martes, 14 de febrero de 2017

Y tú ¿qué máscaras llevas?


Una de las necesidades básicas de los seres humanos consiste en crear vínculos y sentir pertenencia a un grupo. Esa necesidad de pertenecer nos mueve a establecer una serie de personajes que nos ayudan a adaptarnos y a “sobrevivir” en cada ambiente.
Todos tenemos una serie de máscaras, de personajes internos que van apareciendo según las circunstancias que vivimos, con quién nos relacionamos y según nuestras emociones, pensamientos y acciones.
Algunos de ellos nacen en nuestra zona menos sana y nos empujan hacia actitudes y mecanismos que no nos benefician, otros surgen de nuestra parte equilibrada y nos ofrecen mejores consejos. Algunos salen en determinados círculos y otros son más permanentes y nos acompañan todo el tiempo.
“El mundo es un gran teatro, y los hombres y mujeres son actores. 
Todos hacen sus entradas y sus mutis y diversos papeles en su vida…” ‘Como gustéis’ W. Shakespeare
Los disfraces poco sanos que usamos sin darnos cuenta para funcionar en el mundo son los que en Terapia Gestalt llamamos egomecanismos que nos sirven para protegernos y mostrarnos en función de lo que creemos que nos va a facilitar el a veces complicado arte de vivir y relacionarnos con los demás.
Unos ejemplos sencillos:
–  A Silvia le cuesta mucho gestionar situaciones de enfrentamiento y expresar su desacuerdo o malestar ante algo. En un intento de evitar cualquier tipo de conflicto, ha adoptado una máscara de “buena niña”, por lo que su personaje adaptable, pacífico e inofensivo le asegura de librarse de cualquier situación que la ponga frente a lo que tanto teme.
– En su infancia, Montse recibió el mensaje de que “la vida es un valle de lágrimas”. Fiel a la tradición familiar, se define a través de su máscara de sufrimiento, que la muestra como una víctima de todo y de todos. Montse obtiene así la atención, compasión y “amor” que su personaje carente busca de forma desesperada.
– Al contrario que Montse, Jordi tiene muchas dificultades para aceptar el dolor y las partes menos agradables de la vida. Ha construido una máscara de felicidad, optimismo y “estar siempre bien” que le ayuda a huir de las emociones que más teme: el dolor y la tristeza. A la vez, su personaje muestra al exterior una imagen de felicidad y plenitud que alimenta y sostiene todo el montaje.
 – Javier tiene miedo a que le hagan daño y le vean vulnerable. Aunque es sensible, se muestra agresivo y poco emocional. El personaje más bien duro y a la defensiva que ha construido le ayuda a evitar la expresión de sus emociones y un contacto más estrecho con las demás personas. 
La “niña buena”, el “tipo duro”, la “superwoman”, el “rompecorazones”, el “oso amoroso”, la “ayudadora”, el “rebelde”, la “sufridora”… Progresivamente y con el paso del tiempo nuestro disfraz se va consolidando y apoderando de nuestra identidad hasta que acabamos identificándonos con lo que algún día sólo fue una herramienta, algo que nos facilitó el trabajo de vivir. Es como si un carpintero acabara creyendo ser su martillo.
“Cuando llevas una máscara tanto tiempo, te olvidas de quién eras debajo de ella”  Alan Moore
Las máscaras que parecen protegernos, en realidad nos debilitan. Las usamos para evitar lo que tememos, obtener el amor y el reconocimiento de los demás, para “encajar”, para cumplir con lo que creemos que se espera de nosotros… y en realidad ocultan parte de nuestro ser, limitan nuestro contacto con los demás, estrechan nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos.
Detrás de nuestros disfraces egoicos en realidad se esconde algo muy profundo, un mecanismo construido por el niño o niña herida que una vez fuimos, que sigue intentando ser visto y querido a través de actitudes que le funcionaban en la infancia, pero que en la edad adulta ya no tienen sentido.
Como dice Alan Moore en su cita, al llevar tanto tiempo nuestros disfraces al final acabamos olvidando quiénes éramos debajo de ellos. Además de la Terapia Gestalt, algunas disciplinas cuyo objetivo se centra en este trabajo son el Eneagrama y el teatro terapéutico.
Estas técnicas son potentes herramientas que nos ayudan a ponerles conciencia,  desenredarnos poco a poco de sus limitaciones y redescubrir quiénes somos.
Para liberarnos de ellas se hace necesario, en primer lugar, tomar conciencia de que las llevamos e ir descubriendo a qué responden: qué partes ocultan, cuáles muestran, para qué nos sirven, qué nos ayudan a evitar y a conseguir… en definitiva, conocerlas en profundidad para, posteriormente y a partir de un trabajo de autoconocimiento, salir de la jaula donde nos han tenido encerrados durante tanto tiempo.

Clara Dini Llobet
http://psicopedia.org


 ►Siempre -decía- llevamos una máscara, una máscara que nunca es la misma sino que cambia para cada uno de los papeles que tenemos asignados en la vida: la del profesor, la del amante, la del intelectual, la del marido engañado, la del héroe, la del hermano cariñoso.
                                                                                               Ernesto Sábato. Sobre héroes y tumbas

lunes, 13 de febrero de 2017

La metáfora de los dos árboles: ¿Cómo alcanzar el éxito y vivir plenamente?


Érase una vez un niño de diez años, muy listo para su edad. Un día, aquel niño fue a visitar a su abuelo, acudió a su casa con una idea fija en mente: quería triunfar en la vida y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para lograrlo.

Su abuelo había sido una persona exitosa, por lo que si había algún secreto, sin duda se lo contaría. Sin más, le preguntó: 

- Cuando crezca, quiero tener mucho éxito, como tú. ¿Puedes darme algún consejo para alcanzarlo?

El abuelo no le respondió, cogió al niño de la mano y lo llevó al vivero donde solía comprar las plantas. Entonces le pidió que eligiera dos árboles.

Al llegar a casa, los plantaron. Colocaron uno en el jardín y otro en una maceta, dentro de casa.

- ¿Cuál de los dos árboles crecerá mejor? – preguntó entonces el abuelo.

El niño se tomó unos minutos para pensar y respondió:

- El árbol de la maceta, porque está dentro de casa, protegido y al seguro. El que está afuera tendrá que enfrentarse a la lluvia, el sol y el viento, tendrá más dificultades para crecer y quizás hasta muera.

El abuelo se encogió de hombros y no dijo nada más.

Los años pasaron, mientras el abuelo cuidaba ambas plantas. Un buen día, el niño, que ya era un joven, recordó la pregunta que le había hecho a su abuelo años atrás.

- Nunca contestaste a mi pregunta. ¿Cómo puedo tener éxito? 

El anciano llevó a su nieto a ver ambos árboles. Luego le preguntó:

- ¿Cuál ha crecido más?

El joven se quedó perplejo, aquello no tenía sentido. 

- ¿Cómo es posible? El árbol de la maceta tenía todas las condiciones dentro de casa. ¡Debía haber crecido más!

El abuelo sonrió.

- La opción más segura te permite sobrevivir pero no alcanzar el éxito o vivir con plenitud. En cambio, los peligros se convierten en desafíos que te impulsan a crecer. Solo teniendo el valor para arriesgar, podrás descubrir tu verdadero potencial.

Cinco condiciones esenciales para tener éxito y vivir plenamente


La metáfora de los dos árboles es una historia muy sencilla pero encierra grandes enseñanzas para nuestra vida. De hecho, a menudo pensamos como ese niño y añoramos una vida fácil, donde todo discurra con fluidez, no existan obstáculos y el sufrimiento no tenga cabida. No nos damos cuenta de que es en las situaciones límites, en medio de la adversidad, cuando sacamos lo mejor de nosotros y se produce un crecimiento cualitativo en el plano psicológico.

¿Qué enseñanzas prácticas podemos extraer de esta metáfora?

1. Apuntar alto. Si no eres capaz de construir tus propios sueños, alguien te pagará para que construyas los suyos. Toda persona que ha llegado lejos en la vida, es porque se ha atrevido a soñar, a desafiar los convencionalismos e incluso a hacer caso omiso de la fatalidad que podía estar asociada a su condición social o a sus problemas de salud. Recuerda que para quien no sabe adónde va, ningún viento le resulta propicio. 

2. Salir de la zona de confort. En la zona de confort nos sentimos seguros pero no es en ese espacio en el que nuestros sueños se hacen realidad. Salir de la zona de confort significa atreverse a pensar de una manera diferente, aceptar la incertidumbre y asumir cierta dosis de riesgo. No se trata de tirarse al vacío sin paracaídas pero es imprescindible explorar nuevos territorios, porque no se consiguen resultados diferentes haciendo siempre las mismas cosas.

3. Asumir los obstáculos como desafíos. Todos encontramos piedras a lo largo del camino, hay quienes las recogen y las cargan en su mochila, hasta que el peso les vence, y hay quienes las apartan de sí, para poder continuar el viaje ligeros de equipaje. Los problemas pueden ser obstáculos que generen frustración y te hagan perder la motivación o, al contrario, pueden impulsarte a crecer. Sin embargo, la dirección depende de tu actitud.

4. Aprovechar las oportunidades. Cada situación siempre encierra aspectos positivos, aunque a menudo estamos tan ofuscados que no somos capaces de notarlos. Sin embargo, las personas de éxito son aquellas que han sabido captar las oportunidades y aprovecharlas. No se trata de estar en el momento justo y en el tiempo justo, como muchos piensan. En realidad el éxito no es una cuestión de suerte sino de perspicacia, de ver más allá de las circunstancias y proyectarse al futuro.

5. Confiar en la propia fuerza. Cualquier camino hacia una vida más plena, está marcado por la autoconfianza. La autoconfianza es el verdadero combustible que alimenta la motivación, es lo que nos permite mantenernos focalizados y no perder la esperanza ni siquiera en los momentos más difíciles. Por supuesto, no se trata de una varita mágica, pero si hay algo seguro es que la falta de confianza en tus capacidades te llevará directamente a un callejón sin salida.

Psicología/Jennifer Delgado
http://www.rinconpsicologia.com

domingo, 12 de febrero de 2017

ASPIRAR A LA FELICIDAD




En mi opinión, los Seres Humanos nacemos con una tendencia genética que nos encamina a buscar y alcanzar el máximo de felicidad posible. O, por lo menos, a evitar la infelicidad y los sufrimientos.

Y eso es bueno.

Lo malo es, precisamente, rendirse ante la infelicidad, conformarse con ella –aunque sea a regañadientes-, aceptar que uno no está predestinado a ser feliz –lo cual es una tontería y una mentira al mismo tiempo-, o condescender y rendirse ante las temporadas continuadas de infelicidad y auto-abandono.

La felicidad está indicada por el nivel de aceptación y de satisfacción con nuestra situación y con las cosas que nos pasan.

Si uno no posee bienes materiales, pero lo acepta sin rabia y sin envidias, puede ser feliz “no teniendo”.

En una convención donde se reunieron los mayores intelectuales del mundo para debatir con respecto a la vida, llegaron a esta conclusión que resume todos sus debates: LAS COSAS PASAN.

Si uno acepta lo que le pasa en la vida y entiende que forma parte de su vida que las cosas pasen, y no se amarga la vida por ello, desde una actitud sanamente beatífica de comprensión, todo resulta mucho más fácil y la felicidad dispone de más posibilidades de manifestarse y de quedarse de continuo.

No confundir esto con “no hacer” –con no poner algo de su parte-, ni con aprender a resignarse y conformarse con lo desagradable que le proporcione su abandono.

Hay que aprender a ser feliz.

Es mejor ir desmontando todas las cosas que nos provocan infelicidad. Es mejor no darles a las cosas externas y ajenas poder sobre nuestro estado de felicidad. Que sea uno mismo quien decida.


Es conveniente ir aceptando que uno no tiene control sobre todo lo que le va a ir pasando en la vida –sobre algunas cosas sí, y esas sí que son responsabilidad propia-, y que sobre eso que le pase no siempre va a tener control porque no siempre dependen de uno, y que uno no tiene dominio sobre todas ellas, así que lo es bueno es aprender a no darles excesiva importancia y, sobre todo, no permitir culpabilizarnos por aquello de lo que no tenemos la culpa.

La aspiración a un estado de felicidad –aunque sea serena, pero que sea continua-, es lícita siempre que se cumplan las normas legales y el respeto a los otros. 

Por ejemplo, creer equivocadamente que la felicidad la proporcionan las posesiones –que lo que proporcionan, y efímeramente, es placer- y para tener posesiones robar o ser injusto, es un error que nos aleja aún más de la felicidad.

Tu conciencia te hará entender esto perfectamente.

Aspirar a la felicidad, más que el hecho de ser una atracción humana, es un derecho y una obligación.

El hecho de que sea un derecho implica también una obligación de hacer todo aquello correcto que encamine a su consecución.

Y es preferible que no se convierta en una tarea de esas que se van aplazando continuamente en la espera de un momento que nunca llega.

Esto es prioritario y casi casi casi el motivo principal de la vida.

La felicidad es un estado interior posible o un sentimiento que el Creador de los Humanos puso en cada uno y al alcance de cada persona, y es algo natural a lo que no han de condicionar las circunstancias personales específicas, por duras que éstas sean.

No es necesaria una felicidad grandilocuente y explosiva, ni es recomendable una felicidad que se base únicamente en la consecución de estados económicos o sociales muy notables.

La felicidad está, también, en las pequeñas cosas.

Las cosas materiales nos proporcionan satisfacciones, placeres, deleites, gustos, bienestar… que son situaciones y estados muy agradables, muy placenteros, que nos proporcionan un estado que fácilmente se puede confundir con la felicidad.

Está muy bien. Hay que procurarse todos los que se puedan. Hay que disfrutarlos, ya que nuestro Creador también incluyó la capacidad de disfrutar.

Pero la FELICIDAD, que para cada uno es una cosa personal y distinta, es algo que va más allá, que no necesita de expresiones efusivas, y que se asemeja más a un estado de satisfacción personal y de paz por quien uno es y por quien está siendo.

►¿Qué es la felicidad para ti?

Cuando seas capaz de responder bien a esta pregunta –sin caer en el error de relacionar la respuesta con asuntos materiales- comprenderás que no es imposible y que la tienes bastante al alcance de la mano.


Te dejo con tus reflexiones…


Francisco de Sales
buscandome.es