martes, 10 de octubre de 2017

La parábola zen que nos muestra cómo hacemos una tormenta en un vaso de agua


Se dice que en su recorrido por la India, Buda estuvo en la ciudad de Rajgir. Atraídos por su fama, 500 brahmanes se reunieron para pedirle que les explicara el camino a la iluminación. Buda, que normalmente explicaba sus enseñanzas a través de parábolas, les contó 100 sūtras, este es uno de ellos.

“Hace mucho tiempo, en un pequeño pueblo, vivía un hombre que tenía un rebaño compuesto por 250 vacas. Aquel hombre se sentía muy orgulloso de su ganado y se preocupaba de su bienestar.

Se aseguraba de que pudieran pastar en libertad todos los días y de que el establo fuera suficientemente confortable. La leche que obtenía era de excelente calidad y todos lo alababan por ello. Todo marchaba viento en popa, no podía pedirle más a la vida.

Sin embargo, un día, una manada de lobos famélicos atacó a una de las vacas y se la comieron.

Al caer la noche, cuando el hombre hizo el recuento de su ganado, se dio cuenta de que faltaba una vaca. 

Entonces pensó: “¡Qué desgracia! Mi rebaño está incompleto”.

Con el paso de los días comenzó a desatender al resto de las vacas.

Solo pensaba: “¿Por qué ha tenido que pasarme justo a mí? ¿Qué sentido tiene tener todas estas otras vacas?”

Con aquella idea en mente, obsesionado con la muerte de una de sus vacas y pensando que ya nada volvería a ser como antes, condujo al resto del ganado hasta acantilado, a la muerte”.
Aunque esta historia puede parecernos inverosímil, hasta el punto de rayar en la locura, lo cierto es que en muchas ocasiones nos comportamos como el hombre de la historia. Y como resultado, nos convertimos en los artífices de nuestra verdadera desgracia, maximizando un problema que podría haber sido pequeño en comparación con el que nosotros mismos hemos causado. En otras palabras: hacemos una tormenta en un vaso de agua.

¿Por qué nos centramos en lo negativo?


Algunas personas asumen la adversidad desde una perspectiva más positiva, pero la mayoría se centra más en los sucesos negativos y los recuerda con más detalles. De hecho, se ha apreciado que nuestro cerebro procesa de manera relativamente diferente la información positiva y la negativa.

Las emociones negativas generalmente implican un pensamiento más profundo, por lo que la información se suele procesar más a fondo que las situaciones que generan vivencias positivas. Como regla general, rumiamos mucho más los acontecimientos desagradables que los sucesos felices. Las emociones negativas, los sucesos dolorosos y los comentarios desagradables tienen un mayor impacto que los buenos. Además, las malas impresiones y los estereotipos negativos se forman más rápido y son más resistentes al cambio que los buenos.

Lo demuestra fehacientemente un experimento realizado en la Universidad Carnegie Mellon. Los participantes ganaron o perdieron la misma cantidad de dinero, pero la angustia experimentada por la pérdida era mucho mayor que la alegría que acompañó la ganancia. Por si fuera poco, también se apreció que los sucesos negativos son más resistentes en la memoria que los buenos.

Todo parece indicar que nuestra tendencia a centrarnos en lo negativo se debe a que intentamos recopilar la mayor cantidad de detalles posibles sobre lo sucedido para evitar ese sufrimiento en el futuro. Sin embargo, si no somos capaces de pasar página suficientemente rápido, podemos caer en nuestra propia trampa y condenarnos a la infelicidad que pretendemos evitar zambulléndonos en un círculo vicioso de rumiación.

Cinco señales que indican que estamos perdiendo la perspectiva


Nos comportamos como el personaje de la historia cada vez que:

1. Nos centramos exclusivamente en la pérdida y no somos capaces de ver las posibilidades que aún tenemos a nuestro favor.

2. Dejamos que nos inunde la negatividad, de manera que terminamos viendo el mundo bajo un prisma gris.

3. Pensamos que el dolor, la angustia y el sufrimiento que experimentamos por un suceso jamás pasarán.

4. Creamos una tormenta en un vaso de agua, convirtiendo un pequeño problema en un drama.

5. Tomamos nota exclusivamente de los sucesos que confirman nuestra visión negativa de los hechos, descartando el resto.


¿Cómo evitar hacer una tormenta en un vaso de agua?


Para evitar comportarnos como el personaje de la historia, haciendo una tormenta en un vaso de agua, necesitamos actuar en tres niveles: emocional, racional y conductual.
1. Toma nota de tus emociones. Intentar esconder o reprimir las emociones no sirve de nada. En su lugar debemos tomar nota de ellas, llamarlas por su nombre y, sobre todo, ser conscientes de su impacto sobre nosotros. No siempre es fácil ya que a veces podemos negar que nos sentimos enfadados o tristes simplemente porque nos han dicho desde pequeños que no debemos reaccionar así.

Queremos creer que somos fuertes y que tenemos el control, por lo que pensamos que reconocer esas emociones nos convierte en personas más débiles. ¡Es justo lo contrario! Hasta que no reconozcamos cómo nos sentimos seguiremos estando controlados por las emociones. Todas las emociones son válidas y no debemos juzgarlas, tan solo reconocerlas y comprender su impacto.

2. Cambia tus pensamientos.
 El segundo paso consiste en redirigir el pensamiento hacia las potencialidades, en vez de centrarnos exclusivamente en la pérdida. Es cierto que cuando atravesamos malos momentos es difícil ver lo positivo, por eso es importante salir de nuestra perspectiva.

Imagina que eres otra persona, quizá ese amigo que siempre te da buenos consejos y te ayuda a salir de los malos momentos: ¿Qué te diría? 

Lo más importante es que identifiquemos cada pensamiento desadaptativo que añade más leña al fuego, generalmente se trata de generalizaciones erróneas, como pensar "todo va a salir mal" o "nunca podré superarlo". Luego debemos colocar en su lugar pensamientos más objetivos y realistas. Por supuesto, no se trata de abrazar un optimismo tóxico, sino de encontrar un saludable punto medio.

3. Actúa en consecuencia.
 En tercer lugar, es fundamental cerciorarnos de que estamos dando los pasos en la dirección correcta. Para salir de cualquier situación difícil es necesario actuar, no quedarnos bloqueados en el sufrimiento.

Una de las frases budistas más interesantes nos enseña que "un viaje de mil millas empieza con el primer paso". Lo que sucede es que a menudo nos da miedo dar ese paso, porque aunque no queramos reconocerlo, nos sentimos más cómodos y seguros en el sufrimiento que lanzándonos a lo desconocido. Tampoco es necesario agobiarse, basta dar pequeños pasos que nos alejen de la situación que genere el malestar, pequeños pasos que no generen una gran dosis de ansiedad.
Psicología/Jennifer Delgado
https://www.rinconpsicologia.com

Fuente:
Zhang, L. & Baumeister, R. F. (2006) Your money or your self-esteem: threatened egotism promotes costly entrapment in losing endeavors. Pers Soc Psychol Bull; 32(7): 881-893.

lunes, 9 de octubre de 2017

Adelgazar con cerebro

Si el trabajo absorbe la mente, el cuerpo absorbe las grasas. Muchas personas se “drogan” con trabajo, y sin darse cuenta acumulan kilos y kilos de ansiedad. Es un mecanismo de doble dependencia: el alimento llena el cuerpo, el trabajo ocupa la mente. La solución es empezar a crear espacios “vacíos” para empezar a llenar con plenitud real. Sin intervenciones quirúrgicas ni dietas.


El aumento o la pérdida de peso es un asunto muy interesante y fuertemente investigado en Mindfulness. Cuando aumentamos de peso, estamos acumulando energía que no está canalizada en la justa dirección, y nos alejamos más y más de nuestra auténtica realización. Los kilos son el depósito de energía que no hemos puesto al servicio de nosotros mismos, de todas las virtudes que no podemos practicar, nuestras habilidades secretas. En definitiva, la obesidad indica en realidad que no nos estamos ocupando de nosotros mismos, que le estamos dando más importancia al otro, quizás al trabajo. Debemos verificar si las opciones que creemos estar haciendo desde nuestra mente están en realidad en consonancia con la matriz del inconsciente. Si el peso que tenemos que pagar es el sobrepeso de la obesidad, debemos tomar conciencia de que nuestro mundo interno está haciendo algo urgente para ponernos en sintonía con nosotros mismos.

Es erróneo creer que el problema es la comida

No es ese el caso; esta interpretación es un engaño de la mente que te llevará a no resolver o a considerar soluciones drásticas como es la cirugía, dietas, etc. Devorar porciones exageradas de chocolate, levantarte por la noche cuando nadie te ve a comer, no es el problema; el problema es que “ya no te estás ocupando con cariño de ti”. Quizás tienes el trabajo que querías, pero has inmolado tu parte emocional, y el peso te está absorbiendo. En esa franja tan estrecha que has construido para el placer, el alimento ha sido la única isla primitiva a la que aferrarte. Es un mecanismo arcaico y primitivo (en el sentido más psicológico y no moral) con el propio cuerpo, que te está avisando de que has superado ya los límites. Por tanto, debes hacer una reflexión y pasar a dar un uso más inteligente de tu energía.
Tienes que poner las cosas en su punto justo. No te debes inmolar por el trabajo, o por el triunfo, ni porque tu pareja te ha dejado; porque el problema no es el trabajo, ni el éxito ni la pareja, es que has dejado de pensar en ti. No te dejes engañar más por la mente. Ni poco, ni mucho, ni nada: empieza ya a darte un pequeño espacio semanal para hacer un poco de ejercicio. Ve a la piscina, camina, haz yoga. También puede ser un masaje, o un paseo por el bosque y ve observando los efectos sobre ti mismo. En cualquier caso, empieza por ocuparte de ti mismo. El auténtico fármaco que produce efectos adelgazantes de larga duración se llama serotonina, y está en tu cerebro.
¿Cuáles son las cosas bonitas que te gusta hacer y no haces? Empieza a encontrarte a ti mismo. Intenta ver cuándo empezó todo, ¿Qué fue lo que dejaste? ¿A qué le has dado la energía que te falta? No se trata de encontrar una razón externa a la que culpar; más bien empezar a ser consciente de la cadena de eventos que te llevaron a donde ahora te encuentras.

Koncha Pinós-Pey para Espacio MIMIND.

http://www.yogaenred.com

domingo, 8 de octubre de 2017

¿Vives en bucle?



¿Vives en bucle? Siempre soñando las mismas cosas, de la misma forma, en el mismo sitio… Siempre esperando un mazazo que te devuelva al que crees que es tu lugar cuando te extralimitas y te dejas llevar por una valentía que no parece tuya… 
Buscando respuestas a unas preguntas que ya no te importan, que no te interesan, que no te definen…
Siendo una figurita en un tablero que no se mueve y no avanza, que salta una casilla y retrocede cinco… Que busca explicación, que busca el porqué sin darse cuenta de que lo que le pasa es que piensa demasiado y vive poco… Que piensa siempre en lo mismo y de la misma forma… Que arriesga nada y no consigue nada a cambio. Que no ventila sus ideas ni pensamientos y siempre son los mismos y le conducen al mismo sitio. Que se come los miedos en lugar de comprenderlos y luego llora porque no los puede digerir… 
Soñando que vuela y nunca vuela.
Soñando que baila y nunca baila.
Soñando que llega y nunca llega, porque siempre lleva los mismos zapatos y se para en las mismas esquinas para mirar los mismos semáforos y respirar el mismo aire que huele a rutina.
Te sujetas a algo que parece seguro, pero no es nada… Lo sabes, la vida te lo arrancará cuando más creas necesitarlo, para que te des cuenta de que no forma parte de ti, de que eres inmenso y no necesitas agarrarte a nada, de que te tienes a ti… Tarde o temprano caerán los mitos a los que sigues y veneras para que sepas que el único ídolo está en ti y que los demás son tan maravillosamente imperfectos como tú… Para que observes tu belleza inmensa tal y como merece y dejes de ver en otros lo que crees no tener y de detestar lo que reconoces de ti en ellos. Para que dejes de culparte por lo que no eres y empieces a ejercer desde tu grandeza. 
Si te escondes bajo un techo, la vida arrancará el techo para que entiendas que eres tu propio cobijo, que estás a salvo siempre y que mereces todavía algo mejor… Aunque nunca lo consigues porque sueñas corto, acomplejado, en voz baja… Porque sueñas con una especie de limitador conectado y unas tijeras enormes siempre le recortan las esquinas a tus sueños y a menudo se les va la mano. 
Si consigues cosas para acumular, te lo quitará todo, para que comprendas de una vez por todas que no se trata de tener sino de ser y sentir, para que no te aferres a nada porque todo está a tu alcance…
Si corres mucho para todo, te hará parar para que sepas que debes detenerte a oler las flores y mirar cómo el sol se pone, acariciar el cabello de tu hija y degustar el plato que tienes ante ti en la mesa.
Si tienes miedo a algo, te pondrá ese algo en bandeja, porque llevas tanto tiempo pensando en ello y que has conseguido que venga a ti para que deje de asustarte, para que te des cuenta de una vez por todas de que el miedo está a tu servicio y no dirige tu vida… Y que lo que te asusta es un regalo para salir aún más entero de este trance.
No te asustes, todo esto forma parte de algo grande, tan grande como tú, que busca que sepas que no te quieres como mereces, que no te ves como realmente eres, que no puedes seguir limitándote porque vas a estallar dentro de ti… Para que abandones esas ideas gastadas que te hacen sentir pequeño y ocupes el lugar que te corresponde. Para que de una vez por todas asumas que no hay más sentido en la vida que vivirla, sentirla, abrazarla y asumir todos sus cambios como nuevos caminos que llevan a ti mismo… A ese tú olvidado y escondido que se pasa los días intentando salir mientras ahogas su voz en un marasmo de quejas. 
¿Vives en bucle? Te acuestas con los mismos miedos y das los mismos besos en los mismos pliegues de piel… Ves las mismas caras tristes de ver las mismas caras tristes y caminas por los mismos adoquines en la calle sin osar al sacrilegio que sería cambiar de acera y encontrar un destino que te haga reír… Le dices siempre que le quieres con el mismo rictus acongojado en los labios, como si supieras que puedes amar todavía más pero te reservaras amor para otro momento, para otra vida, para otra forma de vivir.
Buceas en tus entrañas buscando un pizca de amor propio que te haga llegar hoy a la reunión para decir no pero sabes que no vas a encontrarla porque cuando la tengas en tus manos la disfrazarás de «no puedo hacer eso». Te sumerges en esas otras caras, en este viejo tren que lleva siempre al mismo sitio porque no te atreves a bajar en otra estación o tomar un tren distinto o dejar de subir a trenes que no son tu tren y no te llevan a tu vida… Y todo volverá a empezar cuando llegues… Te pondrás el mismo traje u otro tan parecido que te hará sentir que no creces, que no avanzas, que nunca llegas al jaque mate ni abandonas el tablero… Que nunca pasa nada especial, ni cuando naciste, ni cuando lloras, ni cuando te caes, ni cuando te haces daños… Ni cuando mueras…
Y cumplirás un año más…  
Y soplarás las velas deseando tirar el pastel contra la ventana y subirte a la mesa y decirle al mundo que en realidad ese o esa no eres tú… Que dentro de ti hay alguien que arde en deseos de darle la vuelta a su vida, caminar por el lado más salvaje de la calle de la incertidumbre y arriesgarse a lanzar por los aires una rutina que a veces le hace no querer despertar.
Y que cuando alguien te mire raro porque actúas distinto y te ve esa mirada ida de felicidad, de persona que hace de persona, y te diga ¿pero qué haces? Tú le respondas… Todavía no lo sé, pero da igual… Ahora sólo quiero ser yo.

Merce Roura
https://mercerou.wordpress.com