miércoles, 2 de mayo de 2018

7 BENEFICIOS DEL ARTE PARA TU CEREBRO

En palabras de Henry David Thoreau “el mundo entero no es más que un lienzo para nuestra imaginación”, sin embargo hay quienes creen que la creación de arte les pertenece sólo a unos cuantos elegidos rebosantes de talento. Esto no es así,  puede ser que sean sólo algunas personas las que eligen desarrollar alguna disciplina artística profesionalmente, pero esto no significa que sólo ellos puedan beneficiarse física, mental y emocionalmente del arte. De hecho ¡todos podemos!  Ya que el arte tiene muchos beneficios terapéuticos y está recomendado especialmente para quienes tienen una ocupación que les genera mucho estrés, quienes sufren un desorden mental o tienen alguna discapacidad física o cognitiva, también para aquellos que han sufrido algún tipo de lesión cerebral o tienen una enfermedad crónica.  Además la terapia de arte es muy recomendable para los niños o adolescentes que están enfrentando retos personales o en la escuela.


En algunos casos este tipo de terapia ha sido empleada para tratar con éxito a pacientes con ansiedad, depresión, trastorno bipolar, demencia, trastornos de estrés postraumático, dolor crónico, presión alta y Alzheimer entre otras condiciones. Así que si estás deseoso de dejarte colorear o crear algo nuevo  seguramente esta lista de los beneficios que el arte tiene para tu cerebro terminará por convencerte. 

1. Crear arte ayuda a liberar estrés. 
Cuando estamos tensos es cuando más necesitamos hacer una pausa mental, pero es justamente cuando nuestros pensamientos más se resisten. Crear arte puede ayudarte a distraerlos dándole ese tan necesario descanso a tu mente. Además pintar, esculpir, dibujar y tomar fotografías son pasatiempos que pueden ayudarte a sentir mayor claridad y calma. Entre más tiempo enfoques tu atención en realizarlo más probabilidades tendrás de entrar a ese estado mental conocido como “la zona” en la cual tus ideas pueden fluir con mayor facilidad otorgándote placer y satisfacción.  Esta es la razón por la cual los libros de colorear para adultos han ido cobrando popularidad. 

2. El arte estimula el pensamiento creativo.
El arte mejora nuestras habilidades para resolver problemas y estimula a la mente a buscar soluciones únicas y originales que no  necesariamente se adapten a las normas establecidas. A diferencia de las matemáticas en  el arte no hay una respuesta correcta que sea única. Este tipo de pensamiento original estimula el crecimiento de nuevas neuronas en el cerebro así como la creación de nuevas conexiones entre las neuronas. A diferencia de lo que se cree comúnmente el pensamiento positivo no tiene que ver con un hemisferio único del cerebro sino en la comunicación de ambos.

3. El arte mejora la autoestima.
Sumergirse en una tarea creativa propicia la secreción de un neurotransmisor conocido como dopamina, el cual está relacionado con el placer y las sensaciones de bienestar. Esta sustancia además está detrás de la concentración y la motivación y nos permite resistir los impulsos inmediatos para concentrarnos en nuestras metas reales. La dopamina es la que te da un  sentimiento de recompensa o logro  y para experimentarlo no es necesario que crees una obra de arte sofisticada; tejer, bordar, hacer carpintería, jardinería o algún tipo de trabajo manual le ayudará a tu cerebro a mantenerse en buen estado. 

4. El arte mejora la plasticidad cerebral.
Cada vez que haces algo nuevo o te involucras en una actividad compleja tu cerebro crea nuevas conexiones entre las neuronas y la neuroplasticidad es la habilidad de crear y modificar esas conexiones a lo largo de tu vida. Hay teorías que indican que nuestro coeficiente intelectual depende más del número de conexiones que tenemos que del volumen de nuestra masa cerebral y el arte es una excelente forma de estimular su creación. 

5. El arte ayuda a los niños a ser mejores estudiantes.
A través de la realización de imágenes de resonancia magnética del cerebro ha sido confirmado que aprender música u otras formas de arte estimulan el aprendizaje en general. Los niños que tienen entrenamiento musical suelen tener un mejor desempeño en su manejo del lenguaje y razonamiento matemático. En parte esto puede estar relacionado con el aumento en el flujo sanguíneo que ocurre cuando se mejora la neuroplasticidad.  Por otro lado tomar clases de artes visuales también contribuyen a un mejoramiento de la atención y el coeficiente intelectual. Además estos beneficios pueden acompañarlos por el resto de su vida adulta. 

6. El arte ayuda a desarrollar tolerancia, empatía y afecto. 
El neurobiólogo Semir Zeki descubrió que el simple hecho de mirar una pieza  proporciona placer al  cerebro del observador Ya que a través de escaneos cerebrales, notó actividad y liberación de dopamina en las partes del cerebro que  usualmente se activan cuando estamos enamorados. De tal manera que cuando alguien te dice que “ama” tal escultura o cuadro es mucho más literal de lo que podrías creer. 

7. La terapia de arte ayuda a los pacientes  con demencia.
Crear arte ayuda a mejorar la memoria y  otras actividades cognitivas, lo cual es particularmente importante para los pacientes de demencia. Pues junto a una pérdida de memoria con frecuencia experimentan síntomas como ansiedad, depresión, insomnio y en ocasiones agresión. La terapia de arte puede ayudar a estos pacientes no sólo a mejorar su conectividad cerebral y combatir los efectos de su dolencia, también les proporciona una actividad placentera mejorando su calidad de vida.

Si a pesar de todo esto aún  tienes algunas reservas, recuerda lo que alguna vez dijo Van Gogh: 
►“Si escuchas una voz en tu interior que dice “no puedes pintar”, entonces pinta y esa voz callará”.


Edmeé García para https://www.harmonia.la
Con información de Be Brain Fit. 

martes, 1 de mayo de 2018

A veces, cuando se agotan las oportunidades, aparece la mejor opción posible


Dicen que hay trenes que pasan una vez en la vida, pero… ¿Cómo aprovecharlos si nos incitan a bajarnos en cada parada que tenemos a la vista? Muchas personas se esmeran en adquirir una formación sólida, incluso buscan y encuentran un buen trabajo relacionado con aquello que les gusta, sin embargo su atención se centra en aquello que les falta, sintiendo una insatisfacción perpetua, enraizada en la idea de que podían tener algo mejor.
Se encuentran en el eterno dilema de elegir luchando por vivir la vida que desean, pero se olvidan de que las personas raramente encuentran un medio idóneo para llevarlo a cabo. Es el eterno lamento de “esto no es para mí”, “no era esto lo que soñé”. Empiezan la jornada aligerando los pies, pero con una inmensa losa de frustración mental.
El filósofo José Ortega y Gasset nos advertía en su libro “La rebelión de las masas” de la catástrofe de la especialización. Mujeres y hombres altamente cualificados en un dominio concreto, pero incapaces de adquirir una visión del mundo general que les ayude a desenvolverse en la realidad en la que se mueven, no en la que desearían.
Les pasa a estas personas y nos pasa a nosotros, ¿cuántas veces contar con una gran cantidad de oportunidades nos ha paralizado, sintiendo en la piel ese miedo que produce tener que renunciar necesariamente a algo bueno? Lo cierto es que a veces hay que situarse en un punto, agarrar con fuerza la única oportunidad presente y obviar las potenciales. En este mundo actual, a veces cuando se agotan las oportunidades surge la mejor opción: vivir la vida tal y como viene.

La diferencia entre aceptación y resignación

En la línea que estamos trazando, una pregunta aparece en el horizonte: ¿Cual es la diferencia entre aceptar y resignarse? En el fondo son términos tan incompatibles como el aceite y el agua, pero nos empeñamos en agitarlos y mezclarlos. La aceptación es el primer paso para el cambio. Tiene que ver con situar en el mapa el punto en el que nos encontramos, con independencia de si nos gusta o no.



La aceptación también es el primer paso para la adaptación en el caso de que no exista posibilidad de cambio. En este sentido tiene que ver con integrar en nuestra historia eso a lo que tanto nos resistimos. Por ejemplo, para alguien que ha sufrido un accidente y ha perdido una pierna, la aceptación supone un enorme paso hacia la re-adaptación y hacia los cambios que va a tener que realizar en su vida. También supone un paso enorme a la hora de integrar en su historia personal aquello que le ha ocurrido.
La resignación sin embargo tiene un componente de frustración y de inhabilitación, más allá de la aceptación. El componente de frustración es importante ya que suele degenerar en un inmovilismo o en la insistencia, mucho más esporádica que antes, en los intentos de utilizar los mismos medios y las mismas formas para lograr un fin.
En este sentido, a veces nos encontramos con mil oportunidades para salir de una mala situación, pero ninguna de las alternativas nos parece perfecta. En muchas ocasiones podemos intentar crearla, pero en otras muchas solo cuando llegamos al límite del sufrimiento aceptamos elegir entre las opciones posibles, aunque ninguna de ellas sea la ideal. Por supuesto, para la persona que ha perdido la pierna, su alternativa ideal sería recuperarla, pero desgraciadamente muchas veces la medicina no ofrece esta opción.
Cuando se agotan todas las oportunidades ideales, surge la mejor opción: un cambio de actitud que pasa por la revalorización de una opción, que sin duda, no es perfecta. Así, toda alternativa recupera su dignidad y nos dignifica si nos saca de una situación de dolor, rutina y resignación.
Si nos encontramos exhaustos y sin motivación diaria no hay caminos posibles. Cada paso se hace en el aquí y ahora, poco a poco y disfrutando de algún momento cada día. El esfuerzo suele tener recompensa; un “premio” que suele necesitar de un motivación para encontrar en lo cotidiano algún resquicio de lo que deseamos.
Quizás sin aspirar tan alto y acogiéndonos a un plan más honesto y sencillo, nos haga la travesía más amable. Quizá las condiciones que impone la realidad no complazcan del todo a lo que nuestra imaginación anticipó, pero eso no quita que nos haga sentir bien.

La lluvia de lo que no existe no debería empañar el momento

Conozco infinidad de personas que trabajan en algo que nunca habían pensado y son felices. Disfrutan de su situación, aceptan los cambios temporales y no hacen caso de comentarios abusivos acerca de su supuesto “fracaso”. Chanzas que muchas veces parten de personas sin la menor aspiración y con la única afición de juzgar lo que hacen los demás.
Estas personas que han hecho fruto dulce de la fruta que les ha tocado son personas que se encargan de ellas mismas, que toman las riendas de su vida sin pretender ir a galope, solo disfrutando de los pequeños placeres de la vida.

No es un autómata el que trabaja mucho, sino el que trabaja gastando demasiado energía en maldecir su situación.
 
 
La línea que separa la lucha por una vida digna y la crítica eterna de lo que se vive a veces es muy fina. Sin embargo, por fina no deja de ser importante: separa a las personas que se han cansado de desear para obtener AHORA un pequeño placer ocasional, ganado a pulso y sintiéndose activos. No existen los trabajos, viviendas o relaciones indignas de por sí. Existen actitudes y acciones que las convierten en eso. En el deseo del ideal, lo supuestamente convencional siempre colapsa en amargo cuando se trasforma en obsesión.
Por suerte, algunos han aprendido que la diferencia la marca tomar un poco de tiempo de cada día para tomar un café más despacio y con vistas a la eternidad que les aporta vivir en el presente, construyendo un futuro. Se quedaron sin las oportunidades ideales y solo les quedó elegir entre las opciones que quedaban. Sin embargo, frente a lo que deseaban y no existía, eligieron la actitud de vivir y no la de sobrevivir.

Por:  Cristina Roda Rivera, Psicóloga,Especialista Máster en Psicología clínica y social. Visto en: La Mente es Maravillosa
 
 

QUIEN TIENE LA VOLUNTAD, TIENE LA FUERZA



En mi opinión, este es uno de esos títulos que no necesita de un texto posterior que añada algo o tenga que aclararlo. 

Es tan rotundo, tan directo, y lleva tal verdad concentrada, que debiera ser una sentencia de esas que llegan al corazón directamente sin necesidad de la interpretación erudita o intelectualoide de la mente. 

Directa al corazón. Y sin comentarios.

La voluntad, esa maravillosa capacidad de persistir, de no admitir la rendición ni la derrota ante el primer inconveniente, es el motor imparable que nos puede llevar a cualquiera de las metas razonables que nos propongamos.

La voluntad, además, aporta energía y estímulos a la Autoestima, porque provoca la satisfacción personal de comprobar que si uno quiere puede; que uno tiene un poderío interior a su servicio, y que puede llegar a disponer de una potencia y reciedumbre que aportan una muy agradable sensación en la relación consigo mismo.

¿Y cómo se consigue la voluntad?

Buena pregunta a la que no tengo la respuesta concluyente y definitiva, porque no hay una universal, sino que cada persona la encuentra en un sitio y de un modo, y no existe algo que se pueda imponer y que provoque la voluntad como una reacción asociada.

Supongo que se consigue a partir de una buena relación consigo mismo en la que todas las partes que le integran a uno –o, por lo menos la mayoría de ellas- se ponen de acuerdo en colaborar por el bien del conjunto que forma uno mismo. 

Quiero imaginar que puede surgir de la conciliación de las ideas dispares de los diferentes personajes que nos componen, y que de ahí nace el acuerdo de aunarse y aliarse con el fin de alcanzar un objetivo favorable. 

Quiero suponer que esa energía que compone la voluntad es la aportación amorosa de cada una de las partes que nos integran, que entre todas y puestas de acuerdo aportan el arranque necesario para poner en marcha cualquier acción, el atrevimiento imprescindible para acometer lo que sea necesario, la persistencia para no rendirse ante cualquiera de los impedimentos que pueden aparecer, la bravura para seguir adelante contra las dificultades, una firmeza y un tesón que sean irreductibles, y la constancia necesaria para no desfallecer.

La voluntad, sin el convencimiento o la fe necesarios carece de los elementos imprescindibles, por lo que está prácticamente condenada a su desaparición.

La voluntad no surge espontáneamente a partir de un pensamiento o una idea, sino que requiere, sobre todo, de un convencimiento firme, en uno mismo y en lo que se pretende, y de una certidumbre en sentirse arropado por una capacidad casi sobrenatural de la que todos disponemos: la de aspirar a lo mejor o lo más conveniente, por dignidad, por amor propio, y por respeto a quien uno es y lo que uno se merece.

La voluntad no depende ni ha de depender del azar, del porvenir, de los otros, sino que es un asunto propio que no se puede delegar, si bien es recomendable –cuando su ausencia es muy notable- contar con un animador, con alguien de confianza que nos aliente, que nos apoye, que nos ayude a levantarnos del estancamiento y ponernos en marcha…

El Amor Propio es un buen motivador. Si uno se ama lo suficiente como para desear lo mejor para sí mismo, va a encontrarse con el mejor aliado. 

A fin de cuentas, la voluntad es la capacidad de decidir y ordenar la propia conducta, o sea que puede ser un acto consciente, así que uno mismo puede auto-motivarse y proveerse de ese modo de la energía y perseverancia necesarias para llevar a cabo cualquier deseo en el que esté implicada la disposición personal para realizarlo.

Deshazte de la apatía, de la desgana, del desánimo…y de las excusas.

Activa tu voluntad y benefíciate de ella.

Te dejo con tus reflexiones… 



Francisco de Sales
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