lunes, 1 de agosto de 2016

Aprender a entender lo que sentimos


Para afrontar el nuevo mundo necesitamos explorar nuestra parte más emotiva y creativaNuestro cuerpo comunica y refleja cómo nos sentimos y nos ofrece información constante sobre nuestro estado de ánimo. Es por ello de vital importancia entender los mensajes de nuestras emociones, hacerlo repercute no solo en nuestra salud, sino también en la forma en que nos relacionamos con los demás.
Es importante diferenciar entre oír y entender. Oír es solo usar ese sentido que nos hace situarnos en el mundo que nos rodea. Entender tiene un especial sentido de prestar atención. Puede ser que oigamos, pero que no estemos entendiendo. Entender implica un compromiso, significa estar ahí, percibir lo que nuestro cuerpo y emociones  nos dicen, y lo que nos quieren trasmitir.

“Todo lo que existe, comenzó con el lenguaje. Y el lenguaje comenzó escuchando”
– Jeanette Winterson –

Entiende a tu cuerpo, habla de tus emociones

Las causas más comunes de la enfermedad son las actitudes y las emociones negativas. La búsqueda de atención, la evitación de situaciones desagradables o huir de ellas, son situaciones donde nuestro cuerpo habla, habitualmente produciendo síntomas como señales de que algo no va bien.
Las personas que no entienden que estas reacciones están causadas por las emociones desagradables que experimentan, sufren a menudo enfermedades físicas causadas por su bloqueo emocional.

Existen numerosas investigaciones que avalan el poder de las emociones sobre el cuerpo humano. Los investigadores han encontrado una relación más que evidente entre el dolor y el estrés. El estrés emocional, problemas emocionales manifestados a nivel físico, que no logramos gestionar correctamente, puede dejarnos su marca permanente en nuestro cuerpo.
Los síntomas de estrés emocional más frecuentes son:
  • Emociones: depresión o ansiedad, irritabilidad, miedo, nerviosismo.
  • Pensamientos: excesivo temor al fracaso, excesiva autocrítica, dificultad para concentrarse, toma de decisiones, pensamientos distorsionados.
  • Conductas: trato brusco hacia los demás, incremento del consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, aumento o disminución del apetito, llantos, disminución del apetito, rechinar los dientes.
  • Cambios físicos: tensión muscular, manos frías o sudorosas, insomnio, dolores de cabeza, fatiga,problemas de espalda o cuello, respiración agitada, alteraciones en el sueño, disfunción sexual.

  • Tu cuerpo es tu templo, escúchalo.

Entiende a tu mente, habla de ti

Como hemos explicado anteriormente, la actitud mental puede bloquearnos hasta el punto de crearnos problemas físicos. Este bloqueo mental se origina cuando afloran emociones desde nuestro interior que nos hacen perder la atención e incluso desconectarnos de lo que estamos haciendo. Las emociones negativas nos provocan distracciones, dejamos de estar atentos a la actividad que estamos realizando y comenzamos a pensar en estas emociones.
Atendiendo a nuestra mente, reconoceremos nuestros sentimientos y emocionesEscuchando nuestro interior podremos prepararnos para superar los sentimientos y las emociones desagradables, de cara a poder concentrarnos en las actividades de la vida diaria. De esta manera nos preparamos física y mentalmente para reconocer y aislar a las emociones negativas, reconocer estas emociones es el primer paso para superarlas.
La mente es responsable del pensamiento elevado. Combina el sentido, el pensamiento, el juicio y la memoria. Nos permite sopesar el costo y beneficio de la toma de decisiones razonadas. Es posible que tu voz interior no siempre sea clara, pero tratará de decirte algo. Escribe un diario, debate tu crítica interna, busca lugares tranquilos, en resumidas cuentas aprende a entender tu mente.
Antes de enfadarte, culparte o bloquearte, escucha a tu interior, aparta de tu mente, las emociones y los sentimientos negativos. Prepárate física y mentalmente para escucharte atentamente, nadie es mejor interlocutor para tu cuerpo que tú mismo.
Psicologia/Fátima Servián Franco
https://lamenteesmaravillosa.com

domingo, 31 de julio de 2016

Si la vida te da personas maravillosas es porque lo mereces


Si la vida te da personas maravillosas es porque las mereces, porque las cosas buenas no caen del cielo porque sí. También tú eres un artesano de la reciprocidad y del vínculo que se crea desde el corazón, y ante todo, te preocupas por cuidar de todo aquello que de verdad, vale la pena en tu vida.
Algo que resulta curioso es que con la amistad, ocurre casi lo mismo que con el amor: las personas creen saberlo todo. Se ven a sí mismas como poseedoras de un doctorado en relaciones y la maestría en la sabiduría de la afectividad. Sin embargo, son incapaces de leer la decepción en esas arrugas de más en la mirada de sus parejas o la apatía de esos supuestos amigos del alma, que dejaron de confiar hace mucho en él o ella.
Personas maravillosas son aquellas que aman tus cenizas sin conocer tus incendios, que entran en tu vida sin avisar y que deseas que jamás salgan de ella. Las personas más excepcionales están junto a ti no por casualidad, sino porque las mereces, porque sabes muy bien cuánto vale su alma y la nobleza de sus corazones.
Si a día de hoy tenemos a nuestro lado figuras que enriquecen nuestras vidas es porque nosotros SÍ entendemos cómo funcionan esos cimientos que erigen el respeto, la magia de los silencios compartidos o del dejarlo todo cuando las penas asaltan a ese rostro que tanto apoyo nos ha transmitido con la mirada y las palabras.
Personas excepcionales hay muchas, pero las tuyas son las mejores y te las mereces.

Hay personas que son tu patria

Puede que sea tu pareja, tu familia, tus amigos o por qué no, todos ellos. Las personas disponemos de una patria personal, de un mapa muy íntimo donde se trazan pequeñas historias y donde se habla un mismo idioma: el de los afectos sinceros, el de las emociones que nos ayudan a crecer y que sanan. Esa, y no hay que olvidarlo nunca, es una patria que exige mucho trabajo.
Los amigos no se tienen como quien acumula amistades en un perfil de Facebook. La amistad, como el amor, se cuida todos los días y uno se preocupa por alimentar sus raíces, para que ese vínculo sea fuerte, digno y capaz de hacer frente a cualquier tormenta.
Los habitantes de nuestras patrias personales son como esa rosa que el Principito atiende con dedicación en su pequeño planeta sabiendo que es diferente a cualquier otra, sencillamente, porque es la suya.

Las personas maravillosas pueden aparecer de casualidad, eso es algo que todos hemos experimentado alguna vez, pero el que permanezcan a nuestro lado es algo que solo el tiempo dirá. No podemos olvidar que en toda patria hay batallas y diferencias, en todo mapa personal hay cicatrices y también huellas que dan luz y forma a lo que somos ahora.
El amor y la amistad que nos ofrecen esos seres excepcionales nos define también a nosotros mismos, porque compartimos las mismas historias, porque hemos caminado por los mismos senderos, sabemos lo que valen y los merecemos también por ello.

Personas maravillosas y personas efímeras

El primer estudio sobre el impacto de la amistad en nuestra salud se realizó en 1979 y duró casi nueve años. Se llevó a cabo en California y se descubrió algo que todos sabemos a día de hoy:disponer de una buena red de apoyo con la que compartir experiencias, miedos, instantes de distensión y complicidad, reduce de forma notable el riesgo de sufrir infecciones, infartos cardíacos o derrames cerebrales. 
Tener a nuestro lado a personas maravillosas es sinónimo de bienestar y salud. Sin embargo, las relaciones positivas y verdaderamente significativas en nuestras vidas apenas se cuentan con los dedos de una mano. ¿Qué es lo que falla? Bien, en realidad no podemos hablar de “fallos” sino de conductas y comportamientos en los que somos libres de encajar o no en estas nuestras patrias personales.
Te proponemos reflexionar sobre ello.

Personas que vienen y van y almas que perduran

Algo que muchos sociólogos están percibiendo es que gracias a las redes sociales las personas empezamos a establecer amistades en base a intereses comunes. Formamos grupos y subgrupos en Facebook donde compartir experiencias sueños y deseos. Ahora bien, muchas de estas amistades son efímeras o vinculadas solo a un tipo de actividad o necesidad muy concreta.
  • Hay amigos que vienen y van, que duran lo que un contrato de trabajo, lo que un mes de alquiler o lo que nos dure la paciencia a través del whatsapp. Puesto que llevarnos bien con todo el mundo no es ninguna obligación, hay amistades que, simplemente, terminan mutando su piel en una necesitada indiferencia.
  • Las personas extraordinarias llegan a medida que te vas conociendo mejor a ti mismo y te das cuenta de que has formado una patria, que tu gente es tu territorio y que invertir en ellas es invertir en vida, en salud y en tu propio destino.
Hay quien suele decir aquello de que “no merezco los amigos o la familia que tengo”, pero es un error. Los merecemos porque los valoramos, porque los cuidamos y porque los queremos a nuestro lado tal y como son. En toda su esencia, en toda su magia. Merecemos ser felices y aprender cada día de nuestras personas maravillosas.

Psicología/Valeria Sabater
https://lamenteesmaravillosa.com

sábado, 30 de julio de 2016

Hay días en que todo está desordenado: el pelo, la cama, el corazón. . .


Hoy todo en mí está desordenado: el pelo, la cama, el corazón…Ya no tengo quien desnude mis miedos y abrace mi alma, pero aún así, te prometo que recogeré cada pedazo perdido, cepillaré mis vacíos y trenzaré mis penas para que nada de esto me impida volver a vestirme con sonrisas, con esperanza.
Cada uno de nosotros hemos experimentado alguna vez estas encrucijadas vitales en las que, de pronto, todo parece estar desordenado. Nuestras brújulas personales ya no marcan el norte y casi sin saber cómo, llegamos al borde del abismo. Ahora bien, lo creamos o no, en estos instantes solo tenemos dos opciones: caer en ese abismo y tocar fondo o salir impulsados hacia el cambio, hacia una nueva realización personal.
Tengo el alma desordenada y un corazón herido. Trenzo mis penas en silencio mientras te dejo ir, mientras desahogo mis pesares y decepciones sabiendo una cosa: en la persona tan fuerte en que voy a convertirme cuando por fin, vuelva a soltar mis cabellos ahora trenzados con las lágrimas…
Resulta curioso analizar por un momento, el significado etimológico de la palabra “crisis”. Viene del griego y deriva a su vez de dos términos muy interesantes “la rotura de algo” y la oportunidad de “analizar” ese algo.
Así pues, cuando nuestra vida esté tan desordenada que no sepamos siquiera con qué pie empezar a caminar, nada mejor que analizar cada una de nuestras partes rotas para comprendernos mejor y después, propiciar el cambio. Te proponemos reflexionar sobre ello con nosotros.


Un cerebro desordenado que intenta sobrevivir al caos

Sabemos que este dato puede sorprenderte, pero nuestro cerebro no ha evolucionado precisamente para permitirnos ser cada vez más felices. De hecho, cada generación sigue teniendo casi los mismos problemas emocionales y existenciales que sus antecesores. Nuestro “tejido gris”, por así decirlo, no es ningún gurú en materia de felicidad.
El cerebro solo tiene una necesidad: garantizar nuestra supervivencia. De ahí, por ejemplo, los miedos, esos mecanismos instintivos que resultaron ser muy eficaces para que el hombre primitivo se defendiera de posibles depredadores. Ahora bien, en la actualidad, nuestros miedos son menos concretos y más intangibles: tenemos miedo a la soledad, al fracaso, a no ser amados, a no cumplir determinadas expectativas…
A ello se le suma otro aspecto esencial. Según un estudio publicado en la “Review of General Psychology” las experiencias negativas dejan en nuestro cerebro una impronta más profunda que las positivas. No obstante, su finalidad es clara: aportarnos nueva información para poder sobrevivir mejor ante nuevas situaciones vitales.

Por tanto, el cerebro percibe esos instantes de crisis y desorden personal como “pequeñas amenazas” a nuestra propia supervivencia. De ahí, su “invitación” a que seamos capaces de adaptarnos mejor a nuestros contextos y para ello, en ocasiones, solo existe un modo: el cambio.

Cómo afrontar nuestras encrucijadas vitales

Pocas cosas dejan tan desordenado nuestro corazón como una ruptura afectiva. La inversión emocional y personal es tan alta en estas situaciones que tras ese adiós, nos podemos más que escondernos en la caracola de nuestra soledad para escuchar el rumor de todos esos sueños perdidos.
Puesto que sabemos ya que nuestro cerebro no tiene ese interruptor natural para hacernos felices de nuevo, basta con recordar varias cosas que sí posee: resiliencia, la habilidad para enfrentar la adversidad y una altísima capacidad creativa para buscar la mejor estrategia con la cual, salir de nuestras encrucijadas vitales.
Te ofrecemos sencillas pautas que pueden servirte de ayuda.

Claves para restablecer el orden y hallar nuestro equilibrio personal

Cuando todo está desordenado nada mejor que sembrar de pequeños placeres nuestro día a día. Puede parecer una tontería, pero cuando nuestra mente sufre un exceso de “pasado” y un temor extremo al “futuro” nada mejor que anclarlo al presente mediante actividades sencillas y placenteras.
  • Sal a caminar, desconecta de la rutina y de lo que te es habitual en tu cotidianidad. De este modo, verás las cosas desde otra perspectiva.
  • Entiende que vivir es ante todo tomar decisiones. Ante toda encrucijada lo único que se nos exige es una cosa: ser responsable de nosotros mismos.
  • Para tomar decisiones se requiere primero de una adecuada calma interna. Puede que ahora mismo solo sientas el desorden de tus emociones y sentimientos, pero siempre llegará ese instante en que debas detenerte y tomar conciencia de dónde estás y lo que necesitas.
  • Ensaya posibilidades. Empieza propiciando pequeños cambios y atiende qué sucede. Si te complace el resultado, da un paso un poco más grande, un cambio más atrevido y verás entonces cuántas colinas y montañas eres capaz de mover.

En conclusión, a pesar de que nos sorprenda, en realidad, las personas no deberíamos temer tanto estos instantes vitales de desorden personal. Lejos de darles una atribución puramente negativa, es mejor verlos como lo que son: nubes temporales sin certeza que nos obligan a abrir nuestros paraguas de colores para sortear la tormenta.

Psicología/Valeria Sabater
https://lamenteesmaravillosa.com