jueves, 25 de agosto de 2016

Reprograma tu mente para sanar tu cuerpo


La actitud, la afirmación y el optimismo podrían ser fundamentales para curar el cuerpo frente a diferentes enfermedades. A continuación cinco ejemplos en los que la mente controla la sanación del cuerpo.
Demostrar científicamente que la mente puede producir cambios efectivos y a corto plazo en el cuerpo es algo difícil de probar: los estudios estadísticos o fisiológicos que traten de demostrar alguna correlación entre las creencias de una persona y su estado de salud tienen muchos prejuicios que dejar atrás. Sin embargo, hay algunos miembros de la comunidad científica que están dispuestos a considerar explicaciones alternativas para el tratamiento y la curación de enfermedades (y no sólo cáncer o VIH sino, incluso, depresión y estrés en general) con tal de disminuir el sufrimiento de la gente. He aquí algunos ejemplos:

1. Creer es crear

“Yo hablo con mis píldoras”, afirma Dan Moerman, antropólogo de la Universidad de Michigan-Dearborn; “Les digo: Vamos, chicas, sé que harán un trabajo magnífico.”
El efecto placebo es parte de casi cualquier documentación seria sobre los efectos de una droga. ¿Pero qué pasaría si este efecto no fuera producto de un discurso externo sino de una creencia interna, subjetiva? Creer en el tratamiento que utilizas, no importa si es médico o de otro tipo, crea a su vez las condiciones para que el cuerpo lo reciba. Este efecto se ha comprobado en casos de depresión, Parkinson, osteoartritis y esclerosis múltiple.
El efecto placebo no es una sugestión selectiva, sino simplemente mantener una “actitud curativa”: creer que te estás curando puede liberar analgésicos naturales y alterar patrones neuronales negativos enseñándolos a tranquilizarse, disminuyendo la presión sanguínea y activando la respuesta del sistema inmunológico.

2. Piensa positivo

Sabemos que el optimismo es algo que nuestros tiempos cínicos y desencantados de todo pasan por alto muchas veces; el problema (o la solución, según el punto de vista) es que ser realista puede ser malo para la salud.
Los optimistas se recuperan mejor de operaciones clínicas del corazón, tienen un mejor sistema inmunológico y viven más. Es por eso que los médicos recomiendan algún tipo de terapia psicológica a pacientes con cáncer, pues la actitud del paciente respecto al tratamiento puede mejorar considerablemente sus probabilidades de sanar.
Pensar positivo no solamente te relaja y reduce el estrés, sino que el cuerpo podría beneficiarse de ese optimismo. Una buena actitud disminuye el nivel de cortisol, la hormona del estrés, además de reducir la susceptibilidad a nuevas enfermedades. Básicamente, si piensas positivo, estás autorizando a tu cuerpo para curarse a sí mismo.

3. Confía en la gente

Cuando hablamos de actitud positiva no lo hacemos solamente en lo referente a ti mismo, sino también en tu trato con los demás. Resulta que la soledad (o la percepción de soledad) incrementa el riesgo de sufrir ataques cardiacos, demencia y depresión. Por otro lado, la gente que está contenta con su vida social tiende a dormir mejor, envejece más lentamente y responde mejor a los medicamentos. Médicos como John Cacioppo, de la Universidad de Chicago, afirman que curar la soledad es tan bueno para la salud como dejar de fumar.
Cacioppo ha dedicado muchos años a estudiar los efectos de la soledad en las personas. Su descubrimiento puede reducirse a que la gente que tiene vidas sociales cálidas y relaciones significativas se enferma menos y vive más; esto se explica porque la gente que está en contacto con otras personas tiende a cuidar más de sí misma, mientras los solitarios crónicos se olvidan de sí.
Cacioppo cree que cuando nos encontramos aislados por mucho tiempo (o si nuestro estilo de vida es de considerable aislamiento), nuestro sistema nervioso se comporta como si estuviera herido, activándose para curar heridas y luchar contra infecciones que no existen. Paradójicamente, aunque el contacto con otras personas pudiera hacernos susceptibles al contagio de bacterias, nuestro sistema inmune aprende a activarse con más velocidad si tenemos una vida social rica, tal vez porque sabe que estamos más expuestos a contraer enfermedades en compañía de otros.

Un detalle interesante es que no importa cuántos contactos tengas en Facebook sino cómo te percibes a ti mismo(a): la gente solitaria no vive en la punta de una montaña o en medio del bosque, sino que se siente solitaria por ver al resto de la gente como una amenaza potencial. Un estudio de 2010 afirma que atacar esa actitud de soledad percibida puede ser más útil para la gente sola que, digamos, invitarlos a una fiesta o enseñarles habilidades de socialización.

4. Medita

Monjes de todas las religiones han dedicado gran parte de su vida a meditar y existe evidencia de que esta práctica ayuda a mejorar la respuesta del sistema inmune, protege contra las recaídas en la depresión, disminuye la velocidad del avance del VIH e incluso suaviza la piel, debido a una mejor oxigenación del cuerpo.
La gente que medita tiene niveles más bajos de cortisol y lidia mejor con el estrés, debido probablemente a los cambios que experimentan en la amígdala, el área del cerebro que procesa el miedo y la respuesta a las amenazas. De hecho, la meditación trascendental puede ayudar a revertir el estrés postraumático en refugiados de guerra.
Pero si crees que tu vida es demasiado ocupada y complicada como para irte tres meses a un Vipassana, algunos médicos creen que la intención puede generar más milagros que un costoso retiro en las montañas: dedicar unos minutos a meditar en medio de tus ocupaciones puede tener efectos estructurales en el cerebro incluso 11 horas después de practicar.

5. Conoce tu propósito

Conocer el propósito de nuestra vida y vivirla de acuerdo a él puede ser una experiencia equivalente a volver a nacer. Viktor Frankl probablemente sea uno de los sobrevivientes de un campo de concentración más famosos de la Segunda Guerra Mundial; en su libro El hombre en busca de sentido, Frankl detalla cómo aquellos prisioneros que tenían algo por qué vivir podían mantener la buena actitud y soportar sufrimientos atroces, mientras los que se dan por vencidos frente a las circunstancias tienen más probabilidades de ser derrotados por ellas. Primo Levi, otro famoso sobreviviente de un campo de concentración, afirmó algo similar en "Si, esto es un hombre."
Según los médicos, en un estudio con 50 pacientes de cáncer en estado avanzado, aquellos con mayor “fe espiritual” respondieron mejor a la quimioterapia y vivieron por más tiempo. De los primeros, más de 40% estaban aún vivos luego de tres años, en comparación con menos del 10% de los que vivían con “poca fe”.
Mucha gente encuentra un “propósito” en la religión: rezar y asistir a la iglesia es algo que, en sí mismo, puede hacer sentir mejor a la gente. Esto puede deberse a la intervención divina o al efecto placebo; en cualquier caso, las emociones positivas asociadas a la espiritualidad promueven respuestas fisiológicas positivas. “Mente sana en cuerpo sano” puede no ser un vago eslógan de gimnasio, sino la relación fructífera y sana entre elementos del ser que, en realidad, están separados artificialmente por el pensamiento dicotómico pero son inseparables uno de otro.
Autoconocimiento Integral 

Nunca es tarde. . .



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miércoles, 24 de agosto de 2016

Los ojos de un animal tienen el poder de hablar un lenguaje único

"Por favor Señor, conviérteme en la persona que mi perro cree que soy." Eckhart Tölle


Cuando miro a los ojos a mi perro, a mi gato o a cualquier otro animal, no veo a un “animal”. Veo a un ser vivo como yo, a un amigo, a un alma que siente, que sabe de afectos y miedos y que merece el mismo respeto que cualquier persona.
El poder de una mirada trasciende mucho más allá del sentido de la vista. Por asombroso que parezca, nuestros nervios ópticos están íntimamente vinculados al hipotálamo, esa estructura delicada y primitiva donde se localizan nuestras emociones y nuestra memoria. Quien mira siente, y esto es algo que también experimentan los animales.
Si los ojos son la ventana del alma, algo me dice que los animales también la tienen, porque solo ellos saben hablar con ese lenguaje que no necesita palabras: es el idioma del afecto y el respeto más sincero.
Todos nosotros hemos experimentado alguna vez lo siguiente: ir a adoptar a un perro o un gato, y establecer de pronto una conexión muy intensa con uno en concreto al mirarlo a los ojos. Sin saber cómo, nos cautivan y nos atrapan. Sin embargo, los científicos nos dicen que existe algo más profundo e interesante que todo esto.


Los ojos de los animales, una conexión muy antigua

Dos de los animales habituados desde hace miles de años a convivir con el hombre son los perros y los gatos. A nadie le sorprende ya la forma tan sabia, a la vez que descarada, que tienen de interactuar con nosotros. Nos miran a los ojos fijamente y son capaces de expresar deseos y necesidades a través de todo tipo de arrumacos, de gestualidades, movimientos de cola y  complicidades varias.
Hemos armonizado comportamientos y lenguajes hasta comprendernos, y esto, no es un acto casual. Es más bien el resultado de una evolución genética donde unas especies se han acostumbrado a convivir juntas, para beneficiarse mutuamente. Algo que tampoco nos sorprende es lo que nos reveló un interesante estudio llevado a cabo por el antropólogo Evan MacLean: los perros y los gatos son muy capaces de leer nuestras propias emociones solo con mirarnos a los ojos.

Nuestras mascotas son sabios maestros de los sentimientos. Pueden identificar patrones gestuales básicos para asociarlos a una emoción determinada, y casi nunca fallan. No obstante, este estudio nos explica además: las personas solemos establecer un vínculo con nuestros perros y gatos muy similar al que construimos con un niño pequeño.
Los criamos, los atendemos y establecemos un lazo tan fuerte como si fuera un miembro más de la familia, algo que por asombroso que parezca, ha sido propiciado por nuestros mecanismos biológicos después de tantos años de interacción mutua.
Nuestras redes neuronales y nuestra química cerebral reacciona del mismo modo que si estuviéramos cuidando a un niño o a una persona que necesita atención: liberamos oxitocina, la hormona del cariño y el cuidado. A su vez, también ellos actúan del mismo modo: somos su grupo social, su manada, esos humanos complacientes con los que compartir el sofá y las siete vidas de un gato.
El mundo es mucho más bonito visto a través de los ojos de un animal. Si todas las personas tuviéramos la excepcional habilidad para conectar con ellos de este modo, “recordaríamos” aspectos que antes nos eran innatos y que ahora, hemos olvidado por el rumor de la civilización.
Nuestras sociedades están aferradas al consumismo, a la sobreexplotación de los recursos para herir a Gaia, este planeta Tierra que nuestros nietos deberían heredar con la hermosura de antaño, con sus ecosistemas intactos, con su naturaleza igual de hermosa, viva y reluciente, y no con tantas fracturas casi insalvables.

Cuando tener un perro implicaba sobrevivir mejor como especie

Edward Osborne Wilson es un entomólogo y biólogo estadounidense conocido por haber acuñado el término “biofilia”. Esta palabra define ese amor por todo lo vivo y que, en general, experimentamos la mayoría de personas que queremos a los animales. Según este científico, la afinidad que establecemos con nuestras mascotas tiene su origen en los primeros periodos evolutivos de nuestra especie.
  • Al mirar a los ojos a un animal asciende de forma inconsciente hacia nosotros todo un anclaje emocional y genético. El ser humano estableció un tipo de vinculación muy íntima con ciertos tipos de animales, siendo el perro, uno de los más relevantes en esas épocas remotas, donde nuestra máxima prioridad era sobrevivir.
  • Una de las teorías de Edward Osborne es que aquellos humanos que en sus grupos sociales contaban con la compañía de varios perros, tenían mayores probabilidades de seguir vivos, frente a aquellos que aún no disponían de este vínculo.
Las personas que eran capaces de ganarse a un animal, de domesticarlo y construir una relación de afecto y respeto mutuo, estaban mucho más unidos a la naturaleza, a sus ciclos, a esos secretos con los que encontrar más recursos con los que seguir adelante: agua, caza, plantas comestibles…

Es posible que a día de hoy nuestros perros ya no nos sean útiles para conseguir alimento. No obstante, para muchas personas la cercanía y compañía de un perro o un gato sigue siendo imprescindible para “sobrevivir”.
Nos proveen de cariño, de dosis inmensas de compañía, alivian penas, confieren alegrías y nos recuerdan cada día por qué es tan reconfortante mirarlos a los ojos. No necesitan palabras, porque su lenguaje es muy antiguo, muy básico y hasta maravillosamente primitivo: el amor.
No dejes de disfrutar de sus miradas, refléjate en ellos cada día y descubrirás todo lo bueno que hay en ti.
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Hoy Mauanda*: El Universo cumple un año

A todos nuestros queridos y fieles seguidores de todas partes del mundo, que día a día nos alientan y nos acompañan, les enviamos un luminoso abrazo. Seguimos juntos.



Que todo lo bueno te siga, te encuentre, te abrace y se quede contigo


Que todo lo bueno te siga, te encuentre, te abrace y se quede contigo. Que el resto pase de largo. Que todo aquello de lo que puedas aprender se haga en tu vida, aunque sea para ofrecerte la lección.
Que hagas tuya cada lección, que moldees cada piedra en tu camino. Que pintes rayas y puntos finales. Que tropieces, que te caigas. Que escribas puntos suspensivos con cada rebote cuando vengan malos tiempos. Que puedas crecer y que puedas vivir.
Que seas consciente de lo bueno y lo malo. Que sepas, porque lo has podido experimentar, que todo lo bueno de la vida despeina. Que es mejor vivir revolucionado mirando al horizonte. Que la mejor manera de estar a salvo es temer la mediocridad…
Que todo fluye, aunque a veces el tiempo nos amenace. Que siempre, de una u otra forma, podemos volver a la casilla de salida y comenzar de nuevo. Que los logros merecen ser celebrados y los “fracasos”, reconceptualizados.

Recuerda que las sombras y los demonios también pueden ser abrazados. Que la tristeza también es buena, pues nos ayuda a expresar y a apreciar lo que deseamos. Que es posible poner el enfado de nuestro lado.
No dejes que nadie castigue tu sensibilidad y ten muy presente que llorar no es sinónimo de debilidad. La comunicación sensible requiere franqueza. Atacar los sentimientos en vez de revelarlos es un error que podemos pagar muy caro. Sabiendo esto debe quedarnos claro que la sensibilidad es un don que merece ser potenciado, porque vivir “desde el corazón” es lo que nos hace especiales y auténticos.
Rechaza los absolutos, evita que las palabras siempre, nunca, todos o ninguno estén presentes en tu boca para hacer afirmaciones categóricas. Intenta comprender que la vida es un arcoíris de colores y que mirar en blanco y negro no es bueno para nadie.
►Por favor, no te olvides de que el amor no se mendiga y que si tienes que hacerlo NO ES AMOR. Ten muy presente que las relaciones abusivas están a la orden del día, que debes examinar lo que te aportan.

Porque puedes tener muy presente algo, que debe importarte quien te aporte y que en verdad no existe la total falta de tiempo. Recuerda esto y no lo olvides: si no percibes interés, eres libre de alejarte. No te sientas culpable de desearlo.
No te olvides de que la resiliencia, el autocontrol y la asertividad son tres de las habilidades psicológicas más importantes que puedes desarrollar. No te rindas, toma distancia y di no cuando así no lo necesites.
No te olvides de que el tiempo es tan eterno como efímero. Que no hay soluciones mágicas ni recetas infalibles para los “dolores del alma”. Porque al fin y al cabo se trata de pedirle a la vida tequila y sal cuando se empeña en darte limones.
No te asustes si deseas estar solo. No te sientas culpable si no te apetece hablar o relacionarte. Asume que todos nos reservamos una parcela de nuestra alma a nosotros mismos y eso no es malo, si no tremendamente necesario y esperanzador. Entiende y respeta, también, que los demás lo hagan.

Apóyate en el hombro de esas personas que cuando te abrazan logran destruir todos tus miedos. Recuerda que hay lugares que no están en los mapas. Son nuestros hogares,  ubicados en los brazos de las personas que queremos y que nos quieren. Esas mismas que nos ayudaron a escribir pasajes de nuestra historia.
No entristezcas cuando recuerdes a las personas que eligieron marcharse, recordarlas es síntoma de que tienes memoria y VIDA. Aprecia tu memoria, tus cualidades y tu salud. Piensa en que dentro de unos años será lo verdaderamente trascendente.
►Desconfía de quien te aleje de ti, de tus deseos y ambiciones. Teje tu vida al compás de las agujas del reloj y no pierdas de vista que la vida pasa y que es más importante vivirla que hacer otros planes.
Pero, sobre todo, ama con fuerza. Ni a medias ni bien. Hazlo fuerte. A los demás, a la vida y a ti mismo. Por favor, no te pierdas en lo intrascendente y dale forma y sentido a tu vida. Recuerda que cada minuto cuenta, que todo suma y que eres capaz de volar mucho más alto de lo que lo estás haciendo.

Psicología/Raquel Aldana
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