viernes, 18 de septiembre de 2015

El malhumor

 


Todos podemos tener nuestros momentos de mal humor que se consideran totalmente normales, siempre y cuando no sea una conducta habitual.

Si el mal humor se instala en forma permanente en nuestra conducta y comienza a ser algo más que circunstancial, deberíamos conocer las causas y hacer algo al respecto.
El estado de ánimo malhumorado se caracteriza por ver el lado negativo que suelen tener las cosas, por ejemplo viendo siempre el vaso medio vacío en lugar de medio lleno.
Esta forma de ser puede tener o no motivos que la generan. Si los hubiera, lo mejor es intentar descubrirlos para modificar las consecuencias que puede provocar en las relaciones interpersonales y en el propio desarrollo.

Por otro lado, nos está señalando una personalidad con cierta tendencia depresiva, agravada por determinadas situaciones de la vida que por alguna razón no puede resolver.
Es un hecho que casi todos tengamos que atravesar por problemas que nos producen sufrimiento. La cuestión no es tanto resolverlos como conocerlos y aprender a vivir con ellos lo mejor posible.
Cualquier problema puede tener solución pero a veces esa solución se convierte posteriormente en otro problema aún más grave; por lo tanto, es necesario aceptar que eventualmente tendremos que enfrentar los contratiempos y disgustos que esas situaciones nos puedan deparar.

Algunas veces llamamos problemas a ciertos desafíos que la vida nos impone y que no son más que oportunidades para evolucionar y no quedarnos estancados.
Otras veces, llamamos problemas a situaciones comunes de la vida, dándoles una connotación trágica que no se merecerían si aceptáramos que son inevitables.

Pero la mayoría de las veces los malhumorados no tienen mayores motivos para su estado de ánimo.
Les molesta la compañía pero por otro lado se quejan porque están solos, se aburren pero no tienen ninguna iniciativa, viven contando sus problemas pero son incapaces de escuchar a los demás, critican a todos porque ven la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio; están disconformes con el gobierno, con su familia, con su trabajo y por supuesto ven todo negro.
Se trata por lo general de personas eternamente disconformes, intolerantes e individualistas que no pueden ser felices de ninguna manera y que con su mal humor canalizan sus energías negativas provocadas por sus desequilibrios emocionales y lo han convertido en un hábito.

Estas personas son muy difíciles de tratar porque creen tener siempre la razón. Poseen una visión pesimista del mundo y están convencidas plenamente de que estamos todos al borde del abismo, que se aproxima el Apocalipsis y que es inútil cualquier intento para evitarlo.
Para ellas todo está a punto de estallar y sólo es cuestión de esperar que alguien apriete el detonador.

Sigmund Freud diría que el mal humor es un síntoma de represión de la libido sexual, que no necesariamente siempre se refiere a lo genital, sino a toda la sexualidad entendida como instinto de vida, al no lograr expresarse para participar creativamente en un medio social. El Psicoanálisis podría permitir revelar el trauma, que una vez consciente ayudaría a canalizar lo reprimido adecuadamente.
Otras fuentes lo llamarían vacío existencial o discapacidad para adaptarse a los cambios y para crecer y la terapia desde este enfoque podría ayudar a cambiar la percepción y ver la realidad desde una perspectiva más amplia.
En tanto que para los conductistas sería un condicionamiento adquirido que es necesario desaprender para adquirir otros nuevos más adaptativos.

El mal humor es un defecto de carácter que produce conflictos de relación, discordia familiar e infelicidad, y lo más grave de este modo de ser, es que es contagioso.

Psicología/La guia2000

10 frases para dejar ir tu pasado emocional


Dejar ir suele ser difícil, pero llega un momento en la vida en que debemos hacerlo. Si no somos capaces de pasar página, continuaremos arrastrando ese dolor y resentimiento. No podemos avanzar porque estamos emocionalmente estancados. Por eso, una de las lecciones más importantes que podemos aprender en la vida es dejar ir el pasado, cerrar los círculos del pasado. Solo así podremos continuar ligeros de equipaje y abrirnos a las nuevas experiencias.
Dejar ir no significa olvidar. Dejar ir implica restarle impacto emocional a la experiencia, aceptarla y continuar adelante. De hecho, lo que sucede con las experiencias emocionales muy intensas, como la pérdida de una persona querida, una ruptura de pareja, un gran error o un agravio personal, es que no las asimilamos por completo, de manera que estas no pasan a formar parte de nuestra historia sino que se quedan activas en una parte de nuestro cerebro, reactivándose ante el menor estímulo.

Dejar ir implica aceptar el cambio y adaptarse a la nueva realidad


1. El arte de vivir implica saber cuándo aferrarse y cuándo dejar ir. – Havelock Ellis
Este médico británico no pudo expresarlo mejor. A lo largo de la vida hay momentos en los que debemos aferrarnos a lo que queremos con todas nuestras fuerzas, pero también hay momentos en los que debemos soltar y cambiar el rumbo. La clave para no naufragar consiste en encontrar el equilibrio justo, en saber cuándo ha llegado el momento de mirar hacia adelante y dejar ir el pasado, por mucho que duela.

2. Algunas personas piensan que aferrarse a las cosas les hace más fuertes, pero a veces se necesita más fuerza para soltar que para retener. – Hermann Hesse
Hermann Hesse nos hace reflexionar sobre el hecho de que la perseverancia y el apego no siempre son el mejor camino, a pesar de que nuestra sociedad siempre ha ensalzado estos valores. Hay veces en que es necesario dejar ir, y ese acto implica un mayor grado de madurez y demanda una fuerza interior enorme, mucho más que aferrarse a algo que ya no tiene sentido.

3. Retener es creer que solo existe el pasado, dejar ir es saber que hay un futuro. – Daphne Rose Kingma
Solemos aferrarnos a determinadas experiencias porque tenemos miedo a continuar, porque, de alguna forma, nos sentimos más cómodos en ese pasado que ya no existe, porque no queremos salir de la zona de confort. Sin embargo, dejar ir implica mirar al futuro, preocuparnos por avanzar y adaptarnos a las nuevas circunstancias. Dejar ir implica, sobre todo, confianza en el futuro.

4. El dolor te abandonará, cuando tú lo abandones. – Jeremy Aldana
Muchas personas no se dan cuenta de que la verdadera causa de su sufrimiento radica en el apego al pasado, a personas o situaciones que ya no tienen espacio en la vida actual. En realidad, el tiempo no lo cura todo, es necesario tener la voluntad de seguir adelante, ser capaces de limpiar nuestraas heridas emocionales y dejar ir el resentimiento.

5. Cuando dejo ir lo que soy, me convierto en lo que podría ser. Cuando dejo ir lo que tengo, recibo lo que necesito. – Lao Tzu
Esta joya del taoísmo nos transmite una enseñanza fundamental para la vida: mientras estemos atados al pasado no seremos capaces de aprovechar las oportunidades del presente, hasta que no aprendamos a dejar ir no podremos obtener lo que realmente necesitamos “aquí y ahora” para ser felices.

6. El problema de mirar demasiado al pasado es que cuando nos volteeemos para mirar al futuro, este se habrá esfumado. – Michael Cibenko
La vida pasa en un abrir y cerrar de ojos. Por eso, vivir añorando el pasado implica dejar que el futuro se nos escape. Recuerda que cada hora y cada día cuentan. No dejes que el resentimiento y las experiencias negativas enturbien la felicidad de la que puedes disfrutar ahora mismo.

7. Cuando le das libertad a los demás, cuando los dejas ir, recuperas tu libertad. – Aleksandra Ninkovic
Somos prisioneros de nuestra propia mente, no son los demás los que nos mantienen sujetos, sino nuestra resistencia a liberarnos de esas ataduras. Somos nosotros mismos, con un apego desmesurado, quienes nos mantenemos atados al pasado, impidiéndonos avanzar. Por eso, cuando aceptamos y dejamos ir esas experiencias que nos perturban, reencontramos la libertad y estamos preparados para vivir plenamente.

8. Dejar ir significa darse cuenta de que algunas personas forman parte de tu historia, pero no son tu destino. —Steve Maraboli
Debemos aprender a ver la vida como un tren. A lo largo del camino compartiremos espacio con muchas personas, algunas serán completos desconocidos, otras nos acompañarán durante un gran trecho y estableceremos lazos emocionales. Sin embargo, cada quien tiene su propio destino, y es necesario aprender a no aferrarse de manera enfermiza sino celebrar el encuentro y disfrutar de ese tiempo en compañía, mientras dure.

9. El secreto no es olvidar sino dejar ir. Y cuando todo se ha ido, serás rico en la pérdida. – Rebecca Solnit
Esta escritora norteamericana nos incita a ver la “pérdida” desde otra perspectiva. De hecho, solo cuando aprendemos a amar de forma desapegada, cuando aprendemos a dejar ir, maduramos y llegamos a conocernos verdaderamente. En el desapego, uno de los principios básicos de la filosofía budista, radica el secreto de la libertad personal y el equilibrio emocional.

10. Demolí todos los puentes detrás de mí para no tener otra opción que seguir adelante. – Fridtjof Nansen
El principal problema de dejar ir es que nos vemos tentados continuamente a mirar al pasado. La nostalgia es demasiado fuerte y la incertidumbre que encierra el futuro demasiado aterradora. Por eso, en ocasiones no hay otra opción que cortar completamente los lazos que nos unían a ese pasado. Así podremos caminar hacia el futuro más ligeros de equipaje.

Psicología/Jennifer Delgado

Amar es un Arte



El amor es una emoción básica digna de ser vivida en plenitud, también se puede vivir anhelando el amor sin llegar a conocerlo e incluso sabotear cualquier intento de aproximación por temor a sufrir.

El amor se encuentra cuando una persona está atenta y dispuesta a amar y a confiar y tiene la plena convicción de que merece ser feliz.

Para entregarse al amor es importante aprender a ver más allá de un cuerpo y de una cara atractiva, porque la bondad del corazón no se percibe a simple vista.
El otro no es sólo un cuerpo, tiene además un sistema de valores, creencias y una filosofía de la vida; y estas características son las que definirán la relación y las que indicarán qué se puede esperar de ella.

El amor es entrega, no inmediata, sino reflexiva; porque exige lealtad, fidelidad y generosidad para aceptar al otro como alguien que siempre será diferente.
Hay que estar bien y a gusto con quien uno es, estar convencido de ser valioso, no tener dobleces y sentirse digno de ser amado y respetado, para que el que tenga la oportunidad de conocernos pueda pensar y sentir lo mismo, porque la realidad es un reflejo de nosotros mismos.

Quien está en el camino del desarrollo personal y tiene alta su autoestima se convierte en una persona interesante y atractiva naturalmente; alguien que está haciendo lo posible para dar lo mejor de si mismo; y es en esas condiciones cuando se está maduro para tener una relación.
El amor de pareja es una relación que no se puede forzar, se tiene que dar espontáneamente y necesita cultivarse todos los días.
Amar no significa atarse a otro y abandonar todo lo demás, porque sólo la libertad y la confianza logran mantener el amor estable.

El amor se torna dependiente y posesivo cuando uno de los dos se estanca y no crece; porque el estancamiento produce en el otro aburrimiento y desinterés; y la necesidad de buscar a alguien con la chispa de entusiasmo para vivir que su pareja ha perdido.
El corazón también tiene neuronas, según afirman hoy en día los científicos; sin duda son para reflexionar sobre los sentimientos y para orientarlos adecuadamente; porque de nuestras decisiones responsables dependerá nuestra felicidad en el amor o nuestro sufrimiento.
Cuando el amor se convierte en una prisión o se opone a los propios valores o derechos; es hora de replantearse la relación, porque puede convertirse en un vínculo enfermo.
Para amar hay que estar dispuesto a confiar, sin esperar demasiado del otro, dar tiempo a la relación, evaluando sobre la marcha la profundidad que logran los sentimientos.
El amor se demuestra con los hechos no con palabras dichas en un arrebato de pasión, y necesita saber perseverar, tener constancia y paciencia.

Se puede superar el desamor y el abandono, liberándose de la culpa y no atribuyéndose el fracaso para no perder la autoestima, porque cuando una pareja no funciona el problema es de los dos.
El dolor de una pérdida es más orgullo herido que sufrimiento verdadero, porque se vive como un fracaso personal y se tiende a olvidar las importantes razones de la ruptura.
Un enfoque más frío y realista de la situación puede revelar que la separación representa la mejor decisión y la oportunidad de empezar una nueva vida sobre bases más sólidas.

Si no se ha logrado la aceptación del propio esquema corporal y se vive en función del cuerpo, tratando de cambiarlo, hay que aprender a valorarse, a creer más en uno mismo como persona total y a darse la oportunidad de crecer y mejorar no sólo de cuerpo sino también de espíritu.
El que renuncia al amor por temor, o por creer que no puede agradarle a nadie, está buscando excusas para no arriesgarse y decirle que no a la vida.

El amor exige inteligencia, para saber perdonar y para comprender, porque la comprensión es la posibilidad de entender un punto de vista que no es el propio.
Fuente: Psicología práctica Especial, número 3, Curso de felicidad