Hay una técnica de meditación muy importante y que a menudo ejecutamos en las clases de yoga mental que doy y que se llama la meditación del silencio o la meditación en el ser. Es por excelencia una valiosa técnica de introspección para crear un espacio interior de silencio y desarrollar la sensación o presencia de ser.
A través del silencio va uno abstrayéndose en la sensación de sí para cultivar la consciencia pura y desnuda de ser. Para llevar a cabo esta técnica nos basamos en principio en tres requisitos:
- Desconectar durante unos minutos de los afanes, ocupaciones y preocupaciones de la vida diaria (por eso el mundo no se para).
- Ignorar los pensamientos, sin ni siquiera oponernos a ellos, tomándolos como nubes que vienen y parten pero que no nos arrastran.
- Poner toda la atención, energía e interés hacia uno mismo, para interiorizarse, hacer un espacio de silencio interior y conectarse con uno mismo.
No se trata de desarrollar el pensamiento de ser, sino la sensación del soy-vivo-existo. Cada vez que la mente se exteriorice, hay que tomarla y volcarla hacia adentro, para ir sumergiéndose más y más en el silencio interior y zambullirse en la sensación de ser. Así uno paulatinamente va consiguiendo la detención del cuerpo y de la mente y se va dando, como dicen los yoguis de la India, “un baño de sí mismo”. Este ensimismamiento resulta tranquilizante y gozoso, inhibe los pensamientos y nos permite trasladarnos a la mente quieta.
Otra técnica muy antigua de interiorización y abstracción es la denominada “hallar refugio en el propio corazón”. No nos referimos al corazón como órgano fisiológico, sino a esa zona del pecho que todos sentimos tan cercana e íntima. Ramana Maharshi hablaba del “corazón espiritual”, centro de energía y sede del Sí-mismo que está al lado del corazón. El ejercicio consiste en tratar de interiorizarse en esa zona, colocando la atención mental en la misma y tratando de zambullirse en uno, retrayendo los sentidos y haciendo caso omiso de cualquier actividad mental. Como reza la antigua instrucción yóguica: “Cuando los pensamientos cesan, se revela la luz del Ser”. De hecho la primera definición de yoga por escrito es: “La supresión de los pensamientos”, pues de esa manera el meditador se va estableciendo en su naturaleza original.
Pero, con ser importante, esa inmersión en el silencio interior y la presencia de ser, resulta insuficiente. Es un método más de investigación de sí y autodesarrollo, pero tiene que estar necesariamente complementado por un trabajo más amplio y definitivo, como el establecimiento de la atención en la vida diaria, la ética genuina, el trabajo sobre las reacciones emocionales, la autovigilancia en el devenir diario, el control sobre las palabras y actos, el autoconocimiento, el mejoramiento de la relación con los demás, el cultivo de la compasión y la lucidez. En suma, todo un trabajo sobre uno mismo que va mutando la consciencia. Hay además otras técnicas de meditación más allá de las del silencio interior que también es necesario practicar y que ayudan a desenvolver el entendimiento correcto o Sabiduría.
Por un lado están las técnicas de instrospección y ensimismamiento, que deben ser complementadas por técnicas de observación atenta e inafectada. Es necesario, de acuerdo a todos los sabios de Oriente, mantener la triple disciplina: la ética, la de unificación mental y la de desarrollo de la Sabidudría. La Sabiduría es la que permite ver las cosas como son y superar los engaños y corrupciones de la mente. La verdadera libertad interior brota de la Sabiduría.
El yoga es una senda directa hacia la Sabiduría, y la meditación la vía más directa hacia el Ser.
Ramiro Calle
http://www.yogaenred.com/