sábado, 6 de agosto de 2016

Cuando alguien te hace mejor persona sabes que debe estar en tu vida


El simple hecho de que el vínculo con alguien te haga ser “mejor persona” es un indicio claro de que esa persona debe estar en tu vida. 
Son almas que entran en nuestra historia personal para producir un maravilloso y enriquecedor encuentro entre dos biografías con orígenes, vivencias y modos de ver el mundo diferentes .
Personas que se alzan como bálsamos reconfortantes y que nos proveen de ayuda, seguridad y alivio.Personas que hacen más llevadera la carga y más divertida la vida. Personas que se desmarcan con el hogar en sus brazos. Personas bonitas, personas que irradian calidez y belleza psicológica.
Personas que nos hacen comprender que no somos ricos hasta que tenemos algo que el dinero no puede comprar y a lo que ponerle nombre, cara, olor y sentimientos. Personas con las que se conjura una sintonía inquebrantable que nos enseña que el mundo es un buen lugar que guarda numerosos aprendizajes.

Yo soy yo porque existes tú

Nuestra biografía la definimos nosotros y los otros; por ello podemos decir que nuestra identidad la conforman también los demás. Así que si nos relacionamos con personas bellas que nos aportan bondad, belleza, cariño y conocimiento, nosotros proyectaremos desde dentro esos valores y sentimientos que ese intercambio ha generado.
Por eso hay PERSONAS que se convierten en nuestro lugar, nuestro hogar, nuestro cielo. Cuando llegan a tu vida sabes que deben estar en ella porque juntos os hacéis mejores. Así, en buena medida se teje una atmósfera de maravillosa bondad que envuelve la luz del desarrollo emocional.
Las personas hogar, las de acero inolvidable, son esas personas que te abrazan tan fuerte que unen de nuevo todos tus pedazos, las que hacen que tus miedos y tus tristezas se caigan. Las que te han enseñado por las buenas, demostrándote que el mundo es totalmente maravilloso.

Conectar bien para confortar

No hay calor más reconfortante que el de una conexión profunda e intensa. Del mismo modo, no es posible el conocimiento personal sin el contacto con los demás. Es en ese punto donde podemos comenzar a regar nuestra planta y a nutrirnos de ella. Cuando apostamos por el conocimiento de una relación:

  • Descubrimos nuestras fortalezas.
  • Completamos nuestros recursos para hacer frente a las adversidades de la vida.
  • Enriquecemos nuestras habilidades para la vida.
No podemos definirnos sin entender que aquellas personas que nos marcan y que nos acompañan en la vida recubren de suavidad nuestra identidad, haciéndonos mejores. Ellos son la chimenea, la chispa necesaria para iluminar nuestras cualidades y manejar nuestro conocimiento vital.

Nos protegen de las caídas ayudándonos a tejer alas cada vez más grandes. Restaurando nuestros sueños, arreglando nuestros miedos, eligiendo las tristezas que vale la pena vivir y deshaciéndose del resto.
Por eso, las personas con las que tenemos que quedarnos son aquellas que nos abrazan con palabras, que nos miran con amor, que hacen desaparecer las heridas emocionales más feas y que nos convierten. A través de ellos llegan las sonrisas con las que enmascaramos nuestro dolor, nos recomponemos y volvemos a sentir de manera profunda la calidez de la perfección.
Es maravilloso contar en la vida con personas que “están ahí” precisamente cuando lo necesitamos. 
Por eso quien permanece y nos ilumina aun cuando estamos en penumbra, merece acompañarnos en momentos de gran luminosidad. Ellos merecen agradecimiento, calor, cariño y alegría. Merecen una celebración digna y valiosa, merecen su recompensa. Merecen nuestro reconocimiento como personas de acero inolvidable.
Psicología/Raquel Aldana
https://lamenteesmaravillosa.com

viernes, 5 de agosto de 2016

Soy ya esa mujer que no necesita demostrar nada a nadie


Soy esa mujer que ya no necesita demostrar nada a nadie. Hace tiempo que me cansé de complacer, de dar explicaciones a oídos sordos, de mover montañas por quien ni tan solo me cedía su respeto. Soy todo lo que ves: franqueza, entereza, valentía y dignidad.
Estas ideas resumirían muy bien aquello que conocemos como realización personal. Son pequeños desafíos cotidianos que sortear para, finalmente, deshacernos de todas esas “capas de cebolla” que nos han ido alejando no solo de nuestra felicidad, sino también de las oportunidades por alcanzar un logro determinado. Una meta.
Estoy en esa etapa de la vida en que para ofenderme, debes importarme, en que ya no doy explicaciones a quien tiene tapados los oídos y el corazón. Soy una mujer sin máscaras y de alma humilde que ya no necesita demostrar nada a nadie.
Son muchas las mujeres que cada día luchan por esa realización personal, en ocasiones, tan compleja de conseguir. Hechos como la brecha salarial, la discriminación laboral o incluso el tener que hacer frente a frases como “tú no puedes, tú no sabes, tú no debes” de familiares o parejas hace que tengan que librar una doble batalla. La exterior y esa más íntima, más profunda y necesaria: la emocional, la psicológica…

La continua necesidad de tener que demostrar para ser “validadas”

El amor debe “validarse” a diario, no hay duda, pero en ocasiones, caemos en situaciones donde elcariño se convierte casi en una extorsión. Obviamente, puede ocurrir para ambos géneros por igual, pero es más común que sea la mujer la que está obligada a demostrar que es capaz de hacerlo todo por el cónyuge, de dejar a un lado sus necesidades y deseos por cumplir las expectativas ajenas.
Hemos de ser buenas hijas con nuestros padres, con nuestra familia, aunque ésta nos haya fallado un día sí y otro también cada vez que dábamos un paso o proyectábamos un sueño. Al poco, ellos le daban un punto final con el “eso no es para ti”Hemos complacido durante mucho tiempo y hasta dibujado sonrisas cuando lo que sentíamos era, sencillamente, desesperación.
A pesar de todo, siempre llega un día en que más que abrir los ojos, encendemos por fin esa luz interna que conecta directamente con nuestras emociones para decir “basta”. Es entonces cuando nos damos cuenta de que la única persona a la que hemos de demostrar algo, no es a los demás, sino a nosotras mismas.
Porque cuando somos capaces de conectar con nuestras necesidades, el mundo empieza a girar al son de otra música más relajante, más hermosa.

Desprendernos para reencontrarnos

Cuando nos reencontremos con nosotras mismas tras estas épocas de complejidad personal, ya no seremos la misma persona. Ya no serás esa niña con la mirada cuajada de sueños que dibujaba sus iniciales en el firmamento. Ni serás tampoco esa adolescente que ansiaba un amor romántico donde darlo todo a cambio de nada. Tampoco serás esa joven que confunde ser feliz con hacer felices a los demás.
Yo soy todo lo que ves, sin magia ni artificios. Si no te gusto, es lo que hay. No vivo para complacer a los demás.
Cuando te hayas encontrado a ti misma, te darás cuenta de todas las cosas que te sobraban, de los artificios, del ruido mental, y de todas esas relaciones caducas que arrancaban plumas a tus alas. Ahora bien, para ser esa mujer que ya no necesita demostrar a nadie de todo lo que es capaz, es necesario que pongamos en práctica estas dimensiones.

Claves para la realización personal

Algo que todos tenemos claro es que no podemos ser “personas completas” manteniéndonos al margen de los demás. Cada uno de nosotros tememos compromisos de carácter social y emocional muy importantes: trabajos, parejas, familia. ¿Es posible aspirar a esa realización personal con todas estas esferas?
  • La realización personal se inscribe precisamente en la necesidad de que todas nuestras esferas, la laboral, la afectiva y personal nos ofrezcan la máxima plenitud y equilibrio. Necesitamos armonía.
  • Si nos vemos cada día en la obligación de demostrar ciertas cosas, para ser “validadas” como personas en cada uno de nuestros contextos, es que algo no va bien.
El que se pongan siempre en duda nuestras capacidades en el trabajo o que nuestra pareja nos pida, por ejemplo, que que nos quedemos en casa para demostrarle “cuánto lo queremos”, son aspectos que acabarán vulnerando por completo nuestra autoestima.
  • Hemos de entender además, que antes de demostrar cualquier cosa a nadie, hemos de demostrárnoslo a nosotras mismas. No busques la complacencia o la aprobación en los demás o de lo contrario, serán otros quienes se alcen como jueces y verdugos, como artesanos de un camino que tú misma debes construirte.
La eterna necesidad demostrar algo que no somos o de buscar la complacencia ajena, es poco más que una forma de lenta tortura que puede no terminar nunca. No lo permitas, sé auténtica, sé siempre tú misma y no negocies tu integridad a costa de la pérdida de felicidad.
Psicología/Valeria Sabater

jueves, 4 de agosto de 2016

NO DES IMPORTANCIA A LO QUE NO ES IMPORTANTE


 “El mundo está lleno de cosas bellas; la vida y la muerte son las más importantes.”(Anónimo)

“Desde hace tiempo ha sido para mí un axioma que las cosas pequeñas son con mucho las más importantes.” (Arthur Conan Doyle)

“El mayor azote de la vida moderna es tener que dar importancia a cosas que, en realidad, no la tienen.”(Rabindranath Tagore)

Hay una diferencia notable entre aquello a lo que le damos importancia y lo que es importante. 
En el primer caso es una valoración subjetiva e interesada, y cada persona mete en esa definición lo que es conveniente a sus intereses. En cambio, lo que es importante, ya lo ES. No necesita ser valorado porque ya tiene su propio valor.

Hay cosas que son importantes para buena parte de la Humanidad, y cosas que aparentan ser importantes para uno, pero solamente porque se les otorga esa importancia. Cuando algo es realmente importante para ti, según tu escala de valores personal, debes hacerlo tuyo, cuidarlo, defenderlo, y lograr que forme parte indisoluble de ti.

Para que tu vida sea lo más satisfactoria posible, para que sea plena y atractiva, es preciso que descubras lo que es importante PARA TI. Y que nadie se escandalice pensando que esto es apología del egoísmo, porque no lo es. Es apología del Egoísmo, con mayúscula. Y es notable la diferencia. En este caso, “egoísmo” no tiene que ver con el ego, sino con el Uno Mismo. Desear lo mejor para Uno Mismo es justicia, y no otra cosa. La vida está compuesta por momentos rutinarios y vacíos, y por otros que calificamos como buenos o felices, por tragedias y disgustos, aunque, en realidad, son solamente definiciones o adjetivos, y no siempre se adjudican bien.

Hay otros momentos que SÍ son importantes. 
Y esos momentos se pueden provocar. Se pueden crear a voluntad propia. Porque el valor de algo no se lo adjudica una tasación externa: no hay una tarifa. Es Uno Mismo quien hace que la sonrisa de otra persona sea el acto más trascendental de su vida, que una puesta de sol se convierta en un recuerdo histórico, que una palabra que le dedicaron sea esencial en su existencia, o un beso sea lo más valioso que tiene.
Cada uno puede, y debe, hacer que todo en su vida sea grandioso, especial, maravilloso, porque estos adjetivos pueden dejar de serlo para convertirse en estados del alma, en sentimientos profundos.

Los sentimientos, y no los pensamientos, son los que acaban apreciando y decidiendo lo que realmente es importante. Los pensamientos tienen facilidad para enumerar las cosas a las que damos importancia, que casi siempre son cosas y logros materiales. Los sentimientos, en ese terreno, son mucho más sinceros porque no se sienten condicionados por los asuntos externos cuyo valor es apreciado socialmente pero a ellos no les parecen meritorios.

Lo importante está dentro, mientras que las cosas a las que damos importancia están fuera. 

Lo importante forma parte de nosotros, de nuestra esencia, mientras que a lo que damos importancia se queda fuera. Si lo piensas, posiblemente llegues a la conclusión de que los momentos más importantes de tu vida están relacionados con sentimientos –los sentimientos que te han provocado a ti y no a tu ego, acláratelo bien-, y son sentimientos que te los han producido cosas inmateriales: besos, abrazos, palabras, afectos, miradas, compañías, amor…

Las cosas a las que das importancia te han podido dar placer, pero eso no es importante, eso es algo a lo que das importancia. Conviene saber distinguir una y otra cosa.
Y valorar y promocionar lo importante, que es lo enriquece la vida.
Si lo valora tu ego, le está adjudicando importancia. Si lo aprecia tu Ser, entonces es importante.

Te garantizo que si estás atento a diferenciar claramente una cosa de otra, los momentos buenos de tu vida se repetirán a menudo, los estados agradables serán más continuos, y te pillarás sonriendo ante algunas cosas a las que antes dabas importancia capital y ahora, que sabes distinguir, ves que no se merecen el pedestal donde las habías colocado.

Revisa tu escala de valores y actualízala. Quítale los adornos a algunas cosas, despoja de la envoltura de oropel a otras, no permitas que te deslumbren las demás, y céntrate en las que sí son auténticas, sí son importantes.

Sé sincero y consecuente contigo, réstale valor a lo que simplemente tiene importancia, y valora y disfruta lo que realmente es importante.

Te dejo con tus reflexiones…

Francisco de Sales