jueves, 14 de julio de 2016

Los personajes en los que vivimos


Hemos venido a este mundo a través de un cuerpo, que es el vehículo que nos permite vivir en una realidad tridimensional y, a través de él, aprendemos a relacionarnos en base a programas o “softwares” que ya traemos en nuestros genes. Sin embargo, serán los personajes en los que vivimos los que van a determinar de qué forma interactuamos con nuestro entorno, pareja, amistades…
La semilla empieza a germinar a partir de los 3 años, cuando el niño/a adopta a nivel inconsciente una serie de modelos o personajes tipo, que dependerán de la situación en la que viva y de los distintos estímulos que vaya recibiendo de su entorno.

¿Qué personajes interpretamos?

Según Bert Hellinger existen tres personajes principales, en base a los cuales, forjamos nuestra personalidad. Esto no significa que únicamente vayamos a vestirnos con uno de ellos, sino que estos se irán interconectando y alternando a lo largo de nuestra historia vital. Si bien es cierto, todos/as hemos escogido inconscientemente uno que condicionará esencialmente la forma en la que nos relacionamos.

El Bueno

El primero de los personajes es el bueno y se forma cuando el niño/a ha vivido una angustia de soledad, un vacío interno que parece no llenarse nunca. Cuando el exterior te falla aparece este vacío y la mente busca solventarlo mediante justificaciones del tipo: “me han dejado solo porque soy malo, por eso, si soy bueno me querrán”.
Sin ser consciente de ello, quién interpreta a este personaje desarrolla determinadas dinámicas de comportamiento: se suele callar, hace lo que los demás quieren y prioriza las necesidades ajenas frente a las propias. Su máxima es agradar para evitar la culpa que proviene de la angustia de soledad.
Este personaje se sustenta sobre una de las creencias irracionales del padre de la Terapia Cognitiva, Albert Ellis, que postula sobre nuestra necesidad de obtener amor y aprobación de todas las personas significativas de mi entorno.

El bueno cree que siendo todavía más bueno conseguirá lo que necesita. Sin embargo, su personaje siempre se siente culpable y responsable de la felicidad de los demás. Si te identificas con este personaje, hazte las siguientes preguntas:
  • ¿Sabes escucharte?
  • ¿Sabes respetarte?
  • ¿Sabes sentirte?
Cuando la respuesta sea afirmativa, esa angustia de soledad desaparecerá. La vibración del amor es lo que va a llenar ese vacío, y esa vibración comienza dentro de uno/a mismo/a.

“A la hora de la verdad, que es la de buscarse a sí mismo en lo objetivo, uno olvida todo y se dispone a no ser fiel más que a su propia sinceridad”
-Gerardo Diego-

El Rebelde

El rebelde es un personaje con mucha potencia energética. Pero en este caso padece una angustia de inseguridad, ya que el niño/a se siente inseguro/a de su figura de apego.
Un rebelde tiene que estar siempre luchando, no puede disculparse, no puede dar su brazo a torcer… Interpreta del exterior que es débil, con lo que su actitud defensiva y combativa servirá para demostrar que él/ella es quien está en lo cierto. Aunque se haga lo imposible por no molestarlo, la confrontación es la herramienta que usa para demostrar que es poseedor de la verdad absoluta, su verdad.

Sólo viviendo la angustia de seguridad y observando el movimiento que genera a su alrededor, es capaz de conocerse, desarrollando así la comprensión de la que carece.
“Aquellos que nunca se retractan de sus opiniones se aman a ellos mismos más que a la verdad”
-J. Joubert-

El Urna

Este personaje se sustenta en una angustia de identidad, que se ha forjado a partir de la falta de atención de su madre, y que actúa ignorándolo, como si no tuviera ninguna valía, como si no existiera…
El urna intenta pasar desapercibido/a y tiene dificultad para relacionarse con más de uno o dos amigos/as íntimos, a los que “mete en su urna” para autoabastecerse energéticamente. Se trata de un personaje muy mental, que vive en el absoluto control, ya que si algo se descontrola aparece la angustia.
Dentro de este personaje, nos encontramos con grandes investigadores que desarrollaron su inteligencia como fachada a sus carencias relacionales. En el protagonista de “Una mente maravillosa“, Einstein u otras mentes prodigiosas, se han dado magníficos ejemplos de este personaje.

“La felicidad está en el darse cuenta de que vivimos en un personaje y que eso no eres tú”
-Paloma Crisóstomo-

Psicología/ Roxana García Martínez
https://lamenteesmaravillosa.com

martes, 12 de julio de 2016

El Desapego

"En la vida de las abejas encontramos una gran lección. En general el hombre construye para sí, piensa en el valor de la propiedad, ambiciona conseguir más bienes, sufre y pelea ante la inminencia de perder aquello por lo que ¨ luchó ¨ por conseguir. Prisionero en un plano denso, pierde oportunidades de experiencias superiores.
En cambio las abejas fabrican su alimento sin destruir nada, además, donan la mayor parte. La lección de las abejas está en su espíritu de donación. En un acto poco común de desapego, abandonan lo que les llevó una vida construir. Simplemente lo sueltan sin preocuparse por el destino que tendrá".

Podemos decir que el apego es un estado emocional de vinculación compulsiva a una cosa o persona determinada, originado por la creencia de que sin esa cosa o persona, no es posible ser feliz.. Tu mente dice: No puedes ser feliz si no tienes tal o cual cosa, o si tal persona no está contigo. No puedes ser feliz si tal persona no te ama. No puedes ser feliz si no tienes un trabajo seguro. No puedes ser feliz si no das seguridad a tu futuro. No puedes ser feliz si estás solo. No puedes ser feliz si no tienes un cuerpo a la moda. No puedes ser feliz si los otros actúan así. Y cuantos mas ’No puedes ser feliz si....’ Permanentemente te demuestras (si no es por una cosa, es por otra) que no puedes ser feliz
¡Todo esto es falso!. Todas las cosas a las que te apegas, y sin las que estás convencido que no puedes ser feliz, son simplemente tus motivos de angustias. Si queremos ser libres, si queremos dejar de sufrir por lo que tenemos o por lo que no tenemos, deberemos abrigar un único deseo: Transformarnos, desprogramarnos, soltar las ataduras. ¿Qué es tu programación?. Eso que llevas dentro de tu computadora cerebral, que se formó acumulando los datos recibidos: Tu cultura, tus ideas, tus creencias, tus miedos, tus apegos, tus hábitos. El ejercicio consiste en tener presente que nada ni nadie nos pertenece, que no vinimos al mundo para poseer cosas o personas y que debemos soltarlas. 

El sufrimiento llega cuando nos aferramos a algo o a alguien. 

El apego empaña lo que debería estar claro: por detrás de una supuesta pérdida se esconde la enseñanza de que está por llegar algo nuevo y mejor para nuestro crecimiento. 
Si no renunciamos a lo viejo ¿Cómo puede haber espacio para lo nuevo?. 
Quisiera preguntarte.... ¿ a que estas apegado?, ¿ qué temes perder?, ¿ personas que ya no amas o no te aman , vínculos que te lastiman que aún preferís conservar? ¿ Profesiones que ya no te desafian a poner en ellas todo tu potencial?
La felicidad y la desdicha dependen de cómo afrontemos los acontecimientos, no de la naturaleza de los acontecimientos en sí"
Es el apego a las cosas que te proporcionan felicidad lo que te hace sufrir. No has de apegarte a ninguna cosa ni a ninguna persona, ni aún a tu madre, porque el apego es miedo, y el miedo es un impedimento para amar.

Cómo ganar la batalla a los apegos

Pasa revista a todos tus apegos y ataduras, y dile a cada persona u objeto que te venga a la mente: "En realidad no estoy apegado a ti en absoluto. Tan sólo estoy engañándome a mí mismo creyendo que sin ti no puedo ser feliz". Limítate a hacer esto con toda honradez, y verás el cambio que se produce en ti: En realidad no estoy apegado a ti en absoluto. Tan sólo estoy engañándome a mí mismo creyendo que sin ti no puedo ser feliz". Y luego, todo lo que hay que hacer es ver, pero ver realmente, las siguientes verdades.
  • Primera verdad: estás aferrado a una falsa creencia, a saber, la de que sin una cosa o persona determinada no puedes ser feliz. Examina tus apegos uno a uno y comprobarás la falsedad de semejante creencia. Tal vez tu corazón se resista a ello; pero, en el momento en que consigas verlo, el resultado emocional se producirá de inmediato, y en ese mismo instante el apego perderá su fuerza.

  • Segunda verdad: si te limitas a disfrutar las cosas, negándote a quedar apegado a ellas, es decir negándote a creer que no podrás ser feliz sin ellas, te ahorrarás toda la lucha y toda la tensión emocional que supone el protegerlas y conservarlas. ¿No conoces lo que es poder conservar todos los objetos de tus distintos apegos, sin renunciar a uno sólo de ellos, y poder disfrutarlos más aún a base de no apegarte ni aferrarte a ellos, porque te encuentras pacífico y relajado y no sientes la menor amenaza en relación a su disfrute?

  • Tercera y última verdad: si aprendes a disfrutar el aroma de un millar de flores, no te aferrarás a ninguna de ellas ni sufrirás cuando no puedas conseguirla. Si tienes mil platos favoritos, la pérdida de uno de ellos te pasará inadvertida, y tu felicidad no sufrirá menoscabo. Pero son precisamente tus apegos los que te impiden desarrollar un más amplio y más variado gusto por las cosas y las personas. 

  • A la luz de estas tres verdades, no hay apego que sobreviva. Pero la luz, para que tenga efecto, debe brillar ininterrumpidamente. 
  • Los apegos sólo pueden medrar en la oscuridad del engaño y la ilusión. Si el rico no puede acceder al reino del gozo y de la alegría, no es porque quiera ser malo, sino porque decide ser ciego.


lunes, 11 de julio de 2016

Olvidar lo que uno siente y recordar lo que uno vale


De qué nos sirve amar a alguien que no considera necesario ser reciproco con nuestros sentimientos, con nuestras acciones, con nuestro dar? Cuando nos enamoramos lo hacemos con la esperanza de dar y recibir de forma directamente proporcional, en el caso de que esto no ocurra lo que estaremos haciendo se convertirá en la forma más fácil de martirizarnos la vida.
No hemos venido al mundo para generarnos sufrimiento, para desperdiciar nuestro tiempo y mucho menos para sacrificar nuestra felicidad. Y esto es justamente lo que hacemos cuando nos involucramos en relaciones que no satisfacen nuestras necesidades.
Es válido recordar que ninguno de nosotros necesita a alguien para ser feliz y que todo lo que podemos buscar fuera se encuentra en cada uno de nosotros, pero así como no necesitamos a nadie que nos ayude a alcanzar nuestra felicidad, tampoco necesitamos a alguien que nos aleje de ella.
Es común observar parejas o relaciones donde no hay un nexo determinado, en donde el amor solo se siente de manera unidireccional y en estos casos el amor por el otro es mucho mayor que el amor propio.

Aprende a no conformarte con menos de lo que mereces


Lo primero que debemos hacer es reconocer nuestro valor y lo que merecemos, si nuestras creencias apuntan a que no somos merecedores de amor, a que no valemos lo suficiente como para establecer una relación donde nos sintamos queridos, cuidados, amados y respetados, sencillamente estamos en la obligación de revisar nuestros patrones mentales que nos han puesto a jugar en el amor en una situación de desventaja.
Todos y cada uno de nosotros merece un amor con el que pueda sentirse pleno, a quien pueda entregar su confianza y represente esa aleación que da como resultado una relación sólida, que satisfaga a ambas personas.
Cada uno de nosotros está consciente de lo que recibe en una relación y si esto no es positivo, si no nos llena el espíritu, no tenemos que quedarnos encadenados aguantando una situación que no es de nuestro agrado.

Mientras perdemos el tiempo, nos resquebrajamos por dentro, socavamos nuestra autoestima sumergiéndonos en una relación en donde nos sentimos desvalorados; estamos perdiendo la oportunidad de abrir espacio para alguien que sí esté en condiciones de ofrecernos lo que deseamos, de darnos el valor que merecemos.
Pero ese valor sólo lo podemos tasar nosotros mismos, cada uno de nosotros es responsable de fijar sus estándares y a partir de allí comienza la subasta. Si arrancamos dándonos menos valor del que merecemos, no será muy difícil que el mejor postor pueda alcanzarnos con una puja muy baja. Así que comencemos por establecer los límites mínimos de lo que queremos en nuestra vida y consideremos sólo a quienes estén dispuestos a superarlos.

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