sábado, 10 de diciembre de 2016

Las caricias emocionales son el mejor alimento para el alma



El arte de las caricias emocionales va más allá del simple contacto físico. Es acariciar el alma con una mirada, es hablarle con ternura a un niño para decirle “estoy orgulloso de ti”, es un “te tengo en cuenta, te respeto y te quiero”, es la música que da aliento a nuestro cerebro emocional para aprender a valorarnos los unos a los otros.
Eric Berme, médico psiquiatra y fundador del Análisis Transaccional definió las caricias emocionales como unidades básicas de reconocimiento que buscan, por encima de todo, proporcionar estimulación a los individuos. Hablamos pues de un tipo de transacción, de un intercambio sabio donde se inscribe un tipo de lenguaje que actúa como un auténtico alimento para ese delicado universo psicoemocional que nos sustenta y define.
“Y he llegado a la conclusión de que si las cicatrices enseñan, las caricias también"
                                                   Mario Benedetti
Por mucho que defendamos nuestra independencia o ese placer ocasional por la soledad, las personas somos seres sociales por naturaleza, y para sobrevivir, para crecer en felicidad y seguridad necesitamos este tipo de estímulos: las caricias emocionales. Sin embargo, y aquí llega el auténtico problema, a día de hoy seguimos siendo unos humildes aprendices del mundo emocional.
Porque tal y como ya sabemos, hay quien escatima energías y voluntades en eso llamado reciprocidad, tampoco faltan los que por alguna razón piensan que no son dignos de recibirlas, y abundan, por supuesto, los hábiles arquitectos de las caricias emocionales negativas, esas que se ejecutan a través del sarcasmo, del desprecio y de la indiferencia.
Las mismas que recibe un niño que no es atendido o valorado por sus padres, la misma que siente una persona al no recibir afecto de su pareja. Un tema con muchos matices del que deseamos profundizar contigo.

La caricia emocional en peligro de extinción


El afecto, así como el respeto, no necesitan del contacto físico para demostrarse ni validarse. La caricia emocional, por ejemplo, se ejerce también en el ámbito laboral con ese directivo que delega su confianza en sus trabajadores, que los refuerza o los valora con palabras de admiración, de respeto y de gratitud. De hecho, tal y como decía Berme, este tipo de actos constituyen la unidad básica de todo acto social que cada uno de nosotros deberíamos saber aplicar.

►“Educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto”
Aristóteles
Cuanto más amplio sea el repertorio de las caricias emocionales que dediquemos a los demás y que a su vez, recibamos del resto, más enriquecedora y hábil será nuestra convivencia. Sin embargo, en esta sociedad tan docta en conocimientos modernos se está perdiendo un poco la habilidad de conectar con la mirada, de hacer un refuerzo verbal, de ofrecer la palabra justa en el momento necesitado. Ahora, los emoticonos son nuestros grandes refuerzos conversacionales, y esos a los que recurrimos a veces con exceso.
Deberíamos ser capaces de desarrollar una ecología emocional para alzar escenarios más sostenibles en cuanto a reconocimiento, reciprocidad, empatía y respeto. Los niños, por ejemplo, no necesitan solo caricias emocionales de su familia. También la escuela y los educadores deben ser intuitivos en este tipo de refuerzos donde frenar dimensiones tan comunes como la frustración, el aislamiento o la inseguridad.
Asimismo, también las organizaciones y las empresas deberían ser capaces de crear climas más favorecedores donde el reconocimiento y el valor hacia el capital humano, incentive al fin y al cabo la creatividad y la productividad.

Acariciarse a uno mismo, acariciar a los demás

Las caricias emocionales deberían fluir entre nosotros como la placidez de un viento cálido que va de aquí y allá en las tardes de verano. En tranquilidad, iluminando a quien lo necesita, dando alas a quien se ha venido a bajo, arrancando sonrisas a quien hace un momento solo sentía amarguras.
Claude Steiner, autor del reconocido libro “Educación Emocional” abordó un aspecto que vale la pena tener en cuenta: así como hay gente que no sabe ofrecer caricias emocionales, también hay quien, sencillamente, cree no merecerlas. Son personas que, en un momento dado, y por la razón que fuera, dejaron de acariciarse a sí mismos, es decir, dejaron de valorarse, de alimentar su autoestima.
Este tipo de comportamiento encaja en lo que se conoce como la “ley de la escasez”, es decir; no pidas caricias positivas y no rechaces las caricias negativas, cuando en realidad, todos deberíamos vivir en ese mundo opuesto regido por la “ley de la abundancia”, a saber:
  • Ofrece caricias positivas.
  • Acepta las caricias positivas.
  • Sé capaz de pedir caricias positivas.
  • Sé capaz de de rechazar las caricias negativas.

El arte de saber  poner en práctica las caricias emocionales

Las caricias emocionales son, por encima de todo, la artesanía de la valoración. Valorar a alguien es demostrarle un “tú existes para mí, tú eres importante”.
►Ese reconocimiento manifiesto a través de un cumplido, un gracias o incluso a través de un consuelo, favorece la validación de la autoestima de esa persona así como su cooperación en la sociedad: todos salimos ganando.

Sin embargo, y esto conviene saberlo, las caricias emocionales tienen su lado oscuro. Aquí ya no hablamos de arte, sino de agresión y estaría representado por las siguientes acciones:
  • Hacer uso de la hipocresía como herramienta para ejercer el poder o lograr un objetivo.
Sin embargo, y para nuestra tranquilidad, en el ser humano abundan más los comportamientos positivos que los negativos. Porque al fin y al cabo, es así como sobrevivimos como especie: ofreciendo afecto, ternura, atención, consideración… Así pues, nunca está de más recordar cuáles son los principios y los beneficios de las caricias emocionales:
  • Las caricias emocionales se pueden ofrecer en cualquier momento y en cualquier lugar.
  • Son económicas, fáciles de ofrecer y ocasionan grandes efectos secundarios.
  • Las caricias emocionales están por encima de la clase social, de la edad, el género y la raza. Es algo universal.
  • Son el mejor antídoto contra el miedo, la frustración, las dudas y cualquier problema psicológico.
  • Las caricias emocionales promueven la salud mental y emocional, son, sin lugar a dudas, el mejor alimento para el alma.

Psicología/Valeria Sabater
Imagen principal cortesía de Claudia Tremblay
https://lamenteesmaravillosa.com

viernes, 9 de diciembre de 2016

Sigue estos 4 pasos para conectarte con tu alma



Propósito: Hacernos amigos del silencio.
Hipótesis a investigar: Existe una realidad interna o Yo real o Yo testigo.
1.- De los 1440 minutos del día adopta la decisión de tomar 10 para conectarte con tu alma, el Yo real no investigado.Por la mañana la mente suele estar más aquietada y puede sintonizar con mayor rapidez los estados superiores de conciencia.
Si comienzas todos los días, enfocando la atención en tu realidad espiritual, vivirás en forma muy distinta, empezarás a pensar lo que el alma piensa. La energía sigue al pensamiento. Tal como el hombre piensa, así es.
Sentado. La posición más fácil y cómoda es siempre la mejor.
La columna vertebral debe estar derecha, los hombros ligeramente levantados, la respiración natural. Distendido pero atento.
No combatas  ni estimules a ningún pensamiento. Tienen derecho a existir. Déjalos en libertad de movimiento y desaparecerán como los peces del lago o los pájaros en el cielo.
Si apresas a uno de ellos, caes preso de él, tienes que atenderlo y se vuelve exigente y reiterativo.
No divulgues a nadie tu método de desarrollar conciencia espiritual. Cultiva el silencio.
2.-Quédate solo en silencio, recostado a oscuras, atento, en un ambiente tranquilo y seguro. Observa la desaparición del tiempo.
3.-Percibe el estado de tu mundo emocional ahora. ¿Cómo están las aguas?
4.-Identifícate con el yo observador.
Fragmento de “El arte de Navegar por la vida” de Enrique Mariscal
Imagen: Carmen Sol
http://planosinfin.com/

jueves, 8 de diciembre de 2016

Los pensamientos destruyen, pero también curan


La salud y la enfermedad se ven actualmente como un complejo equilibrio que nace de la interacción entre cuerpo y mente, entre el organismo y los pensamientos. Poco a poco vamos superando las visiones reduccionistas que le restaban importancia a la influencia del mundo subjetivo sobre nuestro cuerpo y, por lo tanto, sobre la enfermedad y la curación.
La medicina convencional paulatinamente va tomando conciencia de las limitaciones de su enfoque.El Siglo XX estuvo marcado por un paradigma en el que predominaba la idea del cuerpo-máquina. Visto a través de esta óptica, el organismo era como un aparato compuesto por distintas piezas y la enfermedad era una disfunción en alguna de esas partes, tanto funcional como estructural.
    ►“Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas”
                                                                                                  Blaise Pascal

Sin embargo, gracias a los mismos avances de la medicina, se ha podido comprobar que la dimensión interna tiene una fuerte influencia, ya sea directa o indirecta, en el estado de salud de cualquier persona. Además, esta influencia es aún más marcada sobre el estado de salud percibido. Por eso se dice que los pensamientos -con su influencia- enferman y matan, pero también que curan.

La medicina farmacológica y la medicina de los pensamientos

Bruce Lipton es doctor en Biología Celular y autor de varios libros. Se ha adentrado con profundidad en el tema de la salud, la enfermedad y la influencia de los pensamientos en esos procesos. Sus descubrimientos y razonamientos son verdaderamente interesantes.
Lipton indica que la medicina farmacológica es virtualmente un fracaso. Esto se debe a que las medicinas químicas, todas ellas, ocasionan efectos tanto o más adversos que la enfermedad misma. Asegura que, incluso, muchos de esos medicamentos, con el tiempo, llevan a la muerte.

También ha afirmado que el entorno natural de la célula es la sangre y que, a su vez, los cambios en la sangre están determinados por el sistema nervioso. Al mismo tiempo, el sistema nervioso es el entorno natural de los pensamientos y los sentimientos. Por lo tanto, desde el punto de vista de Lipton, son los pensamientos y los sentimientos lo que en últimas enferman y, en consecuencia, los que también tienen la posibilidad de ayudar en la curación.

El poder de los pensamientos sobre el cuerpo




No solo es Bruce Lipton, sino que también hay otros muchos investigadores que le otorgan un enorme poder a los pensamientos en el proceso de enfermedad y sanación. Hasta los médicos más adeptos a la farmacología saben que si alguien padece de algún mal, tiene mayores probabilidades de curarse si permanece en un entorno implicado, rodeado de afecto y de confianza.
No se trata de algo esotérico, ni de un efecto traído del más allá. La explicación del poder de los pensamientos es también un asunto de química. Cuando una persona está frente a una presencia agradable, o disfrutando de un estímulo positivo, su cerebro segrega dopamina, oxitocina y una serie de sustancias que le dan salud a las células. Lo propio ocurre cuando el estímulo es negativo, causando miedo, ira o cualquier otra emoción destructiva.
El organismo desarrolla diariamente una tarea titánica: producir cientos de billones de células nuevas para sustituir a las que mueren. También tiene que defenderse de miles de elementos patógenos que amenazan la salud. Si tu cuerpo siente que tiene que luchar cada día contra estímulos altamente negativos del entorno, ocupará toda su energía en ello y dejará de lado esas otras funciones de crecimiento y protección. La consecuencia: enfermas más fácilmente.

Entre la sugestión y la energía


efecto placebo ha sido estudiado en diferentes circunstancias y los resultados respaldan su influencia sobre nuestra percepción corporal. De hecho, varios de los medicamentos que están en el mercado solo tienen efectos ligeramente superiores a los de un placebo. Estos placebos son la prueba fehaciente de que la influencia de los pensamientos -en el caso del efecto placebo: expectativas- puede ser muy poderosa: crees que te curará y la intensidad de los síntomas remite.
La física cuántica ha puesto de relieve la importancia de la energía, que es la composición última de la materia. Todo y todos somos, en nuestra forma física más primitiva, energía. Por eso las nuevas medicinas se orientan más a equilibrar la energía, que a modificar químicamente el cuerpo. Parten de la idea de que los procesos de enfermedad se desencadenan por desequilibrios energéticos.

Esos desequilibrios muchas veces vienen dados por programaciones hacia pensamientos negativos, que traemos desde la infancia. Puede que conscientemente te convenzas de que debes pensar de otro modo y, sin embargo, algo en el fondo te impide que lo hagas. Así que lo que se debe cambiar no son los pensamientos conscientes, sino toda esa programación inconsciente que cargamos desde los primeros años. Es la manera de suscitar cambios que favorezcan la salud mental y, por tanto, la salud física.
(Nota de edición: con este artículo no queremos despreciar en ningún caso la importancia de la farmacología a la hora de afrontar enfermedades tan devastadoras como el cáncer, de hecho podemos decir que actualmente es imprescindible. Lo que sí queremos resaltar es la salud mental y el bienestar psicológico como dos elementos de influencia dentro del tratamiento que el paciente puede modular para mejorar o empeorar el pronóstico.)

Edith Sánchez
Imágenes cortesía de Marcel Caram
https://lamenteesmaravillosa.com

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Autoengaño: mentiras que nos sostienen


Todos, de alguna forma u otra estamos familiarizados con las mentiras. Habrá algunos más valientes que sean capaces de admitir que mienten; otros en cambio, parecen querer librarse de esta condena.
Lo cierto es que, ¿quién no se ha contado una mentira a sí mismo? Quizás, todavía es demasiado pronto para que te des cuenta… Reflexionemos sobre ello.
“La mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo. Engañar a los demás es un defecto relativamente sano”
-Nietzsche-

El engaño como compañero de vida

El engaño o la mentira son inherentes a la vida en todos sus aspectos. Hasta la naturaleza lo utiliza como recurso, piensa en los virus que son capaces de engañar a nuestro sistema inmunitario para entrar en nuestro cuerpo o el baile de confusiones y mentiras entre depredadores y presas, con tal de conseguir cada uno de ellos su objetivo: su supervivencia. Pero, ¿qué hay de nosotros?
Más allá de las mentiras revestidas de alguna intención para conseguir algo concreto, existen esas clases de mentiras que son capaces de sostenernos durante un tiempo o incluso toda la vida. Son mentiras elaboradas para esquivar la realidad y tienen como refugio a la inconsciencia.


Dostoyevski escribía en “Memorias del subsuelo“:
Todo ser humano tiene algunos recuerdos que solo contaría a sus mejores amigos. De la misma manera, también podríamos decir que todo ser humano tiene preocupaciones que ni siquiera contaría a sus mejores amigos sino tan solo a sí mismo y, aún así, lo haría en el mayor de los secretos. Pero, además existen cosas que uno ni siquiera se atreve a contarse a sí mismo. Hasta los más honrados de los hombres tienen una buena cantidad de esa clase de pensamientos almacenados en algún rincón de su mente“.

Nadie está libre del autoengaño

En el autoengaño es importante el lenguaje, además de la consciencia. Pues, aunque en realidad no deja de ser lo que es, teniendo en cuenta que cada uno construimos la nuestra, es a través del lenguaje como la realidad se describe y se transmite. Además, para nosotros, al final no deja de ser un reflejo de cómo nos la contamos.
Teniendo en cuenta que las personas tenemos una gran capacidad para crear creencias sesgadas en todos los ámbitos de nuestra vida, ¿quién se libra de las suposiciones o confabulaciones?
       ►Somos víctimas de nuestras propias trampas para sobrevivir en 
                                               nuestro día a día.


Mentiras para esquivar la realidad

Existe todo un entramado de mentiras que nos sostienen y que, en ocasiones, son las esposas o los grilletes que nos atan a determinadas situaciones sin que nos demos cuenta, son las culpables de que muchas veces tengamos la sensación de que, hagamos lo que hagamos, no avanzamos.
                      “La verdad tiene estructura de ficción” 
                                                                         Jacques Lacan

Cuando la fuerza de los hechos se torna brutal o amenazante, a veces el temor al sufrimiento hace que intentemos esquivar la realidad, bloqueando nuestra atención y autoengañándonos. Así, rellenamos esos espacios vacíos con explicaciones, imaginaciones o fantasías, de manera automática. De ahí el popular refrán “Ojos que no ven, corazón que no siente“.
De esta manera, si no veo, si no me percato de lo que sucede, el peligro disminuye, mi ansiedad se calma y me permito continuar. Los hechos han sido ignorados y hemos modificado el significado de la experiencia. La mentira está presente, pero sin darnos cuenta, oculta tras los silencios, las justificaciones, las negaciones y los castillos de cristales construidos.
La impostura se mantiene gracias al poder de nuestra atención selectiva para ocultar, transfigurar y difuminar las verdades dolorosas, reelaborando un disfraz más aceptable para nosotros.

Un disfraz que nos recuerda al “falso self” de Winnicott“, en el cual la mentira se considera parte del desarrollo natural de la identidad del ser humano, desde la temprana infancia. Disfraz que permite mitigar la angustia y el sufrimiento generados por las expectativas que los padres depositan en sus hijos y ante las que éstos no llegan, renegándose a sí mismos, para finalmente llegar a construir su personaje de acuerdo al ideal que sus padres han establecido.

El autoengaño en el día a día

El autoengaño también puede generarse para llegar a cumplir nuestras propias expectativas o las de los demás; también por el simple hecho de no querer ver lo que nos sucede o sentir lo que sentimos, como una manera de justificarnos.
Ocurre en relación a las relaciones de pareja cuando, por ejemplo, no queremos darnos cuenta de que la situación es insostenible o nuestros sentimientos no son los mismos o en las adicciones, cuando la persona cree controlar su consumo; en las relaciones sociales y políticas…
El autoengaño es una importante defensa que tenemos ante las amenazas de peligros, que se erige como una armadura que nos protege de las experiencias que nos resultan difíciles de asimilar, una coraza del carácter como Willhelm Reich lo llamaba. Un escudo tras el cual se encuentra el yo, que utiliza para protegerse de la ansiedad en su tránsito por un mundo que a veces, es categorizado como hostil.
Así, cuanto mejor nos engañamos a nosotros mismos, mejor engañaremos a los demás. Pues la mejor manera de esconder un engaño profundamente es no siendo consciente de él.

Los efectos del autoengaño

El autoengaño puede tener efectos diversos y, en ocasiones, un coste muy alto. En estos casos, el mundo de la persona se encuentra fragmentado ya que la información que se obvia e ignora se encuentra en el inconsciente, quedando suplantada por la mentira de la consciencia.

Así, como Daniel Goleman afirma en su libro “El punto ciego”, el primer paso necesario para despertar del autoengaño consiste en darnos cuenta de la forma peculiar en la que estamos dormidos. Es decir, barajar la posibilidad de que en algún aspecto de nuestras vidas podemos estar autoengañándonos primero, para luego poder adentrarnos en la tela de araña que nos hemos construido para escapar de la realidad.
Pues no solemos darnos cuenta de lo que nos desagrada ver y tampoco nos damos cuenta de que no nos damos cuenta… La mayoría de nosotros acordamos un pacto, sin saberlo, con el viejo proverbio árabe:
►“No despiertes al esclavo porque quizá está soñando que es libre“. Pero el sabio dirá: “¡Despierta al esclavo!” Especialmente si sueña con la libertad. Despiértenlo y háganle ver que es un esclavo; solo mediante esa conciencia podrá quizá liberarse“.

Psicologia/Gema Sánchez Cuevas
https://lamenteesmaravillosa.com

martes, 6 de diciembre de 2016

10 frases para dejar ir tu pasado emocional




Dejar ir suele ser difícil, pero llega un momento en la vida en que debemos hacerlo. Si no somos capaces de pasar página, continuaremos arrastrando ese dolor y resentimiento. No podemos avanzar porque estamos emocionalmente estancados. Por eso, una de las lecciones más importantes que podemos aprender en la vida es dejar ir el pasado, cerrar los círculos del pasado. Solo así podremos continuar ligeros de equipaje y abrirnos a las nuevas experiencias. 

Dejar ir no significa olvidar. Dejar ir implica restarle impacto emocional a la experiencia, aceptarla y continuar adelante. De hecho, lo que sucede con las experiencias emocionales muy intensas, como la pérdida de una persona querida, una ruptura de pareja, un gran error o un agravio personal, es que no las asimilamos por completo, de manera que estas no pasan a formar parte de nuestra historia sino que se quedan activas en una parte de nuestro cerebro, reactivándose ante el menor estímulo.

Dejar ir implica aceptar el cambio y adaptarse a la nueva realidad


1. El arte de vivir implica saber cuándo aferrarse y cuándo dejar ir. - Havelock Ellis

Este médico británico no pudo expresarlo mejor. A lo largo de la vida hay momentos en los que debemos aferrarnos a lo que queremos con todas nuestras fuerzas, pero también hay momentos en los que debemos soltar y cambiar el rumbo. La clave para no naufragar consiste en encontrar el equilibrio justo, en saber cuándo ha llegado el momento de mirar hacia adelante y dejar ir el pasado, por mucho que duela.

2. Algunas personas piensan que aferrarse a las cosas les hace más fuertes, pero a veces se necesita más fuerza para soltar que para retener. - Hermann Hesse

Hermann Hesse nos hace reflexionar sobre el hecho de que la perseverancia y el apego no siempre son el mejor camino, a pesar de que nuestra sociedad siempre ha ensalzado estos valores. Hay veces en que es necesario dejar ir, y ese acto implica un mayor grado de madurez y demanda una fuerza interior enorme, mucho más que aferrarse a algo que ya no tiene sentido.

3. Retener es creer que solo existe el pasado, dejar ir es saber que hay un futuro. - Daphne Rose Kingma

Solemos aferrarnos a determinadas experiencias porque tenemos miedo a continuar, porque, de alguna forma, nos sentimos más cómodos en ese pasado que ya no existe, porque no queremos salir de la zona de confort. Sin embargo, dejar ir implica mirar al futuro, preocuparnos por avanzar y adaptarnos a las nuevas circunstancias. Dejar ir implica, sobre todo, confianza en el futuro.

4. El dolor te abandonará, cuando tú lo abandones. – Jeremy Aldana

Muchas personas no se dan cuenta de que la verdadera causa de su sufrimiento radica en el apego al pasado, a personas o situaciones que ya no tienen espacio en la vida actual. En realidad, el tiempo no lo cura todo, es necesario tener la voluntad de seguir adelante, ser capaces de limpiar nuestras heridas emocionales y dejar ir el resentimiento.

5. Cuando dejo ir lo que soy, me convierto en lo que podría ser. Cuando dejo ir lo que tengo, recibo lo que necesito. - Lao Tzu

Esta joya del taoísmo nos transmite una enseñanza fundamental para la vida: mientras estemos atados al pasado no seremos capaces de aprovechar las oportunidades del presente, hasta que no aprendamos a dejar ir no podremos obtener lo que realmente necesitamos “aquí y ahora” para ser felices. 

6. El problema de mirar demasiado al pasado es que cuando nos volteeemos para mirar al futuro, este se habrá esfumado. - Michael Cibenko

La vida pasa en un abrir y cerrar de ojos. Por eso, vivir añorando el pasado implica dejar que el futuro se nos escape. Recuerda que cada hora y cada día cuentan. No dejes que el resentimiento y las experiencias negativas enturbien la felicidad de la que puedes disfrutar ahora mismo.

7. Cuando le das libertad a los demás, cuando los dejas ir, recuperas tu libertad. - Aleksandra Ninkovic

Somos prisioneros de nuestra propia mente, no son los demás los que nos mantienen sujetos, sino nuestra resistencia a liberarnos de esas ataduras. Somos nosotros mismos, con un apego desmesurado, quienes nos mantenemos atados al pasado, impidiéndonos avanzar. Por eso, cuando aceptamos y dejamos ir esas experiencias que nos perturban, reencontramos la libertad y estamos preparados para vivir plenamente.

8. Dejar ir significa darse cuenta de que algunas personas forman parte de tu historia, pero no son tu destino. —Steve Maraboli

Debemos aprender a ver la vida como un tren. A lo largo del camino compartiremos espacio con muchas personas, algunas serán completos desconocidos, otras nos acompañarán durante un gran trecho y estableceremos lazos emocionales. Sin embargo, cada quien tiene su propio destino, y es necesario aprender a no aferrarse de manera enfermiza sino celebrar el encuentro y disfrutar de ese tiempo en compañía, mientras dure.

9. El secreto no es olvidar sino dejar ir. Y cuando todo se ha ido, serás rico en la pérdida. - Rebecca Solnit

Esta escritora norteamericana nos incita a ver la “pérdida” desde otra perspectiva. De hecho, solo cuando aprendemos a amar de forma desapegada, cuando aprendemos a dejar ir, maduramos y llegamos a conocernos verdaderamente. En el desapego, uno de los principios básicos de la filosofía budista, radica el secreto de la libertad personal y el equilibrio emocional. 

10. Demolí todos los puentes detrás de mí para no tener otra opción que seguir adelante. - Fridtjof Nansen

El principal problema de dejar ir es que nos vemos tentados continuamente a mirar al pasado. La nostalgia es demasiado fuerte y la incertidumbre que encierra el futuro demasiado aterradora. Por eso, en ocasiones no hay otra opción que cortar completamente los lazos que nos unían a ese pasado. Así podremos caminar hacia el futuro más ligeros de equipaje.

Psicología/Jennifer Delgado
http://www.rinconpsicologia.com/