martes, 14 de marzo de 2017

REENCUÉNTRATE CON LA ARMONÍA PERDIDA



Partiendo de la base de que a todos nos educan dentro de una sociedad consumista, y los objetivos para los que nos preparan están relacionados con el supuesto “bienestar” social, es casi lógico que la espiritualidad y el Crecimiento Personal no estén entre los objetivos de nuestra educación.
Crecemos en este tipo de sociedad, pero… algo falla.

Las satisfacciones que vamos obteniendo no nos llenan plenamente: son efímeras. Ni siquiera al conseguir tener un buen trabajo y ganar dinero, que son los objetivos que nos inculcaron, nos encontramos en plenitud.

En el fondo se siente un descontento que no está causado por la escasez o falta de algo, ni por la necesidad de más dinero, o éxito, o poder. 

No es la ausencia de “algo” lo que nos proporciona ese descontento, sino la ignorancia de qué es lo que nos falta.

Sentimos que no estamos completos, que las felicidades momentáneas no son lo que realmente deseamos, que tiene que haber algo más, pero no sabemos qué es ese algo más, ni en qué consiste, y aún menos dónde y cómo buscarlo.

Si te encuentras en una situación similar a la descrita, sigue leyendo, por si acaso.

Sería conveniente recuperar la espontaneidad; traer al uso diario aquel niño que fuimos, que estaba exento de unas preocupaciones que nos hemos impuesto; ser juguetones sin que la edad, cualquiera que sea, nos imponga una seriedad o rigidez que, a veces, agobia y obstaculiza la naturalidad; 
No se debe negar que existe una necesidad interna de ser libres, de escaparse de los condicionamientos, de jugar por jugar, reír por reír, y hasta vaguear. Y negarlo, además, es antinatural, porque conlleva la mutilación de una parte de nuestra naturaleza. Por todo ello, no se deben acallar ni las emociones ni los impulsos.

En la psicoterapia uno de los principales trabajos es intentar volver a contactar con las partes de sí mismo que uno niega.
Parece ser que, como seres humanos, nos hemos impuesto unas normas a cumplir para estar en el mundo, que se basan, básicamente, en obligaciones y responsabilidades, y no hemos puesto el mismo interés en marcar unas reglas por las que el disfrute haya de ser habitual, incensurable, deseado, manifestado…
Si un extraterrestre llegara a la tierra y viera esto le parecería que estamos mal organizados.

En nuestro interior estamos pidiendo a gritos protección, cuidado, aventura, juegos… y expresarnos sin censura, ni por parte propia ni de la sociedad.
Los problemas emocionales se producen a partir de la negación o del intento de acallar o transformar nuestras emociones naturales, porque perdemos el contacto con nuestra auténtica naturaleza y con la armonía interna, que necesita que todas sus partes se manifiesten libremente.
Una vez leí un artículo que confirmaba que estaban obteniendo grandes éxitos en el tratamiento de la fibromialgia, y otras “enfermedades”, al hacer que los pacientes manifestaran sus emociones reprimidas.

Si nos observamos en los momentos de espontaneidad nos daremos cuenta de que es cuando realmente nos sentimos nosotros mismos. Somos más naturales en esos instantes que en los otros, más rígidos y artificiales.

Sería conveniente dedicar el tiempo y la atención necesarios para averiguar qué nos hace daño.
Nos hace daño, por ejemplo, imponernos demasiados “debería”, y ser adictos al “tengo que”, porque llevan implícita una sensación de tensión y agobio, y una pesada losa inflexible.
Se dice, y es cierto, que si cambiáramos el “debería” y el “tengo que”, por “es mi deseo”, o por “decido”, aunque sea la misma tarea la que vamos a realizar, en cambio, psicológicamente es más liviana: a todos los efectos, estamos haciendo lo que vayamos a hacer de un modo que implica satisfacción y el cumplimento de un deseo o decisión propia.

Sería conveniente verificar si somos o no demasiado rígidos con nosotros en la búsqueda de la perfección, si queremos hacerlo todo muy deprisa, si nos quedamos en el intento porque no ponemos todo de nuestra parte, si insistimos en aparentar una fortaleza que no tenemos... 
Vivir con tensión resta pureza a nuestra vida, y crea un desequilibrio que no es útil ni necesario.

Abre tu mente. Ábrete a nuevas creencias y nuevas formas de ver la vida. Date permiso para vivir una realidad distinta. Deja a tu curiosidad que te plantee sus cosas.

Autoriza la manifestación habitual del placer y la alegría. Juega. Rescata la parte lúdica. Escucha la voz de tus deseos, y cumple todos los que sean sanos. Busca a quien eres realmente, y permítele manifestarse sin censuras.

Contacta con gente sin dobleces ni artificios. Son esos que siempre llevan una sonrisa plantada en los labios, que te miran a los ojos, que ríen de un modo sincero, que son campechanos y pacíficos. Son los que demuestran su dignidad. Son esos que sabes que nunca te traicionarán.

Acércate hasta la naturaleza todo lo que puedas. Déjate saciar por la paz y el bienestar que encontrarás en ella.

Contacta asiduamente con tu espiritualidad. Varias investigaciones indican que los seres humanos tenemos cierta función neuronal dirigida a la experiencia trascendente. La espiritualidad está para ayudarnos. Utiliza el yoga, la meditación, el silencio, los libros religiosos, la música, o cualquier otro camino que te lleve a ella. Es una necesidad casi vital.

Si quieres recuperar la armonía, si quieres ser más tú mismo, sé sincero. Es imprescindible. No te preocupes por lo que piensen o digan los demás: sólo a ti tienes que darte cuentas. Sé honesto y no te traiciones nunca.

Francisco de Sales
buscandome.es

lunes, 13 de marzo de 2017

8 Puntos De Presión Para Reducir El Estrés

Cada persona tiene sus propias formas de lidiar con el estrés, algunos escapando a algún lugar soleado, otros tomando una copa de vino, y otros intentando ignorarlo. A pesar de tener algunas ventajas, estos métodos nos brindan una solución temporal que nos permita atravesar determinadas circunstancias en el momento exacto que necesitamos.
Para nuestra fortuna, existen diferentes puntos de presión que nos ofrecen una solución efectiva y a largo plazo para combatir el estrés. Dichos puntos se encuentran distribuidos en diferentes áreas del cuerpo que pueden desencadenar una gran variedad de efectos en la mente y el cuerpo cuando se les aplica presión.
Cuero cabelludo

El cuero cabelludo está lleno de puntos de presión, muchos de los cuales pueden ser utilizados para aliviar el estrés de forma efectiva. Cuando estés sentado en la oficina o en tu casa, inclínate hacia atrás y utiliza dos dedos para masajear el punto donde el cuello se encuentra con la cabeza, durante unos 20 segundos. Gran parte del estrés que acumulamos durante todo el día se concentra en los hombros y los músculos del cuello, por lo que ejercer presión sobre esta zona puede ayudar a reducir el estrés.
La oreja

Este punto de presión es conocido como “Shen men” (la puerta del espíritu) y considerado uno de los mejores puntos corporales para aliviar el estrés. En reflexología, los masajes en este punto también son utilizados para reducir la inflamación y el dolor en el cuerpo. Se recomienda utilizar una lapicera o un palillo para realizar los masajes, respirando lenta y profundamente durante el proceso.
El pecho

Muchas veces, el estrés nos hace olvidar cómo respirar de forma correcta. Este punto de presión ayuda a reducir el estrés que se acumula en el pecho, permitiéndote respirar con normalidad. Para masajear este punto, utiliza la yema de un dedo para realizar golpeteos rítmicos sobre la zona, mientras respiras lenta y profundamente. Si sufres de estrés crónico, combina los masajes en este punto, con masajes en la zona entre las cejas. La conexión entre estos dos puntos ayuda a relajar el sistema nervioso.
El estómago

Muchos reflexólogos prefieren utilizar este punto porque ayuda a crear un movimiento que libera el pecho y el diafragma, mejorando el proceso respiratorio. Luego de realizar este tratamiento, los pacientes suelen respirar de forman más pausada y profunda, y sentir una sensación general de alivio y bienestar.
El antebrazo

Este punto de presión es común en tratamientos de acupuntura y reflexología. Su objetivo es reparar la inversión del flujo de energía en el cuerpo, causada por la ansiedad y el estrés. En este sentido, la presión sobre este punto permite que la energía circule en la dirección correcta, aliviando el estrés y promoviendo la salud mental.
La Palma

En el mismo momento que apliques presión sobre este punto sentirás que el estrés comienza a evaporarse. Este punto de presión está ubicado en uno de los meridianos, también llamados canales de energía, más importantes del cuerpo, ya que afecta el corazón, el hígado y el páncreas. Muchos especialistas creen que la mayor parte del estrés que experimentamos es almacenado en el hígado, por lo que ejercer presión sobre este punto es efectivo a la hora de aliviar el estrés. Los masajes en esta zona también pueden utilizarse para tratar el dolor de cabeza, la indigestión y el insomnio.
Las pantorrillas

Si sientes que se ha acumulado estrés en la parte superior de tu cuerpo, los masajes en este punto serán la solución perfecta para ese problema. Esta zona es bastante sensible en personas que deben lidiar con situaciones estresantes con frecuencia, o en mujeres en particular.
Los pies

La aplicación de presión sobre este punto ayuda a aliviar la mente estresada que constantemente se encuentra pensando en las causas de su estrés. Muchos reflexólogos creen que este es el mejor meridiano para tratar problemas de páncreas. Además, su ubicación en el centro del pie ayuda a los pacientes a aliviar el estrés y concientizarse sobre la importancia de la salud de su cuerpo y su mente.
Lautaro O. para
http://www.todo-mail.com/

domingo, 12 de marzo de 2017

Conciencia Emocional: Las emociones que no gestionas, te controlan



Todos experimentamos emociones, pero no todos somos capaces de reconocerlas y ponerles nombre. De hecho, ¿sabías que se han llegado a catalogar unas 250 emociones y sentimientos? Entre la tristeza y la alegría, entre sentirnos mal o bien, existe un amplio abanico emocional en el que deberíamos profundizar.

Si no somos capaces de reconocer nuestras emociones y sentimientos, si no encontramos sus causas y no comprendemos cómo impactan en nuestros comportamientos y decisiones, no podremos gestionarlos adecuadamente y terminaremos viviendo en una montaña rusa emocional. Por eso es tan importante desarrollar la conciencia emocional.

Bruma emocional: Los peligros que entraña no distinguir las emociones

Un estudio muy interesante realizado por psicólogos de la Universidad de Michigan reveló que las personas que sufren depresión tienen una característica en común: no distinguen con precisión las
diferencias entre las emociones negativas que experimentan, como la tristeza, la culpa, la ira y la frustración. Esto podría explicar, al menos en parte, por qué la depresión es tan difícil de superar.
Para llegar a estas conclusiones los investigadores les pidieron a personas sanas y a personas que padecían depresión que reportaran sus emociones en momentos concretos a lo largo de una semana. Así descubrieron que a las personas deprimidas les resultaba muy difícil distinguir entre las diferentes emociones negativas.

Estas personas estarían sumidas en una especie de “bruma emocional”, la cual se genera cuando no somos capaces de distinguir las emociones y etiquetarlas. El problema es que ese estado puede agravar estados como la depresión o la ansiedad. De hecho, es difícil mejorar nuestra vida si no sabemos exactamente cómo nos sentimos sobre algunos de sus aspectos.

Por ejemplo, ¿te imaginas qué difícil sería saber cuándo ha llegado el momento de llenar el tanque de combustible si no tuvieras ese indicador en el salpicadero del coche? Algo similar ocurre con nuestro estado emocional, no podemos mejorar o utilizar las emociones a nuestro favor si no sabemos cómo nos sentimos y por qué.

¿Qué sucede en el cerebro cuando etiquetamos una emoción?

Un estudio llevado a cabo en la UCLA desveló qué ocurre en nuestro cerebro cuando etiquetamos las emociones negativas. Estos neurocientíficos les pidieron a un grupo de participantes que vieran imágenes en las que aparecían rostros enfadados o con miedo.
Esas imágenes incrementaban la actividad en la amígdala, una región del cerebro íntimamente vinculada con las emociones que actúa como una alarma cuando detecta un posible peligro y desencadena una serie de cambios fisiológicos que nos preparan para huir o atacar. De hecho, se ha apreciado que la amígdala responde intensamente incluso ante imágenes subliminales, que nuestra conciencia no capta.

En este punto, los investigadores se preguntaron si el simple hecho de etiquetar esas emociones podría atenuarlas y disminuir el nivel de activación de la amígdala. A continuación, les pidieron a los participantes que identificaran las emociones que estaban viendo. Los resultados fueron asombrosos: casi inmediatamente la actividad de la amígdala comenzó a disminuir, mientras se activaba la corteza prefrontal ventrolateral, una zona vinculada con el pensamiento, la inhibición del comportamiento y el procesamiento racional de las emociones.

En práctica, lo que sucede es que cuando etiquetamos lo que sentimos nos vemos obligados a activar la parte más racional del cerebro. Esa zona echa una especie de “freno de mano”, evitando que las emociones tomen el control. Al entender lo que nos ocurre, el impacto emocional negativo disminuye y hace que las emociones sean menos dolorosas.

Un programa para desarrollar la conciencia emocional

La conciencia emocional es la capacidad para reconocer nuestras emociones, identificarlas y ponerles un nombre. Esto significa, ante todo, la posibilidad de experimentar y reconocer múltiples emociones, sentimientos y estados de ánimo. También implica que la persona domina un vocabulario emocional suficientemente rico que le permita expresar exactamente lo que siente.

Sin embargo, la conciencia emocional no se limita a reconocer y etiquetar las emociones sino que también significa comprender cómo impactan en nuestros comportamientos y pensamientos. Además, implica saber qué estamos sintiendo y por qué, encontrar la causa de esos estados y, sobre todo, aprender a usarlos a nuestro favor.

No nacemos con una conciencia emocional, esta se va desarrollando poco a poco, a medida que vamos experimentando nuevas emociones y los adultos que nos rodean nos ayudan a etiquetarlas y gestionarlas. Desgraciadamente, en muchos casos ese aprendizaje no se produce y la conciencia emocional se atrofia. Eso no significa que la persona no sea capaz de experimentar muchísimas emociones y sentimientos, sino que no es capaz de reconocerlos y, por ende, le resulta mucho más complicado gestionarlos.

La buena noticia es que la conciencia emocional se puede potenciar en cualquier etapa de la vida. De hecho, ese es precisamente uno de los objetivos del programa “Conciencia Emocional” diseñado por la Escuela Europea de Coaching,

Este programa, concebido como un entrenamiento vivencial de carácter eminentemente práctico, está dirigido tanto a los psicólogos, coaches, profesores y trabajadores sociales como a todas las personas que quieran desarrollar sus capacidades emocionales.
A lo largo de 9 sesiones los participantes podrán profundizar en el universo emocional a través de herramientas que facilitan el descubrimiento, la experimentación, la profundización y la gestión de las emociones.

El programa, que ha llevado más de dos años de desarrollo y cuenta con un experimentado equipo multidisciplinar, concibe las emociones como nuestras aliadas, y pretende que aprendamos a identificarlas, comprender su mensaje y utilizarlas para reencontrar el equilibrio, tanto a nivel físico como psicológico. ¿Te apuntas?


Psicología/Jennifer Delgado

Fuentes:
Demiralp, E. et. Al. (2012) Feeling blue or turquoise? Emotional differentiation in major depressive disorder. Psychological Sciences; 23(11): 1410-1416.
Lieberman, M. D. et. Al. (2007) Putting feelings into words affect labeling disrupts amygdala activity in response to affective stimuli. Psychological Science; 18(5): 421-428.