martes, 16 de agosto de 2016

Victimismo Crónico: Personas que funcionan en "modo queja"


Todos, en algún que otro momento, hemos asumido el papel de víctimas. Sin embargo, hay personas que se convierten en víctimas permanentes, sufren lo que podríamos considerar como un “victimismo crónico”. Estas personas se disfrazan de falsas víctimas, ya sea de forma consciente o inconsciente, para simular una agresión inexistente y, de paso, culpar a los demás, liberándose de toda responsabilidad.

En realidad, el victimismo crónico no es una patología, pero podría desembocar en un trastorno paranoide, cuando la persona insiste en culpar continuamente a los demás de los males que padece. Además, esta forma de afrontar el mundo, de por sí, conduce a una visión pesimista de la realidad, que produce malestar, tanto en la persona que se queja como en quien recibe la culpa.

En muchos casos, la persona que abraza el victimismo crónico termina alimentando sentimientos muy negativos, como el resentimiento y la ira, que desembocan en un victimismo agresivo. Es el típico caso de quien no se limita a lamentarse sino que ataca y acusa a los demás, mostrándose intolerante y vulnerando continuamente sus derechos como personas.

Radiografía de una víctima crónica


- Deforman la realidad. Este tipo de personas creen firmemente que la culpa de lo que les sucede es de los demás, nunca es suya. En realidad, el problema es que tienen una visión deformada de la realidad, poseen un locus de control externo, y creen que tanto las cosas positivas como las negativas que ocurren en su vida no dependen directamente de su voluntad, sino de las circunstancias externas. Además, sobredimensionan los aspectos negativos, desarrollando un pesimismo exacerbado que les llevan a centrarse solo en las cosas negativas que les suceden, obviando las positivas.

- Hallan consuelo en el lamento. Estas personas creen que son víctimas de los demás y de las circunstancias, por lo que no se sienten culpable ni responsables de nada de lo que les sucede. Como resultado, lo único que les queda es lamentarse. De hecho, suelen encontrar placer en el acto de quejarse porque así asumen mejor su papel de "pobres víctimas" y logran llamar la atención de los demás. Estas personas no piden ayuda para solucionar sus problemas, solo se lamentan de sus desdichas en la búsqueda desenfrenada de compasión y protagonismo.

- Buscan culpables continuamente. Las personas que asumen el papel de víctimas eternas, desarrollan una actitud recelosa, suelen creer que los demás siempre actúan de mala fe, solo para ponerles la zancadilla. Por eso, suelen tener un afán casi morboso por descubrir agravios nimios, sentirse discriminados o maltratados, solo para reafirmar su papel de víctimas. Así, terminan desarrollando una hipersensibilidad y se convierten en especialistas en formar una tormenta en un vaso de agua.

- Son incapaces de realizar una autocrítica sincera. Estas personas están convencidas de que no tienen la culpa de nada, por lo que no hay nada que criticar en sus comportamientos. Como la responsabilidad es de los demás, no aceptan las críticas constructivas y, mucho menos, realizan un examen de conciencia a fondo que les lleve a cambiar su actitud. Para estas personas, los errores y defectos de los demás son intolerables, mientras que los propios son una simple sutileza. Después de todo, las víctimas son ellos.

¿Cuáles son sus estrategias?


Para que una persona pueda asumir el papel de víctima, tiene que haber un culpable. Por tanto, debe desarrollar una serie de estrategias que le permitan lograr que la otra persona asuma la culpabilidad en el asunto. Si no somos conscientes de estas estrategias, es probable que caigamos en sus redes y que incluso estemos dispuestos a cargar con toda la culpa sobre nuestras espaldas.

1. Retórica victimista

Básicamente, la retórica de esta persona se dirige a descalificar los argumentos de su adversario. Sin embargo, en realidad no refuta sus afirmaciones con otros argumentos que sean más válidos, sino que se encarga de que la otra persona asuma, sin darse cuenta, el papel de atacante. 

¿Cómo lo hace? Simplemente asume el rol de víctima en la discusión, de forma que la otra persona quede como alguien autoritario, poco empático o hasta agresivo. Es lo que se conoce en el ámbito de la argumentación como “retórica centrista” ya que la persona se encarga de mostrar a su adversario como un extremista, en lugar de preocuparse por refutar sus afirmaciones. De esta manera, cualquier argumento que esgrima su adversario, será solo una demostración de su mala fe. 

Por ejemplo, si una persona se atreve a contrastar una afirmación con un hecho irrefutable o con estadísticas provenientes de fuentes fiables, la víctima no le responderá con hechos sino que dirá algo así como: “Siempre me estás atacando, ahora dices que miento” o “Estás intentando imponer tu punto de vista, haz el favor de disculparte”.

2. Retirada victimista

En algunos casos, el discurso de la víctima está dirigido a eludir su responsabilidad y evitar tener que disculparse o reconocer su error. Por eso, intentará escabullirse de la situación. Para lograrlo, su estrategia consiste en desprestigiar el argumento del vencedor, pero sin llegar a reconocer que estaba equivocado.

¿Cómo lo hace? Una vez más, asume el rol de víctima, juega con los datos a su antojo y los manipula a su conveniencia con el objetivo de sembrar la confusión. Básicamente, esta persona proyectará sus errores en el otro.

Por ejemplo, si una persona le responde con un dato comprobado, que niega su afirmación anterior, la víctima no reconocerá su error. En todo caso, intentará hacer una retirada digna y dirá algo así como: “Ese hecho no niega lo que he dicho. Por favor, no cree más confusión y caos” o “Me está culpando de confundir a los demás, no tiene educación, es evidente que es inútil discutir con usted porque no atiende a razones”, cuando en realidad quien crea el desconcierto es él mismo. 

3. Manipulación emocional

Una de las estrategias preferidas de las víctimas crónicas es la manipulación emocional. Cuando esta persona conoce bastante bien a su interlocutor, no dudará en echar mano al chantaje emocional para poner el tablero a su favor y adoptar el rol de víctima. De hecho, estas personas son muy hábiles reconociendo emociones, por lo que utilizan cualquier resquicio de duda o culpa en su beneficio.

¿Cómo lo hacen? Descubren el punto débil de su adversario y explotan la empatía que este puede sentir. De esta forma, terminan envolviéndole en su tela de araña, para que esa persona adopte toda la responsabilidad y el papel de verdugo, mientras ellos se quedan cómodos en su rol de víctimas y pueden seguir lamentándose.

Por ejemplo, una madre que no quiere reconocer sus errores, puede poner la culpa en el hijo diciendo cosas del tipo: “Con todo lo que he hecho por ti, y así me pagas”. Sin embargo, este tipo de manipulación también es muy común en las relaciones de pareja, entre amigos e incluso en el ámbito laboral.

¿Cómo enfrentar a este tipo de personas?


El primer paso consiste en darse cuenta de que estamos ante una persona que asume el rol de víctima. Luego, se trata de resistir el embate y no dejar que nos enrede en su juego. Lo más sensato es decirle que no tenemos tiempo para escuchar sus lamentaciones, que si quiere ayuda o una solución, con gusto le ayudaremos, pero que no estamos dispuestos a perder tiempo y energía escuchando continuamente sus quejas.

Recuerda que lo más importante es que estas personas no te arruinen el día descargando en ti su dosis de negatividad y, sobre todo, que no te hagan sentir culpable. 

No olvides que sólo te puede herir emocionalmente, aquél al que le des suficiente poder.

Psicología/Jennifer Delgado
http://www.rinconpsicologia.com/

La respiración


La respiración es el proceso por el cual, simplemente, estamos vivos. El hecho de respirar nos mantiene conectados con la vida, es el vínculo orgánico, el intercambio de oxígeno, la unión directa de dos realidades: la interna y la externa.

    Su acto puede ser voluntario, podemos intervenir en ella, podemos forzarla, suprimirla, extenderla, ampliarla en diversos ejercicios para obtener una serie de beneficios fisiológicos. Una buena oxigenación repercute positivamente en el organismo como en la calidad de la salud. Pero la respiración es mucho más...

    Al llegar al mundo nos recibe, al dejarlo nos despide, y durante todo el recorrido vivencial nos acompaña sin abandonarnos. Entonces la respiración es una aliada, un testigo fiel de todos los acontecimientos que atravesamos. Pero nuestra percepción olvida el fenómeno de la respiración dejándola como algo subterráneo a nuestra atención, quedando así enterrada ante los sucesos que se van presentando.

    Aun así la respiración no nos ignora. Ella puede estar sin nosotros, pero nosotros no seríamos sin ella. Al dormir nos vamos, pero se mantiene, nos sustenta. Al despertar y regresar continua sin reclamar méritos, sin exigir halagos. A veces irrumpe agitadamente cuando tenemos ansiedad, cuando se activa el miedo. Su ritmo se acentúa y caemos en la cuenta de por qué en ese momento la respiración no puede hacer más para mantener su compás natural.


Pero la respiración sigue siendo mucho más.

    Es un puente, una aduana que enlaza y nos une con la existencia. Su ir y venir puede intervenir en el proceso mental, como el proceso mental recae sobre su equilibrio. Hay interrelación, hay una simultaneidad entre mente y respiración. A mayor calma mental, más serenidad en la respiración; a mayor control respiratorio, más sosiego y claridad mental.

    Entonces el soporte de la respiración ofrece distintos enfoques. La atención sobre ella puede generar relajación y tranquilidad, pero su observancia crea una gran transformación. ¿Cómo el simple hecho de respirar puede transformar nuestra consciencia? La transformación se genera cuando estamos presentes en la respiración, no sólo influyendo, sino observándola. Cuando percibimos este proceso tan cercano que es respirar, cuando tomamos consciencia de su mecanismo natural siguiendo el ritmo y aceptándolo, simplemente como espectadores arreactivos sin que nos arrastre, entonces surge una atestiguación.

    La respiración ofrece tras su observación captar el surgir y desvanecer, la impermanencia, el cambio constante. Porque no hay dos respiraciones iguales, porque cada respiración tiene su propia gloria y divinidad, porque si perdemos la atención en recordar otra, se verá implicada la mente en sus memorias; si fantaseamos en la respiración que está por llegar, se encontrará la mente enredada en sus ensoñaciones. Si la conciencia se unifica en la respiración de cada momento, la mente se retira, no puede operar a su manera porque todo es tan fugaz que apenas hay espacio para su charloteo.


 Pero observar con plena aceptación, con total relajación, sin enjuiciar, sin tensión, estando atentos a un proceso que nace en nosotros, desembocando en la existencia y viceversa, es desarrollar una visión pura. La respiración se torna soporte meditacional, un anclaje que permite enraizarnos con nuestro ser. Buda desarrolló este tipo de meditación vipassana para traspasar el velo de lo fenoménico. Sin embargo, es en la experiencia de su práctica lo que determina el poder transformativo, el cambio de perspectiva.

    En profundo silencio, la respiración comienza a ser tan sutil que apenas es perceptible. Entonces uno ya no respira, sino que es respirado. Sólo queda la observancia porque incluso ha desaparecido el observador. Entonces eclosiona un tipo de energía que emerge desde dentro.
    La respiración continúa, la vida externa sigue, pero la consciencia se ha esparcido en cada recoveco de nuestro ser. Observar el proceso respirante no es una idea, ni un parecer, es conectar con la línea divisoria que separa dos universos, y que al dejar a un lado la mente discursiva, se produce una comunión imposible de catalogar de manera intelectiva.


 Para la búsqueda del espíritu, la respiración es más que una herramienta para la introspección. Es la puerta entreabierta hacia un misterio que es la existencia en sí misma. Entonces respirar no sólo es un acto natural que se produce, sino el anclaje hacia una dimensión presente. Respirar se convierte en la rama a la que asirnos cuando el arroyo de las circunstancias empuja su fluidez. Respirar se vuelve en el proceso íntimo que entra y sale de nosotros trayendo consigo el mensaje de lo continuo, de lo transitorio que se vuelve todo.

    Sin la respiración sería difícil encontrar la rendija que nos lleva al instante, porque su presencia que detectamos conscientemente es la prueba fiable de que el momento es el que es, mostrándonos su cara, su rostro sin manipular por el pensamiento.

    La respiración siempre va a estar, siempre va a coexistir con la temporalidad, llevándonos paradójicamente y tras su observación, a un estado de consciencia transtemporal.

    Respirar no sólo es un proceso, sino la llave que abre la puerta de acceso hacia la dimensión espiritual de nuestro ser.



En busca del Ser
http://raulsantoscaballero.blogspot.com.ar/

lunes, 15 de agosto de 2016

EJERCICIO PARA RECORDAR QUE VINISTE A HACER A ESTE MUNDO





“La vida no es un negocio para ser dirigido, es un misterio para ser vivido”,

dijo Osho.


¿Te has preguntado por que misión viniste a nacer en este mundo? o ¿Por qué estás aquí? Algunas personas nunca se han cuestionado el porqué de su existencia. Muchas otras no tienen la menor idea. Lo más fácil es voltear a ver qué hacen los demás  seguir sus reglas sin pensar o hay quienes por más que buscan respuestas no logran descifrar cuál es su misión.

Muchos de nosotros, sin importar en qué momento de nuestra vida estemos, nos mantenemos buscando alternativas para vivir mejor. Los kabalistas explican que esto significa que no hemos alcanzado nuestro máximo potencial y esa necesidad de seguir buscando, nace de que no estamos satisfechos con lo que tenemos y no conocemos la razón por la que estamos en este mundo.

Estudias lo mismo que tu papá porque crees que es la mejor manera de tener éxito en la vida. Crees que el matrimonio es lo que va a hacerte sentir por fin realizado o que viniste a tener hijos y vivir para ellos, si esto no se da de acuerdo a tus expectativas, te sientes fracasado. Así puedo seguir con una larga lista de “normas sociales” que nos imponen.

Pero pasa el tiempo y al hijo que estudió lo mismo que el papá no le va tan bien como pensó, o la mujer se casó con un “buen hombre” y es más infeliz que nunca. Esto ocurre porque esa no era su misión. No venimos a seguir el ejemplo de alguien y mucho menos a ser copias. Debemos empezar por recordar que ni el trabajo, ni el dinero, ni el matrimonio, ni los hijos, son garantía de felicidad.

Hacer lo que te gusta es estar en armonía con tu ser y, en ese estado, no puede haber más que abundancia en todos los sentidos. Ésa es la felicidad.

La verdad es que cada uno de nosotros tiene dones y talentos únicos que nos fueron dados para producir un efecto en el mundo de forma individual. Nuestro deber solo es descubrir esos dones y compartirlos.

A fin de cuentas, nosotros no creamos nuestro camino de vida, lo descubrimos. Tu camino ya está ahí, te está esperando. Solo tienes que encontrarlo.
Para empezar, debes saber que este tipo de trabajo es principalmente interno. Es común también sentirse obligado a hacer cambios externos cuando nos encontramos con una dificultad.
Podemos remodelar nuestra casa, cortarnos el pelo, cambiar de relación, pero estos cambios solo nos dan un impulso pasajero. A veces nos ocupamos con trabajo externo disfrazado de trabajo interno como: leyendo libros de autoayuda, inscribiéndonos en cursos para ser mejores personas, yendo a terapias psicológicas, etc. En sí mismas, éstas son actividades que valen la pena, sin embargo, superación personal no es lo mismo que realización personal.
Hay miles de personas desesperadas por dar sentido a su vida intentando averiguar cuál es el propósito de haber nacido en el lugar en que lo hicieron, con esas cualidades y en esa condición social; se preguntan cómo aplicar sus atributos para hacer algo útil para sí mismos y para los demás. La mejor forma de descubrir lo que hemos venido a hacer es tan fácil como encontrar qué es lo que más disfrutamos. Eso que podemos hacer durante horas y hasta nos olvidamos del tiempo y el espacio.

Técnica:

Solo debes terminar la frase, poniendo la palabra clave encima de la raya.
1/ De niño yo quería un______________
2/ De niño soñaba ser______________
3/ Cuando era pequeño mi escondite favorito era______________
4/ Mi juguete favorito era______________
5/ Mi mejor amigo se llamaba______________
6/ Ahora mismo admiro a______________
7/ Si pudiera volver atrás, mi profesión sería______________
8/ Mis hobbies son______________
9/ De niño mis padres pensaban que yo era______________
10/ En mi casa soñar despierto se consideraba                                    
11/ Para mis padres los artistas eran                                     
12/ Para mis padres los hippies, punks, heavies, etc, eran                                    
13/ Las personas que se metían conmigo de pequeño ahora están                                    
14/ Busca tres personajes famosos que admires cuyas infancias fueron difíciles emocional o económicamente                                    
15/ Busca tres personajes famosos que alcanzaron sus sueños a una edad muy avanzada                                    


Después de este ejercicio estarás mucho mas cerca de saber cual era la misión que viniste a hacer aquí:

El verdadero trabajo ocurre internamente, cuando reconocemos nuestros verdaderos deseos y les permitimos ser la brújula que nos guíe. Pregúntate qué te apasiona, qué te motiva, qué te atrae.

Las respuestas te sorprenderán y te llevarán al camino correcto. Estas respuestas te ayudarán a actuar. Por medio de la acción crecemos, nos transformamos y manifestamos nuestro verdadero propósito.

Sé consciente de que este proceso no siempre es fácil. Mientras te dedicas a alcanzar tu potencial total, puedes pasar por dolor, miedo y pérdidas. La transformación necesita fortaleza y resistencia espiritual.

Como se nos ha repetido tantas veces que “la vida no es fácil”, nuestra mente no acepta cuando todo está bien, porque nuestra creencia es que tenemos que batallar y luchar para sentirnos plenos.

¡Pero es totalmente al revés!

Como dijo Confucio: “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida.”

Aquello para lo que hemos nacido es aquello en lo que somos felices trabajando. Puede ser una tarea tan simple como: ayudar a otros, enseñar, colaborar con la sociedad, ayudar a la naturaleza y al planeta, etc., o algo más elaborado como construir edificios, crear inventos o hacer obras de arte, pero siempre será algo para lo que tenemos las cualidades innatas y con lo que nos sentimos plenamente útiles, felices y realizados.

Algunos descubren su misión en esta vida siendo muy jóvenes, otros más tarde, otros tal vez no la descubren nunca, pero actuando por intuición acaban realizándola. Cuando te dediquesa hacer lo que viniste a hacer, la vida siempre será fácil y sin esfuerzo, así que si sientes queno eres completamente feliz con lo que haces o con tus relaciones, es momento de hacer un cambioporque tu malestar indica que vas en la dirección equivocada.

Cuando descubres lo que te apasiona y lo llevas a cabo, todos los recursos materiales y espirituales que necesitas, aparecen como un acto de magia. El universo es perfecto y su abundancia es infinita.

Angeles Castell