martes, 21 de noviembre de 2017

La terapia junguiana: restablecer el equilibrio emocional a partir de lo inconsciente


La terapia junguiana o análisis de Jung busca iluminar esas áreas oscuras de nuestra psique para favorecer la autorrealización. Es el arte de una psicología profunda, donde gracias a una relación dialéctica y cercana entre el analista y el paciente, se logra unir las partes conscientes con las inconscientes para dar forma a un Yo más genuino y a un auténtico equilibrio emocional.
Si hay algo que la mayoría sabemos es que la figura de Carl Jung y su legado atrae, inspira y apasiona. El padre de la psicología analítica era mucho más que ese psiquiatra y analista suizo que llevó a otro nivel muchos de esos conceptos heredados de Sigmund Freud. Jung fue un alquimista de la ciencia, de la antropología, la astrología, el arte, la religión y el mundo de los sueños…
Lejos de ver cada una de estas áreas del conocimiento de forma aislada, las puso al servicio de la psicología para dotarla de un significado más profundo, unitario y más dinámico. De este modo, la explicación del inconsciente mejoraba y también lo hacía la de todo ese universo, a veces convulso, donde subyacen nuestros conflictos, nuestras necesidades, pulsiones y esos aspectos que dificultan que disfrutemos de una buena salud mental.
Cabe decir, no obstante, que no abundan los terapeutas junguianos. Este tipo de terapia no es tan habitual como muchas otras que se basan en enfoques más frecuentes y con un mayor respaldo empírico documentado, como el cognitivo-conductual o incluso el humanista. En este sentido, la obra de Jung, así como la terapia junguiana, a pesar de la originalidad de sus aportaciones se la ha considerado un tanto asistemática y compleja.
► EI psicoterapeuta debe ver a cada paciente y a cada caso como algo inédito, como algo único, maravilloso y excepcional. Solo así se estará mas cerca de la verdad.
                                                             Carl Jung

Sin embargo, universidades como la de Berkeley enseña psicología junguiana desde los años 70. Asimismo, en la última década se está viendo un resurgir de este tipo de terapia, sobre todo en Sur América así como en algunos países de Europa. En España, por ejemplo, existe la “Sociedad Española de Psicología Analítica”, encargada de difundir el legado de Jung y de formar a los futuros psicoterapeutas junguianos.
Estamos, por tanto, ante un tipo de terapia que empieza a asentarse con más fuerza en el campo de la atención psicológica y que sin duda merece la pena conocer en profundidad.

¿Cuál es la finalidad de la terapia junguiana?

La terapia junguiana es una forma especializada de psicoterapia que tiene como objetivo facilitar la integridad psíquica de la persona llegando a un acuerdo con el inconsciente.Así, algo que debemos entender en primer lugar, es que dentro de este encuadre psicoterapéutico se entiende que todos disponemos de un “sustrato psíquico” con unas dinámicas inconscientes a veces muy complejas que impactan en nuestras actitudes, forma de pensar y de relacionarnos…
El objetivo del terapeuta junguiano es conseguir que tomemos conciencia de esos factores inconscientes para favorecer una reconciliación con lo inconsciente. De este modo, podemos propiciar lo que Jung denominó en su momento como proceso de individualización. Es decir, con este tipo de psicoanálisis lograríamos una armonía entre necesidades y logros, entre pasado y presente alcanzando una madurez genuina donde nuestro yo, puede definirse de forma auténtica sintiéndose libre, y capacitado para seguir creciendo.

¿En qué momento o en qué situaciones nos sería útil la terapia junguiana?

En la terapia de Jung nos puede ayudar a entender y a afrontar procesos tan complejos como la depresión, la ansiedad o incluso posibles adicciones.
Este enfoque psicoterapéutico se basa en un proceso por el cual el paciente deberá pasar con ayuda de su terapeuta por tres fases muy concretas: la auto-conciencia, la transformación y actualización. De este modo, lograremos ver aquello que subyace en lo más oscuro e inaccesible de nuestra psique para trasformarlo y proceder al cambio.
De este modo, podemos considerar que este enfoque nos será útil en los siguientes momentos y situaciones de nuestra vida:
  • Épocas en que arrastramos cierto desánimo, apatía, sensación de incertidumbre…
  • Momentos en que nos sentimos enfadados, frustrados con algo sin saber muy bien la razón.
  • Etapas en las que atravesamos problemas con nuestra relación afectiva.
  • Fases en las que iniciamos nuevas etapas en nuestras vidas y donde de algún modo, tememos cometer los mismos errores del pasado.
  • Cuando nos sentimos “perdidos”, sin saber qué dirección seguir o qué decisiones tomar.
  • Cuando percibimos que estamos “atascados” en las mismas formas de comportamiento, esas que nos producen infelicidad.
  • La terapia junguiana es útil para artistas o profesionales que basan su trabajo en la creatividad y que sienten que ya no tienen ideas.
  • Personas que necesitan entender determinados sueños.



Objetivos terapéuticos del análisis junguiano

Tal y como hemos señalado con anterioridad, el el análisis junguiano es una forma especial de psicoterapia donde se intenta llevar al paciente hacia una “reconciliación” personal con el inconsciente. ¿Qué supone esto? Significa básicamente que la estrategia terapéutica consistirá en convertirnos en exploradores de nuestra psique en compañía de un profesional experto en este campo, donde entender por qué ciertas dinámicas y “presencias” inconscientes afectan nuestro comportamiento.
Para lograrlo la terapia junguiana tendrá como objetivo el analizar una serie de dimensiones muy concretas. Son las siguientes.

1. Trabajar nuestro “material” inconsciente

Mientras para el psicoanálisis freudiano lo inconsciente no es más que un espacio donde se contienen gran parte de nuestras pulsiones y deseos sexuales reprimidos, Carl Jung quita el foco a todas esas explicaciones deterministas para descubrirnos que en las profundidades de nuestra mente hay toda una arquitectura de contenidos, símbolos, arquetipos y significados que debemos sacar a la luz.
De este modo, y para abordar todo ese material inconsciente, la terapia junguiana se vale de dos etapas bien definidas.
  • Comprender nuestra arquitectura inconsciente. A través de una serie de estrategias muy concretas como puede ser el análisis de los sueños, el arte, el diálogo o la imaginación, el terapeuta debería identificar y entender cada símbolo y arquetipo que hay en nuestro inconsciente. Sin embargo, el paciente tomará parte activa en ello, porque una buena parte de esos símbolos pueden tener un significado muy concreto para esa persona en cuestión. Son como fuerzas energéticas disfrazando un problema. 
  • Entender cómo impacta nuestro material inconsciente en nuestra vida consciente. El segundo objetivo terapéutico será comprender cómo todo aquello que reside en nuestro interior de forma no consciente, altera nuestra capacidad para sentirnos bien, para sentirnos realizados.

2. Interpretación de los sueños

Los jungianos tienen una visión muy concreta sobre lo que son en realidad nuestros sueños, y ese velo donde se contiene todo el material inconsciente. El mundo onírico tiene una relación directa con el ego, es como un teatro donde pueden revelarse aspectos importantes para su autorealización, sus necesidades, sus miedos, sus limitaciones…
Así, mientras Freud nos decía que los sueños no son más que ese campo donde satisfacer ciertos reprimidos, los junguianos piensan que los sueños actúan a veces como voces críticas, como caminos que se nos abren para que tracemos nuevas alternativas en nuestro mundo consciente para tener una vida más rica.
Por lo tanto, lejos de ver el mundo consciente e inconsciente como dos entidades separadas como pueden hacer los freudianos, la terapia junguiana lo ve como un todo.Solo cuando integremos estas dos partes de nuestra psique en un todo, nos sentiremos libres.

3. Identificar nuestros complejos

Todos tenemos complejos, pero cuidado, lo que no es saludable es que los complejos “nos tengan” a nosotros. Es entonces cuando la vida pierde espontaneidad, oportunidades, potencial de desarrollo y crecimiento….
Jung nos explicó en su legado que los complejos se relacionan con los arquetipos heredados y con nuestras vivencias personales. De este modo, y según el este enfoque de la psicología analítica, podríamos diferenciar los siguientes tipos:
  • Complejo de Creso: necesidad de tener dinero y poder para sentirnos superiores.
  • Complejo de Caín: relacionado con los celos.
  • Complejo de Aquiles: necesidad por esconder nuestra fragilidad.
  • Complejo de Brunilda: ver a nuestras parejas como héroes.
  • Complejo de Eróstrato: búsqueda de atención constante.
  • Complejo de Antígona: necesidad de cuidar y proteger…

4. Estilo de personalidad

Una de las herramientas de evaluación más utilizadas en la terapia junguiana es sin duda el indicador Myers-Briggs desarrollado por Isabel Briggs Myers y Katharine Cook Briggs. Esta escala fue creada en base al libro de Jung los “Tipos psicológicos” y tiene como objetivo las siguientes dimensiones:
  • Entender en qué punto nos encontramos entre el continuo comprendido entre la introversión y la extroversión.
  • Saber cómo procesamos nuestros entornos y la información que en ellos se contienen.
  • Saber cómo tomamos nuestras decisiones, si lo hacemos en base a nuestras emociones, juicios, etc.
  • Descubrir cuáles son nuestras preferencias, nuestras necesidades emocionales y preferencias laborales.

¿Qué técnicas utiliza la terapia junguiana?

Hay un dato que es interesante considerar sobre la psicología analítica, y es que Jung siempre se negó a sistematizar sus teorías y a definir con claridad la práctica clínica y su metodología. Por ello, los herederos de la terapia junguiana se vieron obligados a recurrir a sus artículos, libros y ensayos; a través de ellos encontraron ese “hálito” psicoterapéutico sobre el que trazar una línea de consenso que a día de hoy se sigue manteniendo.
Por tanto, lo que tenemos en realidad es un conjunto de técnicas desarrolladas a través de una relación dialéctica entre el especialista y el paciente donde debe existir cercanía, confianza y una alianza terapéutica significativa. Asimismo, Jung dejó muy claro en sus escritos que debía conseguirse lo siguiente:

►“Es esencial que en el procedimiento dialéctico el terapeuta respete en todo momento la personalidad del paciente. Se le debe tratar con dignidad, despojándonos además de ideas preconcebidas para acompañar a la persona en esa andadura a veces compleja de descubrimientos y desarrollos donde favorecer el cambio psicoterapéutico. No debe quedar ningún “alérgeno psíquico” del médico o terapeuta en la mente del paciente en su proceso de “individuación”.

El respeto por el paciente y conseguir y mantener su confianza es esencial para la terapia junguiana. Solo así se crea una buena alianza para llevar a cabo estas técnicas:

Terapia de conversación

La terapia de Jung se basa por encima de todo en la conversación. Solo cuando el paciente se siente seguro y cómodo, se puede conseguir una buena colaboración a la hora de llevar a cabo otras técnicas como el análisis de los sueños u otras estrategias creativas donde ambos, paciente y terapeuta, podrán navegar y comprender el mundo inconsciente y proceder a la transformación.

Análisis de los sueños

Algo que podríamos pensar antes de nada, es que a la hora de interpretar y entender un sueño basta con comprarnos alguno de los libros de Jung orientados a este propósito. No es así. Un aspecto que saben bien los terapeutas junguianos es que el conjunto de símbolos y arquetipos que surgen en el tejido onírico de un paciente, se relacionan con la personalidad y circunstancias personales de esa persona.
Es un proceso por tanto muy delicado, meticuloso a a vez que profundo y revelador.

Asociación de palabras

La prueba de asociaciones libres es una estrategia habitual en la terapia junguiana. La metodología es la siguiente: se le pide al paciente que evoque la primera palabra que viene a su mente tras que el terapeuta diga algo. La rapidez o la demora en la respuesta puede revelar ciertas resistencias o complejos inconscientes.

Actividades creativas

Cada terapeuta junguiano confiará o verá más válidas un determinado tipo de actividades creativas frente a otras dependiendo también de la personalidad del paciente. No obstante, actividades tan sencillas como pintar mandalas, dibujar, bailar o llevar un diario de sueño son estrategias fabulosas. Actuaciones que favorecen la expresión, la imaginación y la reflexión para traer al mundo consciente aspectos de esa arquitectura inconsciente.

La terapia junguiana ¿es efectiva?

Llegados a este punto, es muy probable que muchos nos veamos atraídos por este tipo de enfoque psicoterapéutico. Sin embargo, tras ese interés es común que nos hagamos la siguiente pregunta ¿es realmente efectiva? Somos conscientes que muchos de nosotros estamos acostumbrados a escuchar loas sobre la eficacia de la psicoterapia cognitivo-conductual para diferentes trastornos.
La respuesta a la pregunta formulada es “sí”, la terapia junguiana es útil para los siguientes propósitos: atenuar la angustia psicológica, conseguir una mayor satisfacción en nuestra vida, para mejorar nuestra desempeño laboral y las relaciones familiares y de pareja, para favorecer el auto-conocimiento y para superar las crisis existenciales.
Así, al menos, lo avala un estudio publicado en el 2013. En él se explica además que con 90 sesiones podemos alcanzar el éxito terapéutico. Por tanto, si de verdad percibimos que este tipo de encuadre psicológico se ajusta a nuestras necesidades, si pensamos que podemos sentirnos cómodos trabajando con un terapeuta junguiano, no tengamos miedo a dar el paso.
Será un viaje de descubrimientos que valdrá la pena.
Psicología/Valeria Sabater
https://lamenteesmaravillosa.com

Referencias bibliográficas
Hall H, Norby L. (1968). Fundamentos de la psicología de Jung. Buenos Aires: Psique
Hocheimer W (2004). La psicoterapia de Jung Barcelona: Herder
Fordham, M (1999). Technique in Jungian Analysis (The Library of Analytical Psychology) Boston: Karnac
Jung, C. G. (1981). Arquetipos e inconsciente colectivo. Barcelona, Paidos.
Jung, C.G (1993). Estructura y dinámica de la psique. Editorial Paidós, Buenos Aires.

lunes, 20 de noviembre de 2017

La negatividad es contagiosa: Rodéate de quienes saquen tu mejor versión


Las actitudes y los estados de ánimo son contagiosos, sobre todo cuando nos exponemos a ellos durante mucho tiempo. Gran parte de la culpa la tienen las neuronas espejo, fundamentales para la empatía y para que seamos capaces de ponernos en el lugar del otro. Esta capacidad es positiva, pero también tiene una parte negativa ya que podemos contagiarnos fácilmente de la negatividad de quienes nos rodean.

La negatividad genera más negatividad


Aunque no siempre estamos dispuestos a admitirlo, un estudio realizado en la Universidad de Indiana reveló que las opiniones de los demás nos afectan e influyen en nuestro comportamiento. Estos psicólogos descubrieron que las opiniones negativas causan un mayor impacto y cambio de actitud, que las positivas.

En el experimento, los participantes evaluaron diferentes productos. Luego les revelaron las evaluaciones de los demás, ya fueran positivas o negativas. Los investigadores apreciaron que las evaluaciones negativas incidían en la actitud de los participantes hacia los productos, haciendo que los calificaran de manera aún más negativa. Y lo que es aún peor, quienes antes tenían una actitud positiva eran los más susceptibles a la influencia de las opiniones negativas de los demás.
Además, cuando las personas tenían la posibilidad de interactuar cara a cara con quienes tenían esas opiniones negativas, eran más propensas a reforzar su actitud negativa y se apreciaba una polarización aún mayor. Este experimento nos deja un mensaje claro: la negatividad genera más negatividad.

La tristeza se contagia como un virus


Psicólogos de la Universidad de Harvard analizaron el vínculo entre los estados emocionales y los patrones de relaciones. No tuvieron en cuenta esas emociones espontáneas o compartidas que solemos experimentar cuando vivimos las mismas experiencias con otras personas sino que se centraron en el impacto de los cambios emocionales que provocan los estados afectivos de las personas más cercanas.

Descubrieron que existe un “patrón de propagación”, como ocurre con los virus, y que los focos de contagio eran mayores en el caso de la tristeza que para la felicidad. En otras palabras, cada amigo feliz aumenta nuestras posibilidades de ser felices en un 11% pero solo necesitamos un amigo triste para duplicar la probabilidad de sentirnos infelices.

Estos psicólogos concluyen que las emociones negativas son como la gripe: cuantos más amigos tengan la gripe, más probabilidades tienes de contagiarte, y lo mismo vale para la tristeza y la desesperanza.

La hostilidad y el mal humor también se propagan


Captamos rápidamente el malhumor y la hostilidad, y apenas lo hacemos algo cambia en nuestro cerebro, cambia nuestra manera de percibir el mundo. Interpretaremos las interacciones como más groseras, lo cual hará que asumamos la misma actitud, que terminará propagándose.

Así lo demostraron psicólogos de la Universidad de Florida, quienes les pidieron a un grupo de personas que se involucraran en sesiones de negociación con una pareja que se les asignaba al azar. Descubrieron que quienes habían estado expuestos a actitudes groseras y rudas, luego eran más propensos a ser rudos con el próximo compañero. Y lo más interesante es que esa actitud podía durar hasta una semana.

En un segundo momento les pidieron a los participantes que identificaran palabras en una sopa de letras. Apreciaron que quienes habían estado expuestos a una actitud ruda eran más propensos a descubrir palabras relacionadas con las emociones negativas. Esto demuestra que las interacciones que mantenemos actúan como filtros, por lo que si estamos expuestos a interacciones negativas, tendremos la tendencia a analizarlo todo desde un prisma más negativo y será justamente eso lo que hallemos, se convierte en una profecía que se autocumple. 

Rodéate de quienes saquen a la luz tu mejor versión


Aunque no lo queramos, los estados de ánimo de las personas que nos rodean pueden terminar teniendo un gran impacto en nuestras emociones y actitudes. Por eso es importante ser muy cuidadosos a la hora de elegir a quienes les permitimos entrar en nuestro círculo más íntimo.

Estar expuestos continuamente al mal humor y la negatividad terminará pasándonos factura, por lo que es fundamental rodearnos de personas que saquen a la luz la mejor versión de nosotros. Por supuesto, también nosotros debemos asegurarnos de convertirnos en personas con quienes los demás quieren estar.

La buena noticia es que cuando somos conscientes de que existe un contagio emocional, podemos actuar como una contrabalanza y animar a las otras personas a centrarse en el lado más positivo de las cosas. Es cierto que las emociones positivas se contagian mucho menos, pero es el mejor regalo que podemos hacerle a alguien cuando está pasando por un mal momento.


Psicología/Jennifer Delgado

https://www.rinconpsicologia.com


Fuentes:
Foulk, T. et. Al. (2016) Catching rudeness is like catching a cold: The contagion effects of low-intensity negative behaviors. J Appl Psychol; 101(1): 50-67. 
Hill, A. L. et. Al. (2010) Emotions as infectious diseases in a large social network: the SISa model. Proc Biol Sci; 277(1701): 3827-3835.
Duhacheck, A. et. Al. (2007) Anticipated Group Interaction: Coping with Valence Asymmetries in Attitude Shift. Journal of Consumer Research; 34(3): 395-405.

domingo, 19 de noviembre de 2017

LA PERSONALIDAD CULPOSA


Cuando la culpa se convierte en hábito o rutina, aparece lo que los psicólogos cognitivos llamamos personalización.
Esta distorsión mental hace que algunas personas, por aprendizaje social, se conviertan en esponjas culposas. Todo lo malo que ocurre a su alrededor se lo atribuyen a sí mismas, aunque no tengan nada que ver. Una percepción equivocada les lleva indefectiblemente a la conclusión: “Es mi culpa” 
¿Costumbre masoquista? 
Quizás, pero también infantil e inmadura, porque en el fondo existe un egocentrismo magnificado que les indica que todo tiene que ver con ellos, como si fueran el centro del universo. En resumen: la personalización es  la mala costumbre de atribuirse la responsabilidad ante determinados eventos externos, sin tener en cuenta otras explicaciones posibles. Es ponerse en el ojo del huracán cuando a veces ni siquiera hay huracán.
Una paciente, a quien su marido había dejado por otra mujer, me decía: “Él no tiene la culpa, la tengo yo”. Yo le respondí: “¿Por qué me dice esto? Usted fue una buena esposa y madre, siempre estuvo a su lado cuando él la necesitó, fue leal, buen amante, confiable, ¿por qué ahora me dice que es la principal culpable?”. Luego de pensar un momento, volvió a lo mismo: “Debería haber hecho más esfuerzo, haber dado más de mí. Él es una gran persona, yo fui poca cosa para él”. Personalización a la enésima: siempre estar por debajo y culpable. El historial del hombre que había sido su marido no era el mejor, lo que ponía en duda aquello de “una gran persona”: infidelidades a granel, mal trato, indiferencia, frialdad sexual, egoísmo y muchos brotes narcisistas, en fin, un agujero negro afectivo. Y ella, haciendo caso omiso a la realidad afectiva de su matrimonio, confirmaba mágicamente una responsabilidad personal inexistente,  como si un instinto de culpabilidad la arrastrara desde lo más profundo de su ser. 

Si tienes la manía de hacerte responsable por todo lo que te ocurre, no lo dudes, pide ayuda profesional.  
La tendencia de apropiarse de la culpa irracionalmente,  no te hace mejor persona, te enferma. 
La culpa compulsiva es una patología, así algunos la vean como una forma de excelencia y redención humanitaria.

Walter Riso
http://www.walter-riso.com