sábado, 31 de diciembre de 2016

¡Muy Feliz Año Nuevo!


Que este nuevo año que se inicia los motive y los inspire, que puedan descubrir y manifestar sus verdaderos deseos, esos que nacen de lo más profundo del ser.
Sostengan sus sueños firmemente y síganlos sin vacilar.
Que cada uno encuentre su verdadero camino y tenga el valor, la fuerza, la claridad y la decisión para seguirlo.
Que cada uno de sus corazones sea como un diamante: tan fuerte como para atravesar con éxito todas las 
pruebas y desafíos que la vida les presente y con la capacidad de irradiar su luz refulgente iluminando todo a su alrededor.
Construyan un 2017 bendecido con todo lo que quieran tener: Amor, Abundancia, Paz, Alegría, Armonía y Felicidad!
Para todos, un abrazo de luz! 

Y tú, ¿padeces el Síndrome del Espejo Retrovisor (SER)?



El Síndrome del Espejo Retrovisor (SER) es fácil de explicar. Es mirar atrás y sacar conclusiones a futuro. Es pensar que lo que fue ayer seguirá siendo igual mañana. 

El SER es lo que lleva a vivir vidas mediocres. Y todos padecemos —en mayor o menor medida— cierto SER.

Nuestro subconsciente —que gobierna nuestra vida— es una especie de espejo retrovisor que revive y recrea continuamente nuestro pasado. Creemos erróneamente que somos el que éramos, lo cual limita nuestro potencial en el presente, a raíz de las limitaciones de nuestro pasado. En consecuencia, cada decisión que tomamos viene determinada por el filtro de las limitaciones de nuestras experiencias pasadas. 

De los 60.000 pensamientos que tenemos a lo largo del día, más del 95% se repiten (y son negativos): 'no soy bueno', 'no soy capaz', 'ellos son mejores', 'ellos han tenido suerte', 'a mí nada me sale bien', 'yo suelo tener mala suerte'... Y el problema es que nuestra forma de pensar determina nuestra forma de actuar, y por tanto, lo que conseguimos o no conseguimos.

Al hablar de desarrollo personal, una de las cosas más importantes a tener en cuenta es que:

Nuestro pasado no es futuro;
nuestro presente es nuestro futuro.

Y nuestro presente es el conjunto de decisiones y acciones que tomamos todos los días cuando nos levantamos de la cama por la mañana. No importa tu pasado si estás dispuesto a construir tu futuro. Lo importante no es dónde una persona estaba ni dónde está, sino dónde quiere llegar a estar, porque lo que conecta dónde está con dónde quiere llegar a estar es su capacidad de aprender.

Siempre existe la posibilidad de cambiar porque siempre existe la posibilidad de aprender. Tú no eres tus circunstancias, eres tus posibilidades. Tus circunstancias actuales determinan dónde comienzas pero no dónde acabas. Si quieres dejar atrás el pasado y superar tus limitaciones tienes que dejar de vivir con tu espejo retrovisor y empezar a vislumbrar una vida de posibilidades.

La pregunta —la única pregunta realmente— que debes hacerte es la siguiente: 

¿Estoy dispuesto a comprometerte y hacer lo que haya que hacer
sin ningún tipo de excusas para llegar donde quiero llegar?

Y sólo tú puedes responderla con sinceridad. Puedes conseguir y llegar donde quieras llegar, pero hay algo que es importante saber:

Tu vida no mejora por azar, tu vida mejora por cambiar.
Si quieres que tu vida mejore, tú tienes que mejorar.

Nuestra vida es el resultado de nuestros hábitos, y los hábitos sólo se construyen por repetición, a base de hacer una y otra vez el mismo comportamiento hasta interiorizarlo. Y para ello se exige disciplina constante e inteligente: hacer lo que se tiene que hacer aunque no apetezca; hacer lo que se tiene que hacer aplicando la regla de cero excusas.

Sí, el proceso duele. Sí, la travesía del desierto hay que pasarla. Sí, es más cómodo hacer lo que a uno le apetezca. Lo cómodo y fácil es la alternativa más apetecible siempre para el ser humano, pero ese camino no conduce a ningún paraje interesante. Recuerda las palabras de Jim Rohn, incluido en Aprendiendo de los mejores (Alienta, 10ª edición):

O pagas el precio de la disciplina, o pagas el dolor del arrepentimiento.
El dolor de la disciplina pesa kilos; el dolor del arrepentimiento pesa toneladas.

Cada vez que haces lo cómodo y fácil en lugar de lo correcto y necesario estás dando forma a tu identidad y personalidad para mal. Se siembras actos y se recogen hábitos —buenos (virtudes) o malos (vicios)— que van configurando silenciosamente nuestra vida para mejor (peor). Los hábitos buenos nos convierten en personas poderosas; los hábitos malos nos convierten en personas débiles.

Tú decides a qué quieres jugar: si al juego de la 'mediocridad' o al juego del 'ganador'. Es tu responsabilidad decidir y es tu responsabilidad actuar. El grado de responsabilidad que aceptes de todo lo que te pasa en la vida es indicativo de tu grado de poder personal. No vivas por debajo de tus posibilidades, invierte en tu desarrollo personal y vive la vida que quieres. Where there´s a will, there´s a way (Donde hay un deseo, hay un camino). Los ganadores buscan soluciones; los perdedores buscan excusas.

En resumen y para acabar:

Donde estás es el resultado de quién eras, pero a dónde vayas
dependerá únicamente de quién elijas ser.

http://www.franciscoalcaide.com/

viernes, 30 de diciembre de 2016

Practica el amor propio para ser feliz


Casi siempre es la misma historia: estamos más pendientes de lo que quieren los demás, de nuestras obligaciones y compromisos que de aquello que deseamos nosotros ¿y cuál es el resultado? El desencanto. Sobrevivimos más que vivimos y como consecuencia obtenemos la pérdida de nuestros sueños y la desconexión de nosotros mismos. Con el “deber que” y el “tener que” cerramos el acceso a ese nivel de nuestro interior.
Cuando alguien no se tiene en cuenta y lo hace durante un tiempo, termina despertando un día pensando que su vida está muy lejos de ser la que quería. La conformidad de dedicarse a lo que ha ido apareciendo, junto a lo que los demás le demandaban, suele jugar una mala pasada: llevarnos a un lugar en el que nos sentimos extraños.

No malgastes tu tiempo, pues de esa materia está formada la vida”
-Benjamin Franklin-

La trampa del conformismo

Muchos de nosotros somos buenos ejemplos de ese gran déficit hacia lo personal, que no egoísta, que ha invadido gran parte de nuestra sociedad. Un cambio progresivo que nos perjudica más que beneficia, pero que la mayoría de las veces sabemos disimular -ante los demás y ante nosotros mismos- a través del conformismo.
La creatividad de la infancia y la pasión que nos impulsa en nuestra adolescencia se pierden en el olvido, apagando la luz que nos ha hecho brillar hasta esos momentos. Es suficiente con mirar a nuestro alrededor y observar cómo la gente se dedica a trabajos que no ama, se conforma con sus relaciones y deshecha sueños porque parece que necesitan un vuelo demasiado alto capaz de rozar la utópico.
La ilusión desaparece porque nos conformamos y nuestro crecimiento se detiene. La zona de confortes demasiado agradable como para soportar miedos, frustraciones e incertidumbres. Optamos por el plan B: lo sencillo, lo que toca, lo que hace perder el timón de nuestro vuelo.
Permanecer en el hechizo de pensar que siempre es mejor atender a lo que hay afuera que escuchar lo que nuestro interior necesita perpetua nuestro olvido y genera dependencia a la aceptación de los demás.


De vez en cuando conviene hacerse un chequeo emocional para saber cómo nos encontramos.Preguntarnos cómo nos sentimos con nuestra vida en general y con nuestro trabajo, nuestras relaciones y lo que hacemos en particular nos proporcionará pistas sobre nuestro bienestar.


Cuando el resultado son sentimientos de decepción y desencanto es muy probable que nos encontremos viviendo nuestra vida como actores y actrices secundarios. El problema radica en que, aún sabiendo que tenemos que dedicarnos más tiempo a nosotros mismos, hay una pregunta que nos inquieta y nos congela: si lo hacemos, ¿seremos egoístas? 

No eres egoísta, estás cuidando de ti mismo


¿Somos egoístas cuando salimos a buscar aquello que necesitamos y nos hace bien? Déjame decirte que no, tan solo estás cuidando de ti mismo. El único amor que dura para siempre es el amor propio, por lo que si no te encargas de mantenerlo ¿quién lo hará? No es conveniente conformarse con rebajas…
Nadie es egoísta por despertar y decir “no” o “basta”, tampoco por guardarse minutos para sí y no estar disponible 100% a las demandas de su entorno. No pasa nada porque hayas decidido dejar de ser el que siempre estaba para todos, pero nunca para sí. Más vale tarde que nunca.

Invierte en ti, ¡no te olvides!





►“La necesidad de aprobación de los demás equivale a decir: “Lo que tú piensas de mi es más importante que la opinión que tengo de mi mismo”
-Wayne Dyer-

Puede que te hayas convertido en un experto en saber al detalle qué quieren tus padres, tu pareja o tus amigos de ti, el problema es que poco o nada te has parado a pensar en qué quieres tú mismo.Pero saberlo es tan vital como respirar, pues repercute en tu autoestima y en tu bienestar emocional.
Ante ello, la mejor solución es invertir en amor propio. Toca encender la llama de amor por nosotros. Para ello:
  • Considérate una persona valiosa. Tu valor trasciende más allá de tus errores y fracasos. No eres tus resultados sino tu capacidad de reponerte. El amor hacia ti es muy importante.
  • Olvídate de complacer a los demás para estar bien. Complacer puede llegar a agotarte y finalmente destruirte. Nadie es egoísta por decir lo que piensa, siempre y cuando lo haga desde el respeto y marcando límites sanos para protegerse.
  • Establece tus prioridades. Para invertir en ti tienes que conocer cuáles son tus prioridades: a qué o quienes quieres dedicar más tiempo o menos para seguir construyendo tus sueños.
  • Disfruta de tus tiempos. Un día libre o por fin, ese fin de semana tan ansiado. Aprovecha el tiempo al máximo y deja fuera tus obligaciones. Eres el protagonista principal de tu vida, no un actor secundario.
►“Sólo si me siento valioso por ser como soy, puedo aceptarme, puedo ser auténtico, puedo ser verdadero”
-Jorge Bucay-

Si eres de esas personas que lleva tiempo desconectada con su interior, te adelanto que volver a escuchar tu diálogo interno a niveles profundos es una tarea que te va a llevar tiempo. Piensa en todos los muros que has levantado, en todas las veces que te has ignorado: ser capaz de escuchar de nuevo ese lenguaje no es una habilidad que se perfeccione un momento. Sin embargo, si tienes paciencia lo conseguirás y ya te adelanto que lo que recuperarás merecerá la pena, tanto para ti como para los que te rodean.


Psicología/Gema Sánchez Cuevas
https://lamenteesmaravillosa.com