sábado, 31 de octubre de 2015

El ser y la imagen



Si alguien me preguntase quién soy, para darle datos tendría que referirme a cosas registradas en la memoria. Tendría que formar una imagen llena de etiquetas, y yo no soy nada de eso.

Yo soy.

Un ser imprevisible como la vida misma, que no cabe en ninguna imagen porque mis formas son cambiantes, y mi verdadero ser es inaprensible, imposible de referir. Cuando vivimos dormidos, llevamos con nosotros una imagen propia, un yo ideal que nos hemos fabricado con trozos de recuerdos y otras cosas soñadas por nuestro idealismo.

Cuando alguien dice de mí algo que no me gusta, es la imagen lo que se ofende, pues nadie puede herir al que no tiene imagen propia. Yo no soy nunca la imagen que tengo de mí mismo ni la que tienen los demás de mí.

Yo soy, y el ser no cabe en ninguna imagen porque las trasciende todas. 

Es peligroso vivir de la memoria, del pasado.
 Sólo el presente está vivo. 
Es el ahora lo que importa, porque ahora es la vida, ahora todo es posible, ahora es la realidad. 



Autoliberación interior
Anthony de Mello

viernes, 30 de octubre de 2015

No te ates


No te ates:
 ¿Qué hace falta para despertarse? No hace falta esfuerzo ni juventud ni discurrir mucho. Sólo hace falta una cosa, la capacidad de pensar algo nuevo, de ver algo nuevo, de ver algo nuevo y de descubrir lo desconocido.

Es la capacidad de movernos fuera de los esquemas que tenemos.

Ser capaz de saltar sobre los esquemas y mirar con ojos nuevos la realidad que no cambia. 
El que piensa como marxista, no piensa; el que piensa como budista, no piensa; el que piensa como musulmán, no piensa... y el que piensa como católico, tampoco piensa. Ellos son pensados por su ideología. Tú eres un esclavo en tanto y en cuanto no puedes pensar por encima de tu ideología. Vives dormido y pensado por una idea. 

El profeta no se deja llevar por ninguna ideología, y por ello es tan mal recibido. El profeta es el pionero, que se atreve a elevarse por encima de los esquemas, abriendo camino. La Buena Nueva fue rechazada porque no querían la liberación personal, sino un caudillo que los guiase

Tememos el riesgo de volar por nosotros mismos. Tenemos miedo a la libertad, a la soledad, y preferimos ser 3 esclavos de unos esquemas. Nos atamos voluntariamente, llenándonos de pesadas cadenas, y luego nos quejamos de no ser libres

¿Quién te tiene que liberar si ni tú mismo eres consciente de tus cadenas? Las mujeres se atan a sus maridos, a sus hijos. Los maridos a sus mujeres, a sus negocios. Todos nos atamos a los deseos y nuestro argumento y justificación es el amor. ¿Qué amor? La realidad es que nos amamos a nosotros mismos, pero con un amor adulterado y raquítico que sólo abarca el yo, el ego. Ni siquiera somos capaces de amarnos a nosotros mismos en libertad. Entonces, ¿cómo vamos a saber amar a los demás, aunque sean nuestros esposos o nuestros hijos? Nos hemos acostumbrado a la cárcel de lo viejo y preferimos dormir para no descubrir la libertad que supone lo nuevo. 

Lo peor y más peligroso del que duerme es creer que está despierto y confundir sus sueños con la realidad.

Extracto de Autoliberación Interior
Anthony de Mello

La flexibilidad




LA FLEXIBILIDAD: 

Adapta su comportamiento con agilidad a las circunstancias de cada persona o situación, sin abandonar por ello los criterios de actuación personal.


La degeneración de esta virtud es la adaptabilidad: cuando una persona se adapta se está olvidando de si mismo y nadie puede amar a otro si no se ama a si mismo antes. Además la adaptabilidad es sólo un disfraz que después se cobra muy caro.
La flexibilidad es una virtud que está bien considerada en la sociedad de hoy, pero, principalmente porque se la entiende como un “dejarse llevar”, como una invitación a probarlo todo. Así entendida, la flexibilidad no tiene sentido.
La espontaneidad, que suele confundirse con la flexibilidad, no es un fin. En todo caso, es una condición conveniente para conseguir el desarrollo de otras virtudes, especialmente la sinceridad. Para que la espontaneidad sirva de algo, tiene que ser gobernada por la voluntad en relación con el entendimiento.
Por tanto, la última parte de nuestra descripción recobra especial importancia. Me refiero a las palabras “sin abandonar, por ello, los criterios de actuación personal”.
Para ser flexible, hace falta tener criterios y saber reflexionar para relacionar la actividad cotidiana con ellos. 
De este modo, podemos destacar dos caminos para comportarse con flexibilidad de acuerdo con la naturaleza de la situación.
En caso de que los elementos de la situación sean opinables: la flexibilidad se refiere a la disposición y capacidad de la persona de considerar como provisional su punto de vista, y por tanto llegar a matizar o cambiar esta opinión.
En segundo lugar, me refiero al modo de actuar en las relaciones con los demás, o en el modo de trabajar, en caso de que los elementos de la situación no sean opinables.
Un requisito previo para desarrollar la virtud de la flexibilidad es el de saber cuáles son los criterios permanentes que rigen en la propia vida y cuáles son los aspectos de la vida opinables, provisionales.
La flexibilidad, como todas las virtudes, tiene sentido cuando va dirigida intencionalmente a la búsqueda de la verdad y del bien.
Ser flexible no significa en ningún caso dejarse llevar, sino todo lo contrario. Quiere decir aprender a decir sí y a decir no en el momento oportuno. Y, por lo demás, estar abierto al proceso de mejora que existe en la multitud de ocasiones que van surgiendo en nuestro día a día.
La página de la vida

Belleza, Verdad y Bondad

¿Qué son las tres joyas?
Según dicen las enseñanzas, cuando tomamos refugio en las tres joyas del budismo, estamos actualizando un acto de confianza y entrega en Buda, Dharma y Sangha (dicho en términos más occidentales: Belleza, Verdad y Bondad respectivamente), lo cual significa abrirse a nuestra auténtica naturaleza, que se manifiesta en el exterior como siendo las tres joyas. La devoción o entrega a ellas va disolviendo y purificando las obstrucciones que surgen de identificarnos con nuestro ego. La devoción nos recuerda la humildad ante la inmensidad que nos rodea y nos contiene (“el mar, el tiempo, alrededores de lo que no podemos medir y nos contiene”), pues la escalera de la vida carece fundamentalmente de un “yo”, ya que ninguno de sus peldaños posee una sensación de identidad inherente, sino que es el “yo” quien se identifica con los peldaños, generando ese apego y rechazo que va configurando los estadios de desarrollo del ego. Y así es hasta que finalmente -en un salto al vacío- el yo deja de lado la escalera: dentro y fuera, sujeto y objeto, forma y vacuidad… pierden entonces todo su significado.


Tal como yo lo entiendo, esto puede verse como el despliegue de la forma y la vacuidad enervados por el amor-compasión. Esto es para mí el yoga y la meditación: una experiencia unitiva y de no dualidad. Como se dice en la Prajñaparamita, “la forma es el vacío, el vacío es la forma; no hay vacío aparte de la forma y no hay forma aparte del vacío”. En este sentido, cada sonido será una resonancia natural de lo inexpresable y cualquier pensamiento es como el gozo vacío de la unidad de la compasión y la vacuidad. En el momento en que uno reconoce la vacuidad de los fenómenos se eleva en nosotros una compasión universal y no conceptual por todos los seres inmersos en el océano del sufrimiento samsárico a causa de nuestro apego al mundo exterior y al propio ego . Creo que la práctica de la meditación y el yoga es un buen entrenamiento en la toma de conciencia, en la re-sacralización de la vida; es un trabajo que ha de trascender las múltiples facetas del egocentrismo integrando en cada aspecto de la vida cotidiana las nociones de vacuidad de existencia independiente del yo y de los fenómenos por un lado, y la de Bodhichita en tanto amor y compasión, por otro lado. 

Siguiendo el proceso de unión armoniosa entre Espíritu y Materia (“el espíritu es la metáfora de la infinitud de la materia”), bien podríamos decir que la compasión es vacuidad en acción, mientras que la vacuidad es compasión en contemplación. Por otro lado, el hecho de considerar a todos los seres a través de la óptica del amor incondicional constituye un requisito esencial para llegar a percibir la pureza de lo relativo, de la forma, de lo que nos rodea (algo que los vehículos tántricos y la práctica del vajrayana llevan a la práctica mediante la visualización de las deidades; las cuales desempeñan en el plano de la forma el mismo papel que los mantras en el plano del sonido). Esta consciencia se enriquece con la apertura hacia lo otro, con el amor despierto, lúcido.

Esto nos descubre el significado de la impermanencia: la vida ya estaba ahí antes de que llegáramos nosotros. Ella siempre ha estado fluyendo. Ésta es la lección de rendimiento que nos regala la vida: una humildad gozosa, no resentida. ¿Por qué no dejarnos fluir sintiéndonos unidos a cada partícula de vida? Dejémonos penetrar. También nosotros somos una metáfora de la infinitud del Espíritu, una metáfora donde la Vacuidad se reencarna cada vez que un ser humano (el sabio, la naturaleza búdica de todo ser) suelta la escalera. Aquí radica la suerte de poder situarnos devocionalmente ante las tres joyas, actualizando e integrando las enseñanzas para compartirlas con los demás y juntos recrear el templo divino.

La sabiduría es la recreación unificada (no fragmentada en compartimentos estancos, como ha pretendido la modernidad) de las dimensiones estética, científico-cognitiva y moral; es una metáfora que integra ese movimiento incesantemente creativo donde “todo yo (Buda o Belleza) se convierte en Dios, todo nosotros (Sangha o Bondad) se transforma en la más sincera veneración a Dios y todo ello (Dharma o Verdad) se convierte en el templo más resplandeciente de Dios” .

Me gustaría hacer una reflexión sobre la profunda correspondencia existente entre yo-belleza-buda, sociedad-bien-sangha y otredad-espíritu-dharma:


La sabiduría es ser yo, la sabiduría es ser nosotros, la sabiduría es ser lo otro.
La sabiduría es Belleza, la sabiduría es Bien, la sabiduría es Espíritu.
La sabiduría es Buda, la sabiduría es Sangha, la sabiduría es Dharma.

Quizá a partir de esta reflexión podamos atisbar la figura del sabio más nítidamente:
Sabio es quien ha integrado mente, cultura y naturaleza (budha, sangha y dharma) o, lo que es igual, quien reconoce en esas tres facetas los diferentes rostros del Espíritu o Vacuidad y sintoniza con Él o Ella, respetando por igual la Belleza, la Bondad y la Verdad, que es lo mismo que saber integrar esas otras joyas de nuestra cultura occidental: la estética, la ética y la ciencia. Estas joyas fueron fatalmente fragmentadas por la modernidad, y es tarea de nuestro tiempo y de todos nosotros reintegrarlas. Sabio es quien ha sido capaz de descubrir la mentira del ego, ésa que nos inculcó el sentimiento de una identidad separada. Sabio es quien descubre que el yo último (Belleza) es la naturaleza búdica, y que todo “yo”, todo ser sensible, participa de esa naturaleza búdica. Todos somos miembros de la asamblea de todos los seres (Sangha): ésta es la dimensión ética, la bondad última.

Nos dejamos empapar de espacio, como la caracola se inunda de mar, para dejarnos vaciar por la Vacuidad (interdependiente y no dual) y ésta –o el Espíritu- pueda verse a través de nosotros, que no somos más que claridad inseparable de la luz que la engendra. Esto es para mí la meditación: acostumbrarse a ser una ola que surge en el océano para reabsorberse en el mismo océano. La meditación sirve para “acostumbrarnos” a ser conscientes de ese vaivén de la infinitud de la cual somos una fugaz metáfora. ¿Qué son sino nuestros pensamientos y emociones?
“Conocerte o estudiarte a ti mismo es olvidarte de ti mismo y si te olvidas de ti mismo todas las cosas te iluminan”, decía Dogen.

(Javier en Budismo Tibetano)

jueves, 29 de octubre de 2015

Amar Concientemente

Amar concientemente es una de las experiencias más maravillosas que podamos imaginar, porque sin conciencia, el amor queda reducido a un acto animal que agota, mientras que vivido con conciencia, desde el corazón, es fuente de felicidad y energía. Podemos vivir la vida desde distintos niveles de conciencia. Cuanto más profundo es el nivel de conciencia en el cual vivamos, más profunda y gratificante sera nuestra vida.

Amar no es desear, atraer o sufrir; amar es expandir nuestra propia conciencia. Amar es estar por encima de la separatividad, de la dualidad, del temor y del miedo. San Agustín decía: 'Ama y haz lo que quieras'. Ello quiere decir que cuando amas eres libre y puedes hacer lo que quieras. También puedes hacer lo que quieres (o lo que crees que quieres) sin amor; pero entonces estás reaccionando y el verdadero amor, el Amor Consciente, no es reacción, sino continua creación..

El amor es lo que nos proporciona la alegría de vivir, es la sal de la vida y ello por una razón muy sencilla, a saber, que la vida es expansión de la conciencia. Sin amor, la vida está bloqueada, no tiene sentido, o al menos no tiene sentido para el que no ama. Parecería como si sin amor viviéramos en tinieblas. Cuando amamos estamos transmitiendo aquello que todo el mundo está consciente o inconscientemente, buscando; por ello mismo cuando amamos se nos abren las puertas de los milagros.

Todos podemos vivir una vida amorosa más rica y plena si aprendemos a amar con más conciencia. No se trata de llegar a una meta determinada, sino de crecer, de crecer por dentro, irradiando aquello que está en el interior de todos los hombres, aquello que llamamos Amor. El Amor es el sentimiento de Unidad y Conciencia que está dentro de tu Corazón. Cuando amamos a alguien estamos en contacto con el Amor universal que esta dentro de cada uno de nosotros y lo irradiamos a nuestro alrededor.

Si queremos llegar al Amor universal, comencemos amándonos a nosotros mismos y a quienes nos rodean desde el Corazón. El Amor Consciente es un logro importante que puedes obtener mediante la práctica de los siete principios siguientes. Se trata de patrones de conducta que aumentarán tu nivel de conciencia y harán que todo lo que vivías, incluido el amor,  adquiera más conciencia.

1. Trabajar por tu Paz Interior
Todo, en esta vida depende de cuán grande sea el nivel de tu paz interior. Cuanto más en paz estés contigo mismo, más en paz estarás con cuanto te rodea y cuanto más armónicamente vivas contigo mismo, más en armonía estarás con los demás. La paz interior no es solo un logro que te llenará mucho más que la satisfacción de cualquier deseo: es el estado original del hombre a partir del cual la vida se convierte en un milagro permanente.

2. Aprender a Perdonar
El secreto para ser feliz se halla en el perdón. Cuando perdonamos a aquellos que nos han causado daño, en realidad estamos sanando nuestra relación con nosotros mismos. El perdón lo resuelve casi todo; perdonar es la clave de la evolución. El perdón es la magia porque te libera del resentimiento y de los patrones erróneos que te hacían infeliz. Cuando perdonamos se producen toda una serie de cambios en nuestro organismo y en nuestro corazón que hacen que vivamos la vida con una plenitud creciente. Perdonar es abrir tu Corazón a los efluvios del Amor Universal.

3. Amarte a ti mismo
Cuando nos amamos a nosotros mismos, aparecen los milagros en nuestras vidas. Es absurdo querer emprender un camino de amor consciente si antes no te amas a ti mismo. Amarse a si mismo es no juzgarse con dureza, perdonarse y concederse capricho de vez en cuando. Amarse a si mismo es algo mas; es Aceptarse y Aprobarse tal cual somos porque sabemos que somos perfectos. La vida entonces se convierte en una discreta pero maravillosa sucesión de pequeños milagros. A medida que practicas el amor consciente hacia ti mismo, te das cuenta que tu salud mejora, que tus amigos te hacen más caso, tus relaciones son más satisfactorias y toda tu vida se torna más creativa. Amándote a ti mismo despiertas en ti el Amor que atraerá hacia ti el amor de los demás. Es la mejor manera de hacer que los demás te amen, sin coacción, sin violencia, con dulzura.

4. Obedecer a la Voz Interior
Dentro de ti, en tu Corazón, hay una inteligencia conectada con la inteligencia cósmica, y esta inteligencia te habla a través de una voz: la voz interior que te aclarará cualquier duda que se te plantee y te ayudará a caminar con el corazón. Con el tiempo descubrirás que la voz interior es un verdadero maestro interior. Acepta sus lecciones y ponlas en práctica. El te guiará en los momentos difíciles.

5. Vivir el momento presente, aceptando lo que viene y no intentando retener lo que se va. Cuando nuestra mente se encuentra ocupada en pensar qué pudo haber ocurrido o qué ocurrirá, cuando está enfocada en el pasado o en el futuro, no está viviendo el presente. Cuando no vivimos el presente estamos desperdiciando cantidades ingentes de energía, lo que produce ansiedad, depresión, tristeza, desamor. En el Amor Consciente, vivimos en el aquí y ahora todo lo que necesitamos para ser felices. No debemos obsesionarnos y la mejor manera de lograrlo es haciéndonos conscientes del amor que llevamos dentro.

6. Dar antes de recibir
Es sumamente importante recordar que la verdadera esencia de nuestro ser es el Amor y que solo viviremos rodeados de Amor cuando conectemos con él. Cuando vivimos con conciencia, nos damos cuenta de que tenemos todo lo que necesitamos y en el momento en que lo necesitamos. Si creemos que se nos está negando algo que merecemos, es que algo falla todavía en nosotros. Es entonces cuando debemos practicar el dar. No hemos de dar esperando nada a cambio; no seria dar, sino cambiar. En la práctica del dar consciente damos porque sabemos que dando nos estamos conectando con el Amor Universal y cuando estamos conectados con éste, automática y espontáneamente recibimos lo que merecemos en cada momento.

7. Actuar con Sinceridad
El camino hacia la conciencia pasa por la total sinceridad. Has de ser completamente honesto y sincero contigo mismo, pues en cuanto abres tu corazón para que se expanda, éste aceptará todo lo que le propongas sin discriminar qué es verdad y qué es mentira. Si mientes, te estarás mintiendo a ti mismo. Cuando tengas que elegir entre lo correcto o lo que te agrada (a veces pueden coincidir), si eliges lo correcto, habrás avanzado un paso más en el camino del amor consciente.

Las leyes eternas del Amor por Jack Lawson