La grandeza de una persona está
en pequeños detalles que, en principio, pueden no parecer importantes. Los
pequeños detalles moldean a las personas en acero inolvidable, las hacen únicas
y excepcionales.
No se trata de personas que no
tienen miedo a nada o que no han cometido errores, sino que son personas que
siempre que pueden tienen una palabra de aliento, una mano amiga para tender,
un buen pensamiento, una buena acción. En definitiva, son sus pequeños detalles
los que marcan la diferencia.
Ellas entienden el valor de vivir
y de compartir y no se acobardan por los sinsentidos de la sociedad. Digamos
que, estas personas, echan el freno en el momento adecuado y reparan en que
vivimos a demasiada velocidad.
No destruyen a los demás con sus
críticas ni con sus expectativas, pues uno de los “pequeños detalles” que ponen
en práctica es aceptar incondicionalmente al otro. No solo es que amen al
mundo, es que lo respetan porque son parte de él.
EL GRAN DON DE LA SENSIBILIDAD
Existen momentos inolvidables,
cosas inexplicables y personas incomparables.
Haciendo gala de su gran
sensibilidad, estas personas no solo sienten y piensan por ellos, sino por su
entorno. Tienen una gran capacidad para empatizar, captar, proteger y lidiar
con las emociones ajenas. Esto es lo que las hace grandes y bellas.
No es que se caractericen por una
alegría infinita y contagiosa, sino que su forma de ser les permite observar
cómo funciona el mundo y comprenderlo un poco mejor. Por eso, siempre tienen un
momento para escuchar, para entender y para esperar. Algo que al común de los
mortales no se nos da demasiado bien.
Nos empeñamos en acelerar y
acelerar para llegar antes de tiempo. Pero, ¿de qué nos sirve tener unos
minutos más si llegamos tan cansados a nuestro destino y nos olvidamos de que
lo pequeño nos hace grandes?
Las personas hermosas son raras,
no se distinguen por la cara, sino por el alma. Son personas valientes,
personas sencillas por dentro y por fuera, personas que viven seriamente sus
sentimientos y que valoran en la misma medida los de los demás.
Todos somos únicos, sin embargo,
ser grandes a la vez no es tan habitual. Son los pequeños detalles los que
hacen grandes momentos, grandes rasgos y grandes personas. Se nos olvida
fácilmente, pero es sencillo lograr que alguien se sienta especial. Os
ofrecemos algunas ideas…
• Dar siempre los buenos días, las buenas tardes o las buenas
noches. Es decir, dos palabras tan sencillas llevan consigo un gran respeto
hacia uno mismo y hacia los demás. Que alguien te desee lo mejor en el día es
una gran privilegio.
• No mostrar una felicidad hipócrita. Es decir, no estar alegres y
felices porque siempre hay que estarlo, sino que hay que aceptar las emociones
y los sentimientos que reinen en cada momento.
• No respetar solamente las emociones propias, sino también las
ajenas. Esto es muy importante. Pensad en cuántas veces alguien ha querido
levantaros el ánimo de manera desacertada o cuántas veces os han dado una mala
noticia sin preparaos para lo que venía y sin medir las consecuencias. Nuestras
emociones no son cuestión de todo o nada, hay que tratarlas con cuidado y
acompañarlas adecuadamente con el ritmo de su melodía.
• Las sonrisas a destiempo, la calidez de las palabras, las
caricias y las declaraciones susurradas nos hacen sentir especiales. Así como
la gente tóxica es especialista en echar a perder los días de los demás, las
personas geniales suelen sacar sonrisas, haciendo que un día difícil se
convierta en fácil. Porque, al fin y al cabo, hacernos sentir diferentes es lo
que convierte a alguien en inolvidable.
La grandeza de las personas no se
mide por el dinero, por sus estudios o por su belleza.
Su grandeza se mide por la
lealtad de su corazón y la humildad de su alma.
Y, a pesar de que la vida pueda
separarte de estas personas, te convertiste en alguien mejor desde que las
conociste y eso es para siempre.
Por: Raquel Aldana
Por: Raquel Aldana
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