miércoles, 28 de septiembre de 2016

7 actitudes que debemos olvidar si queremos triunfar en la vida

La vida se compone de decisiones, algunas más importantes y otras menos, todas ellas, de alguna forma, son las responsables de conformar nuestro éxito o fracaso en la vida personal o profesional.
Es inevitable que si elegimos una opción y nos equivocamos, eso nos lleva a sentirnos tristes, preocupados e infelices. Pero, ¿hay alguna manera de evitar sentirnos así y estar más seguros de cada paso que damos?

Los siguientes puntos te ayudarán a evitar ser indeciso ante cualquiera de las situaciones que se te presenten, ya que lo primero por hacer consiste en 2 cosas, no importa que tan aterrado estés:

Miedo al fracaso

El miedo al fracaso y al error es algo que nos frena todo el tiempo. Si nos paramos a pensar, cuando somos pequeños, por ejemplo, ¿cómo aprendimos a montar en bicicleta? No conozco a alguien que lo hiciera bien por primera vez. Para aprender tuvimos que caernos y volver a levantarnos muchas veces hasta conseguirlo. Imaginemos que en la primera caída nos hubiéramos rendido. Nadie sabría montar, ¿no? En nuestra mente, cuando somos pequeños, no existe el concepto del error porque en todo momento seguimos nuestra intuición. 
Al crecer resulta más complicado mantener esa actitud frente a la vida, ya que constantemente buscamos la aprobación de nuestros padres, amigos y otros referentes para hacer las cosas bien y satisfacerlos. Hay errores que nos marcan de forma negativa durante un tiempo, pero s
i queremos avanzar y conseguir nuestra metas, debemos salir de la zona de confort y realizar cambios. Solo así construiremos nuestra propia buena suerte.

Elecciones

 
Para algunas personas la indecisión está en elegir entre una carrera universitaria, aceptar un empleo o seguir con una relación, otras personas no saben decidir por cosas muy triviales como acudir a una cita, elegir su ropa, la comida, etc.

Es en este punto cuando todo es más difícil, pues se trata de no sentirse bien con uno mismo, de algún problema de autoestima, estrés o la constante búsqueda de aprobación de lo demás. Una causa es la falta de cierto aprendizaje durante la niñez, cuando los padres tomaban las decisiones por nosotros. 
Entonces, ¿qué hacer para ser una persona menos indecisa y afrontar los miedos? Entre mayor sea el nivel de dificultad para tomar una decisión, mayor será el esfuerzo que requerirá:

Una vez que tengas esto claro y sepas que los errores no significan fracaso sino fortaleza, lee estos 7 puntos para que tomes una mejor actitud ante la vida y comiences a crecer en todos los ámbitos de la vida:

 1. Valora la importancia del resultado

Debes valorar el grado de importancia que tiene la decisión. Si no es importante, intenta no dedicarle mucho tiempo. Para las decisiones más relevantes, deja de imaginar lo que pasará si optas por ese camino.  Muchas de las cosas que creemos que nos harán felices (el dinero, una casa grande, un trabajo específico), es probable que en realidad no lo hagan. 
Consejo: no pienses en el futuro. Puedes equivocarte. Lo más acertado es elegir tomar una decisión de acuerdo a tus valores o tus creencias, así tendrán un mejor resultado para ti en el futuro. 

 2. Aceptar la responsabilidad

Cuando nos desencantemos por una decisión, debemos ser responsables de ella, tanto si acertamos como si no. Si fracasamos, debemos aceptarlo e intentar hallar la solución. Recuerda que las decisiones no son para siempre, se pueden cambiar y así tomar el control para crecer.

3. No busques la perfección y aprende de los errores

Equivocarse es de sabios, ya lo decía el refrán. Eso significa que cometemos errores y que aprendemos de ellos. Por tanto, aspirar nos llevará a ganar más cosas que a perderlas. El único fracaso será no intentarlo o dejarlo para después (y nunca hacerlo).

4. Primero tú y después los demás

Cometemos el error de preocuparnos más de la cuenta, en agradar a los demás, antes que preguntarnos si nos sentimos bien con nosotros mismos.  Queremos agradar a nuestros padres, amigos, profesores, pareja, pero ¿crees que realmente lo que has decidido te complace o lo haces por otra persona?  Aprende a decir no si quieres vivir tu vida y no estar atado a los demás.

5. Confía en tu intuición

 

La intuición es lo que nos llevará a elegir una opción en lugar de otra. Aunque resulte alocada, dejarnos guiar por la idea de un pálpito, esto nos ayudará a dar un paso firme. La información de ese pálpito la registramos de forma inconsciente con nuestra experiencia y con situaciones que ya hemos vivido.
Por ejemplo, un fontanero siempre sabe cuándo se romperá una tubería porque ha pasado por esas situaciones distintas veces, de manera inconsciente las identifica antes de que ocurran. La intuición hace que actúe más rápido.

6. Trabaja en tu autoestima


Tener una alta autoestima te permitirá tomar mejores decisiones con mayo rapidez y seguridad. Si piensas que no podrás lograr algo, más te costará decidirte. A veces descubrimos que somos buenos en cosas que no teníamos ni idea porque no éramos capaces de probarlas por culpa de la indecisión.

7. Lucha por lo que crees

Si no crees completamente en la decisión que has tomado, nadie más lo hará. Y la actitud positiva es la pieza fundamental para defender tu postura hasta el final.

Tal vez después de leer estos pasos, aún sigas un poco indeciso por lo que te dejamos estos 5 pensamientos que te impiden tomar decisiones correctas. Deja a un lado el miedo, los prejuicios, los otros, solo tenemos una vida y es demasiado corta para hacer todo lo que nos proponemos y entérate de los 10 secretos que la personas realmente felices nunca cuentan. 
 



Lealtad Invisible

Se denomina Lealtad Invisible a aquella lealtad consciente e inconsciente hacia un ancestro o familiar que nos impulsa a repetir una conducta de un modo ciego, sobre el que no tenemos el menor control. El término Lealtad Invisible se debe al psiquiatra húngaro Ivan Boszormeny-Nagy quien, junto a Gerladine M. Spark, publicó el libro Lealtades invisibles. Boszormeny-Nagy, asegura que los trastornos, dolencias y problemas de las personas, provienen de un desequilibrio en el dar y recibir dentro del sistema familiar.
Da lo mismo si esa persona ha muerto hace mucho o poco tiempo, si sigue viva, si nos caía bien o mal, si fuimos afín o no, si tuvimos contacto o no, la lealtad a esa persona nos impulsa a repetir conductas que esa persona llevaba a cabo, o aún lleva a cabo (sí está viva) e incluso muy habitualmente nos hace repetir literalmente, su vida entera como si fuera una gran historia que se perpetúa.
Por ejemplo, una mujer fue infeliz en el amor y sus hijas repiten esa infelicidad con recurrentes fracasos en su vida de pareja. El mensaje de la lealtad es el siguiente: si mi madre no fue feliz, nosotras no tenemos derecho a serlo. Un hombre muere prematuramente de manera brusca y alguien, quizá nosotros, sufrimos un accidente o fallecemos en el aniversario de su muerte décadas después (Síndrome de Aniversario).

Tu Inconsciente sabe

Inconsciente familiar: Término acuñado por Szondi para designar un sustrato de la psique, situado en un plano más profundo que el inconsciente personal, constituido por las experiencias de los antepasados de la persona «memoria familiar», que en forma de patrones de conducta, se esfuerzan por manifestarse, dirigir nuestro «destino» e influir en nuestras elecciones de enamoramiento, amistad y profesión, o incluso, generando un determinado síntoma, enfermedad o tipo de muerte.
Nuestro inconsciente recuerda TODO, absolutamente TODO sobre el árbol familiar hasta la séptima generación, conoce la historia familiar, los secretos, las verdades, las mentiras, lo que ha sido ocultado por uno o varios miembros, lo que ignoraron, lo que se ha escondido u olvidado, lo que es evidente y lo que no lo es. Si hubo crímenes, suicidios, abandonos, infidelidades, traiciones, violaciones, muertes, accidentes, ruinas o graves atentados a la dignidad de los miembros de tu clan, tu inconsciente lo SABE.

¿Realmente piensas que todo lo que vives, sientes y experimentas es tuyo?

Muchas enfermedades son el resultado de un dolor familiar que hay que sanar y llevar a la luz. Una adicción al sexo puede ser la sobre-compensación de la represión sexual de alguno de tus padres o abuelos; una enfermedad crónica es, a menudo, el síntoma de un dolor emocional no expresado ni resuelto en alguna parte del árbol.
Porque, en el fondo, hay una gran lealtad, un gran amor ciego a aquellos que nos trajeron al mundo, incluso aunque les odiemos, no nos hablemos con ellos o nuestra relación sea distante o inexistente. El que es declarado loco quizá es el más honesto, auténtico y valiente de todos los miembros de su clan, el más lúcido, el que se da cuenta de las cosas. De hecho es posible que enferme para intentar que los demás abran los ojos.
Un mártir, una mujer o un hombre muy sufrientes y sacrificados por los demás, pueden en realidad estar ejerciendo un gran control sobre el resto de los miembros de su familia, haciéndoles sentir culpables y no dejándoles libertad para liberarse de su influjo. A veces las víctimas tienen mucho más poder en la familia que el mandón exigente y gritón que parece ser (solo lo parece) el que tiene el poder y control del clan.

Regla de Deuda


Lo que una generación deja sin resolver, será la siguiente la que, inocente e inconscientemente, trate de resolverlo; así queda atrapada en temas o asuntos que no son en realidad su responsabilidad. Existe una transmisión transgeneracional de los problemas familiares que a veces crean una cadena de destinos difíciles o trágicos.
Los asuntos no resueltos de los sistemas familiares en generaciones anteriores y las injusticias cometidas dentro y fuera del sistema familiar pueden, inconscientemente, afectar la vida de las familias manifestándose en alguno o varios miembros del sistema, enfermedades inexplicables, suicidios, depresiones, relaciones conflictivas, trastornos físicos y psíquicos, dificultad para encontrar pareja, para prosperar económicamente y tener éxito en la vida, comportamientos compulsivos, etcétera.
Por ejemplo: Un niño nace como consecuencia de la muerte de otro. La madre se empeñó en quedarse embarazada y luego se arrepiente y aborta prematuramente de forma consciente o inconsciente. Pocos años después tiene otro hijo e incluso le pone el mismo nombre o parecido, que le hubiera puesto al hijo que no llegó a nacer. Este segundo niño, que si ha nacido, pagará por ello toda su vida… pues él vive gracias a la muerte de su hermano no nacido.
Posiblemente sea muy leal, de forma inconsciente, a su hermano muerto y siempre sienta que le falta algo, que no está completo elementos como la melancolía, la tristeza o conductas auto-destructivas le harán mucho daño, pues nota inconscientemente que no tiene derecho a la vida… ¿Qué derecho tengo yo a vivir si otro murió para que yo naciera? Y si el no paga la deuda, sus descendientes lo harán. 
¿Qué puedo hacer si intuyo o sé que estoy tengo una lealtad familiar a un ancestro?Para poder desentrañar los nudos familiares es fundamental, imprescindible, conocer el propio árbol genealógico, con el mayor lujo de detalles: conocer tanto los nombres, como las fechas de nacimiento y muerte, así como los abortos o posibles secretos familiares ocultos, que acabarán reapareciendo en las vidas de las generaciones posteriores.
Los abortos son extremadamente importantes, una vida que no llegó a SER siempre tiene consecuencias en nosotros y en los demás. Si viven con culpa, se debe hacer un duelo, darles su lugar en nuestra familia y no permitir que su energía, que suele estar colapsada e incorpora rabia y tristeza por haber sido olvidado, por no haber nacido, nos haga daño o se lo haga a nuestros hijos y nietos.

“Usemos nuestro pasado como trampolín no como sofá” – Alejandro Jodorowsky.

-Eugenio Sánchez/Jenny Gonzáles-

martes, 27 de septiembre de 2016

La paz ya existe


Hemos de darnos cuenta de que la paz es algo que siempre ha estado en nuestro interior, de que es algo inherente al reino del espíritu, que siempre existe, pero que sólo es posible percibir, comprender y vivir cuando uno sabe desprender la mente de los aspectos parciales, personales, transitorios. 

Cuando se puede vivir simultáneamente este aspecto interior y permanente de la vida y a la vez participar en el aspecto cambiante, mutable, de lucha externa, entonces la vida se convierte -aun en los momentos más difíciles- en una verdadera, en una auténtica acción. 
Entonces estoy actuando y estoy siendo un buen actor, porque tengo conciencia no sólo del personaje sino también de algo superior al personaje. 
Entonces tomo conciencia de esta voluntad, energía e inteligencia que actúa detrás de todo, y por lo tanto a través de mí; y aprendo a colaborar, a seguir haciendo mi papel estando por encima de la situación. 

Así, cada cosa que hago es para mí una verdadera creación dos veces creada: una re-creación; tanto en el sentido de una segunda creación como en el sentido de un verdadero placer; entonces es perfectamente compatible el que existan simultáneamente la paz y la lucha. 

Pero para poder llegar a esto es preciso haber pasado por esta capacidad de entrega total, por este deshacer todos los nulos gordianos que hay dentro de nosotros -del egocentrismo, de los miedos, de buscar demasiadas seguridades, de no dar lo mejor de nosotros a los demás-. Y lo mejor de nosotros no es nuestro dinero, sino nuestro afecto y nuestra voluntad; al no dar esto -lo mejor de nosotros- a los demás, nos aislamos del ritmo de la vida, que siempre cambia, siempre fluye. 

Comprendamos que no podemos retener nada, que en la vida todo es mutación, transformación, recreación. 

Si nosotros vamos reteniendo cosas, ideas, en nuestro interior, estamos obstruyendo este ciclo natural, y toda obstrucción a lo que es una ley natural produce dolor. 
Aprender a vivir con plenitud es lo mismo que aprender a vivir con sencillez; y si nosotros no podemos vivir con sencillez es porque somos complicados. Esta complicación nos viene porque queremos retener, conservar, porque nos falta generosidad interior. 

Sólo cuando se pierde la seguridad, cuando uno entrega las cosas que le parece que le dan seguridad, sólo entonces pasa a un nivel donde la seguridad es de otro orden; entonces puede manejar las situaciones mucho mejor, con un enorme espíritu de independencia, de completa aventura. 

Extracto de El trabajo interior
de Antonio Blay