viernes, 26 de mayo de 2017

Las mentiras son las piedras que más pesan en nuestra mochila


Si no conoces el término “mitomanía” seguramente sí que hayas oído hablar de los mentirosos patológicos o compulsivos. Probablemente te venga a la memoria alguna película o libro en el que el personaje tuviera este problema. A estas películas, en algunas ocasiones, se las introduce dentro del género comedia; no obstante, lejos de ser algo divertido, es algo realmente cruel y dramático para las personas que lo viven y para las personas que se cruzan en su camino.
Es un problema muy serio que tiene consecuencias penosas, tanto para la persona que miente patológica y compulsivamente como para las personas que se relacionan con ella. Además, lo es especialmente para las personas que han confiado ciegamente en ella y jamás esperarían lo que van a descubrir con el tiempo.

Las mentiras piadosas tienen que ser ocasionales, no habituales

Mentir es un acto usual en la sociedad en la que vivimos. Las llamadas “mentiras piadosas” no son más que ese recurso último que a veces utilizamos para salir del paso en alguna situación que nos genera conflicto. A veces se utilizan para no ofender a los demás o para salvaguardar nuestra dignidad.
Desde el “no puedo quedar contigo por que tengo toda la tarde ocupada” cuando en verdad la tarde está libre, pero no nos apetece salir de casa; hasta el “sí, estás muy guapa, ese vestido te queda estupendo” cuando no lo sentimos así. En el primer caso, no queremos decirle a la otra persona que hay algo que nos apetece más que su compañía -decimos “no podemos” en vez de no queremos-, en el segundo caso no queremos causarle un disgusto a al otra persona diciéndole que ha hecho una mala adquisición con el vestido.
► “No que me hayas mentido, que ya no pueda creerte, eso me aterra”
                                                                                     Friedrich Nietzsche 
Que sean “piadosas” no implica que haya que recurrir a ellas de forma constante, ya que perdemos autenticidad con nosotros mismos y con los demás. Si de verdad no me apetece salir de casa, tengo todo mi derecho a que no me apetezca y a expresarlo así a la otra persona.

Ganamos en honestidad y autenticidad cada vez que decimos la verdad

“Perdóname, pero hoy estoy cansada y no tengo ganas de salir. ¿Qué te parece si lo hacemos otro día?” Con esta sencilla frase hemos ganado un poquito más de honestidad con la otra persona y con nosotros mismos. No obstante estas “mentirijillas”, como se suele decir, no son sinónimo de gravedad o trastorno, sino una especie de subterfugios que hemos aprendido desde niños para salir de algunos conflictos rápida y fácilmente sin herir sentimientos ajenos.
“Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa”
                                                                                             Alfred Adler

Sentimientos que, mintamos o no, no depende de nosotros que sean heridos, sino que depende de la persona con la que interactuamos. Si nuestro amigo se enfada porque hoy no tenga ganas de salir de casa porque estoy cansada, no es nuestra responsabilidad; en cambio si lo es la de mentirle o decirle la verdad.

La mitomanía: un trastorno psicológico en el la mentira es protagonista

Las mentiras patológicas van más allá de todo esto. Suponen un salto en gravedad que no debería pasar desapercibido para nadie. Estas personas inventan vivencias que no han tenido, mienten acerca de su edad, su profesión, su vida pasada, sus méritos académicos o profesionales, los lugares donde han vivido… Mienten también acerca de las personas que les rodean.
De alguna manera buscan llenar un vacío con estas mentiras y su justificación sería algo así como: si yo detesto mi vida y mi persona, puedo inventar un personaje en el que todo lo que suceda sea lo que yo siempre he deseado. Esto generará que los demás admiren la vida de esta persona y él inmediatamente se siente reforzado por ello; así, seguirá mintiendo ya que ha descubierto que a priori no hay consecuencias negativas para él, sino que todo son “ventajas”. Ventajas que se convertirán veneno para su vida y para la de los que le rodean.

Esta manera de mentir va generando otro tipo de mentiras: las compulsivas. La persona ya miente por automatismo. Se evita el conflicto interno y externo por sistema y esto se acaba convirtiendo en un estilo de comportamiento totalmente enquistado y perfectamente estructurado. Evito, valiéndome de la mentira, aquello que me genera conflicto.

Cuando son descubiertos se enfadan y se protegen atacando

Cuando les descubren suelen tapar “la mentira” con otras mentiras. Si perciben que la persona no les ha creído fácilmente y le siguen cuestionando suelen mostrarse a la defensiva y se protegen atacando. Esto acaba dañando las relaciones ya que no se entiende este comportamiento desde fuera.
Acaba generando desconfianza y las personas que le rodean empiezan a vivir en un estado de alerta continuo ya que sienten que tienen que buscar la verdad a toda costa para poder volver a confiar en su ser querido.
“El castigo del embustero es no ser creído, aun cuando diga la verdad”
                                                                                        Aristóteles

La persona que miente por sistema y sin reparo debería darse la oportunidad de recibir ayuda psicológica. Piensa que con sus mentiras lo único que hace es intentar tapar un agujero que no hace más que crecer, y lo hace siendo cómplice de falsedad e invenciones.

En el otro lado reside la sana aceptación de lo que uno es, la sana consecución de lo que uno quiere ser sin tener que recurrir a las mentiras. Mentiras que, aunque la persona que miente tenga como salvadoras, lo único que hacen es alejarla un paso más de quien realmente es.

Psicología/Alicia Garrido Martín
https://lamenteesmaravillosa.com

jueves, 25 de mayo de 2017

Recomendaciones para vivir - Richard Gere



Como una forma de luchar contra sus tormentas interiores e ir en búsqueda del equilibrio, el conocido actor de Hollywood Richard Gere se ha dedicado a indagar sobre los caminos hacia la felicidad. Recordemos que el actor de “Pretty Woman”, antes de hacerse famoso en el mundo del cine fue estudiante de filosofía, lo que lo llevó a descubrir el budismo, consagrar su vida a la meditación y transformarse en activista por los derechos humanos.

En ese contexto, Gere define la conquista de la felicidad como una lucha diaria en que debes hacer trabajar mente y corazón.  Richard Gere recomienda que vivamos así:


Olvídate de la edad cronológica, es sólo un número.

Mejora tus relaciones con los que te rodean, mejorará el aspecto de tu piel.

Despiértate siempre con una sonrisa..

Juega por jugar, diviértete con lo que te gusta hacer. Cumple algún sueño infantil.

Cuida tu alimentación, disfruta con ella, no te excedas en nada y equilibra las proteínas, los hidratos de carbono y las grasas.

Muévete, camina, nada, practica algún deporte. Ve probando hasta que encuentres lo que mejor le sienta a tu cuerpo.

Aprende a ver en cada enfermedad un maestro, en cada bache de la vida una lección que aprender.

Sé por sobretodo agradecido.

Aprende cada día algo nuevo, es un seguro contra enfermedades neuro-degenerativas.

Exprésate y escucha a los demás, abre nuevos canales de comunicación. Aprende a utilizar las nuevas tecnologías.

Practica algún arte. Si no lo has hecho nunca, busca un maestro e imponte una disciplina. Disfrútalo.

Aléjate de personas tóxicas, procura estar al lado de quien amas.

No contamines tu cuerpo con lo que le perjudica.

Abre tu corazón, no digas siempre “yo pienso”, incluye en tus mensajes “yo siento”.

Haz todos los días algo diferente. Toma caminos distintos, tira lo que no te sirva, renueva tu vestuario, desordena alguna de tus rutinas, prueba a entrar en lugares nuevos.

No te autolimites en la forma de vestir, en la decoración de tu casa, en la música que escuchas… todo lo que hace disfrutar, si no hace daño, está disponible para todas las edades.

Encuentra todos los días una noticia positiva y compártela con alguien.

Practica la bondad y el desapego.

Aprende a recibir.

Juzga menos (mejor nada), ama más.

Vive cada momento, pero si tu mente viaja en el tiempo que sea más hacia el futuro que hacia el pasado.

Te deseo Felicidad.

                                                                       Richard Gere



Vía Francisco de Sales

miércoles, 24 de mayo de 2017

Metodología de la Bioneuroemoción

La Bioneuroemoción (Biodescodificación) en sí, no es una terapia, sino una metodología y como tal, utiliza diferentes herramientas, como la Programación Neurolingüística (PNL), la Hipnosis Ericksoniana, las Técnicas de relajación (Sofrología) así como el estudio Transgeneracional y los Duelos.
Con estas herramientas se abordan varias teorías como: los Ciclos Biológicos Memorizados Celulares descubiertos por M. Fréchet, el Proyecto Sentido y los rangos de hermandad. Todas ellas son consideradas factores que intervienen en la programación o codificación de las enfermedades.
El Proyecto Sentido: es la información inconsciente que hemos recibido, es lo que nuestros padres pensaron y desearon inconscientemente en el momento de la concepción, y que permanece vinculado a nuestras vidas hasta que somos conscientes, lo reconocemos y nos liberamos. Algunos aspectos presentes en el proyecto sentido son:
El ambiente de la concepción: la época social y mundial, la situación de los padres, el lugar, la relación familiar, etc.
Los proyectos de los padres (profesiones, sentimentales y para el bebé).
Los conflictos: todas las cosas que molestan y que no han resuelto.
Podemos hacernos la pregunta:
En qué estado de ánimo se hallaban nuestros padres durante la concepción y qué ocurrió
en el seno de la familia durante nuestra gestación?…:
El Transgeneracional: es todo aquello relacionado con las memorias. El denominador común es ¿qué vamos a esconder en el clan? El objetivo del análisis transgeneracional es poder poner en nuestra consciencia la historia de la familia, comprenderla y poder comprender el rol, al que estamos (inconscientemente) invitados a jugar a lo largo de nuestra vida. De esta forma estamos invitados a resolver situaciones que han sido excluidas de la conciencia familiar.
Al analizar el Transgeneracional, tomamos en cuenta y evaluamos el modo en que cada persona reacciona frente a los sucesos que le toca vivir en su entorno familiar, laboral, social, ya sean próximos o lejanos, sirva el ejemplo, de cómo la persona pone resistencia, frente a la presencia de un “Secreto familiar”.
El Transgeneracional es la información que el inconsciente biológico guarda y que el clan familiar transmite de generación en generación para que un conflicto se pueda resolver en generaciones posteriores.
Este concepto fue creado por Anne Schutzenberger, psicoanalista, y pionera en Francia de este enfoque, para la BioNeuroEmoción, ha sido el Dr. Salomón Sellam, el que ha aportado toda una serie de técnicas, las cuales están ayudando a este tipo de análisis, en los lazos familiares, en la transmisión transgeneracional.

Saúl Pérez Sánchez

http://www.saulperez.com

martes, 23 de mayo de 2017

5 claves para liberar emociones


Las emociones nos permiten relacionarnos con los demás, lo que no quita para que muchas veces tendamos a esconderlas. Existen 4 emociones esenciales o básicas (es cierto que algunos autores admiten alguna más): la tristeza, la rabia, el miedo y la alegría. De este grupo a tan solo una de ellas la consideramos positiva, pero esto es un valor que le da nuestra cultura. Así, hacer esta distinción entre lo que es negativo y positivo puede ser un impedimento para liberar emociones.
Debido a nuestras experiencias, en las que nos mostramos vulnerables y nos hicieron daño, empezamos a esconder nuestra tristeza proyectando una imagen de fortaleza. No expresamos nuestra rabia por temor a la desaprobación de los demás, escondemos el miedo provocando que así este nos someta y controlamos nuestra alegría porque en muchas ocasiones ya nos han llamado la atención por expresarla con espontaneidad.
“Las dudas, los miedos y las inseguridades nos impiden expresar aquello que por naturaleza debería ser transmitido”

1. Tus emociones son importantes

Las situaciones anteriormente mencionadas son producto de “menospreciar” tus emociones y su importancia, frente, por ejemplo, a la que le das a la inteligencia lógica. Quizás pienses, como te han intentado hacer ver muchas veces, que las emociones te hacen débil. Piensa que todo esto no provoca más que una fuerte contención de las mismas.
Al no darle importancia a tus emociones, te conviertes en un experto en “tragar” con todo aquello que no quieres ni puedes digerir. Esto a la larga te hará sentir muy mal, porque podrá contigo, te superará y te encontrarás con emociones acumuladas que pugnarán por salir de ti sin control alguno. Buscarás aire y no podrás respirar.
¿Quieres que la rabia fluya descontroladamente durante una reunión en el trabajo? ¿Te parece bien ser cruel con un amigo por acumular emociones? Si alguna vez has pasado por estas situaciones o deseas evitarlas, es el momento de cambiar la manera en la que afrontas tu gestión emocional.

2. En el momento de liberar emociones sé consciente

En alguna ocasión tal vez te has puesto a intentar liberar emociones y te has encontrado con la tan terrible culpabilidad. Esto ocurre cuando expresas sin ser consciente. Ten en cuenta que hay que saber la manera correcta de cómo comunicar lo que sentimos, desde el respeto hacia la otra persona.
De hecho, esta falta de consciencia puedes verla cuando reprimes tanto tus emociones que terminas explotando en cualquier momento. No tienes piedad entonces, no tienes en cuenta a quien tienes enfrente, te da igual.
Por eso, expresa tus emociones cuando así lo desees abriendo bien los ojos y empatizando con la persona que tienes delante para evitar dañarla y que tú mismo salgas herido por no haber sabido gestionar bien este tipo de situación.

3. No esperes, desahógate cuando lo necesites

La clave para que las emociones no se descontrolen es que, cuando lo necesites, te desahogues. Esto no quiere decir que en determinados contextos debas hacerlo. Por ejemplo, en una entrevista o cualquier otra situación similar no tendría sentido liberar emociones de esta manera ya que saldrías perjudicado.
Sin embargo, esto no significa que luego no puedas hacerlo. Es más, debes hacerlo. ¿En qué lugar te sientes libre y bien? ¿Dónde te encuentras en confianza para expresar todo lo que llevas dentro? Vete a ese lugar y ábrete para dejar salir lo que está dentro de ti.
Si sientes rabia, pégale a un cojín, da patadas a una piedra o cualquier cosa similar; si notas que el miedo te invade, permítete temblar, sentirlo en cada poro de tu piel y aceptarlo; si lo que te ocurre es que estás triste, llora, grita o busca a esa persona cuyo abrazo disipará cualquier llanto.

4. Cuidado con darle vueltas a las emociones

Las emociones no suelen durar mucho, piensa en la alegría, es momentánea, no dura horas y horas. Sin embargo, cuando una emoción dura más del tiempo “normal” pasamos de hablar de una emoción a hablar de un estado emocional.
Por ejemplo, tú puedes sentirte triste, pero si esa tristeza empiezas a apoyarla con pensamientos que dan vueltas y más vueltas, volviéndose rumiantes, generándote ansiedad, entonces estás atrapando esa emoción e impidiendo que siga su curso natural.
A veces, hay que saber distinguir cuándo la emoción ha pasado a alimentarse de nuestros pensamientos, haciéndose un producto de aquellas inseguridades, miedos y creencias que te afectan. En ocasiones, hacemos una montaña de un simple granito de arena.

5. Ten en cuenta el entorno en el que te encuentras

Si te encuentras en un entorno en el que es común que te digan frases como “no llores”, “no sean tan risueño”, “no te enfades”, manifiesta que tienes derecho a expresarte y que para ti es muy necesario. Hazlo desde el respeto y buscando el entendimiento con los demás.
Lo importante es que no dejes de expresar lo que sientes solo porque a los demás le moleste. Algo muy común y fruto de una educación que nos encasilla y nos impide ser tal y como somos. Si necesitas manifestar tus emociones hazlo, ¡no hay nada de malo en ello!
“Cuando expreses tus emociones recuerda: no perjudicarte a ti mismo y no perjudicar a otros”.
                                                                                 Martha Sialer
Desde pequeños nos dicen constantemente que no hagamos aquello, que no manifestemos lo otro… Al final, adoptamos la costumbre de guardar todo lo que queremos decir y expresar para nosotros mismos, mientras nos hacemos daño fruto de esta actitud tan dañina.
No dejemos que lo que sentimos nos envenene porque a las demás personas les moleste que sepamos liberar emociones. Retenerlas y atraparlas muchas veces provoca que estas empiecen a ser fruto de rumiaciones de nuestro cerebro y que duren más de lo debido. Podemos evitar todo esto. Empecemos a permitirles que fluyan tal y como su curso natural marca.

Raquel Lemos Rodríguez
https://lamenteesmaravillosa.com
Imágenes cortesía de Stasia Burrington

lunes, 22 de mayo de 2017

Las cuatro caras de la autoestima, ¿las tienes en orden?


Autoestima. Esa palabra que nos acompaña durante toda la vida como la amiga invisible que tanto quiere amarnos y que, a veces, despreciamos. Está ahí. Y, si la miras con cariño, nos coge de la mano y nos ayuda a caminar.
Esa amiga que nunca se va -aunque le demos la espalda- y espera paciente hasta que le devolvamos el afecto. Tú no la ves pero la sientes, como sientes la autoestima de las personas que te rodean.
“La felicidad no es exuberante ni bulliciosa, como el placer o la alegría. Es silenciosa, tranquila, suave, es un estado interno de satisfacción que empieza por amarse a sí mismo”
                                                                                         Isabel Allende

Es más, es un concepto que saca lo mejor y lo peor de nosotros mismos: sus diferentes caras completan un círculo que dice mucho de lo que somos, de lo que hacemos y lo que no, de nuestra actitud y, sobre todo, de la confianza que tenemos en nosotros.

Las cuatro caras de la autoestima

En palabras de Stephen R. Covey, cuidar la autoestima significa “preservar y realzar el mayor bien que usted posee” y, para ello, hay que tener en cuenta sus cuatro dimensiones. ¿Qué quiere decir? Que nuestra autoestima puede desgajarse en una naturaleza física, espiritual, mental y social/emocional. Vamos a verlas más despacio.

  • Cara física: supone cuidar de nuestro cuerpo poniendo atención en la alimentación, el descanso y el ejercicio habitual. Se trata de ser proactivo y confiar en nuestra salud física mediante una rutina que nos de bienestar.
  • Cara espiritual: tiene que ver con el sistema de valores que tengamos y se fortalece dedicando tiempo a la meditación personal. Detenernos unos segundos al día para reflexionar sobre lo que nos ha acontecido y lo que esperamos nos aporta energía.
  • Cara mental: es la parte de la autoestima que se identifica con la exploración y la adquisición de nuevos conocimientos, con la educación que nos ofrece la escuela de la vida y la cultura. Es la capacidad de crítica positiva y maduración que, por ejemplo, nos deja ampliar la perspectiva del mundo.
  • Cara social/emocional: son dos dimensiones ligadas entre sí, porque la vida emocional no puede entenderse de manera plena si no tenermos en cuenta a las relaciones personales. La seguridad personal, la armonía con nuestros principios y la confianza en lo que somos por dentro. Es la cara de la independencia, pero también de la empatía para con los demás.

  • ¿Las tienes en orden?

    Como hemos visto, las cuatro caras de la autoestima recaen sobre el pilar de la autoconfianza y la manera de potenciarla es cuidándose. Mimarse a nivel físico, espiritual, mental y socio/emocional. En el instante en el que uno de estos lados se tambalea un poco, nuestra autoestima disminuye y la consideración de nosotros mismos se debilita. 
  • Así que, ¿por qué no dedicar parte de nuestro tiempo a poner en orden cada una de estas dimensiones? Si físicamente no es tu mejor momento, busca de manera consciente hábitos que te aporten enrgía y que te hagan sentir más fuerte. ¿Necesitas parar y relajarte? Hay ejercicios que te ayudarán mucho a conseguirlo. ¿Socialmente te sientes insegura? ¿Estás sufriendo? Es hora de sanar y apostar por ti.
  • “La persona mas influenciable con la que hablarás todo el día eres tú.
    Ten cuidado entonces acerca de lo que dices a ti mismo
  • Zig Ziglar          
  • Tú, antes que nadie, debes pensar que tu vida está para vivirla y no para sobrevivir o cargar con ella. Y vivirla pasa por aceptar nuestros deseos e ir a por ellos, reconocer que podemos equivocarnos, crear, cambiar, superarnos, realizarnos. La autoestima es una señal de realización y equilibrio personal. 

    Elige bien de quien te rodeas

    Decíamos que una de las caras de la autoestima era la social/emocional y que ambas estaban especialmente unidas porque no podemos deslindar emociones y relaciones personales. Nadie puede llenar más nuestra parte emocional que quien desea hacerlo honestamente: quien nos da felicidad porque quiere hacerlo y, consecuentemente, nos hace mejores.    

  • ►“Muchas veces permitimos entrar en nuestro círculo más íntimo a los chismosos, a los envidiosos, a gente autoritaria, a los psicópatas, a los orgullosos, a los mediocres, en fin, a gente tóxica, a personas equivocadas que permanentemente evalúan lo que decimos y lo que hacemos, o lo que no decimos y no hacemos”        
  • Bernardo Stamateas
  • Este es un punto importante: tenemos derecho a un círculo social agradable, que nos respete y nos tenga afecto. De esta manera, es importante elegir bien a las personas que queremos que nos rodeen. Elimina de tu lado las personas equivocadas, tóxicas, que no te permiten construir una autoestima sana. 
Fuente:
http://www.dgsc.go.cr/dgsc/documentos/cecades/los-7-habitos-de-la-gente-altamente-efectiva.pdf  Stephen R. Covey
Cristina Medina Gómez
https://lamenteesmaravillosa.com