viernes, 11 de septiembre de 2015

Resiliencia

A veces la vida nos pone a prueba, nos plantea situaciones que superan nuestras capacidades: una enfermedad, una ruptura de pareja particularmente dolorosa, la muerte de un ser querido, el fracaso de un sueño largamente anhelado, problemas económicos… Existen diferentes circunstancias que nos pueden llevar al límite y hacer que nos cuestionemos si tenemos la fuerza y la voluntad necesarias para continuar adelante. En este punto tenemos dos opciones: dejarnos vencer y sentir que hemos fracasado o sobreponernos y salir fortalecidos, apostar por la resiliencia.
                             
                                 
         

  Resiliencia: definición y significado

La resiliencia es una capacidad que nos permite afrontar las crisis o situaciones potencialmente traumáticas y salir fortalecidos de ellas. La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades. De esta manera, las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.
Para las personas resilientes no existe una vida dura, sino momentos difíciles. Y no se trata de una simple disquisición terminológica, sino de una manera diferente y más optimista de ver el mundo ya que son conscientes de que después de la tormenta llega la calma. De hecho, estas personas a menudo sorprenden por su buen humor y nos hacen preguntarnos cómo es posible que, después de todo lo que han pasado, puedan afrontar la vida con una sonrisa en los labios.

La práctica de la resiliencia: ¿Cómo podemos ser más resilientes?

La resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en nuestros genes, aunque sí puede haber una tendencia genética que puede predisponer a tener un “buen carácter”. La resiliencia es algo que todos  podemos desarrollar a lo largo de la vida. Hay personas que son resilientes porque han tenido en sus padres o en alguien cercano un modelo de resiliencia a seguir, mientras que otras han encontrado el camino por sí solas. Esto nos indica que todos podemos ser resilientes, siempre y cuando cambiemos algunos de nuestros hábitos y creencias.
De hecho, las personas resilientes no nacen, se hacen, lo cual significa que han tenido que luchar contra situaciones adversas o que han probado varias veces el sabor del fracaso y no se han dado por vencidas. Al encontrarse al borde del abismo, han dado lo mejor de sí y han desarrollado las habilidades necesarias para enfrentar los diferentes retos de la vida.

¿Qué caracteriza a una persona resiliente?

Las personas que practican la resiliencia:
  1. Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones. El autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las adversidades y los retos, y las personas resilientes saben usarla a su favor. Estas personas saben cuáles son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y defectos. De esta manera pueden trazarse metas más objetivas que no solo tienen en cuenta sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que disponen para conseguirlas.
  2. Son creativas. La persona con una alta capacidad de resiliencia no se limita a intentar pegar el jarrón roto, es consciente de que ya nunca a volverá a ser el mismo. El resiliente hará un mosaico con los trozos rotos, y transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil. De lo vil, saca lo precioso.
  3. Confían en sus capacidades. Al ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones, las personas resilientes confían en lo que son capaces de hacer. Si algo les caracteriza es que no pierden de vista sus objetivos y se sienten seguras de lo que pueden lograr. No obstante, también reconocen la importancia del trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas, sino que saben cuándo es necesario pedir ayuda.
  4. Asumen las dificultades como una oportunidad para aprender. A lo largo de la vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero las personas resilientes son capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen. Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a una adversidad se preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto?
  5. Practican el mindfulness o conciencia plena. Aún sin ser conscientes de esta práctica milenaria, las personas resilientes tienen el hábito de estar plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora y de tienen una gran capacidad de aceptación. Para estas personas el pasado forma parte del ayer y no es una fuente de culpabilidad y zozobra mientras que el futuro no les aturde con su cuota de incertidumbre y preocupaciones. Son capaces de aceptar las experiencias tal y como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho. Disfrutan de los pequeños detalles y no han perdido su capacidad para asombrarse ante la vida.
  6. Ven la vida con objetividad, pero siempre a través de un prisma optimista. Las personas resilientes son muy objetivas, saben cuáles son sus potencialidades, los recursos que tienen a su alcance y sus metas, pero eso no implica que no sean optimistas. Al ser conscientes de que nada es completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos positivos y disfrutan de los retos. Estas personas desarrollan un optimismo realista, también llamado optimalismo, y están convencidas de que por muy oscura que se presente su jornada, el día siguiente puede ser mejor.
  7. Se rodean de personas que tienen una actitud positiva. Las personas que practican la resiliencia saben cultivar sus amistades, por lo que generalmente se rodean de personas que mantienen una actitud positiva ante la vida y evitan a aquellos que se comportan como vampiros emocionales. De esta forma, logran crear una sólida red de apoyo que les puede sostener en los momentos más difíciles.
  8. No intentan controlar las situaciones. Una de las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de entre las manos, nos sentimos culpables e inseguros. Sin embargo, las personas resilientes saben que es imposible controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar con la incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan el control.
  9. Son flexibles ante los cambios. A pesar de que las personas resilientes tienen una autoimagen muy clara y saben perfectamente qué quieren lograr, también tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es necesario. Estas personas no se cierran al cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin aferrarse obsesivamente a sus planes iniciales o a una única solución.
  10. Son tenaces en sus propósitos. El hecho de que las personas resilientes sean flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario, si algo las distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha. La diferencia estriba en que no luchan contra molinos de viento, sino que aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con ella. Estas personas tienen una motivación intrínseca que les ayuda a mantenerse firmes y luchar por lo que se proponen.
  11. Enfrentan la adversidad con humor. Una de las características esenciales de las personas resilientes es su sentido del humor, son capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.
  12. Buscan la ayuda de los demás y el apoyo social. Cuando las personas resilientes pasan por un suceso potencialmente traumático su primer objetivo es superarlo, para ello, son conscientes de la importancia del apoyo social y no dudan en buscar ayuda profesional cuando lo necesitan.

La resiliencia en los niños

                                                           
                                         

Si queremos que nuestros hijos afronten las dificultades de la vida con fortaleza es importante educarles en la capacidad de ser resilientes, para ello es fundamental nuestro ejemplo, no sobreprotegerles y sobre todo creer en ellos. No se trata de evitar que se caigan, sino de enseñarles a levantarse, y para ello tenemos que confiar en que ellos pueden. Por supuesto, tampoco se trata de exponerles a peligros o ambientes agresivos “para que se hagan más fuertes”, afortunadamente no estamos en Esparta. Aportar seguridad y protección es necesario. Algo importante que podemos preguntarles a los niños cuando tienen un contratiempo si queremos que aprendan a desarrollar la resiliencia es ¿qué puedes aprender de esto? o ¿qué puedes sacar bueno de esto que ha ocurrido?




Por Rosario Linares

jueves, 10 de septiembre de 2015

Cuando confías en lo que sucede, descubres quién eres


Cuando miras a tu alrededor y sólo ves caos, sufrimiento, miedo y tensión, es difícil confiar en las circunstancias. Cuando la vida parece ir cuesta arriba y nada sale como esperábamos, confiar es casi un acto de fe, nos resulta más natural desesperarnos, imprecar y negar lo que está sucediendo. 

Sin embargo, es precisamente en esos momentos cuando más necesitamos confiar en las circunstancias y, por supuesto, en nosotros mismos. 
En ese momento es cuando debemos dejar de aferrarnos a las preocupaciones para poder soltar el peso y ser más libres. Y solo podemos lograrlo si tomamos conciencia del aquí y ahora, si confiamos en nosotros mismos y tenemos la certeza de que en nuestro camino nos aguardan cosas maravillosas.

¿Por qué es tan importante confiar en lo que sucede?


Considera que todo lo que te rodea no existe si no lo percibes, no tiene un sentido para ti si no lo conoces. Por eso, cuando percibimos algo, ya sea una circunstancia, una persona o un simple objeto, no podemos abstraernos de nosotros mismos, vemos el mundo como somos. 

Como resultado, cuando conocemos algo o alguien, en realidad nos redescubrimos. Cuando percibimos algo, nos conocemos a través de eso. Así ocurre un milagro: mientras más buceamos en nuestras circunstancias, más profundo podemos llegar en nuestro interior. A la vez, mientras más escudriñamos dentro de nosotros, mejor podremos comprender las circunstancias. Porque todo está unido, indisolublemente.

En el momento en que empiezas a confiar, sin oponer resistencia, es como si todas las piezas de un rompecabezas encajaran. Hasta ese momento, tus preocupaciones, apegos y emociones solo te permitían ver la maraña de hilos que se esconde detrás del tapiz, es como si estuvieras mirando desde abajo. Sin embargo, cuando aprendes a fluir, todo cobra sentido porque puedes ver el tapiz de frente, puedes apreciar las situaciones desde una perspectiva más amplia. Eso amplía tu comprensión de la vida y de ti mismo.

Si miras a tu alrededor sin resistencias, llegarás a tu interior


Un principio taoísta señala: “Aprende a confiar en lo que está ocurriendo. Si hay silencio, déjalo aumentar, algo surgirá. Si hay tormenta, déjala rugir, se calmará”. La clave radica en convertirse en un espectador atento, sin intervenir constantemente porque de esa forma solo bloqueamos el proceso. 

Es lo que se conoce como “no resistencia”. Aunque se trata de un principio difícil de poner en práctica porque estamos demasiado acostumbrados a luchar por el control. No obstante, resistirnos implica aferrarnos, apegarnos al sufrimiento, a las situaciones que nos generan estrés y a las relaciones tóxicas

La persona que se resiste no solo se opone al cambio, que es una constante en la vida, sino que también deja de confiar en sus capacidades. Resistirse al cambio implica que no confías en tu capacidad para hacerle frente a esa nueva situación, por lo que, en el fondo, es un acto que denota miedo e inseguridad.

Vale aclarar que la no resistencia no implica convertirse en espectadores pasivos de nuestra vida o someterse a la voluntad de los demás. No significa dejar que las circunstancias nos arrastren, renunciando a nuestro poder de decisión. El concepto de la no resistencia está vinculado al "wu wei", que significa no forzar sino aprender a fluir, para no quedarnos atascados en las circunstancias que nos dañan.

La no resistencia es soltar nuestros temores y sufrimientos, entregarnos y dejar de luchar. En ese estado nos sumergimos por completo en las circunstancias, sin pensar, sin hacer, solo estando presentes. Así aprendemos a confiar en la vida y en su proceso, aprendemos a confiar en nosotros mismos, con la certeza de que, antes o después, todo estará bien.

La práctica de la no resistencia te brinda la posibilidad de detenerte un momento, para conectar con tu “yo” e identificar cómo te sientes y qué necesitas. Una vez que hayas identificado las emociones que te perturban, no debes aferrarte a ellas, libéralas. Cuando cambies tus pensamientos, cambiará tu realidad. Solo debes confiar.

Cinco principios básicos para aprender a confiar

1. Tómate el tiempo que necesites. Cuando tienes tiempo para reflexionar, puedes ver con mayor claridad lo esencial de ti mismo y de los demás. Recuerda que cuando vas por la vida demasiado rápido, tu propia velocidad te aturde. Mientras más apremiantes sean tus sentimientos y más te atormenten tus preocupaciones, más necesitas pasar tiempo contigo mismo. 

2. Libérate del empeño. No te esfuerces, deja que todo fluya. Mientras más te liberes de esa obsesión por controlarlo todo, más abierto y receptivo estarás y con más facilidad sabrás qué está ocurriendo a tu alrededor. El taoísmo nos enseña que “cuando no entiendas lo qué dice una persona, no persigas cada una de sus palabras. Ríndete y silénciate interiormente para escuchar tu ser más profundo”. 

3. Busca la calma. Una de las habilidades más valiosas que puedes aprender en tu vida es a retirarte en ti mismo y calmarte. Cuando una persona se siente en calma, lo complejo se hace simple, porque es capaz de despejar la nube de las emociones que le impedía ver las cosas con claridad. Cuando buscas la calma conectas contigo mismo y comprendes qué quieres y necesitas realmente.
4. Despréndete de todo lo innecesario. Un principio taoísta indica que “solo cuando te desprendes de lo que tienes, recibes lo que necesitas”. Y es que en nuestra sociedad estamos demasiado aferrados a las cosas y a las personas, de manera que no logramos conectar con nuestro “yo” más profundo para saber cuáles son nuestras verdaderas necesidades. Sin embargo, la felicidad no está en nada que se desgaste, se rompa o deje de funcionar. Por eso, solo cuando nos deshacemos de lo superfluo, podemos descubrir qué nos hace felices.

5. Simplifica. Toda situación, por amplia o complicada que sea, empezó de manera simple y pequeña. Desde los problemas de pareja hasta las guerras, tuvieron un inicio pequeño. Por eso, la clave para resolver muchos de los problemas que tenemos en nuestra vida consiste en regresar atrás y reconocer los comienzos.

¿Cómo aplicar estos principios a tu vida cotidiana?


El objetivo final es que, a través de las circunstancias y sin oponer resistencia a estas, puedas conectar con tu “yo” más profundo, para recuperar la confianza en ti mismo y comprender qué necesitas para vivir de forma más plena.

- Mira a tu alrededor y bucea en tu interior. El primer paso para aprender a confiar en lo que sucede consiste en convertirse en un observador atento. Mira a tu alrededor, observa las circunstancias y las personas con las que compartes tu día a día. No critiques ni juzgues, tan solo observa. Intenta reconocer la forma de ser de esas personas y comprende las circunstancias que os rodean. Inmediatamente reconocerás los sentimientos que estas generan en ti y en los demás. No los rechaces ni intentes apartarlos, tan solo déjalos fluir. Reconoce la existencia de dolor, ira, frustración o tristeza. Recuerda que en este punto no se trata de entender sino tan solo de sentir.

- Toma las riendas. No intentes culpar a nadie por lo que sucede, porque de esta forma solo estarás alimentando más sentimientos negativos. Tampoco se trata de culparte porque así solo añadirás más peso interno al que ya llevas. En vez de eso, asume la responsabilidad a partir de ese momento. El pasado ya no existe, pero puedes escribir el presente. Toma las riendas y cambia lo que te molesta. Transforma tu realidad para que puedas vivir con mayor armonía. Avanza sin cargas en la espalda y sin rencores, abierto a las nuevas experiencias de la vida.

Confía en lo que está sucediendo porque es un regalo, son perlas de sabiduría que puedes utilizar para crecer y conocerte mejor. Permite que las circunstancias se desenvuelvan ante tus ojos sin oponer resistencia. Tú solo confía…

Psicología/Jennifer Delgado

martes, 8 de septiembre de 2015

Lo que creemos ser

Nuestro sentido de lo que somos determina cuáles han de ser nuestras necesidades y las cosas a las cuales les atribuiremos importancia en la vida; y todo aquello que nos parezca importante tendrá el poder de perturbarnos e irritarnos. Esto se puede utilizar como criterio para descubrir hasta qué punto nos conocemos a nosotros mismos. 
Lo que nos importa no es necesariamente lo que expresamos ni aquello en lo cual creemos, sino aquello que se manifiesta como serio e importante a través de nuestros actos y de nuestras reacciones.

Entonces conviene preguntarnos:

“¿Cuáles son las cosas que me irritan y me alteran?” Si las nimiedades tienen el poder para molestarnos, entonces eso es exactamente lo que creemos ser: un ser insignificante. Esa será nuestra noción inconsciente. ¿Cuáles son las cosas insignificantes? En últimas, todas las cosas son insignificantes, porque todas las cosas son transitorias.

Podemos decir, “sé que soy un espíritu inmortal”, o “estoy cansado de este mundo de locos y lo único que deseo es paz”, hasta cuando suena el teléfono. Malas noticias: hubo un colapso de la bolsa de valores; se dañó el negocio; se robaron el automóvil; llegó la suegra; se canceló el viaje; se canceló el contrato; el compañero se ha ido; piden más dinero; dicen que es culpa nuestra. Entonces se levanta en nuestro interior una oleada de ira o ansiedad. La voz se torna dura: “no soporto más esto”. Acusamos, culpamos, atacamos, nos defendemos o nos justificamos, y todo eso sucede en piloto automático.


Obviamente hay algo más importante para nosotros que la paz interior que pedíamos hace un momento, y tampoco somos ya un espíritu inmortal. El negocio, el dinero, el contrato, la pérdida o la amenaza de pérdida son más importantes.

¿Para quién? ¿Para el espíritu inmortal que dijimos ser?
No, para mí. Para ese pequeño yo que busca la seguridad o la realización en cosas transitorias y que se enoja o se pone nervioso cuando no las encuentra. Bueno, por lo menos ahora sabemos quiénes creemos ser realmente.

Si la paz es realmente lo que deseamos, debemos elegir la paz. Si la paz fuera más importante para nosotros que todo lo demás y si supiéramos de verdad que somos espíritu en lugar de un pequeño yo, no reaccionaríamos sino que nos mantendríamos totalmente alertas frente a situaciones o personas difíciles.

Aceptaríamos inmediatamente la situación y nos haríamos uno con ella en lugar de separarnos de ella. Entonces, a partir del estado de alerta, vendría la reacción. Sería una reacción proveniente de lo que somos (conciencia) y no de lo que creemos ser (el pequeño yo). Sería entonces una respuesta poderosa y eficaz que no convertiría a la persona o a la situación en enemiga.

El mundo siempre se encarga de que no nos engañemos durante mucho tiempo acerca de lo que pensamos ser, mostrándonos las cosas que realmente nos importan. La forma como reaccionamos ante las personas y las situaciones, especialmente en los momentos difíciles, es el mejor indicador del conocimiento real que tenemos de nosotros mismos.

Mientras más limitada y más egotista sea nuestra idea de nosotros mismos, más atención prestaremos y más reaccionaremos ante las limitaciones del ego, ante la inconsciencia de los demás.

Los “defectos” que vemos en los otros se convierten, para nosotros, en su identidad. Eso significa que veremos solamente el ego en los demás, reforzando así el nuestro. En lugar de mirar “más allá” del ego de los demás, fijamos nuestra atención en él. ¿Quién ve el ego? Nuestro ego.


Las personas que viven en estado profundo de inconsciencia experimentan el ego viendo su reflejo en los demás. Cuando reconocemos que aquellas cosas de los demás que nos producen una reacción son también nuestras (y a veces sólo nuestras), comenzamos a tomar conciencia de nuestro propio ego. En esa etapa es probable que también nos demos cuenta que les hacíamos a los demás lo que pensábamos que ellos nos hacían a nosotros. Dejamos de considerarnos víctimas.

Puesto que no somos el ego, el hecho de tomar conciencia de él no significa que sepamos lo que somos: sólo reconocemos lo que no somos. Pero es gracias a ese conocimiento de lo que no somos que logramos eliminar el mayor obstáculo para llegar a conocernos realmente.

Nadie puede decirnos lo que somos. Sería apenas otro concepto más, incapaz de cambiarnos. No hace falta una creencia para saber lo que somos. En efecto, todas las creencias son obstáculos. Ni siquiera necesitamos alcanzar la realización, porque ya somos lo que somos. Pero sin la realización nuestro ser no puede proyectar su luminosidad sobre el mundo. Permanece en el ámbito de lo inmanifiesto, es decir, en nuestro verdadero hogar. Entonces somos como la persona que finge ser pobre mientras tiene cien millones de dólares en su cuenta, con lo cual el potencial de su fortuna jamás se manifiesta.
Eckhart Tolle

lunes, 7 de septiembre de 2015

Decisiones de las que te puedes arrepentir



No caigas en la trampa de sostener una mentalidad débil, y vivir tu vida sin pasión, propósito y dedicación. La frase “Si sólo…” es para aquellos que tienen más miedo que fe, y que ponen más peso en las excusas que en las bendiciones presentes.  Una decisión puede convertirse en un hábito y los hábitos que formas crean tu realidad. Aquí hay diez opciones que son significativas. Aprende a ser consciente de las decisiones que tomes para que puedas hacer lo mejor para tu vida:

1. Usar una máscara para impresionar a los demás.
Si la cara que siempre muestras al mundo es una máscara, algún día no habrá nada debajo de ella. Porque, cuando pasas mucho tiempo concentrándote en la percepción que los demás tienen de ti o de lo que todo el mundo quiere que seas, en algún momento olvidarás quién eres en realidad. Así que no temas a los juicios de los demás, tú sabes en tu corazón quién eres y lo que es verdad para ti. No tienes que ser perfecto para impresionar e inspirar a la gente. Impresiónalos e inspíralos por tu forma de lidiar con tus imperfecciones.

2. Permitir que otra persona decida tus sueños.
El mayor reto en la vida es descubrir quién eres; el segundo más grande es ser feliz con lo que encuentres. Una gran parte de esto es tu decisión de permanecer fiel a tus propias metas y sueños. ¿Tienes personas que no están de acuerdo contigo? Bien. Significa que estás arraigado y caminas tu propio camino. A veces, vas a hacer cosas consideradas una locura por los demás, pero cuando te encuentres perdiendo la noción del tiempo porque estás entusiasmado, es cuando sabrás que estás haciendo lo correcto.

3. Mantener compañía negativa.
No dejes que alguien que tiene una mala actitud te afecte. No pueden apretar el gatillo si no les entregas el arma. Al recordar que el mantenimiento de compañía de gente negativa es una opción, en lugar de una obligación, te liberas para sostener la compañía de la compasión en lugar de la ira, la generosidad en lugar de la codicia y la paciencia en lugar de  la ansiedad.

4. Ser egoísta y egocéntrico.
Una vida llena de actos de amor y buen carácter es el mejor recuerdo. Aquellos a los que has inspirado y con quienes compartiste tu amor te recordarán cómo los hiciste sentir mucho después de que tu tiempo ha expirado. Así que talla tu nombre en los corazones y no en piedra. Lo que has hecho para ti solo, muere contigo, lo que has hecho por otros y el mundo, permanece.

5. Evitar el cambio y el crecimiento.
Si quieres conocer tu pasado, mira tus condiciones actuales. Si quieres conocer tu futuro, mira tus acciones actuales. Debes dejar de lado lo viejo para dar paso a lo nuevo, la vieja manera se ha ido para nunca más volver. Si reconoces esto ahora mismo y tomas medidas para hacer frente a él, te posicionarás para el éxito duradero.

6. Renunciar cuando las cosas se ponen difíciles.
No hay fracasos, sólo resultados. Incluso si las cosas no se desarrollan de la manera que esperabas, no te desanimes ni te rindas. Aprende lo que puedas y sigue adelante. El que sigue avanzando un paso a la vez va a ganar al final. Es un proceso que se produce con pequeños pasos, decisiones y acciones que poco a poco se acumulan unos sobre otros y, finalmente, conducen a ese glorioso momento de triunfo.

7. Tratar de microgestionar cada pequeña cosa.
La vida debería ser tocada, no estrangulada. A veces, tienes que relajarte y dejar que la vida pase sin preocupaciones incesantes y microgestiones. Aprende a dejar ir un poco antes de apretar demasiado. Toma una respiración profunda. Cuando el polvo se asiente y puedas volver a ver el bosque, da el siguiente paso hacia adelante. No tienes que saber exactamente adónde vas. Todo en la vida está en perfecto orden, tanto si lo entiendes  como si no. Sólo se necesita un poco de tiempo para conectar todos los puntos.

8. Conformarte con menos de lo que mereces.
Sé lo suficientemente fuerte como para dejar ir y lo suficientemente sabio como para esperar lo que te mereces. A veces, tienes que ser derribado más bajo que nunca para levantarte más alto de lo que jamás estuviste. A veces, tus ojos deben ser lavados por las lágrimas para que puedas ver las posibilidades en frente con una visión más clara. No te conformes.

9. Infinitamente esperar hasta mañana.
El problema es que siempre piensas que tienes más tiempo de lo que tienes. Pero un día te despertarás y no habrá más tiempo para trabajar en las cosas que siempre has querido hacer. Y en ese momento, o habrás alcanzado los objetivos que has establecido para ti mismo, o tendrás una lista de excusas de por qué no lo has hecho.

10. Ser perezoso y endeble.
El mundo no te debe nada, tú le debes algo al mundo. Así que deja de soñar despierto y empieza a hacer. Toma toda la responsabilidad de tu vida, toma el mando. Eres importante y te necesitan. Es demasiado tarde para sentarte y esperar a que alguien haga algo algún día. Algún día es hoy, el alguien que necesita el mundo eres TÚ.

Mary Elainne Dizon

El placer de soltarse


Solo cuando la mente se niega a fluir con la vida y se estanca en las orillas, se convierte en un problema.
Fluir con la vida quiere decir aceptación: Dejar llegar lo que viene y dejar ir lo que se va. Tú no eres lo que sucede, eres a quien le sucede, este extracto de: " El río de la vida" de Nisargadatta, para mi refleja todo lo que tiene que ver con realmente soltar, tomando el símil y la actitud de un río que fluye libremente frente a los acontecimientos que aparecen ante nosotros.
Como dice Joan Garriga, "Si ahora pudiéramos poner todo en suspenso, todas nuestras ideas acerca de quiénes somos o de qué hacemos, de los padres que tenemos, de nuestros hijos, y quedarnos en un silencio absoluto, ¿qué queda?"
El latido, la presencia, el ser, el vacío. Una manera de trabajar es acercarse a este vacío donde no existen, el bien y el mal; Simplemente existe la vida desplegando sus formas. Te conviertes en alguien contemplativo que no juzga a nadie, sino que trata de dar un buen lugar a todos. Creo que es el fruto que obtienen las personas que meditan: se anclan en un lugar que ya no tiene tanto que ver con si nuestros padres fueron buenos o malos, si nuestra pareja nos quiere o no nos quiere. En este lugar hay un gran asentimiento."
Tal vez haya que volver a nuestras raíces para llegar a ser lo que somos, para darnos cuenta y luego soltarlo, Como una forma de contactar con nuestro interior olvidándonos un poco de todas las exigencias y condicionantes externos.
Para mi la clave es soltar, soltar ese contacto con las prisas, esa necesidad de rentabilizar nuestro tiempo, parece que rentabilizamos el tiempo, hacemos mas cosas, pero lo que conseguimos es estar mas estresados y al final de todo, lo único que perdemos es nuestro espacio interno y con ello nuestro propio centro, estando mas pendiente de fuera, que de nosotros mismos y de todo lo que nos pasa.
Creo que la verdadera necesidad es simplemente pararnos, y dejar que las cosas sean, siendo espectadores de la vida como si fuera un río, ver como todo acontece a pesar de nosotros.
El placer de soltarse tiene que ver con la aceptación, como una puerta para transformar, para cambiar, pero desde la libertad, no desde la exigencia o la atadura a lo que tengo que hacer, rompiendo la inercia de correr y la necesidad desde "el impulso de hacer". Comenzando a escuchar lo que quieres y lo que necesitas de verdad, desde tu verdad interior, como parte de tu propio proceso personal, desde tu responsabilidad, como parte de tu desarrollo y evolución.

"Contra lo que te resistes, persiste, lo que aceptas, se diluye".

El placer de Soltar tiene que ver con fluir con dejar que las cosas vengan, abriéndose a dejar llegar lo que viene y dejar que se vaya lo que se va, sin resistencias, sin forzar.
Para romper esta identificación de la que hablamos, se hace imprescindible adoptar una actitud abierta en estos momentos, que permita dejarse llevar, aumentando la consciencia de dónde estamos, qué hacemos. Cómo realmente abordar aquello en lo que entramos en cada momento, dejándonos simplemente vivir aquello que sucede, sin prejuicios, sin defensas, solo lo que hay, "aquí y ahora".
Para tener una actitud abierta es importante aceptar el pasado, estar en paz con el. Aceptando y soltando todo lo que viene de el, aceptar lo ocurrido y soltar.
Dejarlo marchar, lo que paso, paso, ya no esta, solo es el recuerdo de lo que fue. El pasado ya no puede ser modificado y la situación del pasado ya no esta, solo en nuestra cabeza y en vivencias del recuerdo.
Este es un buen momento "aquí y ahora" para aceptar el destino absolutamente con lo que llega, sin mirar atrás, no hay otra manera de ser libre, como decía Osho, sin esa libertad, quedamos fijados en las trampas de nuestro propio pasado, no hacerlo de esta manera significa vivir esclavo de tu pasado. Con eso a veces, es peor la situación que nos mantiene esclavos ahora mismo, que lo que realmente ocurrió. Viviendo esclav@s de lo que ocurrió el resto de nuestra vida.
Muchas de las situaciones que vivimos, nos mantienen en un estado continuo de tensión, donde nos identificamos con todo lo que hay que hacer, nos sentimos agarrados, identificados, sujetos a realidades que de alguna manera acaban teniendo un dominio sobre nosotros o ejercen una fuerte influencia.
La aceptación de las partes peores de nosotros, es precisamente lo que nos permite vivir la totalidad de nosotros mismos como seres integrados y totales.
En este proceso de apertura y de observación activa el aprendizaje, sigue marcando pautas, pero a medida de que vamos siendo conscientes, cada vez tienen menos fuerza, son como pensamientos que vienen y van, pero a través del proceso de soltar la identificación, simplemente pasan, son observados y dejan paso a otra u otras situaciones, en un continuum.
En las situaciones de cambio estamos abiertos, porque no sabemos lo que va a suceder, estamos en un estado de alerta permanente, donde nos sorprendemos y sorprendemos a los otros, creando también relaciones y situaciones nuevas, desde aquí vivimos cada cosa como nueva, como inesperada, como no conocida, esto también nos pone en una continua apertura. Ábrete a lo nuevo: todo está por suceder y un@ se mantiene en una continua expectativa.
Nos pasamos la vida luchando con nosotr@s mism@s para cambiar muchas de las actitudes que no nos gustan, pero no podrás cambiarlas si antes no las aceptas amorosamente, puedes aceptarte a ti mismo, a pesar del problema, a pesar de tus defectos, a pesar de tus errores. Todos cometemos errores. De hecho, la vida es un camino de aprendizaje, aprendemos a través del ensayo y error. La perfección no existe. No existe nadie perfecto. En todo hay dualidad, así es la vida. Nos han vendido un modelo de perfección para sentirnos queridos, para ser más, pero al final se convierte en nuestra propia trampa.
Una gran dificultad es querer ser perfectos, mostrarnos perfectos, como dice Jorge Carvajal, es el momento de bajar del pedestal del orgullo, si queremos acceder a nosotros mismos, acceder al ser que en nosotros, es total y humano, nuestra crisis de sentido es una crisis de individualismo, de egoísmo, de separación, de orgullo, no contamos con nuestra humanidad, con que ya pertenecemos a algo muy perfecto y sofisticado, con simplemente nacer, dejando que las cosas sean, sin querer perfeccionar nada por el contrario, ya somos todo, cuando aceptamos lo que somos.
Sin embargo cada uno andamos con las leyes de sálvese quien pueda, pretendiendo ser mejor que nadie y dar lecciones a los demás, sin escuchar las nuestras propias, todos necesitamos aprender nuestras propias lecciones, de nuestros propios errores. Hasta que no aceptemos con humildad, que nosotros también tenemos partes enfermas, no vamos a poder crear una salud total, concebida como integridad. Sólo cuando empiezo a aceptar mis limitaciones, comienzo a darme cuenta de lo que soy.
Como decía Sócrates, "sólo sé que no sé nada", cuando sé mis limitaciones y parto de ellas, empiezo realmente a conocerme en todas las dimensiones, dándome cuenta de lo que conozco y no conozco de mi, éste es el proceso.
Hasta que no seamos capaces de ver nuestros errores y aceptarlos, no seremos capaces de transformarlos, porque a veces pasamos más tiempodefendiéndonos y dando una buena imagen, que siendo reales con lo que ocurre, con lo que en realidad "es". Ver nuestros propios límites es abarcar nuestra realidad, ponernos por encima de las cosas, dando buena imagen, es vivir en la fantasía de lo que queremos que los demás vean, pero eso nos hace entrar en crisis permanentemente, oscilando continuamente entre el ser y el aparentar.
La aceptación de los límites, del problema y la aceptación de ti mismo a pesar del problema, es la llave de la transformación, del cambio. Escúchalo pero no cedas tu centro al problema, como nos dice Ana Fernández Luna. Aunque estés pasando por un mal momento, siempre existe la posibilidad de que puedas retornar a tu centro y desde allí mirar y ver la situación con otros ojos, con más claridad. Observa la situación con curiosidad y pregúntate cómo puedes utilizar eso, respetuosamente, para ir más allá y seguir creciendo, continuar desarrollándote como persona, explorar la oportunidad que se esconde tras una crisis. Perdonar los errores propios y ajenos y agradecer los dones propios y regalos recibidos de los demás, agradecer también a la vida el haber llegado hasta aquí.
Además, hagas lo que hagas, las cosas siempre se ven, se manifiestan tal y como son, si mantienes algo oculto o haces esfuerzo para mantener esas apariencias, al final se nota o no puedes mantenerlo más. Para qué hacer todo ese esfuerzo, suéltate, deja que las cosas sean, si para mantener algo que quieres, tienes que hacer tanto esfuerzo, quizás no merezca tanto la pena y en ocasiones, te quieren como eres, nos quieren como somos y no hace falta hacer nada más, es más, en la mayoría de los casos, lo estropeamos, sé tú tal y como eres, dejar de fingir, de sujetar, suelta todo, suéltate. Sé. Sin más.

"La Vida es más un proceso de Soltar, que un esfuerzo de llegar a Ser"

RESUMEN
La vida fluye como un río, solo cuando uno deja de fluir, las cosas se estancan, los problemas se amontonan y uno deja de sentir el flujo de la vida.
Fluir con la vida quiere decir aceptación: Dejar llegar lo que viene y dejar ir lo que se va. Tú no eres lo que sucede, eres a quien le sucede.
Pablo Caño