mente un equilibrio casi perfecto. Ahora bien, cualquier carencia, cualquier vacío o disonancia emocional despierta al instante nuestras alarmas instintivas. Lo sabe bien ese recién nacido que no recibe el calor de una piel que se acomode a la suya para conferirle seguridad y protección. Lo sabe el bebé que no es atendido cuando llora y lo sabe el niño que se siente solo frente a sus miedos, al que nadie acoge, atiende o escucha.
La carencia afectiva es una forma de involución y genera déficits si aparece sobre todo en edades tempranas. Asimismo, este vacío emocional también deja “lesiones” en la madurez, cuando construimos relaciones de pareja habitadas por la frialdad afectiva, la desatención o el desinterés.

Anatomía de la carencia afectiva

Con la caída del comunismo de Nicolae Ceausescu en Rumanía (1989), se tuvo la desafortunada oportunidad de comprender con mayor profundidad el impacto y la anatomía de la carencia afectiva en el ser humano. Lo averiguado en aquellos años fue tan decisivo como impactante. La situación de aquellos niños huérfanos era de extrema gravedad. Ahora bien, lo verdaderamente dramático no era la desnutrición o el abandono, era por encima de todo la desatención afectiva.
La escuela de Medicina de Harvard hizo un seguimiento permanente de la evolución de aquellos pequeños. Querían saber cómo maduraría y se desarrollaría un bebé o un niño que apenas había disfrutado del contacto con un adulto. Tenían ante ellos criaturas que habían dejado de llorar desde edades muy tempranas porque entendían que nadie iba a asistirlos. Aquellas miradas vacías y ausentes habían crecido en un entorno afectivamente estéril, y las consecuencias posteriores iban a ser inmensas.

  • Se pudo ver que los niños -que sufren de una carencia afectiva permanente a lo largo de los 3 primeros años de vida- sufren retraso en el crecimiento físico a pesar de recibir una nutrición adecuada.
  • El desarrollo del cerebro era lento. Algo que pudo verse es que la maduración neurológica se relaciona con el nivel de afecto que recibe el niño. Así, factores como los genes, el entorno, el acceso a un cuidador y un vínculo de apego seguro, además de la nutrición adecuada, la estimulación sensorial y los aportes lingüísticos son claves para un desarrollo cerebral óptimo.
  • Aparecieron además trastornos del lenguaje, problemas de elocución y vocabulario pobre.
  • Asimismo, también pudo verse que por término medio, aquellos niños no desarrollaron habilidades necesarias para construir relaciones saludables.Siempre mostraron una baja autoestima, falta de confianza, problemas de gestión emocional, hiperactividad, conductas desafiantes y agresividad.
  • Las investigaciones realizadas evidenciaron una vez más la importancia que tiene el apego en el desarrollo evolutivo de los niños. Disponer de una o varias figuras de referencia capaces de organizar nuestra experiencia emocional, de nutrirnos y satisfacer necesidades, genera en nuestra mente un refugio seguro, unos cimientos sólidos donde asentar nuestra personalidad.

    Hombres y mujeres de hojalata en busca de su corazón

    Todos recordamos al personaje del hombre de hojalata en el mago de Oz. Buscaba un corazón, buscaba esa fuerza interior que le permitiera recuperar la sensibilidad, la oportunidad de amar, de emocionarse por las cosas. Buscaba tal vez, eso que nunca había recibido. Buscaba poder conectar con su universo emocional… para volver a ser humano, para dejar a un lado esa piel de hojalata que hasta el momento, le había servido como barrera defensiva.
    De algún modo, también muchos de nosotros avanzamos por nuestros mundos de adulto envueltos en ese disfraz de hojalata intentando mostrar cierta independencia, reserva y hasta frialdad. Porque quien sufrió desnutrición afectiva se dice a menudo a sí mismo aquello de que es mejor desconfiar, que no hay que hacerse ilusiones. Devalúan las relaciones por temor a ser heridos de nuevo hasta que poco a poco, dejan de pedir soporte afectivo e incluso de ofrecerlo.

  • La carencia afectiva deja secuelas muy profundas. Es ese vacío al que un niño no sabe ponerle nombre, una herida psicológica que no puede traducirse en palabras, pero que queda impresa de por vida en la conciencia. Es también esa nostalgia devoradora de quien no recibe el refuerzo afectivo de la pareja y poco a poco se marchita hasta llegar una la conclusión: a menudo es preferible la soledad a ese vacío emocional.
    No descuidemos por tanto este nutriente vital. Pensemos que el afecto nunca sobra, que las caricias emocionales nos humanizan, nos hacen crecer, nos fortalecen. Seamos por tanto valientes suministradores de esta energía que crece cuando se comparte.
Psicología/Valeria Sabater
https://lamenteesmaravillosa.com

miércoles, 28 de marzo de 2018

CREAR MOMENTOS MÁGICOS



En mi opinión, todos tenemos una recomendación -no escrita ni impuesta- de la que no se habla, que es un asunto personal e íntimo, por la cual todos hemos de crear momentos mágicos para los otros. Y para nosotros también. Para con nosotros, es obligatorio.

¿Hay algún momento en tu vida que te haya parecido mágico?

¿Uno de esos momentos extraordinarios que hasta han podido llegar a marcar algo en ti o en tu vida?

Tengo un  recuerdo de mi infancia de un día de Reyes. Era aún de noche cuando me levanté a encontrarme con mis regalos… y no había ni uno solo. Decepcionado decidí salí a la calle a jugar con un hierro que clavaba en el suelo del campo. Cuando llegué a la calle aún estaba oscuro y tuve que esperar bastante tiempo metido en el portal hasta que amaneció y pude salir a un campito que había cerca de mi casa. No había ni una sola persona por la calle. Empecé a jugar. Estaba absorto en mi juego –y supongo que en mi decepción- cuando escuché una voz femenina que me preguntaba qué estaba haciendo. Jugando, le respondí. “¿No te han traído juguetes los Reyes?” Le dije que no. Era una mujer joven y muy alta. No me refiero a que me pareciese alta porque yo era un niño y ella una adulta. Lógicamente ya había visto a muchas mujeres y podía comparar. Ésta era demasiado alta. Llevaba un bolso en su mano izquierda y de allí sacó un pistolón grande. “Los Reyes me han dejado esto para ti”, me dijo cuando me lo entregó. Tal como había aparecido de la nada, desapareció.

No le di más importancia y permaneció muchos años en el olvido hasta que un día, al recordarlo por casualidad, tuve la sensación de que aquella joven era un Ángel y que aquello era un milagro.

Siendo ya adulto, un día entré en un comercio y me encontré una vecina pequeña, de 6 o 7 años, que observaba en sus manos una especie de bombonera de cristal. No vi a su madre, pensé que estaba sola, pero eso no me llamó mucho la atención y no le di importancia. Estaba buscando lo que quería comprar cuando escuché el inconfundible sonido de algo de cristal cuando se estrella contra el suelo. Adiviné lo que había pasado. Inmediatamente la dueña del negocio se acercó hasta la niña, gritando como una energúmena, y se plantó frente a ella, con los brazos en jarra, poseída, y le increpó/preguntó “¿Quién va a pagar esto que has roto?”. Me acerqué. La niña disminuía de tamaño por momentos. El miedo se reflejaba claramente en su cara y su actitud. Me imagino cómo se sentía al verse sola, frente a ese monstruo vociferante, y sin una solución para la pregunta/amenaza que le había formulado. La madre de la niña no apareció, por lo que supuse que tal vez la había dejado allí para que se entretuviese mientras ella hacía otra gestión en otro sitio. Me acerqué hasta donde estaban ambas y le dije a la mujer que yo lo pagaría. Se dio la vuelta y se marchó. La niña me miraba desde su pequeñez, con unos ojos casi de agua, sin poder pronunciar ni una palabra o sin encontrar las palabras con las que expresarse. Sonreí para ella. No fue capaz tampoco de expresar una sonrisa. El susto, supongo. Se marchó sin decirme nada, pero tampoco era necesario que dijese algo.

Me gusta pensar que algún día ella contará que estaba en ese apuro y de pronto apareció un Ángel.

Es bueno crear momentos mágicos para los otros y llamarlos por su verdadero nombre: Pequeños Milagros.

Pequeños Milagros para los demás. Porque si un necesitado nos ve aparecer ofreciéndole lo que necesita para ayudarle en su problema, a los ojos de su corazón somos el Ángel que le aporta algo para sacarle de su apuro.

Tenemos la obligación, y esto lo afirmo rotundamente, de crear Momentos Mágicos para los otros, de ser el Ángel de la Sonrisa, el Cristo que provee de Abrazos, el Pequeño Dios de la Esperanza que le hace ver que la vida puede ser amable y que hay que seguir adelante a pesar de los pesares…

Es un buen propósito: estar atento a uno mismo y a los otros, poner maravillas en las vidas, hacer que lo asombroso forme parte de lo cotidiano, y lograr que lo extraordinario sea para los otros y también se quede en nuestras vidas.

Es un buen proyecto. Siéntelo dentro de ti y deja que tu corazón opine.

Te dejo con tus reflexiones… 


Francisco de Sales
buscandome.es

martes, 20 de marzo de 2018

Crecer en pareja

► ¿Qué oportunidades de crecimiento nos aportan las relaciones de pareja?





La relación de pareja en sí misma es un camino de espejos y autoconciencia. Un camino que no ofrece precisamente una vida más sencilla, sino más bien una carrera de luces y sombras que puede resultar tan gozosa como complicada. Se trata de un caminar que tras el primer tiempo de estímulos y promesas, declina y desengaña, sin embargo a cambio actualiza potenciales y facilita rendiciones que abren avenidas al alma. Y paradójicamente, para cierto número de seres, precisamente el vivir en soledad por un tiempo determinado, puede ser su forma particular de entrenar aspectos de la persona que más tarde harán mucha falta en la convivencia en pareja.

Lo que sí parece claro es que superar los temores soterrados que se esconden en el aislamiento y establecer vínculos de comunicación sincera, es un camino de rentabilidad cardíaca garantizada. La relación profunda con el “gran otro” y la mirada a sus necesidades más hondas, es la puerta para trascender el natural egocentrismo que nos viene de fábrica. Sin duda conforme nos abrimos cotidianamente a otra persona, nos vemos obligados a desarrollar aspectos tales como la auto observación, la regulación emocional, la actitud cooperativa, la empatía y la compasión honda.



En realidad la relación pareja demanda a sus miembros de una infinita paciencia, así como devoción y una gran entrega. A mayor intimidad, mayor desnudez y por tanto, mayor exigencia en el afinamiento de la música que entre ambos suena. A poca desatención que se produzca, las respuestas desafinadas no tardan en llegar y con ellas, la inminente necesidad de trabajar sobre las desavenencias.

En la relación de pareja, si se quiere vivir con un cierto nivel de salud, convendrá comenzar por cultivarse a uno mismo, y desde ahí, neutralizar aspectos que saboteen la total veracidad que esta necesita. Digamos que la pareja, constituye una relación en la que no hay escapatoria. O bien el vínculo crece y madura, o bien se dirige a una muerte anunciada. Y este marco de sutil tensión y compromiso, conlleva determinación, vocación de servicio y atención sostenida.

Tales parámetros de “mantenimiento” suponen precisamente uno de los ingredientes que mejor nos identifican como raza humana: establecer vínculos capaces de generar proyectos con plena consciencia. 
En realidad si como Humanidad hemos llegado hasta aquí, es porque no sólo hemos sabido cazar juntos, sino porque también disponemos de un corazón compasivo y capaz de amar de manera universal desde la más pura esencia.

El fruto que regala el compromiso asumido en la vida de pareja, se refleja en la honda humanidad que brota en quienes comprenden la entrega sin medida. El hecho de comprobar una y otra vez cómo la relación de pareja, de la misma forma que regala, también pone al límite nuestras resistencias, supone uno de los elementos más valiosos para superar el narcisismo egoísta que a veces arrastramos más tiempo del que se debiera.

Con tales tomas de conciencia, el vínculo puede seguir profundizando y de pronto un día comprobamos que se abrió una puerta sin retorno, una puerta que conduce a una comunión sagrada con la totalidad de la existencia. 
Ese día sonreímos al recordar el sinuoso camino que nos tocó en el conspirar la vida con un determinado cómplice y disfrutar de la visión ampliada.
José María Doria
http://josemariadoria.com

jueves, 15 de marzo de 2018

La paradoja de la dependencia


Es bien sabido desde que nuestro cerebro es objeto de investigación en el campo de las Neurociencias, y que por otra parte, nuestro sistema nervioso e incluso el mandato de nuestros genes, tienen la misión de generar apego con otra u otras personas.

Y aunque tal vez en su origen dicho mandato neurológico parece derivado de la necesidad de supervivencia, hoy por hoy lo que parece incuestionable es que tendemos a vincularnos fuertemente con la pareja como uno de los objetivos evolutivos que parecen estar más allá de los gustos, sentimientos y circunstancias.
Se trata de un programa por el que nuestra naturaleza cuando encuentra alguien que cumple determinados requisitos, establece naturalmente un fuerte vínculo de dependencia. Y tal vez este apego responde a la necesidad de vivir en mejores condiciones que las que nos ofrece la vida en solitario y en su caso, asegurar la supervivencia. Lo que sin duda en los tiempos actuales se traduce en el hecho de sentir empatía, afinidad, deseo, química… aspectos que suponen el conjunto de necesidades que como individuos integrales cada día tenemos en una diversidad cada vez más compleja.
En realidad dicho apego que sí o sí neurológicamente establecemos, puede ser del tipo “sano”, es decir, que se expresa desde el marco de la intimidad, el compromiso y la confianza. Se trata de un tipo de vínculo que según se deduce por numerosas estadísticas, le viene dado a un 50% de la población y que convierte a tales personas en un regalo por ser los compañeros y las compañeras de vida.
El resto de la población por lo que dicen tales muestras, o bien es de carácter evasivo y tipología “autosuficiente”, es decir, personas que son expertas desactivadoras del sistema de apego, y en consecuencia, estrategas sofisticadas en la creación de barreras y distancias. O bien es de carácter ansioso como se da en personas que no se sienten a la altura de su pareja, y que por ello se esfuerzan en “dar la talla” y complacer a toda costa. Es decir, que proceden a negar su autoestima y la creación de unas bases equilibradas de convivencia.
Pues bien, lo que es paradójico y sí parece estar claro es que cuanto más eficiente es la dependencia mutua de dos personas, más independientes y audaces se vuelven estas. Es decir que las parejas cuyos miembros se muestran independientes y por lo tanto capaces no sólo de explorar mundos, sino también descubrir nuevos horizontes y realizar proyectos de éxito, son las que se viven paradójicamente desde un apego maduro y sano por el que circula compromiso, seguridad y confianza.
Es decir, que cuanto más “dependientes” son “en casa”, más capaces son a su vez de enfocar la atención a otros menesteres y no malgastar energía en conflictos por causa de necesidades emocionales no suficientemente atendidas e insatisfechas.
A mejor apego más independencia.

José María Doria
http://josemariadoria.com


sábado, 10 de marzo de 2018

LOS IGUALES SE ATRAEN


Esta es mi percepción.
 
Si eres infeliz, encontrarás a alguien que es infeliz.
La gente infeliz se siente atraída por la gente infeliz. Y está bien, es natural. Está bien que la gente infeliz no se sienta atraída por la gente feliz; de lo contrario, destruiría su felicidad.

Está perfectamente bien. Sólo la gente feliz se siente atraída por la gente feliz.

►Sólo una persona amorosa – alguien que ya es amoroso – es capaz de encontrar la pareja adecuada.

Los iguales se atraen. Las personas inteligentes se sienten atraídas entre sí; las personas menos inteligentes se atraen mutuamente. 

Te conectas con personas de tu mismo nivel. Así que lo primero que hay que recordar es: una relación que se ha originado en la infelicidad se volverá amarga. 

Primero sé feliz, alegre, celebra y sólo entonces encontrarás otra alma que esté celebrando y habrá un encuentro de dos almas bailando juntas y una danza maravillosa surgirá de ahí.
No pidas una relación debido a tu soledad, no.
De ser así, te estarás moviendo en la dirección equivocada. Entonces estarás utilizando a la otra persona y estarás siendo utilizado por ella . ¡Y a nadie le gusta ser utilizado!. Cada individuo es un fin en sí mismo. El utilizar a alguien es inmoral. Primero aprende a estar solo. 
La meditación es una forma de estar solo.
Si eres capaz de ser feliz cuando estás solo, habrás encontrado el secreto de la felicidad. 
Entonces serás capaz de ser feliz en pareja. Si eres feliz, entonces tendrás algo que dar, que compartir. Porque cuando das, también recibes; no al contrario. 

►Entonces surge la necesidad de amar a alguien.

Normalmente tienes la necesidad de ser amado por alguien. Es una necesidad equivocada también. Es una necesidad infantil; denota tu inmadurez. Es la actitud de un niño.
Nace un niño. Naturalmente, el niño no puede amar a su madre; no sabe qué es el amor y no sabe quién es su madre ni quién es su padre. Está absolutamente indefenso. Su ser no está todavía integrado; no está formado, no es uno todavía. Es sólo un potencial. La madre tiene que amarlo, el padre tiene que amarlo, toda la familia ha de volcar su amor en él. 

Ahora él aprende algo: que todos deben amarlo. Él nunca aprende que debe amar. Ahora el niño crecerá, y si permanece estancado en esta actitud de que todos deben amarle, sufrirá por el resto de su vida. Su cuerpo habrá crecido, pero su mente permanecerá inmadura.

Una persona madura es aquella que descubre su otra necesidad: la necesidad de amar a alguien. La necesidad de ser amado es infantil, inmadura. La necesidad de amar es madura. Y cuando estás listo para amar a alguien, sólo entonces, puede surgir una relación bella.

¿Es posible que dos personas en una relación amorosa se dañen mutuamente?» Si, de hecho es lo que está ocurriendo en todo el planeta. El «ser bueno» es muy difícil. Ni siquiera eres capaz de ser bueno contigo mismo. ¿Cómo vas entonces a ser bueno con alguien más? ¡Ni siquiera eres capaz de amarte a ti mismo! ¿Cómo vas a amar a otro? Primero aprende a amarte, aprende a ser bueno contigo mismo.

Tus «santos religiosos» te han enseñado a no amarte, a no ser bueno contigo mismo. ¡Sé duro contigo! Te han enseñado a ser blando con los demás y estricto contigo mismo. Esto es absurdo. Yo te enseño que lo primero y más importante es ser amoroso contigo mismo. No seas duro, sé blando. Cuida de ti mismo. Aprende a perdonarte — una y otra y otra vez — siete veces, setenta y siete veces, setecientas setenta y siete veces. Aprende a perdonarte. No seas duro; no te enfrentes contigo mismo. Y así florecerás.

En ese florecimiento atraerás a otra flor. Es natural. Las piedras atraen a las piedras; las flores atraen a las flores. Entonces se crea una relación bella, con gracia. Si puedes entablar una relación así, tu relación crecerá, se convertirá en una oración; tu amor se convertirá en éxtasis y a través del amor conocerás lo divino.

Osho

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Imagen: Embrace - Android Jones

viernes, 9 de marzo de 2018

Me quiero

Aquí estoy, frente al espejo, observándome y sintiéndome. Forzando esta situación, que de otra manera, me cuesta tanto… En silencio, me observo a través de la imagen que me devuelve y me veo. Una combinación de lo mismo y lo diferente de cada ser humano, pero siempre auténtica e irrepetible, así eres tú, así soy yo.
Me dispongo a viajar hacia lo más recóndito de mi ser, para sincerarme conmigo y darme todo el amor que tantas veces se me olvida y espero que sean otros los que me lo ofrezcan en mi lugar, decepcionándome porque no sucede de la manera y la forma que yo pretendo.
Y es que, ya lo decía Oscar Wilde “La mejor historia de amor es la que se tiene con uno mismo”.

Me quiero como soy

He buscado este momento a solas conmigo para decirme lo que nunca me he dicho y comienzo:
-Me quiero… – me suena raro e  indescriptible, pero continúo, será la falta de costumbre y habrá que ponerle más entusiasmo.
-¡Me quiero!
Me quiero porque soy una persona única e irrepetible, no hay nadie como yo, al igual que no hay nadie como tú. Podremos tener algunas cosas en común, pero no somos iguales entre nosotros.
Me quiero, al igual que quiero todo aquello que sale de mi y lo que contengo, aunque haya veces que sea poco consciente.
Me quiero como soy, con mis virtudes y mis defectos, mis cualidades potenciales y aquellas que aun tengo que pulir.
Me quiero a mí, y con ello van implícito, que quiero a todo mi cuerpo, como es y lo que puedo hacer con él. Lo que percibo, lo que escucho, lo que siento, lo que saboreo y lo que huelo.
También quiero a mi mente, a todos los pensamientos que se originan en ella y los sentimientos que nacen, cualesquiera que sean.
Me quiero y me acepto, para así poder dar paso a conocerme de la forma más sincera y sutil que puedo. Y así, poder buscar las soluciones con esperanza y valor, para cada una de mis dificultades, si es que se puede, si no, acepto las posibilidades infinitas que la vida me quiera presentar.
                    ► El amor propio es la fuente de todos los amores.
                                                                                  Pierre Corneille

Quererse como aprendizaje

Al quererme, he aprendido a ver las crisis y los problemas como oportunidades, no como estancamientos. Observo lo que sucede, lo que pienso y cómo me siento, y luego me gusta hallar el aprendizaje que contienen, responsabilizándome de ello.
Me quiero, y por ello sé que dentro de mí se encuentran todos los recursos e instrumentos que necesito para sobrevivir. Solo tengo que descubrirlos, más allá de mis resistencias, y si no los encuentro, los aprendo.

Me quiero y quiero a mis emociones. A la alegría, la culpa, la tristeza, el miedo, a todas las que experimento porque sé que cada una de ellas me está indicando algo para seguir conociéndome, para seguir trabajándome y experimentado la vida.
Me quiero, no solo a mí, sino también a mis sueños, ilusiones, esperanzas y retos. Soy consciente de que todo forma parte de mi ser. Mis aciertos, pero también mis errores; quizás no podía hacerlo de otra manera debido a mis circunstancias, pero siempre puedo buscar alternativas si la situación lo requiere.
Me quiero y por ello no me comparo, porque no me sirve de nada. Comparar personas o situaciones resulta inservible. Ni yo he pasado por lo que tu has vivido ni tu por lo mío, y desde ahí puedo decir que las situaciones por lo tanto, son diferentes. Cada uno las vive desde sus experiencias.
Me quiero, aún sé que hay aspectos que no conozco de mí misma, pero estoy dispuesta a descubrirlos y a construirlos.
Me quiero, de la forma más sincera y real que existe, incondicionalmente. Por ello me cuido, me perdono y me permito disfrutar de mí misma.
Me quiero y cuando me quiero, puedo quererte a ti, a él, a ella y al resto…

 Psicología/Gema Sánchez Cuevas
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