sábado, 5 de septiembre de 2015

El primer paso no te lleva adonde quieres ir, pero te saca de donde estás



Dar el primer paso es complicado. A veces incluso aterrador. Porque implica tomar una decisión, implica dejar algunas cosas sepultadas en el pasado para movernos hacia el futuro. Y esa sensación puede generar tanto miedo que da vértigo. Por eso muchas personas permanecen atascadas durante años en una situación que las está matando poco a poco, causándoles un sufrimiento indecible, solo porque no se atreven a dar ese paso.
Hay de todo: parejas que no se atreven a romper aunque la magia desapareció hace mucho tiempo, hijos que no se atreven a volar y perseguir sus sueños porque sus padres les manipulan, personas que serán eternos empleados porque no tienen el coraje de emprender sus propios proyectos a pesar de que son brillantes, gente que no se atreve a cambiar vida por miedo al qué dirán aunque se sienten profundamente insatisfechas…

¿Por qué nos da tanto miedo dar el primer paso?


En nuestra mente, asociamos el primer paso a una ruptura definitiva. Es como si emprendiéramos un camino que no tiene marcha atrás. Y eso asusta, sobre todo porque en nuestro pasado es donde se encuentran las certezas y las fuentes de seguridad mientras que el futuro representa lo incierto y desconocido.

Dado que nuestro cerebro suele pensar en términos de “todo o nada”, "blanco o negro", asocia ese primer paso con lanzarse al vacío sin paracaídas. Sin embargo, lo cierto es que ese paso no nos llevará a donde queremos ir, tan solo nos permite salir de una situación que nos está causando daño y es fuente de insatisfacción. 

De hecho, cuando estamos inmersos en una situación que nos hace sufrir y afecta nuestro equilibrio emocional, lo más importante no es la dirección que tomemos, eso lo podemos decidir más tarde, sino tan solo apartarnos de ese lugar o persona que nos hace tan infelices.

Cuando te mueres un poco cada día en un lugar, cuando una persona te roba la energía y las ganas de vivir, simplemente debes alejarte. El rumbo lo descubrirás después, sobre todo si conectas con tu “yo” y escuchas lo que desea decirte.

¿Cómo dar el primer paso con pie firme?


1. Asume que es solo un paso, no un camino andado. Es cierto que el primer paso implica que ya hemos tomado una decisión, la decisión de alejarnos de donde estamos, pero eso no significa que no podamos cambiar el rumbo si creemos que es necesario. Cada paso que damos nos abre nuevos senderos por explorar, pero no es un camino en un solo sentido, podemos volver sobre nuestros pasos si así aprendemos o podemos detenernos a descansar cuando necesitemos reponer fuerzas. El camino lo haces tú.

2. Reconoce lo que sucede a tu alrededor. Es importante que seas consciente de tus circunstancias. Aprende a mirar a tu alrededor desde una postura desapegada, solo así podrás comprender qué es lo que está sucediendo realmente. Así te darás cuenta de que la forma de ser de algunas personas a las que estás atado no es compatible con la tuya y que las circunstancias que habéis creado son dañinas. En ese momento en que eres plenamente consciente del dolor o daño que te estás causando, dentro de ti se activa un resorte que te impulsa a reaccionar y sacudirte de la inercia.

3. Practica la escucha interna. Conecta con tu “yo” interior, ese que te está diciendo que donde estás ahora mismo, no es el sitio más indicado para ti. Escucha tus necesidades más íntimas para que descubras lo que está sucediendo realmente dentro de ti. De hecho, muchas personas que están atrapadas en una situación difícil, se han desconectado de su “yo”, han roto esa conexión como un mecanismo de defensa para sufrir menos, pero es precisamente ese “yo” la fuente de la fuerza que necesitas para dar el primer paso. Un principio taoísta indica: “Aprende a confiar en lo que está ocurriendo. Si hay silencio, deja que aumente, algo surgirá. Si hay tormenta, deja que ruja, se calmará”.

5. Asume la responsabilidad, libérate de las culpas. Cuando somos plenamente conscientes de lo que nos ocurre y comprendemos cuáles son nuestras verdaderas necesidades, es normal que comencemos a experimentar un sentimiento de rabia y resentimiento. Nos preguntamos cómo pudimos caer en esa situación y ser rehenes de ella tanto tiempo. Sin embargo, culpar a los demás no sirve de nada porque quedarás cautivo de las emociones negativas. Lo importante es que asumas tu responsabilidad a partir de ese momento y comprendas que ha llegado el momento de dar ese paso, de transformar conscientemente tu realidad.

6. Avanza dejando atrás las actitudes defensivas. Imagina que estás en medio de una tormenta, tu primer impulso será aferrarte a algo y mantenerte firme. Sin embargo, recuerda que es la rama más flexible la que soporta mejor los fuertes vientos, mientras que las ramas más firmes son arrancadas de cuajo. Las actitudes defensivas implican estar anclados, te impedirán seguir el camino que realmente te haga crecer como persona. Si decides dar el primer paso, para alejarte de una situación que no te satisface o que incluso te daña, cerciórate de no llevar contigo resentimientos porque, de lo contrario, es probable que vuelvas a caer en una situación similar.

Por último, ten siempre en mente la enseñanza de Confucio: “no importa cuán despacio vas, si nunca te detienes”. El primer paso es solo el comienzo, pero si no lo das, te quedarás atrapado.

Psicología/Jennifer Delgado

jueves, 3 de septiembre de 2015

5 mentiras que te mantienen en tu zona de confort



A un rey le obsequiaron dos pichones de halcón. Este, los entregó inmediatamente al maestro de cetrería para que los entrenara. Después de varios meses, el instructor le comunicó al rey que uno de los halcones estaba bien educado, pero no sabía qué le pasaba al otro. Desde que había llegado al palacio, no se había movido de la rama, incluso había que llevarle el alimento. 
El rey mandó llamar a sanadores y curanderos pero ninguno pudo lograr que el ave volara. Desesperado, hizo público un edicto en el que proclamaba una recompensa para aquel que hiciera volar al halcón. A la mañana siguiente, el rey vio al ave volando en sus jardines. 

- Traedme al autor de este milagro.

Ante el rey apareció un campesino. El rey le preguntó:

- ¿Cómo lograste que el halcón volara? ¿Acaso eres mago? 

- No fue muy difícil - explicó sonriendo el hombre. - Tan solo corté la rama. En ese momento al ave no le quedó otra alternativa que echar a volar.

Esta fábula nos enseña que a veces es necesario quedarse en la rama para recuperar fuerzas, pero si nos quedamos en la zona de confort durante mucho tiempo, nunca sabremos cuán lejos habríamos sido capaces de llegar. Por eso, necesitamos expandir cada vez más nuestra zona de confort.

Crecemos al salir de la zona de confort


Lo queramos o no, la capacidad para abandonar de manera consciente nuestra zona de confort y atrevernos a descubrir nuevos horizontes o perseguir nuestros sueños es lo que nos hace diferentes a los demás, es lo que nos permite tener nuevas experiencias que enriquezcan nuestra vida. Lamentablemente, la mayoría de las personas prefieren quedarse en su zona de confort, ese espacio en el que se sienten más o menos a gusto y al seguro.

Para comprender la zona de confort puedes imaginar dos círculos concéntricos, uno pequeño dentro de uno mayor, pero que no se tocan en ningún punto. El círculo pequeño representa todas las cosas a las que estamos acostumbrados, nuestros hábitos y rutinas, los sitios que solemos visitar y las personas que frecuentamos. Es nuestra zona de confort.

A primera vista, todo puede parecer genial, pero lo cierto es que mantenerse dentro de ese círculo no es una garantía de felicidad ni te asegurará que al final de tu vida no tendrás arrepentimientos. En realidad, mantenerse en la zona de confort te limita porque no te permite descubrir nada nuevo. De esta forma, es posible que mueras un poco cada día. De hecho, recuerda que la vida comienza donde termina tu zona de confort.

Sin embargo, existe un círculo mucho más grande, compuesto por las cosas que no conoces, por tus sueños, los desconocidos, los lugares nuevos… Es el círculo del aprendizaje. De hecho, solo crecemos cuando somos capaces de dar el salto a ese círculo, de manera que nuestro pequeño círculo se amplíe cada vez más. 

A muchas personas dar ese salto les asusta demasiado, porque no saben qué encontrarán en ese otro círculo, de manera que ponen en práctica un mecanismo de autosabotaje, para mantenerse en su zona de confort y no verse obligadas a salir.

Las mentiras que nos contamos para no salir de la zona de confort


1. “No tengo por qué hacerlo”

Es cierto, no hay nadie que te empuje fuera de tu zona de confort, no es obligatorio que salgas, pero si te quedas dentro, no crecerás. Recuerda que no creces simplemente porque pasen los años, sino por los retos que enfrentas. Cuando piensas en un proyecto que representa un gran desafío y de repente tu voz interior te dice que no tienes por qué hacerlo, en realidad lo que estás expresando es una resistencia al cambio, porque una parte de ti desea que te mantengas dentro de los límites de lo conocido. Sin embargo, cuando vuelvas a pensar que no tienes motivos para emprender algo nuevo, recuerda que el simple hecho de crecer y descubrir, son razones más que suficientes. 

2. “No es el momento adecuado”

En muy pocas ocasiones se dan las condiciones perfectas para emprender algo, pero ir en pos de un sueño significa luchar contra viento y marea, creando las condiciones a lo largo del camino. Cuando te dices a ti mismo que no es el momento adecuado, está hablando el miedo, probablemente un intenso miedo al fracaso que te inocularon desde la infancia. Por supuesto, no se trata de lanzarse a la aventura sin valorar los pros y los contras pero si queremos lograr realmente algo en la vida, debemos ser conscientes de que no podemos quedarnos parados, necesitamos ir dando pequeños pasos. Y mientras antes comencemos a andar, mejor.

3. “Comenzaré cuando…”

Se trata de una de las excusas más comunes para quedarnos a salvo en nuestra zona de confort. En práctica, es el autoengaño perfecto porque no estamos renunciando al sueño o el proyecto que tenemos en mente, sino tan solo aplazándolo, hasta que se produzca determinada situación. El problema es que esta excusa nos lleva directamente a la procrastinación, por lo que es probable que cuando la condición que demandamos se cumpla, pongamos otra, y luego otra más. De esta forma logramos mantener viva la esperanza pero, a la vez, no tenemos que esforzarnos para hacer ese sueño realidad. Por eso, aunque no estén todas las condiciones creadas, simplemente ve dando pequeños pasos, no esperes demasiado porque la vida es muy corta.

4. “No es para mí”

Básicamente, detrás de esta frase se esconde la idea de que no somos lo suficientemente buenos o capaces. Se trata de la excusa perfecta para las personas inseguras y que tienen una baja autoestima. También es una excusa que utilizan las personas que tienen miedo del mundo y se cierran a las nuevas experiencias. En todo caso, no podrás saber si una cosa realmente te gusta o no hasta que no la pruebes. De hecho, es probable que en más de una ocasión hayas pensado que algo no estaba hecho para ti pero después de probarlo, has llegado a amarlo o incluso te has aficionado. Por tanto, no te cierres nunca a las nuevas experiencias ni te limites como persona. Es lo peor que podrías hacer. 

5. “No sé cómo hacerlo”

Las cosas nuevas pueden atemorizar, por eso una de las excusas que inventamos para permanecer en nuestra zona de confort consiste en decirnos que no sabemos cómo enfrentar el reto. Podemos pensar que no tenemos las habilidades necesarias o que nunca las podremos desarrollar. Sin embargo, recuerda que cuando tienes un "qué", los "cómos" llegan solos. Es cierto que para emprender determinados proyectos se requiere una preparación pero eso no implica que no puedas hacerlo, tan solo significa que te llevará más tiempo o que necesitarás a una persona que te ayude. Ninguna destreza surge de la nada, todas esconden en su base mucha pasión y esfuerzo. 

Como colofón, ten siempre en mente lo que decía Nelson Mandela: “Imposible es todo aquello que no se intenta”.

Psicología/Jennifer Delgado

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Cómo integrar la meditación en nuestra ocupada agenda

  
                                          

Quieres empezar una práctica de meditación ... pero...
  • Tienes que estar en la oficina temprano
  • Tus hijos tienen que llegar a la guardería
  • Tienes que preparar el desayuno y la cena
  • Siempre estas corriendo de un lado a otro
  • Te gusta hacer ejercicio en las mañanas
  • Todas estas excusas son válidas porque tienes una vida ocupada. Probablemente tienes una maleta llena de otras excusas que son válidas también. Pero, ¿adivina qué? Aún tienes tiempo para meditar.
  • Cualquier persona puede encontrar tiempo si hacen de esta práctica una prioridad. Si Oprah Winfrey puede tener 20 minutos 2 veces al día para sentarse en la quietud de la meditación, tú también puedes hacer un poco de tiempo, incluso tan solo algunos minutos es mejor que nada.
  • A continuación te presentamos 8 formas en que puedes incluir la meditación en tu día, sin importar la lista de pendientes que tengas. A lo largo de este artículo utilizo referencias de tiempo bastante arbitrarias, así que siéntete con la libertad de sustituir "20 minutos" por "30 minutos" si puedes hacerlo. O también puedes sustituir "10 minutos" por "5 minutos", en caso de que sea todo el tiempo con el que cuentas.
  • Incluso uno o dos minutos de meditación cada día pueden hacer un mundo de diferencia en tu estado mental y emocional.
  • Tal vez aún te encuentras pensando en alguna otra excusa, pero no hay ninguna excusa lo suficientemente buena cuando tienes permiso de simplemente ajustar y adaptar la meditación a tu ocupado ritmo de vida.

  • Levántate, Después Siéntate
  • Tal vez ya te levantas más temprano de lo que quisieras, pero si tan sólo te levantas 20 (o 10, o 5) minutos más temprano y te sientas a meditar en cuanto te despiertas, podrás llevar contigo este estado de paz durante todo tu día.
  • Si esto aún es demasiado estresante para ti, comienza con un pequeño compromiso. Despierta 5 minutos antes de lo normal y sigue los pasos a continuación:
  • Sal de la cama
  • Encárgate de todas tus funciones corporales (ve al baño, toma un vaso de agua…)
  • Medita
  • Deepak Chopra dice que el mejor horario para meditar es en cuanto nos despertamos y nos encargamos de nuestras funciones corporales. No lo pienses más, levántate y siéntate a meditar aún si es sólo por 5 minutos. Cuando empieces a sentir los beneficios y esta actividad empiece a ser parte de tu rutina, puedes incrementar el tiempo.
  • Lo importante es hacerlo tan pronto te despiertes. Si revisas tu correo electrónico o realizas otra cosa antes de la meditación, hay una gran probabilidad de que tus cinco minutos se habrán ido.

Después de Ir a trabajar
  • ¿Tienes que manejar para ir a trabajar? Si te tomas el tiempo para meditar antes de subirte al auto, el camino a casa será una experiencia más agradable. O si sientes que el camino a casa es un generador de estrés en tu vida, entonces, puedes realizar tu meditación tan pronto como llegues a casa de tu trabajo. Esto te ayudará a facilitar la transición entre el trabajo y la vida familiar.

Durante Tu Hora del Almuerzo
  • Si comienzas a asociar tu meditación con el almuerzo, muy pronto, empezarás a pensar en la meditación cuando comas tu almuerzo y se convertirá en un factor desencadenante para ti. Encuentra un rincón tranquilo en o alrededor de la oficina y tómate una pequeña porción de tu hora de almuerzo para sentarte en silencio y que poco a poco se convierta en un hábito.
 Programa tus Meditaciones
  • Programa un descanso de 10-minutos en tu calendario. Si trabajas en frente de la computadora, puedes poner un recordatorio en tu calendario y cuando sea el momento te mandará una notificación. Si trabajas en una oficina, puedes comentarle a tus compañeros acerca de esto para que puedan ayudarte a guardar este espacio de silencio.
  • Hay algunas aplicaciones interesantes en los teléfonos inteligentes que te pueden ayudar a programar tus meditaciones y mantenerte organizado.
 Toma un Minuto, Cinco Veces al Día
  • ¿Aún sigues pensando que no tienes cinco minutos? Apuesto a que tienes uno. Si te sientas durante un minuto (incluso se puede establecer un cronómetro para que no pierdas la noción del tiempo) y te concentras en tu respiración: inhalaciones profundas y exhalaciones lentas, puedes calmar tu mente y crear un estado de paz más profundo. Trata de programar sesiones de un minuto durante todo el día. Aquí están algunas ideas sobre dónde podemos encontrar estos espacios de un minuto:
  • Justo cuando te despiertas
  • Justo cuando llegas a trabajar, antes de empezar tu día
  • Entre reuniones
  • Después del almuerzo
  • Justo antes de salir del trabajo
  • Antes de la cena
  • Antes de acostarte

Cuando se Desencadena la Respuesta de Estrés
  • Encuanto empieces a notar que el estrés empieza a aumentar o empieces a sentir la sensación de que te estas quedando sin tiempo, cierra los ojos y realiza algunas respiraciones profundas. Ese momento de silencio va a lograr que tus pensamientos vayan más despacio, te ayudará a regresar a tu centro y te permitirá enfocarte en soluciones y acciones en lugar de estar pensando en todo lo que tienes que hacer.

Concéntrate en Tu Respiración, en Medio de Actividades
  • Si todavía estás convencido de que estas demasiado ocupado para sentarte y meditar, prueba esta opción, la próxima vez que estés solo en un tren, lavando los platos, limpiando tu casa, esperando en alguna línea, o incluso en la ducha, sintonízate con tu espacio interior, centrándote en la respiración. Si tienes el control de la música, baja el volúmen o apágala. Desconéctate de todo lo demás para que puedas escuchar plenamente a tu respiración mientras realizas una tarea metódica de tu lista de tareas pendientes.

Simplemente Hazlo
  • Si te sientes indeciso sobre si debes meditar o no en un día determinado, no lo pienses, sólo siéntate y cierra los ojos. Incluso si es sólo por un minuto, será suficiente. 

Conclusión
  • Todos podemos identificarnos con el hecho de no tener suficiente tiempo en la vida, pero lo interesante es, que en realidad encontramos que tenemosmás tiempo cuando meditamos porque somos más productivos. Vivimos en una cultura en la que sentimos constantemente que "no tenemos tiempo", y en la que estamos plagados con el síndrome de estar ocupado. Estar demasiado ocupado es casi una insignia de honor.
  • La meditación es una respuesta a este problema. Disminuye la velocidad de la mente y del corazón, nos libera de sentimientos de ansiedad y urgencia, y aumenta nuestra capacidad para resistir las distracciones. En esta era digital, todos nos enfrentamos a miles de distracciones todos los días, lo que le impide a nuestra capacidad de concentración estar plenamente enfocada en nuestras prioridades principales. La meditación ayuda a combatir esto y a hacernos más productivos.
  • Ahora que sabes que meditar nos ayuda a centrarnos en lo que es más importante, a enfocarnos, y en última instancia, a hacernos más productivos ¿Todavía piensas que no tienes tiempo?

Melissa Eisler
The Chopra Center