lunes, 6 de junio de 2016

Silenciar los sentimientos puede poner en riesgo tu salud

¿Cuántas cosas reprimimos todos los días? Guardamos sentimientos como alguien que esconde un tesoro robado, sin embargo, no robamos sentimientos, por lo tanto, no tiene sentido ocultarlos de forma tan dura. Puedes engañarte o engañar a muchas personas haciendo el papel de una persona agradable o decir mentiras para no herir a tal o cual persona. Puedes esconderte de todo el mundo, pero tu cuerpo siente y reacciona a la agresión que has cometido contra él.




Si continúas con esa relación que no soportas más, con esa rutina que te quita tu alegría, con esas amistades que no te hacen sentir bien, tu cuerpo sentirá estas emociones y, como una batería, se cargará y almacenará esos sentimientos, hasta que un día explotes como una bomba atómica. De niños, nos vemos obligados a reprimir las emociones. Muchos padres enseñan que llorar es signo de debilidad, la masturbación es un pecado, el sexo es vergonzoso y tomar algo de placer es de gente sin vergüenza.
Desde muy temprana edad, vamos siendo castrados en nuestros sentimientos y emociones, y cuando podemos tomar nuestras propias decisiones relacionado con la sociedad. Mantenemos nuestra rabia, nuestra ira evitando hacer lo que realmente queremos; no abrazamos a nuestros amigos, no los besamos por vergüenza, porque nos sentimos ridículos. La chica no abraza a otra chica por miedo a ser llamada “lesbiana”, el niño no abraza a otro niño porque tiene miedo de ser llamado “gay” y los homosexuales ocultan sus sentimientos por temor a ser rechazados por la familia y la sociedad.
Así vamos almacenando sentimientos que tienen que salir de alguna manera, y por lo general, todas las emociones se convierten en ira y/o tristeza, una sombra que se esconde detrás de tu figura aparente. Cuanto más tiempo se sufre en silencio, más enfermo se está. De hecho, al final de cuentas, el mayor perjudicado eres tú.
El punto medio entre la necesidad de expresión y el silencio
Sabemos que el silencio es sabio, y siempre es bueno pensar antes de hablar, sobretodo ante algunas palabras ignorantes. Antes de hacer un comentario fuera de lugar o ante una expresión inadecuada, siempre es mejor cerrar la boca y actuar con más inteligencia antes que habla sin pensar. Pero hay que encontrar un equilibrio entre el silencio y la defensa de nuestras necesidades: Silenciar nuestros sentimientos y nuestros pensamientos permiten a la persona que está delante de nosotros no saber que nos está haciendo daño, aunque esté superando algunos límites.
Nadie puede adivinar los pensamientos de los demás, por eso si no decimos lo que nos duele o no nos duele, las demás personas no lo sabrán. Hay silencios sabios y sabias palabras. Saber cuándo callar y cuándo hablar es, posiblemente, la mejor habilidad que podemos aprender a desarrollar.
No se trata, de ninguna manera, de estar siempre callado o de decir siempre lo que tenemos en mente. Los extremos nunca son buenos. Mantén el equilibrio, pero recuerda siempre que ocultar los sentimientos nos puede hacer daño. Si permites que otros invadan tu espacio personal, al final, serás como una marioneta guiada por otro.
Las palabras silenciadas se convierten en enfermedades psicosomáticas.
No te sorprenderás al saber que la mente y el cuerpo están íntimamente relacionados y conectados. La conexión es tan grande que los expertos advierten que casi el 40% de la población sufre o ha sufrido en su vida alguna enfermedad psicosomática.
El nerviosismo, por ejemplo, altera nuestras digestiones, causa diarrea o el clásico dolor de cabeza. Muchos herpes labiales son provocados por procesos de alto estrés, el nerviosismo y la fiebre. Así que guardar silencio todos los días e interiorizar lo que sentimos y lo que pensamos en nuestro cuerpo genera una gran carga de ansiedad.
Piensa en todas esas palabras que no quieres decirle a tus padres o a tus amigos para no herir sus sentimientos. Ellos actúan contigo pensando que están en lo correcto, cuando en realidad es todo lo contrario. ¿Por qué no le dices la verdad?. Todo eso al final resultará en enfermedades psicosomáticas, migrañas, hipertensión, fatiga crónica, etc..
Di en voz alta tus palabras: la clave para el arrebato emocional
No tengas miedo de escuchar tu propia voz, y mucho menos de que otros también lo hagan. Es algo tan necesario como respirar, como comer o dormir. La comunicación emocional es ideal para nuestro día a día, para establecer relaciones más sanas con los demás, y, por supuesto, con nosotros mismos.
Consejos básicos para el éxito
Piensa que todo tiene un límite. Si no decimos en voz alta todo lo que pensamos y sentimos no estaremos actuando con dignidad, perdemos nuestra autoestima y el control de nuestra vida. En primer lugar, ten conciencia de lo que dices y lo que estás pensando.
•Decir lo que piensas no es hacer daño a nadie. Significa informar a la otra persona de una realidad que debe saber.
•No estar preocupado por la reacción de otras personas, no tengas miedo. Si te preocupas demasiado por lo que podría suceder, puedes prepararte antes de las posibles reacciones.
•Piensa las palabras para decir en voz alta lo que sentimos y pensamos es en realidad la mejor forma de liberación emocional que hay.
Practica sabiamente y cuida de ti mismo.

TRASCENDER EL EGO, ABANDONAR LA NEGATIVIDAD, DISOLVER LA INCONSCIENCIA


TRASCENDER EL EGO
A medida que uno crece, va formándose una imagen mental de sí mismo basada en su condicionamiento personal y cultural. Esta imagen mental es el ego.
El ego es tu actividad mental y sólo puede funcionar mediante el pensamiento constante.
El ego es creado por una identificación inconsciente con la mente. Es el falso Yo. Crees que eres este Yo, cuando en realidad eres Conciencia.
Para el ego, el momento presente no existe. Sólo considera importantes el pasado y el futuro.
Incluso cuando parece que el ego está en el presente, no ve el presente: lo percibe equivocadamente porque lo mira con los ojos del pasado.
O reduce el presente a ser un medio para un fin. Un fin que siempre reside en el futuro proyectado por la mente.

El momento presente contiene la clave de la liberación, pero no puedes encontrar el momento presente mientras seas tu mente.

Alcanzar la iluminación significa elevarse por encima del pensamiento. Es estar en el Presente, el Aquí y Ahora. Estar libre de pensamientos, de sentimientos, de tiempo, de dualidad. Es el total fluir de lo que Es.
En el estado de iluminación sigues usando la mente cuando la necesitas, pero de un modo mucho más enfocado y eficaz que antes. La empleas principalmente con fines prácticos, pero eres libre del diálogo interno involuntario, y vives en la quietud interior.
Cuando empleas la mente, y en particular cuando necesitas dar una solución creativa a algo, vas oscilando cada pocos minutos entre la mente y la quietud, entre la mente y la no-mente.
La no-mente es conciencia sin pensamiento.
Sólo la no-mente permite pensar creativamente, porque da al pensamiento un poder real.

La mente (ego), no es únicamente el pensamiento. Incluye también las emociones y las pautas de reacción inconscientes, tanto mentales como emocionales.
La emoción surge en el momento en que el cuerpo reacciona al pensamiento. Es el reflejo de la mente en el cuerpo.
Toda emoción es una reacción de tu cuerpo cuando hay identificación con el pensamiento. Es decir, cuando dejas de prestar atención al Presente y te sumerges en tus pensamientos. Esta acción es inconsciencia. Por esto, en la iluminación no hay emociones.
Si no puedes sentir tus emociones, si estás desconectado de ellas, acabarás sintiéndolas a un nivel puramente físico, como un problema o síntoma físico.

Cuanto más te identificas con el pensamiento, con lo que te gusta o disgusta, con tus juicios e interpretaciones, es decir, cuanto menos presente estás como conciencia observante, más fuerte es la carga de energía emocional.

Puedes dejar que la emoción esté ahí sin ser controlado por ella. Ya no eres la emoción; eres el observador, la presencia que mira.
Si practicas así, todo lo que es inconsciente en ti, saldrá a la luz de la conciencia.

¿CÓMO PODEMOS ABANDONAR LA NEGATIVIDAD?

Soltándola. Reconociendo que no quieres sufrir el dolor o soportar la carga más y después dejándola ir.

Toda resistencia interior se experimenta como negatividad en una forma u otra. Toda negatividad es resistencia.
La negatividad va de la irritación o la impaciencia, a la rabia furiosa; de un humor depresivo o un resentimiento sombrío, a la desesperación suicida.
La negatividad es identificación con la mente, es inconsciencia. Es una resistencia al fluir de la vida. Niegas lo que es.
En cuanto sabes que no la quieres y no la necesitas, entonces puedes soltarla.
La única manera de poder abandonarla es aceptándola, siendo consciente de ella.
Ríndete a ella, sin poner resistencia, entrégate a ella y se disolverá.

El ego cree que por medio de la negatividad puede manipular la realidad y conseguir lo que quiere. Cree que por medio de ella puede atraer una condición deseable o disolver una indeseable.
Pero la realidad es que en lugar de atraer una condición deseable, impide que surja. En lugar de disolver una indeseable, la mantiene en su lugar.
La única función de la negatividad es que refuerza el ego y por eso al ego le encanta.
La negatividad es totalmente antinatural. Ninguna otra forma de vida en el planeta conoce la negatividad, sólo los seres humanos.
Observa cualquier planta o animal y permite que te enseñe la aceptación de lo que es, la entrega al Ahora. Deja que te enseñe a Ser.

Las emociones negativas recurrentes a menudo contienen un mensaje, lo mismo que las enfermedades.
La negatividad te recuerda que debes estar más presente.
Siempre que te des cuenta de que ha surgido alguna forma de negatividad en ti, mírala como una señal que te dice: "Despierta. Sal de la mente. Vive el presente".
Incluso la más leve irritación es significativa y debe ser reconocida y observada. En caso contrario, habrá una acumulación de reacciones no observadas.

¿CÓMO PODEMOS DISOLVER LA INCONSCIENCIA?

Hazla consciente.
Observa las muchas formas en que el desasosiego, el descontento y la tensión surgen dentro de ti a causa del juicio innecesario, de la resistencia a lo que es y de la negación del Ahora.
Todo lo inconsciente se disuelve cuando tomas conciencia sobre ello. Y para lograrlo, debes observarte a ti mismo.
Puedes preguntarte: ¿Estoy tranquilo en este momento? o ¿Qué está ocurriendo en mí en este momento?
Dirige tu atención hacia tu cuerpo. Si existe alguna tensión, observa en qué forma estás evitando, resistiéndote o negando la vida, el Ahora.
Debes estar al menos tan interesado en lo que pasa en tu interior como en lo que ocurre fuera.
Si tu interior está bien, lo exterior estará en orden. Si hay paz en tu interior, habrá paz en el exterior. Lo que es adentro es afuera.

Eckhart Tölle

domingo, 5 de junio de 2016

LA SABIDURÍA DE LOS NIÑOS‏

Quien tiene la suerte de estar en contacto con niños puede darse cuenta de la sabiduría que estos transmiten, yo tengo esta suerte y quiero resumir algunas virtudes que encuentro en ellos.




1.- Viven el presente.

El concepto tiempo no existe para ellos ya que viven el aquí y el ahora, no piensan en el pasado ni en lo que ocurrirá en el futuro, procuran disfrutar el momento en el que se encuentran sin preocuparse de lo demás. ¿Has intentado alguna vez disfrutar el momento?

2.- Se entusiasman fácilmente.

Si algo les gusta hacen de ello una fiesta, dile a un niño que lo llevarás al parque a subir a los columpios y observa su reacción. ¿Recuerdas cuándo tú actuaste de la misma forma?

3.- Cuando creen en algo lo defienden con todas sus fuerzas.

Intenta convencer a un niño de que no existen los monstruos ¿puedes? Un niño defiende con todos los argumentos que puede, racionales o irracionales aquello en lo que cree, es fiel a sus convicciones y nada le hace cambiar de idea. ¿Tú eres fiel a tus creencias?

4.- Cuando quieren algo luchan hasta conseguirlo.

Si un niño quiere algo hará todo lo posible para conseguirlo, es incluso capaz de ponerse a llorar hasta quedar sin respiración! Y en la mayoría de los casos acaban consiguiéndolo. ¿Hasta qué punto luchas tú por tus sueños?

5.- Saben vivir con sencillez.

Cualquier cosa es útil para pasárselo bien, no necesitan lujos, saben vivir con muy poco. Hazle un regalo lujoso a un niño y posiblemente se divierta más con el paquete de regalo que con el propio objeto en si. Un niño no da valor al dinero, ni al lujo de las cosas, sólo le importa disfrutar con lo que tiene y ver cómo puede divertirse con ello aunque sea una sencilla caja de cartón. ¿Cómo de sencilla es tu vida?

6.- Saben transmitir sus sentimientos.

Llorar es una cosa natural para un niño, es parte de su forma de hacer y transmitir sus sentimientos, no les importa expresarlos sea donde sea ni frente a quien sea. Los niños actúan con plena naturalidad. ¿Te cuesta llorar ante otras personas o expresar tus sentimientos?

7.- Ríen y son alegres.

Un niño es alegre por naturaleza y cuando ríe suelta carcajadas que se contagian a los que están a su alrededor. ¿Cuándo fue la ultima vez que reíste a carcajadas?

8.- Son sinceros.

Si quieres una opinión sincera pregúntale a un niño, su naturalidad e inocencia te dirán los que otros no se atreven a decir. ¿Sueles ser sincero cuando piden tu opinión?

9.- No tienen malicia.

Cuando un niño pequeño hace algo que consideramos que no está bien, piensa que no lo ha hecho con malicia; ellos no traicionan o hacen las cosas con ambigüedad buscando hacer daño. ¿Has pensado cómo seria nuestro mundo sin malicia?

10.- No tienen miedo al ridículo.

Pregúntale a un niño si quiere salir a pasear disfrazado de pirata y verás cómo se entusiasma con la idea. El niño no conoce el ridículo hasta que no se va haciendo mayor y le explicamos lo que significa. ¿Te atreverías a salir a la calle hoy vestido de pirata?

11.- Actúan con naturalidad.

Cualquier cosa que hacen buena o no tan buena la hacen con total naturalidad, no saben ser falsos o hacer ver algo distinto a lo que piensan o sienten. ¿Sueles ser siempre tú mismo?

12- Transmiten su amor y cariño.

A un niño no le suele costar dar un abrazo, un beso o decirte que te quiere, lo hará con toda la naturalidad del mundo sin esperar nada a cambio.

¿Sueles decir muy a menudo 'te quiero' o dar abrazos sinceros?

Seguramente encontraríamos muchas más virtudes, pero en base a éstas podrías decirme:

¿Cuántas de estas virtudes forman parte de ti?



La próxima vez que estés con un niño, observa cómo actúa, porque tal vez estés delante de un maestro que puede enseñarte la verdadera esencia de la felicidad.