miércoles, 13 de enero de 2016

Los niños no se enferman‏


En Biodescodificación y gracias a muchos años y experiencia de trabajo, se ha llegado a descubrir, que todo niño desde cero hasta 14 años cumplidos, no se enferma. Y las madres comenzarán a comentar cosas como: “Mi niño sí”, “Mi hija está enferma de tal o cual cosa hace tanto tiempo”. 
Todo síntoma que un niño o niña presente, desde su nacimiento y hasta los 14 años, es reflejo de una emoción de los padres, de un resentir, de algo nunca dicho, de una emoción atrapada, etc. Como los hijos son parte de los padres, heredan sus emociones y siguen sus patrones. Si bien ambos padres reflejan o proyectan sus emociones a los hijos, se puede hablar de que el porcentaje de emoción es un 80% de las madres y un 20% de los padres. Y así, la biodescodificación fue comprobando poco a poco, que cuando un niño menor a 14 años presenta un síntoma, hay que revisar a los padres, así de sencillo y simple.
  • Se descubrió que si la madre peleaba con el padre, al niño le daba gripa.
  • Se descubrió que si la madre odiaba su trabajo, al niño le dolían los brazos o se fracturaba algún brazo.
  • Se descubrió, que si la madre odiaba cuidar a su madre, al niño le dolía la rodilla.
  • Se descubrió, que si la madre estaba harta de escuchar reclamos o quejas o críticas, el niño tenía problemas de audición.
Y podemos seguir síntoma con síntoma y nunca terminar. Lo más importante de esto, es que en cuanto la madre o el padre, solucionaban su conflicto emocional, el niño sanaba. Hay que tomar en cuenta que una cosa es “presentar un síntoma” , otra muy diferente es presentar un comportamiento y otra muy diferente nacer con el síntoma.
Aquí la Biodescodificación, abre sus puertas a otros mecanismos de solución.
  • Hay comportamientos y síntomas, provenientes del Proyecto Sentido.
  • Hay comportamientos y síntomas, provenientes del Transgeneracional.
  • Hay comportamientos y síntomas, provenientes del Síndrome del yaciente.
Por lo tanto, se debe hacer un análisis completo en sesión de Biodescodificación, de todos los elementos que conforman a la familia, para poder solucionar casos en realidad importantes. Por lo tanto, madres y padres, modifiquen las preguntas que hacen con respecto a sus hijos, porque no son ellos, pregúntense a ustedes mismos,¿qué paso en mis emociones para que mi niño o niña enfermara?. Revisen día por día qué conflictos emocionales vivieron, analicen cosas no dichas, emociones bloqueadas, miedos, rencores, culpas, todo. De la gravedad del síntoma, será el tamaño del problema por resolver en ustedes.
Es común que los padres se preocupen, corran al médico, compren medicamentos y hasta viajen a otros países con tal de encontrar una solución cuando el problema es mayor. Y yo les pido a esos padres, que por favor, por un minuto, se sienten a analizar qué experiencia emocional tuvieron meses, semanas o días antes de que niño “enfermara” y allí tendrán su respuesta. En ese momento descubrirán lo que deberán cambiar y modificar para que su hijo o hija sanen.
Si el niño ha nacido enfermo, entonces deberán sentarse a analizar qué “proyecto” le imprimieron al niño al concebirlo y gestarlo, analizar la relación de padre-madre, analizar preocupaciones, miedos, rencores, todo.
Y una vez, que hayan analizado todo esto y sólo si no han encontrado respuesta, entonces, comiencen a hacer su árbol genealógico, desde el niño hasta los bisabuelos o más, para encontrar lo que viene heredando el pequeño. Si ya desde antes de comenzar el árbol comienzan con pretextos para hacerlo, vamos muy mal.
Cuando se quiere, se puede. Se viaja, se visitan bibliotecas y hemerotecas, panteones, se consultan archivos de gobierno y de datos oficiales y demás. No se limiten a decir que “por parte de tal familia no hay datos”. Imaginen que son detectives profesionales y deben descubrir todo lo oculto.
Hacer un árbol genealógico no es un pasatiempo, es un trabajo que requiere dedicación, paciencia y esmero. Hay personas que demoran más de 3 años en terminar su árbol, así que si en realidad lo requieren, podrán hacerlo lo más completo posible para liberar a sus hijos en caso necesario.
El bebé siente como propio lo que le sucede a mamá: sus alegrías, sus tristezas, sus preocupaciones, y lo más importante aquello “no dicho”, y lo “no expresado”.
Elizabeth Romero Sánchez

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