lunes, 23 de abril de 2018

6 PASOS PARA CUMPLIR TUS PROPÓSITOS TODO EL AÑO A TRAVÉS DE LA NEUROPLASTICIDAD



La historia es bien conocida por todos: llega el Año Nuevo, escribes tus resoluciones, las ves pasando por tu pantalla mental, te sientes inspirado y juras que este año sí lograrás cumplir tus propósitos. Luego llega la siguiente Navidad y te das cuenta de que no fuiste al gimnasio ni comiste más sano, no dejaste de fumar, no escribiste la tesis ni pasaste más tiempo con tu familia. Entonces, un sentimiento de depresión se instala como una incómoda cobija mojada a tu alrededor. Lo peor de todo es sentir que es difícil lograr tus objetivos y dudar de tu capacidad de hacerlo. La cuestión es que cumplir un objetivo no sólo se trata de disciplina, se trata de entender cómo funciona el cerebro humano, para poder trabajar con él en pos de tus metas. 

De acuerdo con el doctor Joseph, Shrand, instructor de psiquiatría de la Universidad de Harvard, el autocontrol es un deseo racional, lo que quiere decir que habita en la parte frontal del cerebro. Esta es una sección que evolucionó posteriormente, de tal manera que puede verse sometida por los instintos de sobrevivencia. Además el placer reside en la parte más primitiva del cuerpo, esa parte que ha pasado siglos aprendiendo a recompensarnos con dopamina cuando satisfacemos nuestros instintos. El propósito evolutivo de este mecanismo es apoyar esos deseos que protegen nuestra vida o la prolongan, como comer o tener sexo. Sin embargo, también implica que podemos obtener esa dopamina dándole lo que quiere, ya sea un pedazo de chocolate, saliendo de compras a gastar dinero que quizá no tenemos o encendiendo un cigarro.

Así que cuando nos planteamos un cambio de hábito como propósito de Año Nuevo, necesitamos comprender que en realidad esto se trata de volver a programar nuestro cerebro, es decir, que implica crear nuevos caminos neuronales en lugar de usar los que ya están fuertemente establecidos. Igualmente es importante tener en cuenta que aunque esto suene muy complicado, en realidad la neuroplasticidad es algo que tenemos todos los seres humanos; nos da la capacidad de aprender cosas nuevas, recuperarnos después de una lesión cerebral y transformarnos a lo largo de nuestras vidas. 


1. Concéntrate en una cosa a la vez
Quizá quieras lograr varias cosas, pero lo mejor es que te concentres en una a la vez. Recuerda que tienes todo el año. No esperes cambiar por completo de vida de un día para otro en enero. Ve paso a paso. 

2. Detecta tus detonadores
Lo primero es darte cuenta de qué cosas detonan tu hábito. Quizá sientes ansiedad cuando te llega un mensaje al celular o piensas en escribir tu tesis pero te gana el hábito de ponerte a ver series. A lo mejor te dan ganas de comer chocolate siempre que pasas frente a la panadería. Si detectas que algo desencadena tu deseo puedes empezar a tomar decisiones conscientes y cambiar de estrategia. Quizá tomes una nueva ruta para no pasar frente a la panadería o escribirás en una biblioteca tu tesis en lugar de en casa donde tienes la televisión cerca, el punto es que empieces a buscar opciones para cambiar. 

3. Afirma tus decisiones conscientemente
La neuroplasticidad requiere de un deseo consciente ya que a través de nuestros pensamientos es como programamos nuestra mente, así que utiliza tu voluntad para afirmar que sí quieres comer ensalada, que sí quieres escribir otra página de tu tesis, que no necesitas encender ese cigarro. 

4. Disfruta
Como regla general las neuronas que se disparan juntas crean relaciones, es decir, se unen para formar caminos neuronales. Una de las mejores formas de cambiar un hábito es disfrutándolo, así que procura divertirte. Festeja ese capítulo nuevo de tu tesis, esa ensalada que comiste hoy en lugar de optar por comida chatarra, etcétera. 

5. Visualiza
Puede parecerte increíble, pero visualizar que haces una actividad es percibido por tu cerebro de una forma muy parecida a efectivamente realizar la acción. Es por eso que la visualización es algo que practican los deportistas profesionales. Tú también puedes hacerlo: mírate cruzando la meta de esa carrera de 5 kilómetros, pasando tu examen doctoral, probando esa nueva receta de comida sana. 

6. Recuerda que nunca es tarde
Si súbitamente te das cuenta de que ya es la mitad del año y aún no cumples tu propósito, no te desesperes. Nunca es tarde para comenzar. Puedes hacerlo hoy mismo. 


                                                                                                       https://www.harmonia.la


                                                                          Con información de Web MD y DIY Genius

domingo, 22 de abril de 2018

Para funcionar bien, el cerebro necesita desconectarse

El neurocientífico Facundo Manes advirtió que es necesario “no hacer nada” y hasta aburrirse, para contribuir a la salud de la mente.  El desafío intelectual, la vida social, dormir bien, ejercitarse y evitar el estrés.


El cerebro humano es la estructura más compleja del Universo, tiene más neuronas que las estrellas que existen en la galaxia, y todo lo que hacemos y nos define, depende de él. Así describe el neurocientífico Facundo Manes al órgano más fascinante del que disponen las personas, cuyo funcionamiento se dedica a investigar, pero también a difundir con tanto entusiasmo como claridad, en la convicción de que desentrañar las claves de nuestra mente nos ayuda a vivir mejor como individuos y como sociedad.

De visita en Córdoba para dar una charla sobre “El desarrollo personal y social” en el marco del ciclo Pensar el cerebro, Manes –director del Instituto de Neurociencia de la Fundación Favaloro– explicó qué hay que hacer para mantener la mente sana, y cómo la afectan dos males de este tiempo: multitarea e hiperconectividad.

¿Por qué es importante pensar el cerebro? 

–Por muchísimo tiempo no pensamos el cerebro, ya que por millones de años la especie humana se dedicó básicamente a proteger el territorio, conseguir alimento y cuidar a los suyos. Recién mucho después empezamos a pensar quiénes somos, para qué estamos, e inclusive qué nos hace humanos. Y ahí nos dimos cuenta de que todo lo que hacemos lo hacemos con el cerebro, y de que todo lo que somos depende del cerebro, y eso fue de alguna manera el motor en las investigaciones en neurociencias. De hecho, una pequeña lesión cerebral en un área estratégica nos puede llevar a perder la memoria, la identidad, la capacidad de hablar, o a cambiar la personalidad. Por eso co­nocer el cerebro es importante porque nos va a ayudar a comprender quiénes somos y a mejorar el aprendizaje, el trabajo en equipo y el desarrollo.

¿Qué puede hacer una persona para aprovechar al máximo su capacidad?

–No es una sola cosa sino varias las que hay que hacer para proteger al cerebro. Lo primero, cuidar que la glucemia y el colesterol estén en valores normales y evitar el sobrepeso.

Todo lo que ayuda al ­corazón le sirve al cerebro, entonces.

–Exactamente. Al cerebro también le hace bien el ejercicio físico, que además de ayudar al sistema vascular, genera nuevas conexiones neuronales, y es un buen ansiolítico y un buen antidepresivo. Y a su vez, hay que sumar el desafío intelectual, que es hacer algo que nos cueste: aprender un idioma, algo nuevo. Otro factor es la vida social, porque estar conectado con otra gente es muy impor­tante para el cerebro porque im­plica estímulos diferentesY la otra cosa es combatir el estrés crónico, que afecta al cuerpo y a la mente, y dormir bien, porque el sueño es salud. O sea que para que el cerebro funcione bien, hay que tener un sueño reparadorHoy disponemos de datos de que la gente que no duerme bien tiene más riesgo de sufrir Alzheimer. Eso implica dormir las horas necesarias, aparte de relajarse, porque hoy, además, mucha gente se va a la cama con la oficina a cuestas: el celular, el iPad , el teléfono.

¿Cómo impactan el mul­titasking y la hiperconecti­vidad?

–La multitarea disminuye el rendimiento cognitivo. Mucha gente se confunde al pensar que haciendo muchas cosas al mismo tiempo va a ser más pro­ductivo, y es al revés. Ese es un mito que hay que erradicar porque el cerebro funciona mejor cuando se hace una cosa por vez. Un ejemplo que suelo dar 
es el de Franz Kafka, que era famoso por escribir un texto 
en pocas horas. Imagínalo hoy tratando de escribir rodeado 
de internet, noticias on line , y alarmas de twitter, Facebook y WhatsApp…

¿Qué efecto tiene entonces la tendencia a estar hiperconectados todo el día, todos los días? 

–La tecnología es fantástica, soy un enamorado de la tecnología moderna que nos facilita un montón de cosas. Además, el avance tecnológico es inevitable y hay que aprovecharlo, pero también tenemos que ser cuidadosos. Y esto implica estar desconectados de la tecnología una parte del tiempo que estamos despiertos, porque eso es muy importante para el cerebro.

¿Por qué? 

–Porque cuando está desconectado, cuando “no estamos haciendo nada” el cerebro trabaja muchísimo, y ese tiempo es clave para que procese la información que adquirió cuando estaba atento. Necesitamos desconectarnos de la tecnología para ser introspectivos, para poder pensar, para aburrirnos, para imaginar el futuro. Y sobre todo en el caso de los chicos: tienen que volver a aburrirse, a volver a imaginar, no pueden estar todo el día conectados.

¿En ellos la hiperconexión impacta de una manera diferente?

–No lo sabemos, porque el cerebro recién termina de desarrollarse después de los 20 años, y hay investigaciones aún en curso sobre qué impacto tendría en esa etapa. Pero en cualquier caso hay dos grupos ya sean niños o adultos: uno integrado por quienes ya tienen tendencias obsesivas, compulsivas o ansiosas, en los que se van a disparar más conductas de ese tipo; y otro, de personas que no tienen esas tendencias, a quienes el uso de la tecnología en forma moderada no los va a afectar, sino al contrario, va a ser un facilitador de un montón de cosas.

La última: ¿cuál es hoy, en su opinión, el mayor desafío que plantea el estudio del cerebro? 

–Creo que hemos aprendido ciertos aspectos de su funcionamiento, por ejemplo cómo tomamos decisiones, la memoria, el olvido, el lenguaje, la percepción. Pero todavía no tenemos una teoría general sobre el cerebro, de modo que el mayor desafío es construir una teoría general sobre cómo funciona nuestra mente, que es el órgano que nos hace humanos y que, además, es el único en el Universo que intenta entenderse a sí mismo.

Facundo Manes
Vía: https://sanacionholisticasalamanca.wordpress.com

sábado, 21 de abril de 2018

OÍR O LEER SIN REFLEXIONAR ES TAREA INÚTIL



En mi opinión, esta frase que dijo Confucio hace más de 2.500 años sigue manteniendo su vigencia, y parece que seguirá conservando su verdad hasta el fin del mundo. 

Llevo ya más de 30 años en esto del Desarrollo Personal, del Camino Espiritual, del Autoconocimiento, o del nombre que se le quiera dar a esto de tratar de ser mejor persona y mejor Ser Humano. 

Este preámbulo sirve para decir que he tenido ocasión de hablar con cientos de personas APARENTEMENTE interesadas en esta tarea. He podido comprobar que en demasiadas ocasiones esta búsqueda de la que hablan no va más allá de una curiosidad temporal, de un autoengaño, o de pretender presumir ante los otros de ser “una persona especial”,  “interesada en su trascendencia” y en “el descubrimiento de la Autenticidad”.

Estoy harto de escuchar cómo sale eso por la boca pero sin pasar antes por el corazón, y cómo se afirma con apariencia de algo tajante pero se sustenta sobre una auto-estafa.

Estoy harto de las personas que leen los artículos y al finalizarlos se creen con autoridad para emitir un juicio o una crítica con aires de doctores en la materia, y les parece que con opinar ya han hecho suficiente, y lo amontonan en el olvido junto a otros cientos de artículos.

Estoy harto de los coleccionistas de frases célebres que se conforman con poder recordar una retahíla de ellas, llegando a decirlas con solemnidad y empaque y creyéndose por ello en posesión de la Gran Verdad. Cuando expresan “Pues como decía Fulanito…”, inmediatamente les corto y les pregunto “¿y tú qué dices?” y ya no saben cómo seguir. Malviven de experiencias ajenas.

Estoy harto de los que leen algo que podía tocarles en la fibra de su realidad, pero en vez de aceptarlo y utilizarlo como argumento para iniciar el proceso para solucionarlo, lo que hacen es aplicárselo a otro y decir sin palabras “esto es lo que le pasa a mi amiga”, o “se lo voy a pasar a Fulanito para que lo lea”.

Estoy harto de los que no invitan a que estén presentes en las lecturas su corazón, sus sentimientos o sus emociones, su sensibilidad, sus auténticos deseos de sanación o de aprendizaje, su esencia, su alma...

Estoy harto de los que al terminar de leer algún escrito interesante e importante, se conforman con darle a like/me gusta y van a la caza de su siguiente artículo/captura, y de los que dicen “algún día tendría que hacer esto que dice el artículo”, y de los que dicen “tiene razón… si yo pudiera, lo haría”.

Estoy harto de los que usan mentiras como excusas (¿a quién pretenden engañar -me pregunto- si en realidad sólo se engañan a sí mismos?), de los que dicen “no puedo” en vez de decir “voy a hacerlo. Y ya”, o los que dicen “voy a intentarlo” en vez de decir “voy a hacerlo. Y ya”,

Estoy harto de los teóricos, de los intelectualoides, de los falsos, de los que permiten que sus “defectos” o sus asuntos pendientes de revisar o mejorar queden inafectados, escondidos, a salvo de cualquier intento de solución, mientras derrochan conocimientos, presumen de un centenar de libros leídos, de haber asistido a charlas y cursillos, y todo eso desde una intelectualidad que se quedará en la teoría de las cosas sin penetrar más allá de la superficialidad que les pone a salvo de las revoluciones interiores necesarias.

Estoy harto de las personas que oyen o leen sin reflexionar, sin buscarse a sí mismos en ese artículo o esa frase, de los que olvidan a la misma velocidad que leen, de los que no se paran a escuchar las voces interiores que se sienten afectadas con algunas lecturas y gritan reclamando una solución.

La utilidad se encuentra en la reflexión (pensar atenta y detenidamente sobre algo) y en el darse cuenta (advertir o percatarse de algo comprendiéndolo), y si no se hace de ese modo, se le está dando la razón a Confucio.

Un artículo no se acaba en el punto final. Ahí es donde comienza su utilidad. El final, o el momento en que se siente algo, ha de ser el inicio de una introspección (mirada interior que se dirige a los propios actos o estados de ánimo), de una abstracción (separar por medio de una operación intelectual un rasgo o una cualidad, y concentrarse en los propios pensamientos apartando los sentidos o la mente de la realidad inmediata), o de una cavilación (pensar con intención o profundidad en algo).

Y acabo este artículo del mismo modo que todos los que he escrito:

Te dejo con tus reflexiones … 



Francisco de Sales
buscandome.es