viernes, 2 de septiembre de 2016

Lo que los demás piensen de ti refleja quiénes son ellos, no quién eres tú


Los Sioux tenían un proverbio muy interesante: “antes de juzgar a una persona, camina tres lunas con sus zapatos”. Se referían al hecho de que juzgar es muy fácil, entender es un poco más difícil y ser empáticos es muchísimo más complicado. Y solo se logra si hemos vivido experiencias similares.

Sin embargo, a menudo pretendemos que los demás nos entiendan, que comprendan nuestras decisiones y las compartan o que, al menos, nos apoyen. Cuando no lo hacen, nos sentimos mal, nos sentimos incomprendidos y hasta rechazados. 

Por supuesto, no es culpa nuestra, todos necesitamos en algunas situaciones que alguien valide nuestras emociones y decisiones, es perfectamente comprensible. No obstante, supeditar nuestra felicidad a la aceptación de los demás o tomar decisiones basándonos en el miedo a que los otros no nos entiendan es un gran error.

Porque lo que los demás piensen sobre ti, en realidad dice más sobre ellos que sobre tu persona, refleja quiénes son ellos, no quién eres tú. 

Cuando una persona critica a alguien sin haber sido capaz de ponerse en su lugar, sin mostrar una pizca de empatía y sin intentar comprender su punto de vista, en realidad está exponiendo su forma de ser. Con sus palabras puede estar gritándole al mundo lo mala persona que piensa que eres, pero con su actitud está desvelando que es una persona insegura, con un pensamiento rígido y llena de estereotipos.

Se critica lo que no se comprende o no se quiere aceptar


Lo cierto es que detrás de una crítica destructiva casi siempre se esconde el desconocimiento o la negación. De hecho, muchas personas te criticarán porque no comprenden tus decisiones, no han caminado con tus zapatos, no conocen tu historia y no entienden qué te ha impulsado a tomar ese camino. Muchas personas te criticarán desde el desconocimiento más profundo y, sobre todo, desde una postura arrogante que les hace pensar que son dueños de la verdad absoluta.

En otros casos las personas te criticarán porque verán reflejadas en ti ciertas características o deseos propios que no desean reconocer. De hecho, el escritor francés Jules Renard afirmó: “nuestra crítica consiste en reprochar a los demás el no tener las cualidades que nosotros creemos tener”. Por ejemplo, una mujer que es maltratada por su pareja puede criticar duramente el divorcio, de esta forma reafirma su posición: se dice a sí misma que debe seguir soportando esa situación. ►Y lo curioso es que mientras más dura sea la crítica, más fuerte suele ser la negación que se encuentra en su base.

En práctica, en algunas ocasiones la crítica destructiva no es más que un mecanismo de defensa conocido como proyección. En este caso, la persona proyecta en los demás esos sentimientos, deseos o impulsos que son demasiado dolorosos o que no es capaz de aceptar, de manera que los percibe como algo ajeno y punible.

¿Cómo sobrevivir a las críticas?


A nadie le gusta ser criticado, sobre todo si las críticas se convierten en auténticos ataques verbales. Desgraciadamente, no siempre podemos evitar estas situaciones, por lo que debemos aprender a lidiar con ellas sin que nos afecten demasiado.

¿Cómo lograrlo? He aquí algunas estrategias poco comunes pero muy eficaces:

1. Ponte en el lugar de quien te critica. La empatía es un poderoso antídoto contra la rabia y el enojo. No podemos enojarnos con alguien cuando comprendemos cómo se siente. Por eso, la próxima vez que alguien te critique, intenta ponerte en su lugar, aunque esa persona no sea capaz de ponerse en el tuyo. Así verás que probablemente se trata de alguien corto de miras, que no ha tenido tus mismas experiencias de vida o que acumula mucha amargura y resentimiento. Te darás cuenta de que no vale la pena molestarse por sus palabras.

2. Asume que es solo una opinión. Lo que los demás piensen sobre ti es su realidad, no la tuya. Esas personas te están juzgando según sus experiencias, valores y criterios, no según los tuyos. Si hubiesen caminado con tus zapatos y recorrido tu camino, es probable que pensaran de una manera muy diferente. Por tanto, asume que esas críticas en realidad son solo opiniones, ni más ni menos, y están bastante sesgadas. Puedes valorarlas y ver si les puedes sacar provecho, o puedes desestimarlas y no dejar que te arruinen el día.

3. Devuelve el golpe con gracia. Cuando se trata de críticas destructivas, lo más conveniente suele ser hacer oídos sordos ya que normalmente esa persona no está abierta al diálogo, si lo estuviera, en vez de juzgar y atacar, mostraría una actitud más respetuosa y comprensiva. No obstante, hay casos en los que es necesario ponerle freno a la situación. Después de todo, cuando tenemos que enfrentar males extremos, hay que recurrir a soluciones extremas. En esos casos, responde sin alterarte y con frases escuetas que no den pie a réplicas. Por ejemplo, puedes decir: “No acepto que me des tu opinión sobre algo que no conoces” o “Creo que no me entiendes, y tampoco quieres hacerlo, así que no acepto que me critiques”.

No critiques sin antes pensar 


En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven”, dijo Nicolás Maquiavelo hace ya varios siglos. Podemos hacer nuestra esta frase que mantiene plenamente su vigencia y asegurarnos de que nuestras críticas contengan la semilla del cambio, que sean constructivas. 

Criticar por criticar solo significa que tenemos la lengua desconectada del cerebro :)

Psicología/Jennifer Delgado
http://www.rinconpsicologia.com/

jueves, 1 de septiembre de 2016

El cariño

El cariño es una energía muy poderosa que se genera y se transmite a través de seres vivos. Es calidez, reconfortamiento, alimento del alma. Es la dimensión refinada del amor.

    Se genera en la cercanía, en la proximidad, pero también se puede reconocer en la lejanía, en la distancia, porque su poder es palpable y familiar. El cariño es la dosificación de un amor expansivo llevado a la práctica. Convierte cualquier tipo de relación, o interactuación, en una atmósfera agradable y acogedora. 


Es una esfera donde no gobiernan las emociones negativas o los sentimientos generados por el odio o el rencor. Nace de la claridad mental y de un corazón distendido y no contraído. Es la comunicación de seres más elocuente, donde su profundidad alcanza grados de comprensión lejos de razonamientos y lógicas aplastantes.

    En ausencia de cariño se marchita el espíritu, el mundo deja de ser un hogar y la desconfianza puede comenzar a brotar. El cariño es la lumbre que derrite el frío constante al relacionarnos, propulsa el ánimo y enciende un sentimiento de unicidad que elimina asperezas y roces. Es la primera comunicación directa de una madre con su hijo, la manera de entenderse una enfermera con sus pacientes, el empuje de un maestro para transmitir a sus alumnos, los signos de muestra de un animal con su dueño, la energía que siente una planta al ser regada con cariño.

    El cariño es la señal de sentirnos queridos y considerados noble y sanamente. Se evapora el temor, se esfuman los miedos. En darlo ya lo estamos recibiendo, siempre y cuando sea de corazón y no por exposición, porque nos colma, nos satura de una cualidad especial en donde dejamos a un lado las diferencias para fundirnos en un plano emocional que nos completa e integra.


 El cariño encuentra muchas vías para manifestarse. Desde el afecto, la caricia, un silencio expresivo o un inminente abrazo. Pero ni todo el mundo está preparado para mostrarlo, ni todo el mundo está capacitado para recibirlo. En el momento en que transmitimos cariño el mundo se detiene, la mente se silencia y erupciona dentro de nosotros una rebosante sensación de plenitud que queremos hacer llegar y compartir.

    En la entrega de cariño no todo son gestos afectuosos, también hay cabida para las restricciones, las negativas y las muestras de firmeza con carácter constructivo, porque a veces es el canal en el que podemos hacer llegar un cariño arropado de vestiduras que reconduzcan una situación.

    Mostrar cariño no es signo de debilidad, como tampoco lo es saber reconocerlo y valorarlo. El cariño mostrado es una extensión de nuestro bienestar emocional, una irradiación de nuestra esencia más cercana y benévola, la propagación de una llama de nuestra hoguera interior. Si nuestro corazón está cristalizado, no somos ni huésped ni anfitrión del cariño. Si estamos acorazados de miedo y temor, no estamos capacitados para abrir nuestros brazos, y menos aún, recibir o dar un abrazo.

    El cariño debería de ser nuestro principal lenguaje a la hora de entendernos con nuestro entorno. En lo que decimos, las maneras, los gestos... Todo puede estar rociado de cariño, endulzado de esta cualidad que no tiene mayor misterio que el de transmitir lo mejor de nosotros a todo ser y criatura que, al igual que nosotros, desea y anhela sentirse querido, añorado y envuelto bajo el manto del cariño.


  Pero el cariño antes de esparcirse debe comenzar en nosotros mismos. Debe primero traspasar la frontera de nuestra individualidad para después propagarse hacia el resto. Si sólo proyectamos cariño hacia los demás pero no somos capaces de generarlo hacia nosotros, es un cariño de escaparate, es un jardín fuera de un hogar al que no llega el aroma, es no ser capaces de dar primero un cariño a lo más cercano de uno mismo.

 Por ello, el cariño, nace no sólo de cierta sensibilidad o quizás un grado de ñoñería, nace de un conocimiento de sí, de una experimentación en donde la cualidad de amar se fracciona para convertir en tangible la calidez que emanamos y que queremos que recaiga en los demás. Nace de un sentimiento rebosante que no se desgasta cuanto más lo demos, pues en nuestra interioridad equilibrada su energía nos inunda y salpica casi sin proponérnoslo en cualquier situación, acercamiento, relación o momento.

    Sin cariño cualquier gesto incluso de la vida cotidiana se realiza desde la desgana, la desidia y la dejadez. Con cariño todo se torna más unidireccional, todo se concentra en una mayor atención que se retroalimenta en la propia satisfacción que se genera de manera natural al propiciarse de manera genuina.

    Hay personas que dicen amar a todo el planeta y sus seres y al universo, pero no muestran el más mínimo cariño al que está a su lado. El cariño es amor menos enaltecido pero en cambio más presto y solícito. El cariño es amor en busca de menos reconocimiento pero en cambio adereza un instante fugaz. Es la vía humilde en la que se propaga la capacidad de querer y amar sin la búsqueda de lo que por ello se nos pueda recompensar.

    Hagamos del cariño un aroma que incite a ser exhalado, una fuerza arrolladora pero canalizada en cada ejecución que realicemos empleando la consciencia. Sin cariño el mundo tiende a quedarse en blanco y negro, a enfriarse, a oscurecerse una parte del mismo. Si en nuestro mundo de cada uno el cariño tiende a expandirse, estaremos creando una parte del mismo que rocía con su calor la pequeña parte proporcional de la que somos dueños en este planeta.

    Antes de que se produzca el gesto, el cariño debe emerger en uno mismo, y para ello, nada mejor que aportar luz en nuestras consciencias para disipar la oscuridad que tanto se puede mantener dentro de nosotros y que no permite reconocer la cálida cualidad del cariño que nos pertenece, y del que somos responsables de mantener y alimentar constantemente.


El cariño debe ser un florecimiento al que regar constantemente, una lluvia que lanza la nube ya cargada que no puede evitar mantener un minuto más, unos rayos de sol que se propagan sin la espera de ser devueltos y en donde en el ser humano genera un espíritu más cordial que, a través de su sola presencia, invita a todo lo que esté a su alrededor a disfrutar de esa fuente inagotable que genera el cariño.

En busca del Ser
http://raulsantoscaballero.blogspot.com.ar/

lunes, 29 de agosto de 2016

AUM, la vibración universal

Cuando la luz de la sabiduría brilla por todas las puertas (sentidos) del cuerpo, sabemos que Sattva (apego a la felicidad) es la cualidad predominante (Bhagavad Gita XIV.11.) 


AUM es una palabra que no tiene traducción ya que sirve para representar a la trinidad, y la forma correcta de pronunciar la sílaba sagrada es diferenciando los tres fonemas: A, U, y M. Pronunciamos “Om” porque nace de una abreviación natural del diptongo ‘au’, una variación fonética que se debe al gran uso de la palabra AUM, sobre todo al ser cantada de manera veloz como introducción a la mayoría de mantras.
Hablar de AUM es hablar de la vibración del universo, eterna porque es energía que no se destruye. Cuando pronunciamos AUM tendemos a hacerlo como si estuviéramos programados para la aplicación que conduce al destino final que es el proceso de la evolución del hombre. Pero si observamos el camino no como algo que nos lleva a una meta, sino al propio camino como la meta, nos daremos cuenta que cuando pronunciemos AUM de forma consciente, desde que inspiramos hasta el final de la propia vibración, sirve para reafirma nuestra unión con lo Universal, con nuestro más profundo interior. Si observamos ese instante de la vibración desde la parte física, donde somos mayoritariamente agua, sentiremos cómo nuestro organismos se limpia físicamente para llegar finalmente a pasar a la limpieza de nuestra mente; es decir, pasamos de la ciencia al umbral de la metafísica. Esta situación se produce cuando sentimos que la vibración parece volverse infinita al ser energía, que transforma desde el exterior hacia el interior, donde es acción en la inacción.
La energía que podemos hacer brotar va a depender de la cantidad de energía que puede fluir en nuestra consciencia al pronunciar AUM, que debe ser proporcional a la universalidad de nuestra consciencia, es decir, abandonando cualquier distracción y estando en el más inmediato presente a la hora de pronunciarlo, para eliminar las capas superficiales que nos distraen del fluir de la vida.
Un buen ejemplo para ver lo que produce AUM al pronunciarlo es pensar en el efecto del cuenco tibetano lleno de agua cuando le hacemos sonar: el agua empieza a vibrar, y exactamente es eso lo que pasa en nuestro interior. Pero al igual que con el cuenco, esto no se debe hacer de cualquier forma. Lo importante será respirar y conectar con nuestro interior, canalizar la energía y vibrar con ella para que nuestro líquido, al igual que el del cuenco, no se desborde. Hay que conseguir una constante en esa vibración producida por el sonido de la pronunciación de AUM, de tal modo que cuando vamos cerrando la boca y continuamos con la vibración se convierte en un OM que hace que justo ahí sea cuando sentimos esa unión tan maravillosa.

¿Por qué es importante pronunciar AUM?

A todos nos ha pasado que cuando damos energía, la vida fluye con nosotros y dejamos de tener espacios vacíos. Pero cuando nos obstinamos en restringir nuestra energía, ya sea provocando un sunami o conteniéndola, experimentamos una carencia de la misma porque no hemos dejado que la vida fluya por nosotros. Pues lo mismo pasa si pronunciamos el AUM y no lo hacemos correctamente: la energía no fluye, ya que simplemente será un sonido frío del ser sin ser. Pero cuando evolucionamos desde el inicio con el AUM para ir al OM, la vida fluye en nuestro interior, nuestro ser estará preparado para abrir los mil pétalos que todos llevamos dentro.
Entendemos que así como el agua fluye hacia abajo siguiendo la línea de menor resistencia, la energía interior fluye hacia su campo más útil de actividad. De este modo sigue la ley de la evolución, ya que nuestra energía se estará moviendo siempre hacia ese campo de actividad  porque somos materia y energía que fluye con la energía del universo, que ni aumenta ni disminuye, sino que se transforma o transmuta constantemente de un estado a otro, hasta llegar al cuarto estado, Turiya, donde el cese de la actividad se transformará en la renovación de la actividad pero en otro campo.
Fundirnos con la vibración del AUM es esa acción en la que nuestra energía estará mejor canalizada yse manifestará del modo más evolutivo de la creación, donde el tiempo y el espacio deja de existir y se es uno en esa vibración.
Todo este control de energía, que no es más que su uso correcto y canalización, se encuentra dentro de la práctica del yoga, donde el flujo de la vida es en realidad la corriente respiratoria del sistema humano, y los canales por los que fluye son los nadis y sus niveles los tattwas. Cuando nuestro flujo de energía parece secarse, debemos buscar el remedio a través de la propia energía, que gracias a la del sonido con su vibración hará, junto con las asanas, que se abra el bloqueo para volver a estar llenos de energía.
AUM forma parte del yoga, y se le ha de dar importancia cada vez que iniciemos nuestros ejercicios, ya sean de relajación, respiración, asanas o meditación, porque con ello liberaremos nuestra energía bloqueada.
Hacer cada paso del yoga nos identifica con nuestra energía y con la energía universal, y transforma nuestra conciencia en ilimitada, eterna, tan sólo siguiendo sus grandes pilares: respiración, relajación, ejercicio adecuado, alimentación adecuada y pensamiento positivo y meditación. Pero empezando con el mantra universal o la vibración del universo, que por ello AUM en el hinduismo es la unidad con lo supremo.
Vibrar con AUM es fluir con la vida.


Con amor, Maheshwari (Mayte Aguado)
http://www.yogaenred.com/