miércoles, 19 de abril de 2017

7 secretos de las personas que viven con ansiedad

Los trastornos de ansiedad son una de las psicopatologías más comunes. Se estima que el 25% de las personas experimentará en algún momento de su vida un trastorno de ansiedad. Por tanto, es probable que si no la padeces, conozcas a alguien que sufre este problema. La situación es tan grave que la ansiedad ha sido catalogada como la “epidemia silenciosa de este siglo”.
La persona que padece ansiedad, experimenta una angustia permanente de la que no se puede librar, aunque sepa que muchas de las preocupaciones que le atormentan no son racionales. El ansioso vive en un estado de expectación continuo, siempre a la espera de que algo malo ocurra. Obviamente, ese nivel de tensión es muy desgastante y termina pasándole una gran factura, no solo desde el punto de vista emocional sino también físico.

Relacionarse con las personas ansiosas también es complicado porque pueden ser muy irritables y tomar decisiones intempestivas. Además, su aprehensión puede llegar a ser realmente molesta y agobiante. Sin embargo, la clave radica en la comprensión, en ser capaces de ponerse en su lugar. 

Melissa McGlensey, editora de The Mighty, decidió preguntarles a las personas que viven con ansiedad cómo resumirían su condición. Sus palabras pueden ayudarnos a comprender los estragos que causa este trastorno y cómo se sienten. Podemos ponernos por un momento en su piel.


1. “No necesitamos a alguien que nos mire como si estuviéramos locos. Necesitamos a alguien que sea compasivo” – Kristen Cunningham

A veces, el mejor bálsamo para curar las heridas del alma es la comprensión. En ocasiones solo debemos estar ahí, hacerle saber a la persona que lo está pasando mal que puede contar con nosotros, sin críticas, sin reproches, sin reclamos.

2. “Estoy siendo atacada por algo de lo que no puedo escapar” – Sherri Paricio Bornhoft

Esa persona no ha elegido la ansiedad, más bien ha sido la ansiedad quien la ha elegido. La persona ansiosa quiere desprenderse de esos síntomas incómodos, pero no sabe cómo hacerlo y por mucho que lo intenta, vuelve a experimentarlos. A veces puede sentirse como si estuviera atrapada en un laberinto sin salida ya que a menudo, después de un periodo de estabilidad, sufre una recaída.

3. “A veces, incluso la tarea más simple me satura” – Rhonda Bodfield

La ansiedad es un monstruo que nos roba la energía. En muchas ocasiones, la persona ansiosa se ve desbordada por tareas aparentemente sencillas ya que no saben por dónde comenzar o las preocupaciones sobre las cosas que podrían salir mal le paralizan. En ese caso, la mejor opción no es criticar ni intentar minimizar el problema, sino tan solo darle una mano para que pueda solucionarlo.

4. “El hecho de no pueda explicar los sentimientos que causan mi ansiedad, no la hacen menos válida” – Lauren Elizabeth

A la persona que vive con ansiedad le resulta difícil poner en palabras lo que siente. Sin embargo, ello no significa que sus preocupaciones y sentimientos sean menos reales. De hecho, la tendencia a minimizar su estado causa más daño que bien. La persona ansiosa no necesita a alguien que le diga que lo que siente no es real, sino a alguien que le apoye.

5. “Toda la lógica del mundo no detendrá el corazón que late en mi pecho” - Rebecca V. Cowcill

Las personas que sufren ansiedad suelen tener ataques de pánico. En ese momento, su corazón se desboca, les resulta difícil respirar y temen morir. Esos síntomas tan intensos provocan un secuestro emocional en toda regla. El cerebro emocional toma el mando y desconecta la parte racional. Por eso, aunque la persona ansiosa puede ser perfectamente consciente de que todo está en su mente, ello no es suficiente para detener los síntomas.

6. “Sé que me preocupo de cosas ridículas, pero no puedo evitarlo” – Erika Strojny Myers

Las personas ansiosas suelen preocuparse por detalles que para la mayoría son insignificantes. A menudo esto ocurre porque se adelantan a los acontecimientos y prevén siempre el peor escenario. Sin embargo, el hecho de que sean conscientes de ello, no significa que puedan evitarlo, a veces es como si sus preocupaciones adquirieran vida propia. Por eso, lo mejor que podemos hacer es ayudarles a dar el primer paso, sin recriminaciones.

7. “Solo porque no entiendes qué significan mis miedos, no significa que no sean reales” – Vicki Happ

El hecho de que no compartamos los sentimientos o preocupaciones de la persona ansiosa, no significa que estos no existan. Cuando algo es real en su mente, se vuelve real en su día a día. Si pensamos que no podemos controlar una situación o que no saldremos airosos de ella, eso se convertirá en una profecía que se autocumple. 

Finalmente, una persona resumió perfectamente qué necesita de los demás: “Mi mente es mi enemiga, así que te necesito a mi lado. A veces solo necesito que pelees junto a mí”.


Psicologia/Jennifer Delgado
http://www.rinconpsicologia.com

martes, 18 de abril de 2017

3 creencias comunes que nos bloquean


El ser humano es una especie vulnerable. Lo somos a nivel físico desde que nacemos y también lo somos a nivel mental. Somos vulnerables al entorno, a cómo procesamos nuestras experiencias en la infancia y adolescencia y al modelo de crianza que nos rodea. Con todo eso se van formando nuestros esquemas y creencias fundamentales. Sobre ellos girarán nuestros razonamientos, emociones y comportamientos.

¿Qué son las creencias?

Según Rokeach (1960), el “sistema de creencias representa el conjunto de expectativas, hipótesis o creencias, conscientes e inconscientes, que una persona acepta como explicación verdadera del mundo en que vive”. Las creencias nos ayudan para explicar parte de la realidad que percibimos. En muchos casos, nos arrastran a situaciones contradictorias dado que al estar tan arraigadas en nuestro mapa mental es difícil ponerlas en duda.

►Parece que los hombres prefieren creer antes que conocer.
                                                                                                Wilson

¿Cómo las construimos? Hay varios caminos por los que llegamos a formar estas pequeñas guías de pensamiento. Comienzan con la experiencia de la niñez de forma directa o indirecta. Por una parte tenemos en cuenta las asociaciones que realizamos y damos por válidas, y por otra las “creencias informativas”.
Estas que son aquellas que nos transmite un grupo de personas (cultural, político, religioso o social). Las creencias generalmente son tozudas, pero aliadas. Nos ayudan a movernos por el mundo y relacionarnos con los demás. Nos suelen proteger en momentos de incertidumbre, guían y contribuyen a darnos estabilidad y coherencia interna.
Sin embargo, existe el riesgo de que la creencia que hayamos heredado o construido respecto de un determinado elemento (amor, justicia, responsabilidad, sociedad) juegue en nuestra contra. de ahí la importancia de conocer su influencia, delimitarla y reducirla o eliminarla en los casos en los que pensemos que constituyen un a influencia negativa.

¿Existen creencias enemigas?

Años de investigación de psicólogos dedicados a las teorías de pensamiento han puesto sobre la mesa una serie de ideas irracionales y creencias contraproducentes que son comunes a nuestra especie. Aparecen de forma repetitiva en distintas personas y culturas (principalmente occidentales). En este caso, dejaremos de lado a las “ideas irracionales” para centrarnos en lo que se conoce como creencias contraproducentes comunes.
Existen creencias enemigas que nos bloquean. Concretamente se llaman “Creencias Contraproducentes Comunes”. No debemos sentirnos culpables por tenerlas y vivir bajo sus mandatos. La palabra “común” nos dice que esta forma de pensar se repite en muchas personas, tanto de nuestra cultura como de otras culturas. Lo importante es detectar esas creencias que se reflejen en nuestro comportamiento y trabajar para transformarlas en otras que nos ayuden.
 ►La creencia es involuntaria; nada involuntario es meritorio o condenable. Un hombre no puede ser considerado mejor o peor por su creencia.
                                                                                      Percy Bysshe Shelley 

Es importante recordar que este tipo de “instrucciones” son difíciles de cambiar dado que están integradas en nuestras costumbres e incluso pueden estar en la base de otras creencias. Así, cuestionar una puede suponer cuestionar otras muchas que se justificábamos partiendo de ella. Cuando una idea está en la base de nuestro sistema de creencias va a costar más extirparla.

Detectando creencias que nos bloquean

Vamos a detenernos en tres de estas creencias:

Emotofobia

Nunca debo sentirme triste, angustiado, inadecuado, celoso ni vulnerable. Debo esconder mis sentimientos bajo la alfombra y no trastornar a nadie.
Actualmente, muchos mensajes van dirigidos a quedarnos siempre con lo bueno de cualquier experiencia. En la mayoría de ocasiones se confunde el extraer un aprendizaje de una situación negativa con no permitirnos sentir y procesar lo malo. Huir de las emociones negativas no es beneficioso. El cuerpo y la mente necesitan equilibrarse y permitirse sentir emociones “malas”. Esto es importante para dar equilibrio al pensamiento y dar sentido a hechos o experiencias negativas.


Miedo al rechazo

Si me rechazas, eso demuestra que hay algo malo en mí. Si estoy solo, tiendo a sentirme desgraciado y sin valía.
Seguramente todos hayamos sentido el puñal del rechazo en alguna ocasión. La pregunta que nos hacemos es inmediata: ¿por qué? La respuesta que razonamos es peligrosa si viene desde la creencia equivocada. Es algo que se convierte en doloroso cuando desfiguramos las explicaciones y asumimos la culpa asociada a nuestra valía personal. Incluso en muchas ocasiones no nos valen los argumentos honestos de los demás. Nos centramos en disparamos directamente en el centro de nuestra diana emocional.

Adicción al amor

No puedo sentirme feliz y realizado sin ser querido. Si no me quieren, no vale la pena vivir.
Esta creencia es importante por la fuerza que tiene y lo aplastante que puede llegar a ser. Asociar la valía como ser humano a la dependencia de otras personas es dejar en manos ajenas lo más importante para nosotros. Sentirse realizado en base a los “te quiero” que recibamos conlleva muchos riesgos y trampas mentales. Cuando funcionamos buscando enfermizamente el amor en vez de enamorarnos de la persona que tenemos delante caminamos al borde un abismo donde es difícil distinguir el valor propio, que lo situamos en el fondo de ese acantilado.
Estas 3 creencias solo son un ejemplo de cómo nuestro contenido mental puede incidir en nuestros comportamientos. Comportamientos que al mismo tiempo, mediante el mecanismo de la profecía autocumplida, supondrán un refuerzo para estas creencias, logrando de esta forma que se asienten y sea más difícil que en un momento dado lleguemos a cuestionarlas.

►Cada uno somos un sistema de creencias. Y ese sistema es el filtro con el que construimos nuestra visión del mundo.
                                                                                     Xavier Guix      

Psicologia/Paula Murillo
https://lamenteesmaravillosa.com/

lunes, 17 de abril de 2017

¿Cómo conocer inmediatamente la personalidad de alguien con una sola pregunta?


Sabemos que la personalidad es compleja y que cambia a lo largo del tiempo, según las experiencias de vida que vamos enfrentando. Esto indica que conocer profundamente a alguien es difícil y es necesario pasar mucho tiempo a su lado, estableciendo una conexión íntima que nos permita darnos cuenta de los cambios que van ocurriendo.

Sin embargo, hay una pregunta muy sencilla que puede ser muy útil para formarnos una idea general de quién es la persona que tenemos delante. Solo tenemos que preguntarle qué piensa de los demás.

Dime lo que piensas de los demás y te diré cómo eres


Psicólogos de la Wake Forest University llevaron a cabo diferentes experimentos, en uno de ellos pidieron a los participantes que juzgaran las características positivas y negativas de otras tres personas. Luego debían completar un test de personalidad. 

Se apreció que mientras más positivamente juzgaban a los demás, más felices, entusiastas y equilibrados emocionalmente eran ellos mismos. Estas personas también mostraban una mayor satisfacción con sus vidas. Al contrario, quienes juzgaban a los demás de forma más negativa solían mostrar más rasgos narcisistas y antisociales, además de una mayor tendencia a la depresión

Los investigadores repitieron el experimento un año más tarde y obtuvieron los mismos resultados, lo cual nos indica que la manera en que juzgamos a los demás, dice mucho sobre quiénes somos. 

Proyectamos nuestra personalidad y nuestra forma de ver el mundo en los demás


Al preguntarle a alguien qué cree sobre los demás activamos un mecanismo inconsciente de proyección. En práctica, reflejamos en los demás nuestras propias características. Así, las personas generosas tendrán la tendencia a pensar que los demás también son generosos y los egoístas creerán que los otros también son egoístas. Vemos el mundo como somos.

En la base de este mecanismo también se encuentra un sesgo cognitivo denominado “efecto del falso consenso” según el cual, solemos pensar que nuestros hábitos, valores, creencias y opiniones son mucho más comunes y están más extendidos de lo que sería lógico.

Es la tendencia a creer que los demás piensan y sienten lo mismo que nosotros. De hecho, un estudio muy curioso llevado a cabo en la Universidad de Castilla-La Mancha reveló que las personas que consumen mucho alcohol creen que los demás beben tanto como ellos y los abstemios piensan que las otras personas beben muy poco. 

Por supuesto, esta relación no siempre es tan lineal. Hay casos en los que ocurre justo lo contrario, Por ejemplo, quienes tienen una personalidad narcisista suelen creer que los demás valen muy poco y son menos interesantes y listos. Por otra parte, quienes tienen tendencia a la paranoia verán en los demás a personas malévolas que no son de fiar.

En cualquier caso, siempre debemos tener en mente estas sabias palabras de Confucio: "Cuando veas a un hombre bueno, trata de imitarlo. Cuando veas a un hombre malo, examínate a ti mismo".


Psicologia/Jennifer Delgado
http://www.rinconpsicologia.com


Fuentes:
Wood, D. et. Al. (2010) Perceiver effects as projective tests: What your perceptions of others say about you. Journal of Personality and Social Psychology; 99(1): 174-190.
Yubero, s. et. Al. (2005) La percepción del consumo de alcohol: el análisis de los sesgos atributivos como orientación para la intervención social con jóvenes.Bits: Boletín Informativo Trabajo Social; 8.

sábado, 15 de abril de 2017

Los increíbles efectos del incienso sobre el cerebro


Si sueles quemar incienso en casa, estás incidiendo directamente sobre tu cerebro, probablemente sin saberlo. De hecho, durante siglos diferentes religiones han sostenido que quemar incienso es bueno para el alma. Y todo parece indicar que no andaban muy desacertadas ya que ahora un equipo de biólogos de la Universidad de Johns Hopkins y la Universidad Hebrea de Jerusalén afirma que también es positivo para el cerebro y explican que sus propiedades psicoactivas podrían ser la razón por la cual las personas siguen quemando incienso en las prácticas religiosas, a través del tiempo y a lo largo de todo el mundo.


El incienso tiene propiedades ansiolíticas y antidepresivas


Estos investigadores descubrieron cómo el franquincienso, una resina de la planta boswellia sacra, también conocida como el árbol del incienso, actúa a nivel cerebral para combatir la ansiedad o la depresión. De esta forma, podríamos tener a la mano una poderosa herramienta para aliviar los síntomas ansiosos o depresivos, sin saberlo.

Básicamente, el poder curativo de esta práctica radicaría en el acetato de incensole, un compuesto de la resina que se extrae del árbol del incienso. De hecho, estos investigadores expusieron a unos ratones a esta sustancia y apreciaron que tenía efectos antidepresivos y ansiolíticos. 

Al analizar con mayor profundidad su acción descubrieron que el acetato de incensole actúa en algunas áreas del cerebro vinculadas con las emociones, así como en los circuitos sobre los que normalmente inciden los medicamentos para la depresión y la ansiedad.

De hecho, descubrieron que quemar incienso activa una proteína denominada TRPV3, la cual está presente en el cerebro de todos los mamíferos, incluyendo los humanos, y desempeña un rol importante en la percepción de la temperatura a través de la piel y la regulación emocional.

El acetato de incensole también tiene propiedades antiinflamatorias. Un estudio llevado a cabo en la Ariel University Center of Samaria descubrió que este componente del incienso inhibe la inflamación y previene los déficits cognitivos después de una isquemia. Por tanto, además de su acción antidepresiva y ansiolítica, esta sustancia también tiene un efecto protector contra el daño neurológico.

Sin embargo, antes de quemar incienso como terapia debes tener presente que algunos estudios indican que otros componentes del humo del incienso podrían provocar mutaciones en el material genético, por lo que se recomienda que cuando quememos incienso, mantengamos siempre al menos un grado mínimo de ventilación.


Psicologia/Jennifer Delgado

http://www.rinconpsicologia.com

Fuentes:
Zhou, R. Et al. (2015) Higher cytotoxicity and genotoxicity of burning incense than cigarette. Environ Chem Lett 13: 465.
Moussaieff, A. et. Al. (2012) Protective effects of incensole acetate on cerebral ischemic injury. Brain Research; 1443: 89-97.
Moussaieff, A. et. Al. (2008) Incensole acetate, an incense component, elicits psychoactivity by activating TRPV3 channels in the brain. The FASEB Journal; 22(8): 3024-3034.