domingo, 3 de diciembre de 2017

PIENSA EN LO POSITIVO ANTES DE ENFRENTARTE A LO NEGATIVO


En mi opinión, las personas llevamos en alguna parte escondido –o muy a la vista y muy notables, según los casos- un enemigo que no colabora con nosotros, o no lo hace de un modo provechoso, ya que lo único que hace es aflorar las cosas personales que no nos agradan, se encarga de echarnos en cara nuestras fallos y errores, lo tiñe casi todo de un color fúnebre descorazonado, pone pegas, desanima, menosprecia… en fin: es nuestro reprochador particular.

Es cierto que a lo largo de la vida nos equivocamos más de una vez, pero no es necesario recordarlo tan a menudo. 

Y lo más triste del asunto es que somos nosotros mismos quienes nos ponemos las zancadillas y quienes boicoteamos nuestra estabilidad emocional y nuestra relación.

Supongo que ya conoces mi frase: “NOS RESULTARÍA MUCHO MÁS SENCILLO OLVIDAR LAS COSAS DESAGRADABLES SI NO INSISTIÉSEMOS TANTO EN RECORDARLAS”.

Estas acusaciones internas –que parecen un inquisidor que se excede en sus obligaciones- nos critican en exceso, tal vez nos exigen por encima de nuestras posibilidades, y se comportan de un modo excesivamente riguroso con nosotros.  

Está bien que haya un cuidado con lo que hacemos, lo que decimos, o lo que pensamos, y de ese modo tratar de ser lo más impecable posible en nuestra vida y en nuestra relación con los demás, pero no es necesario que destaquemos especialmente esas cosas nuestras que aún no las hemos resuelto o convertido en cualidades.

Como sé que es difícil desprenderse de golpe de esta capacidad crítica, recomiendo una atención especial a ir tratándonos de otro modo, más amable, y además empezar a valorar con justicia nuestras cosas buenas, que todos las tenemos.

Con esto lo que se pretende es que cuando se haga un balance rápido de nuestra situación personal no aparezca exclusivamente lo negativo, con más intensidad y pujanza, y sobrevalorando lo negativo por encima de los positivo.

También tenemos cosas positivas, por supuesto, y algunas de ellas están tan infravaloradas –por eso de que nos parece “normal” tener cosas positivas- que no les damos importancia. Eso es culpa de una mala interpretación de la modestia y la humildad.

La verdadera humildad es –también- aceptar que somos buenos, generosos, amables, cuidadores de quienes nos necesitan, optimistas, detallistas, cariñosos, expertos en alguna materia, poseedores de cualidades, sociables, sencillos, nobles, etc.

►Y eso hay que medirlo con la misma vara que usamos para medir nuestros “defectos”.

Si tenemos preparada nuestra lista de cualidades, y la tenemos interiorizada de forma que la tengamos clara y asumida, cuando lleguen esos momentos de crítica y menosprecio, de disgusto e insatisfacción con uno mismo, podemos recurrir a ella y comprobar que no somos tan  nefastos como nos parece en ese momento.

Es un ejercicio –sobre todo- de justicia.

Hay que valorar en su justa medida lo positivo y no dejarlo sepultado bajo lo negativo.

A fin de cuentas, lo negativo es solamente lo positivo pero pendiente de actualizar y desarrollar hasta el límite de sus posibilidades.

Decía Antonio Blay que no existen los defectos, y que llamamos defecto a la menor presencia de una cualidad. En el ser humano todo son cualidades aunque no todas las hemos desarrollado hasta su máxima potencia. Y esa es la tarea personal de cada uno.


Te dejo con tus reflexiones…


Francisco de Sales
buscandome.es

sábado, 2 de diciembre de 2017

¿ACCIDENTES?

Tras un accidente, es frecuente que nos asalten preguntas como: ¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora? ¿Por qué así?
¿Por qué en este lugar? ¿Por qué estas consecuencias?

Partimos de cuatro premisas fundamentales:
*Nada sucede por azar"
*La realidad es un espejo de lo que sucede en nuestro interior"
*Cualquier acontecimiento viene a enseñarnos algo"
*Todo es para bien"
Entendemos como accidente un suceso no previsto, algo fortuito producto de la mala suerte. Pero lo cierto es que un accidente es muy similar a una enfermedad, un medio que nuestro yo interior o nuestro inconsciente, utiliza para comunicarse cuando mantenemos el resto de los canales alternativos desconectados.

Es cierto que no buscamos los accidentes, como tampoco buscamos las enfermedades; sin embargo, debemos ser conscientes de nuestra responsabilidad en aquello que nos sucede.
►Todo lo que nos ocurre tiene mucho que ver con nosotros.
El accidente suele ser sinónimo de culpabilidad. Está conectado con mis culpabilidades, con mi modo de pensar y con mi funcionamiento en la sociedad. También denota cierta reacción hacía la autoridad, incluso varios aspectos de la violencia. Puede suceder que tenga dificultad en afirmarme frente a esta autoridad, a hablar de mis necesidades, mis puntos de vista, etc. Entonces “me hago violencia” a mí – mismo.

El accidente indica una necesidad directa e inmediata de pasar a la acción. La necesidad inconsciente de cambio es tan grande que el pensamiento usa de una situación extrema, incluso dramática para que tome consciencia que debo probablemente cambiar la dirección que actualmente estoy tomando.  Es una forma de auto – castigo consciente o inconsciente.
La parte del cuerpo herida durante el accidente habitualmente ya está enferma o debilitada, bien por una enfermedad, una dolencia, un corte, una quemadura o cualquier predisposición a los accidentes.

El accidente me permite observar esta debilidad haciéndola subir a la superficie. El accidente también es mi incapacidad a verme y a aceptarme tal como soy. Ya que soy responsable al 100% de mis actos y de mi vida entera, puedo explicarme más por qué me he atraído tal forma de accidente.
¿Atraído? Sí, porque todo esto viene de mis pensamientos más profundos, de mis “patrones” (esquemas de pensamiento que hacen que se repitan acontecimientos en mi vida) o esquemas de pensamiento de infancia. Es muy posible que me atraiga castigos si, hoy, tengo la sensación de hacer algo que no está bien. Exactamente como en mi infancia; me castigaban cuando hacia algo que no era correcto. Está esto grabado en mi mental y es tiempo de cambiar mi actitud. El lado “moral” del ser humano lo lleva a castigarse si se siente culpable, de aquí el dolor, las aflicciones y los accidentes.
Es capital saber que puedo sentirme culpable en una situación cualquiera, si sé que hago daño a otra persona. En todas las demás situaciones, soy responsable pero no culpable. Debo recordarme que soy mi propia autoridad (en el sentido de individuo). Necesito tomar mi lugar en el universo. Debo cesar de hacerme violencia.

El accidente está vinculado a la culpabilidad y ésta, al miedo con relación a una situación. El miedo a no estar correcto se percibe frecuentemente bajo el aspecto de la culpabilidad en vez del de la responsabilidad. Frecuentemente el accidente me obliga a cesar o frenar mis actividades. 
Sigue algún período de planteamiento. Manteniéndome abierto y objetivo con relación a mí – mismo, descubriré rápidamente la o las razones de dicho accidente. ¿Perdí el control de la situación? ¿Es para mí el momento de cambiar de orientación? ¿Tengo dificultad en escuchar los signos interiores o mi intuición, de tal modo que me atraigo un signo radical en el plano físico? ¿Observé cómo se produjo el accidente? ¿Cuál era mi estado antes y después? Es muy importante volver a ver las condiciones que rodean el accidente; analizo las palabras usadas y tomo consciencia que ponen en evidencia lo que vivo en el momento del accidente. Observo todos los signos y símbolos de esta situación (accidente) y escucho mi voz interior para encontrar una solución que me evitará probablemente empeorar todo esto.
La predisposición a los accidentes es un estado que se produce durante una relación conflictual con la realidad, la incapacidad de estar plenamente presente y consciente del universo tal y como se presenta a mí. Es como si quisiera estar en otro lugar. Estoy desconectado de lo que sucede alrededor mío, quizás porque encuentro mi realidad inaceptable o difícil de vivir. Necesito estar mejor conectado sobre mí – mismo para descubrir mi seguridad y mi confianza interiores.
Hay accidentes en los que somos agredidos…simplemente porque pasábamos por allí en el momento inadecuado.
El tema de la agresividad descontrolada también tiene mucho que ver con los accidentes. Si creemos que la violencia solucionará nuestros problemas, actuamos como un imán que atrae la agresividad hacia nosotros.
¿Qué podemos aprender de cualquier accidente?
En todos los casos de accidentes: de tráfico, domésticos, laborales, etc. lo primero que debemos buscar es el mensaje que nos transmite, para solucionarlo de manera consciente y evitar su repetición. El accidente es como una señal que nos obliga a mirar en nuestro interior.
Pequeñas cosas en las que no nos paramos a pensar, como una quemadura mientras cocinamos o un pequeño corte en un dedo mientras cortamos verduras, los golpes en nuestro coche o una avería de un electrodoméstico nos aportan información valiosa sobre lo que pasa en nuestro interior.
Podemos y debemos hacernos preguntas:
¿Qué me quiere advertir este accidente?
¿Qué aspecto de mi vida debo transformar?
¿A qué cambio de comportamiento me estoy resistiendo?
¿Tuve la intención de hacer daño a alguien?
Y cuando el accidente queda en un serio aviso, ¿qué me indica?
Que debería cambiar mi estilo de vida. O puede que acabe en el hospital con varias fracturas y gano tiempo para reflexionar, se convierte en una enfermedad con su tiempo de convalecencia. El inconsciente me obliga a ser más flexible en el futuro (para evitar las fracturas)
En algunas ocasiones detrás de un accidente hay una incapacidad para hacerse valer, una rebelión contra la autoridad mal conducida o la creencia en las virtudes de la violencia.
Visto desde la psicogenealogía, los accidentes graves, son intentos de suicidio con más o menos fortuna.
¿Qué pautas se pueden seguir respecto a los accidentes?
A) Si el accidente ya ocurrió, hay que intentar leer su mensaje, para elevar a la consciencia el mensaje sanador que con él nos llega.

B) Si tememos tener un accidente o alguien nos maldice o nos vaticina que lo tendremos, el cerebro se programará para que suceda y lo atraeremos sin querer. En estos casos es mejor realizarlo de manera metafórica, el inconsciente entiende la metáfora y es como si ya se hubiese cumplido lo que tememos o lo que “debía” de pasar.

C) Para evitar accidentes:
Cambiar culpabilidad por responsabilidad.
No juzgarnos.
Canalizar la rabia y la agresividad hacia nosotros mismos con grandes dosis de creatividad.
Canalizar la agresividad y la rabia hacia los otros mediante la confrontación.
Gemma Pitarch
https://gemmapitarch.com
Fuentes: Alejandro Jodorowsky, diccionario Jacques Martel

viernes, 1 de diciembre de 2017

Aprecia los gestos llenos de amor de las personas que te rodean


No hacen falta las palabras para demostrar amor de verdad, de ese que nos eriza la piel y nos abraza el alma. Hay muchos gestos llenos de amor que nos ofrecen las personas que nos quieren que pasan desapercibidos, pero que contribuyen a sentirnos mejor.
Una mirada sincera, unos minutos de silencio o simplemente cogernos de la mano.Pequeños detalles en forma de actos que hacen poco ruido, pero que se hacen sentir tanto que a veces, hasta nos recomponen por dentro.
“Millones y millones de años y todavía no tengo suficiente tiempo para describir ese pequeño instante de eternidad en que colocas tus brazos alrededor mío y yo coloco mis brazos alrededor tuyo.”
                                                                     Jacques Prévert

El arte de dar amor

Dar amor, así sin más. Porque lo sientes, porque te lo pide el cuerpo y porque no hay forma más bonita de conectar con alguien. Es el maravilloso arte que practican muchas personas, pero que no todas saben apreciar.
Quienes saben dar amor, no esperan nada de vuelta porque su único objetivo es regalar afecto. Son artesanos de la felicidad, la calma y las buenas relaciones. Personas mágicas que transforman un día común en algo extraordinario.
Su arma secreta son los gestos llenos de amor procedentes de su corazón noble. Ofrecen su hombro a quien lo necesiten. Son el sostén de quien se tambalea y escuchan a todo aquel que siente su mundo derrumbarse sin percibir salida.
Las personas que saben dar amor vuelcan todos sus sentidos hacia los demás. Saben conectar y leen en silencio las emociones de los demás. Son auténticos magos de la felicidad, la calidez y el afecto.
“Hay que fijarse en los detalles. Ellos siembran nuestra vida de piedrecitas que nos guían”.
                                                        Katherine Pancol

Sentirse querido sin olvidar lo importante

Sentirnos queridos es una de las sensaciones más bonitas que podemos experimentar.Saber que el otro quiere vernos, hablar y disfrutar su tiempo con nosotros son los mejores regalos que pueden ofrecernos. Aunque a veces nos parezcan insuficientes e insignificantes.
Tenemos la mala costumbre de ignorar los pequeños detalles que los demás nos regalan a diario. Esos gestos llenos de amor que de forma deliberada tienen con nosotros y que en ocasiones, vemos como una obligación hacia nosotros.


Si alguien nos regala afecto y éste es correspondido, lo menos que podemos hacer es ignorarlo. Quizás no cumpla nuestras expectativas o no sea como esperábamos, pero eso no resta valor a lo que nos ofrecen.
En el amor hay que aprender a descifrar al otro y esto también implica aprender cómo comunica su afecto. Saber que ocupamos la mente de otra persona es reconfortante, pero no es suficiente para construir una buena relación. No podemos convertirnos únicamente en receptores de amor.
Un gesto no solo implica la intención del otro, sino también el regalo de su tiempo y en definitiva, de parte de su vida. Por eso es necesario apreciarlos, agradecerlos y de algún modo, hacerle saber al otro que los valoramos.

18 gestos llenos de amor

►“He aprendido que la gente olvidará lo que dijiste,
también olvidará lo que hiciste,
pero nunca olvidará cómo la hiciste sentir”
                                                                       Maya Angelou

 A nuestro alrededor suceden constantemente un gran número de gestos llenos de amor. Detalles que no valen nada, pero que marcan la diferencia. Son capaces de revertir situaciones, sacar sonrisas e inundar el alma de energía positiva.
Suceden en todas partes, a cada segundo… Tan solo tenemos que estar atentos para darnos cuenta. Algunos de ellos son:
  • Un abrazo fuerte y cargado de sentimientos capaz de recomponer cualquier herida.
  • Una mirada de complicidad.
  • Una sonrisa de esas que dicen “estoy aquí, contigo y me encanta tu compañía“.
  • Un regalo porque sí. Sin fechas señaladas ni días marcados.
  • Un mensaje divertido escrito en un post-it en cualquier lugar de paso.
  • Poner tu canción favorita porque sabe que te encanta y mejorará tu mañana.
  • Una dulce y suave caricia.
  • Decir “me alegro mucho por ti” emocionado.
  • Mirarte con admiración a través de esos ojos brillantes.
  • Un “buenos días“, “buenas noches” o “que tengas un buen día“.
  • Acompañarte en tus momentos importantes.
  • Coger tu mano para que no te sientas solo, sino acompañado.
  • Mostrar interés por lo que haces; por eso que para ti es el motor de tu vida.
  • Escuchar tus risas, secar tus lágrimas y advertirte cuando cree que corres peligro.
  • Dedicarte unos minutos, a pesar de ir a contrarreloj.
  • Acompañarte sin pedirlo, porque sabe que lo necesitas.
  • Estar a tu lado cuando hay sol, lluvia e incluso tormentas.
  • Hablar contigo cuando has cometido un error. No para decirte que lo has hecho mal, sino para recordarte que de todo se puede aprender.
Podríamos seguir con muchos más… La lista es interminable. Cuando el amor es el impulso para actuar, las posibilidades son infinitas.
Saber regalar gestos llenos de amor es un arte. Una especie de magia que los demás nos regalan y que tenemos que saber apreciar. Porque dar afecto significa respetar, compartir y transformar. El detalle más bonito que tenemos que aprender a valorar.

Psicología/Gema Sánchez Cuevas
https://lamenteesmaravillosa.com