domingo, 6 de noviembre de 2016

Síndrome de la Insistencia Errónea: Esforzarse mucho para no lograr nada


A todos nos sucede, antes o después. Llega un momento de la vida en el que nos damos cuenta de que necesitamos cambiar, que debemos poner rumbo en otra dirección porque lo que estamos haciendo simplemente no funciona o nos conduce a un callejón sin salida. 

Sin embargo, hacer consciente la necesidad del cambio es tan solo el primer paso. Normalmente después llega una fase en la que nos bloqueamos, nos sentimos atrapados por las decisiones del pasado y nos damos cuenta de que los malos hábitos regresan. 

Sin darnos cuenta, comenzamos a insistir en la dirección errónea y, obviamente, no avanzamos sino que comenzamos a retroceder. Sin embargo, el esfuerzo que realizamos es tal que terminamos agotados y desmotivados, sin comprender qué ha pasado. La respuesta es muy sencilla: hemos sido víctimas de lo que se podría denominar: “Síndrome de la Insistencia Errónea”. 

Insistir en la dirección equivocada


Imagina que es verano. Estás sentado tranquilamente en el sofá de tu casa y comienzas a sentir un calor sofocante. Para refrescarte, abres un poco la ventana. Luego abres una ventana opuesta, para crear un poco de corriente.

Cuando vuelves al sofá te sientes mucho mejor pero al cabo de unos minutos piensas que si abrieses un poco más las ventanas, sentirías aún menos calor. Te levantas y lo haces. Y así continúas, hasta que abres las ventanas de par en par.

Finalmente te sientas tranquilo en el sofá, dispuesto a relajarte y a disfrutar de la brisa, pero al cabo de un rato te percatas de que el calor ha vuelto. ¿Por qué?

La respuesta es muy sencilla: según la Física, llega un punto a partir del cual, mientras más abres las ventanas, más despacio circula el aire.

En la vida, en muchas ocasiones ponemos en práctica este tipo de comportamiento. De hecho, insistimos en la dirección errónea cuando:

- Nos aferramos a comportamientos del pasado, que en su momento fueron eficaces pero que en la actualidad han dejado de serlo y han perdido su sentido.

Insistimos en la crítica, pensando que si la repetimos muchas veces, la otra persona terminará cambiando, cuando en realidad solo lograremos que se ponga a la defensiva.

- Nos obstinamos en seguir un sueño o una idea que creemos brillante, sin tomar en consideración las pistas que nos envía el mundo real para indicarnos que vamos por mal camino.

- Nos atamos a una relación, generalmente de pareja, que ya no funciona y que se ha convertido en una fuente de conflictos e insatisfacciones.

En todos estos casos, al inicio determinados comportamientos, creencias o ideas fueron perfectamente válidos y eficaces. Sin embargo, en cierto punto del camino las condiciones cambiaron y no nos dimos cuenta, por lo que seguimos repitiendo los viejos comportamientos o aplicamos creencias que han pasado a ser desadaptativas. Obviamente, en este punto los resultados que obtenemos no son los esperados, en vez de avanzar, nos sentimos estancados o incluso retrocedemos. 

En ese punto entramos en un bucle ya que comenzamos a insistir en la dirección errónea, malgastando nuestra fuerza y energía. Entonces, en vez de reflexionar sobre nuestras creencias de base, pensamos que el problema es que no nos aplicamos lo suficiente, por lo que redoblamos aún más nuestros esfuerzos en la dirección equivocada. 

Obviamente, vivir dentro de este bucle, luchando continuamente contra la corriente, puede ser devastador porque podemos terminar creyendo que no somos lo suficientemente buenos, cuando en realidad el único problema es que debemos cambiar de dirección.

¿Cómo salir de ese círculo vicioso?


Si en los últimos tiempos te sientes atrapado en una situación que está consumiendo tu fuerza y energía pero no logras los resultados que esperabas, quizá el problema es que estás insistiendo en la dirección errónea. Plantéate estas preguntas:

- La vida cambia continuamente, ¿tú has cambiado lo suficiente? Un proverbio chino dice “no puedes dirigir el viento, pero sí las velas de tu barco”. La vida cambia continuamente, pero a veces no somos capaces de adaptarnos con suficiente rapidez a esas transformaciones. Sin embargo, seguir repitiendo comportamientos del pasado, solo porque una vez funcionaron, no es garantía de éxito, más bien es un salvoconducto al fracaso.

- Mira a tu alrededor, ¿qué señales te envía el mundo? En muchas ocasiones nos empecinamos en seguir un camino porque estamos demasiado ensimismados en nosotros mismos y pasamos por alto las señales que nos envía el mundo para indicarnos que vamos en la dirección errónea. Por tanto, haz un alto en el camino, establece una distancia emocional e intenta descifrar el significado de todos esos obstáculos, problemas y conflictos que están apareciendo y te detienen. Quizá solo están ahí para decirte que es mejor que tomes otro camino. De hecho, si tu plan no funciona, no significa que debes cambiar la meta, sino el plan. 

- ¿A qué le temes? A veces insistimos en la dirección errónea porque los otros caminos nos dan miedo. De hecho, es un error común en las relaciones de pareja. Nos mantenemos atados a una persona porque pensamos que no vamos a encontrar a nadie más y nos da miedo quedarnos solos. Obviamente, esa no es una buena razón para guiar nuestra vida. Asegúrate de que tus decisiones expresen tus sueños e ilusiones, no tus miedos. 

Psicología/Jennifer Delgado
Fuente:
Goienetxea, I. & Lladó, E. (2014) La estupidez de las organizaciones: 7 metáforas para el camino. Barcelona: Rigden.

sábado, 5 de noviembre de 2016

4 factores que destruyen una relación de pareja


La relación de pareja es un vínculo que nos pone a prueba constantemente, ya que se establece un contacto íntimo en el que afloran todos nuestros miedos e inseguridades. Para los terapeutas de pareja existen 4 factores determinantes que causan el final de una relación. Es a ellos a quienes les dedicamos este artículo.
Verse implicado en alguno de estos comportamientos es señal de que hay que cambiar un aspecto importante en nuestro modo de relacionarnos. De lo contrario estaremos alimentando el conflicto y aumentando la probabilidad de que la relación se termine.
Las discusiones, los malos entendidos y los desacuerdos forman parte de la relación de pareja. Sin embargo, hay muchas maneras de comunicar nuestras emociones y algunas de ellas son altamente destructivas. Son estas formas de expresión las que tenemos que dejar a un lado si queremos sentirnos entendidos y que a la vez nuestra relación salga reforzada.
“El primer paso a dar es tomar conciencia de que el amor es un arte, tal como es un arte el vivir. Si deseamos aprender a amar debemos proceder en la misma forma en que lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier otro arte, música, pintura, carpintería o el arte de la medicina o la ingeniería”
-Erich Fromm-

1- Las críticas destructivas

Las críticas duelen, destruyen y lastiman. Su poder es tan grande que por sí mismas pueden destruir una relación, especialmente cuando van dirigidas a la persona (no al comportamiento ni a través de un mensaje en primera persona) y esta no tiene la oportunidad de réplica. En el seno de una relación, son armas cargadas por el mismísimo diablo.

La crítica se diferencia de la queja. La queja es más bien algo específico, que se centra en el acto en sí más que en la persona. No es lo mismo decir “hoy te noto distraído” a “nunca me prestas atención”. La crítica incluye culpa y difamación, con lo que ello puede suponer para la otra persona.

2- El desprecio

El desprecio es posiblemente el peor de estos cuatro comportamientos que estamos explorando. Cuando despreciamos a nuestra pareja estamos envenenando la relación, causando una herida realmente profunda. Así, el desprecio ataca lo más básico, el respeto que le debemos al otro.
Es difícil llegar a una reconciliación cuando ha habido desprecio anteriormente. Este comportamiento genera conflicto y en un disgusto que se torna complicado de manejar.
El sarcasmo, la burla y el escepticismo forman parte del desprecio. Hay que estar pendiente de cuando estamos cayendo en estas conductas, puesto que una vez que aprendemos a relacionarnos de esta manera, el conflicto está servido y el daño producido va a tener una reparación larga y compleja.

3- Actitud defensiva

En la actitud defensiva entorpecemos la comunicación mediante una barrera que nos creamos culpabilizando a nuestra pareja. Distorsionamos los mensajes y los llenamos de interferencias, con el objetivo inconsciente de no mostrar nuestra vulnerabilidad.
Cuando permanecemos en esta actitud bloqueamos el diálogo y el tono afectivo, para dejar paso a la incomprensión y el distanciamiento emocional. Al sentirnos atacados nos mostramos con un escudo y todas nuestras armas haciendo del vínculo una batalla campal.
Adoptando una actitud defensiva estamos lanzando el siguiente mensaje a nuestra pareja “el problema no es mío sino tuyo”, con lo que conseguimos que se agrave el conflicto.

4- Actitud evasiva

El planteamiento violento en una discusión conforma factores de los que hemos hablado anteriormente. Las críticas y el desprecio pueden dar lugar a la actitud defensiva; posteriormente, cuando la distancia empieza a ser importante, aparece la actitud evasiva.

Llegados a este punto de la relación, en el que es necesario distanciarse para sentirnos bien, va a ser necesaria la voluntad de los dos para que los rotos no terminen de destruirse. Todo lo contrario a lo que sería una actitud evasiva.
Podemos ignorar el problema o ignorar al otro pero cuando miremos de reojo no quedará nada. Así, la actitud evasiva es un claro indicador de que el amor se está marchitando. Por otro lado, este indicador suele aparecer más a menudo en parejas que ya llevan un largo periodo de tiempo juntos y no han atendido a otros síntomas que señalaban sus dificultades para relacionarse y amarse.
“En el acto de amar, de entregarse, en el acto de penetrar en la otra persona, me encuentro a mí mismo, me descubro, nos descubro a ambos, descubro al hombre”
-Erich Fromm-

Psicología/Rafa Aragón 
https://lamenteesmaravillosa.com/

viernes, 4 de noviembre de 2016

EXPECTATIVAS DE VIDA: ¿TE ENCUENTRAS DONDE PENSABAS QUE ESTARÍAS?


Lo que esperas de la vida es crucial, pero ¿cómo se mide? Una medición destacada de cuán bien está una sociedad tiene que ver con las expectativas. El bienestar se correlaciona con cuánta gente expresa ser próspera, y uno esperaría que en países desarrollados y prósperos, un porcentaje saludable de personas se considerarían prósperas. Sin embargo, muy pocas sociedades pueden presumir que un tercio de su población alcance este nivel. Esto quiere decir que, para muchos, las expectativas han quedado muy por debajo de lo esperado.

Si observas tu propia vida, ¿cómo vas con respecto a tus expectativas? Creo que la respuesta de la mayoría de las personas se enfoca en tres áreas: dinero, familia y relaciones. Si tienes una buena relación o un buen matrimonio, estás rodeado de una familia feliz y no enfrentas problemas financieros, probablemente te consideres muy afortunado. Hay mucha gente que no cumple con estos objetivos, y muy pocos están tan satisfechos que se consideran prósperos.

Sin embargo, desde una perspectiva diferente, una que va de adentro hacia afuera, estos marcadores externos no deberían ser la medida de nuestra satisfacción. En realidad, la mayoría de las causas de frustración, así como de la sensación de estancamiento, se deben a una sola cosa: expectativas muy bajas. Los estudios psicológicos han mostrado de manera constante que ganar dinero más allá de lo que permite sentirse justamente cómodo no lleva a una mayor felicidad. De hecho, verte a ti mismo en términos de dinero, posesiones, status y éxito profesional es lo mismo que venderte a un precio muy bajo: tu potencial interno aún requiere que lo despiertes.

Medidas de la satisfacción
He aquí algunas metas que traen satisfacción creciente a lo largo de la vida:
  • Descubrir quién eres realmente
  • Expandir tu conciencia día con día
  • Vivir de acuerdo con una visión más elevada
  • Entregarte a otros
  • Ser un modelo a seguir para tus hijos
  • Explorar la dimensión espiritual de la vida
  • Ponerte una meta difícil y significativa, y lograrla
  • Volverte maestro en algún arte u oficio
  • Ser mentor de los jóvenes o aquellos en desventaja
  • Profundizar en las tradiciones sabias del mundo
Considerando estas medidas, que han pasado la prueba del tiempo y han sido honradas a lo largo de este, innumerables personas modernas que consideran estar bien han comenzado apenas a descubrir lo que en realidad pueden lograr. A pesar de las altas y bajas económicas, vivimos en tiempos sorprendentemente prósperos según cualquier medición histórica. Los sabios, santos y guías espirituales de las grandes tradiciones verían nuestra situación y esperarían que evolucionáramos en cuanto a nuestra vida interna, en lugar de buscar sin límite más cosas, empujados por el consumismo ciego. En India, la elección ha sido siempre entre Vidya (el conocimiento espiritual) y Avidya (la ignorancia del conocimiento espiritual). Esa misma bifurcación existe hoy en día en cualquier sociedad.

Puede ser demasiado simple decir que elevar tus expectativas te llevará a la felicidad y bajarlas llevará a la infelicidad. La vida es muy impredecible. Sin embargo, durante siglos el camino interno se ha elogiado como lo mejor que tiene el ser humano. Por lo tanto, no es simplista afirmar que, para alguien que no ha explorado el camino interno, el límite de sus expectativas ha estado puesto muy abajo.

Dr. Deepak Chopra
https://choprameditacion.com