miércoles, 9 de agosto de 2017

Quien te quiere no te busca por interés, te prefiere para compartir su tiempo

Quien te busca por interés, no te merece porque su verdadero motivo no eres tú sino lo que quiere obtener a través de ti. En su cabeza eres una mera herramienta, no un fin. Ideará mil y una formas para conseguirlo y cuando lo haga, pasarás a ser uno más en su lista… cuando tú te mereces mucho más, te mereces amor de verdad.
Así, quien te quiere no te necesita, te prefiere. No te elige para utilizarte a su beneficio, sino para compartir contigo su tiempo y abrirte su corazón. Sus ojos y sus gestos lo delatan. Porque el amor y los sentimientos sinceros se notan, se palpan.
Veamos qué es lo que diferencia a quien te quiere por interés de quien lo hace verdaderamente por su afecto. 

El verdadero amor está libre de la necesidad y el interés

Cuando hay amor, hay más interés que el propio, uno compartido. Cuando no queda amor tampoco necesidad, sino la voluntad de conjugar verbos en plural. Quien te ama de verdad te elige por cómo eres y acepta todo de ti, tanto tus cualidades como tus defectos, pero sobre todo trata de amar a estos últimos.
Porque a quien le preocupas de verdad no le importan las horas a las que le llames o las veces que necesites su compañía, simplemente está para ti. Porque te conoce y sabe que, a veces cuando esbozas una sonrisa, en realidad tu interior está hecho pedazos. Su única intención será la de ayudarte a recomponerlo.

Quien siente verdadero amor te regala sentimientos en forma de preciosos detalles, sin esperar recibir nada a cambio. No se mueve por el interés sino por el bienestar que le produce dibujarte sonrisas y cobijarte en abrazos. Y aún cuando te enfadas, intenta comprenderte a pesar de creer que en ocasiones no llevas la razón, porque considera que más allá de lo sucedido está vuestra relación.
     ►Quien te quiere de verdad prefiere ser constructor de tu felicidad.
Ahora bien, quien se mueve por el interés siempre tiene un plan en el que dar es sinónimo de recibir obligatoriamente. Te dará algo pero a cambio de que tú también se lo des a él. Si no lo haces, te lo recordará mencionando todo lo que hizo por ti.
Pero eso no es amor, sino utilizar a los demás para el beneficio propio. Porque quien está contigo por interés en el fondo es un egoísta disfrazado que en ocasiones se servirá del chantaje emocional para conseguir lo que quiere. Por eso tienes que estar atento y abrir siempre los ojos: es la única forma de no terminar siendo un esclavo de sus voluntades y deseos.

Quien te regala tiempo, te regala vida

El regalo más bonito que una persona puede hacerte es compartir parte de su tiempo. Regalarte sus minutos, horas y segundos porque te está regalando parte de su vida. Y de esto saben mucho las personas que te quieren.
Esos cafés a deshora, la visita express en el descanso del trabajo, una llamada o un buenos días por whatsapp… son detalles que delatan el cariño y el aprecio de quien los pone en marcha.

Quien te regala tiempo te está dando parte de su vida a cambio de nada, simplemente porque quiere, porque lo prefiere, porque estás en su lista de prioridades y de personas a cuidar. Un minuto es suficiente para hacerte saber que eres importante para él o ella, incluso unos segundos bastarán si están cargados de buenos sentimientos, para dejar una huella imborrable en tu corazón.

“Hay personas mágicas, te lo juro. Las he visto.
Se encuentran escondidas por los rincones del planeta. Disfrazadas de normales. Disimular es su especialidad. Procurando comportarse como los demás. Por eso, a veces, es tan difícil encontrarlas, pero cuando las descubres ya no hay marcha atrás.
No puedes deshacerte de su recuerdo.
No se lo digas a nadie, pero dicen que su magia es tan fuerte, que si te toca una vez, te atrapa para siempre”
                                                                           Anónimo

Porque quien te quiere de verdad buscará compartir tiempo contigo. Se encontrará cómodo y tranquilo siendo parte de tus momentos. Sin embargo, quien solo lo hace por interés pensará que está perdiendo el tiempo, de ahí que no esté siempre tan disponible.

Quédate con aquellos que sumen, no que resten

Quien te quiere de verdad suma en tu vida, quien solo lo hace por interés resta. Porque quien se mueve siempre por el beneficio propio tiene el riesgo de en algún momento quedarse solo.

►Trata de rodearte de aquellos a quien les encante compartir tiempo contigo, aunque solo sea en un sofá hablando y pon distancia de quien te llama solo cuando te necesita.


La vida está llena de personas maravillosas y de otras que aun no han sido capaces de despertar y sentir todo lo que el amor y el aprecio por los demás aporta. Pero en ti está la decisión de elegir con quien relacionarte. Por ello, no olvides que quien te aprecia, te ofrece no te exige. Te aporta, no te pide. Te valora, no te destruye. Quien te quiere de verdad no solo te lo dice, sino que también te lo demuestra. 

Psicología/Gema Sánchez Cuevas
https://lamenteesmaravillosa.com

martes, 8 de agosto de 2017

SENTIRME ORGULLOSO DE MÍ



Sí, ya lo sé: “Cada uno es como es”.
(Aunque en realidad solamente es una frase hecha)

Sí, lo sé: lo que a unos les emociona a otros les deja indiferentes.
(Cuestión de sensibilidad y de darse permiso para emocionarse)

Que sí, que la misma frase o la misma imagen a cada uno le puede decir una cosa distinta.
(Lo que uno permite que la frase o la imagen le digan)


De hecho, yo –que soy muy poco constante y tengo una pésima memoria-, me propongo cosas que me duran justo lo que tardo en olvidarlas, mis propósitos firmes no se mantienen firmes, y aplazo algunas cosas continuamente como si confiara en esa eternidad que pregono por todos los sitios que no existe.

Leo un artículo sobre lo bueno que es caminar y, sí, salgo a caminar un día. En los próximos días encontraré una excusa (en eso casi todos somos expertos) cada día distinta, para no salir a caminar.

Me planteo seguir una dieta o un tipo de comida y lo hago una temporada hasta que la tentación de otras cosas más placenteras desmorona mi buena intención. Otra vez.

A veces escribo folios con frases impactantes rebosantes de sabiduría y las pongo a la vista: que no se me olvide que eso que propone la frase es mi firme propósito. Hasta que se me olvida.


“PROMETO NO ABANDONARME NUNCA MÁS”, por ejemplo.


Ya se está amarilleando y, en cambio, está muy poco usada.

A pesar de todo lo que he escrito, realmente me siento muy satisfecho de mí, y conmigo mismo.

Soy una buena persona. Y esto ya me parece motivo más que suficiente para estar dichoso.

Acepto mis dificultades, mis limitaciones, hasta lo que no me termina de gustar de mí, pero… no me rindo. No me quedo resignado y conforme sino que trato de hacerlo de otro modo. Del modo que creo que es el correcto.

Me doy una oportunidad tras otra. 

Me despierto y mi primer pensamiento es que tengo otra oportunidad para empezar a hacer lo que realmente quiero hacer y para empezar a ser como realmente quiero ser.

Y empiezo el día con ánimo y con confianza en que, antes o después, lo voy a lograr.

Ahora creo que he encontrado una motivación, por fin, para hacer realidad mis propósitos, para encauzar mis energías en el buen sentido y no derrochar el tiempo –que es la vida- como hago muy a menudo.

Es una frase que a mí me sirve, pero eso no quiere decir que tenga que servir a los demás. 

Sí es una invitación a que cada uno busque la motivación que mejor le vaya y la convierta en su aliada.


“QUIERO SENTIRME ORGULLOSO DE MÍ MISMO”


Esta es la frase.

Sin entrar en matices de si el orgullo es bueno, o es puro ego, o es un error.

No es gran cosa, pero me es útil.

Quiero mirarme al espejo y responderme con una sonrisa. 

Quiero pensar “este soy yo” y sentir una agradable satisfacción.

Quiero hacer lo necesario para que el día de mi juicio final (que en mi caso es todos los días) tenga en los labios una sonrisa silenciosa que lo diga todo y pueda sentirme muy a gusto de compartir mi vida conmigo.

Quiero sentir mi autoestima en el sitio que le corresponde.

Quiero experimentar complacencia al pronunciar mi nombre, quiero sentirla al pensar en mí y en lo que estoy siendo y en lo que hago.

(Y, fíjate, he pensado y escrito “quiero”, y no “tengo que”, y eso es muy muy muy importante)

Y sé que esta vez sí lo haré, porque aunque es lo mismo que llevo escuchando durante años y años con mis oídos, esta vez ha resonado en mi corazón, en mi fibra más amorosa, en mi madre interna, y lo haré, PORQUE QUIERO SENTIRME ORGULLOSO DE MÍ.

Invito a que cada uno busque la motivación que mejor le vaya y la convierta en su aliada.


Te dejo con tus reflexiones…


Francisco de Sales
buscandome.es

lunes, 7 de agosto de 2017

Amar sin depender


Si hay dependencia, el temor al abandono se manifiesta permanentemente. Si hay amor uno no tiene miedo a perder a la persona amada.
En la dependencia son comunes los celos incontrolados e irracionales. En el amor no hay celos infundados.
En la dependencia los sentimientos de inseguridad crecen como la espuma. En el amor la autoestima se fortalece.
En la dependencia el “yo” se desvanece en los requerimientos del otro hasta perder la propia esencia. En el amor puedo seguir siendo “yo”, con mis intereses, gustos y necesidades en pleno funcionamiento.
En la dependencia hay tristeza y estrés. En el amor hay alegría.
Si te dejaron de amar, asume que no hay nada que hacer, saca a pasear la dignidad y no te humilles jamás. Si te lastiman o maltratan será que no te merecen. Si no sabes si te aman, olvida esta relación, a los enamorados de verdad no hay que convencerlos de su amor. Hay que practicar el realismo afectivo: no dejar que el amor adicto te arrastre a la irracionalidad, descartar el autoengaño y descartar la esperanza inútil, la que nos aleja del aquí y del ahora.

Lo que nos hace inmunes a la adicción afectiva es explorar el mundo buscando otras fuentes que nos hagan sentir llenos, hacernos cargo de nosotros mismos y exaltar la autonomía, darle un sentido a la propia vida y potenciar el crecimiento personal y la vocación.

                                                                                   Walter Riso