martes, 3 de octubre de 2017

El yogui Faro

Francisco de Asís nos transmitió que “la paz lo es todo”. Pero no son los que hablan de la paz los que crean la paz, sino los “guerreros de la paz” los que llevan en su interior el espíritu del yogui. No debemos exigir la paz cuando nosotros no la llevamos dentro. Es incoherente exigir la paz en el barrio o en tu país cuando tu casa es un infierno de desdicha.


Sin embargo el “yogui”, el guerrero de paz, crea la paz en su interior para convertirse en un faro. Los faros no exigen ni dicen a los barcos por donde tienen que ir, simplemente se encargan de iluminar para que los barcos vean claro y vayan a donde quieran sin tropiezos.
Todo aquello que quieres ver reflejado fuera, lo tienes que hacer florecer dentro; de lo contrario tu vida será un pozo sin fondo de ansiedad, conflicto y guerra.
¡Qué bellos son los faros! La disciplina del Yoga constituye un faro en nuestro devenir existencial. Pero ten presente que los faros no dan luz para ver mejor o juzgar mejor a los demás; los faros son luz, su esencia es iluminar. Un yogui se dedica a observar y analizar su vida, no la de los demás. Al cielo no le interesa lo que hagas por los demás si no haces nada por ti.
  • El Yoga no es un camino ancho, es una senda estrecha.
  • El Yoga no es el camino de la juerga y el cachondeo, es la senda de la alegría profunda “Shanta”. El cachondeo es una frustrante salida a la agonizante tristeza interior que carcome el alma cuando siente un desesperante vacío interno. La juerga y el cachondeo te inducen la mayor parte de las veces a la melancolía, la resaca y el vacío. El Yoga es la senda de la alegría profunda que habita en lo más profundo de nuestro ser y para ello tienes que atravesar las superficialidades de la vulgar personalidad que a todos nos envuelven.
  • El Yoga no es el camino de la dispersión, es la senda de la concentración, pues en el seno de la misma nace la inteligencia, el conocimiento, la sabiduría y el discernimiento.
  • El Yoga no es el camino de placeres efímeros, es la senda del gozo perdurable. El placer es lo que demandan los sentidos, el gozo es la expresión del alma.
  • El Yoga no es el camino de los sentidos, es la senda del Espíritu. Los sentidos poseen un deseo, la satisfacción. El alma tiene una aspiración, la unificación con Dios.
  • El Yoga no es el camino de los deseos, es la senda de los propósitos y las aspiraciones. La consecuencia de dejarse arrastrar por los deseos es el sufrimiento. Un propósito, una aspiración, requieren voluntad, determinación, valor y paciencia y es lo que el alma nos comunica que debemos incorporar para que ella pueda guiar nuestra vida.
  •  El Yoga no es el camino de la soberbia y el orgullo, es la senda de la humildad. Sólo los humildes pueden convertirse en faros, recuérdalo.
  • El Yoga no es el camino de la autocomplacencia, es la senda del don de sí y de la entrega.
  • El Yoga no es el camino de la ambición, es la senda de la renuncia y la abnegación.
  • El Yoga no es una terapia, es un estado de unificación que comienza cuando hay salud en el cuerpo, paz en la mente y entusiasmo en el alma.
  • El Yoga no es propiedad de nadie, es herencia de todo aquel que aspira a unirse con el Dios que hay en todos los corazones humanos y también en el universo entero.
  • El Yoga permite que la vida aparezca bella a pesar del dolor y el reto que supone vivirla.
La ignorancia no tiene un comienzo pero tiene un final; el Yoga tiene un comienzo pero no tiene final. Por eso ser yogui implica embarcarse en un proyecto que no acaba nunca, porque ¿cuándo puedes decir que has acabado de unirte a Dios?
Algunos me preguntaréis: ¿pero el Yoga no es hacer ásanas, pranayama y relajación con un poco de meditación para estar bien y punto?
En Yoga, la primera fase es: información, la segunda: formación, la tercera: conformación, la cuarta es: transformación, y finalmente la quinta es: uniformación (volverse uno con todo). Normalmente cuando entramos en la tercera fase, la conformación se vuelve deformación debido al egoísmo que es el defecto más grande del alma humana.
La pureza del inocente es uno de los brillos del alma más lindos. Es la cualidad del que siempre está en actitud de aprendizaje. Con mayor o menor evolución, todos somos aprendices en este maravilloso planeta querámoslo o no, y reconocerlo de verdad te allana mucho el camino.
► No vengas al Yoga a ver milagros, ven a descubrir el milagro que eres tú.

Soma
http://www.yogaenred.com

lunes, 2 de octubre de 2017

No por mucho criticar, cambia el otro más temprano


La crítica no siempre es positiva, hay críticas que esconden resentimiento, frustración y hasta una dosis de envidia. Sin embargo, hay otras críticas, las críticas constructivas, que pueden ayudar a crecer o a enmendar errores. 

No obstante, para que una crítica sea bien recibida y produzca un cambio positivo en la persona, no solo debe ser sincera, verídica y con buenas intenciones sino que también se debe expresar de la manera adecuada y en el momento justo. Si alguno de estos ingredientes falla, es probable que la crítica sea recibida con recelo y no cumplirá su cometido.

Por eso, a la hora de realizar una crítica, es importante que seamos conscientes de que no por mucho criticar, cambia el otro más temprano, aunque tengamos razón.

La frustración de la persona que critica


A menudo la persona que critica sabe que tiene razón, por lo que insiste en su punto de vista. Sin embargo, cuando nota que la otra parte no es receptiva, o al menos no tanto como desearía, comienza a sentirse frustrada.

Sin embargo, el problema radica en que cuando la crítica se repite suele convertirse en reproche, de manera que quien critica termina acumulando frustración y tensión, que después descarga en el otro. Obviamente, cuando aparecen los reproches la persona pierde el control y no se da cuenta de que ha entrado en una espiral negativa. En este punto la crítica comienza a ser destructiva, se transforma en esa gota que cae continuamente y que termina por desbordar el vaso.

La persona que critica no se da cuenta de que está insistiendo en la dirección errónea, de que aunque tenga razón y quiera ayudar al otro, sus palabras, actitud o simplemente su insistencia, están siendo contraproducentes.

El enfado de quien es criticado

Por otra parte, la persona que es criticada suele percibir esas palabras como un ataque y se pone a la defensiva. Obviamente, ese estado mental no le permite vislumbrar cuánto puede haber de cierto en la crítica. Como resultado, esa persona puede sentirse vulnerable, culpable o enfadada, pero es bastante improbable que se sienta propensa al cambio.

Tampoco se le puede culpar porque los reproches suelen ser repetitivos y tienen una enorme carga emocional que termina siendo difícil de soportar. Además, a menudo se convierten en generalizaciones erróneas que solo expresan resentimiento.

Algunos ejemplos comunes de reproches que una vez pudieron ser críticas constructivas son: “Siempre haces lo mismo”, “A estas alturas ya deberías saberlo” o “¿No piensas cambiar nunca?” Esos reproches se pueden acompañar de palabras hirientes que producen heridas emocionales muy difíciles de reparar.

Molesta y desgasta pero no propicia el cambio


Al final, las críticas repetidas bajo forma de reproches simplemente acaban desgastando la relación, sin resolver nada. Cuanto más critica una parte, más se cierra la otra, haciendo que la comunicación sea cada vez más difícil.

En cierto punto, cada cual comienza a vivir en su mente. Quien critica piensa que el otro no tiene en cuenta sus opiniones y necesidades, y se lamenta por ello. Quien es criticado piensa que el otro no le estima lo suficiente y no le comprende, y se siente mal por ello.

¿Cómo salir de ese círculo vicioso?


Ante todo, es importante que asumas tu grado de responsabilidad. Si quieres que una persona tenga en cuenta tu opinión, debes plantearla de manera respetuosa, sin herir al otro ni intentar imponer tu punto de vista.

Si esa persona no te escucha a la primera, puedes repetir tu crítica, pero asegurándote de que no se convierta en un reproche. Dí lo que piensas sin emitir juicios de valor, expresa cómo te hace sentir ese comportamiento o actitud y brinda una posible solución.

He aquí los 5 puntos fundamentales de una crítica constructiva:

1. Ve directo al punto, no lances indirectas. En muchas ocasiones las personas se ven obligadas a repetir la crítica simplemente porque no se atreven a decir abiertamente lo que piensan y lanzan indirectas, con la esperanza de que el otro las capte. Sin embargo, de esta forma solo se genera malestar. Si algo te molesta, te hace sentir mal o crees que necesita ser cambiado, dilo de manera clara, directa y asertiva.

2. Expresa tus sentimientos y hazte responsable por tus emociones. A veces las críticas son percibidas como ataques, por lo que una excelente estrategia para lograr que la otra persona sea más receptiva consiste en conectar emocionalmente. Y para ello, debes expresar cómo te sientes. Por ejemplo, en vez de decir: “me sacas de quicio”, una frase con la que culpas al otro, puedes decir: “cuando llegas tarde, me pongo nervioso”, de manera que distribuyes la responsabilidad y enfatizas en el aspecto que te gustaría cambiar.

3. Concretiza, no generalices. Nadie puede cambiar por completo, sería pedirle peras al olmo. Por eso, si dices algo como “eres insoportable”, la otra persona no sabrá cómo reaccionar ni qué esperas de ella. Al contrario, la clave radica en ser lo más específico posible. Por ejemplo, puedes decir: “En estos días he notado que estás enojado, ¿te pasa algo?”.

4. Céntrate en el presente, no rebusques en el pasado. El pasado es pasado, no podemos cambiarlo y, si bien puede servir como un punto de apoyo, la crítica será mejor recibida si se centra en el presente o mira el futuro en vez de rebuscar en los errores del ayer. Por tanto, en vez de decir: “siempre llegas tarde”, puedes decir “me gustaría que no volvieras a llegar tarde. ¿Crees que puedes hacerlo?”. 

5. Sé amable. Aunque a veces resulta difícil controlar las emociones, es importante evitar la ironía en las críticas y usar el tono adecuado. A veces un simple "por favor", "lo siento" o "gracias" pueden predisponer positivamente a la otra persona a escuchar lo que tienes que decir.

Por último, recuerda que la otra persona es libre de decidir si aceptar o no tú crítica. Una vez que te has cerciorado de que ha comprendido qué desearía que cambie y por qué, debes dejarle espacio para que reflexione y tome una decisión. Insistir no servirá de mucho.

Psicología/Jennifer Delgado
https://www.rinconpsicologia.com
Fuente:
Pérez, A. (2016) No por insistir en la crítica, cambia el otro más temprano. La mente es maravillosa.

domingo, 1 de octubre de 2017

TENER ESTA HABILIDAD ES SIGNO DE LA INTELIGENCIA MÁS ALTA

ESTA PROBABLEMENTE SEA LA INTELIGENCIA MÁS ALTA, SUPERIOR A LO QUE REFLEJAN LOS EXAMENES DE IQ: UNA INTELIGENCIA HOLÍSTICA Y EMOCIONAL, CAPAZ DE PERCIBIR LA REALIDAD Y FLUIR


El escritor F. Scott Fitzgerald, uno de los más grandes novelistas del siglo XX en lengua inglesa, dijo notablemente que: "la prueba de una inteligencia de primer orden es la habilidad de sostener ideas opuestas en la mente al mismo tiempo y aun así mantener la habilidad de funcionar". 

En otras palabras, ser capaces de residir en la paradoja, en la ambivalencia, en la ambigüedad. Ir más allá de la lógica aristotélica de que algo es una cosa y por lo tanto no puede ser otra, es esto y por lo tanto no puede ser otra. Una mente que está libre de la polarización, del maniqueísmo, del fundamentalismo, de ver el mundo como blanco y negro o bueno y malo sin toda la riqueza de tonos intermedios. Esta capacidad, por otro lado, tiene que ver con la percepción o el entendimiento de la realidad, la cual es más compleja y ambivalente y no tiene un único significado, sino que es una construcción interdependiente. 
Esto fue bien descrito por Robert Anton Wilson:

Todos los fenómenos son reales en algún sentido, irreales en algún sentido,  sin sentido y reales  en algún sentido, sin sentido e irreales en algún sentido y sin sentido reales e irreales en algún sentido…

O como dijera Nagarjuna, el padre de la teoría de que las cosas no tienen existencia independiente en el budismo o que están vacías, concepto central del budismo mahayana:
En la verdadera naturaleza no hay ni permanencia ni impermanencia.
Ni ser ni no-ser, ni limpio ni no-limpio.
Ni felicidad ni sufrimiento.

Así los cuatro puntos de vista equivocados no existen.

O el sublime sendero de la más alta inteligencia del tao, que es un camino y sin embargo es un camino que no puede caminarse:
El camino que puede ser recorrido no es el eterno camino.
El nombre que puede ser nombrado no es el eterno nombre.

Llegamos a un sitio más allá de la lógica y de la dualidad. Y es que de hecho la realidad no tiene una definición única, ni las cosas existen por sí solas, y por lo tanto tienen múltiples valores y posibilidades. La física cuántica ha demostrado que la luz es onda y partícula (existe en superposición); las cosas existen y no existen a la vez. 

Ser no ser, esa es la cuestión. 

Esto es muy difícil de entender y de contemplar (incluso de jugar con), ya que la mente busca seguridad, busca identificarse con algo (lo cual le da seguridad), busca definir las cosas para defenderse de la incertidumbre, pero, a la vez, entenderlo, o al menos darle el beneficio de la duda es altamente liberador, puesto que así no limitamos nuestro potencial y las posibilidades de la existencia. 

Así podemos acercarnos al misterio y desencadenar la creatividad. Sí, la ambigüedad nos puede producir una sensación de vértigo y de vacío, pero por otro lado es la verdadera sal de la existencia. Como dijo el filósofo budista Nagarjuna: "ya que todo está vacío, todo puede ser". 

Todo puede suceder, el mundo está abierto, fresco, vibrante; las cosas no están dadas, sino que tenemos que descubrirlas por nosotros mismos y aventurarnos a lo desconocido. Y de hecho es más interesante y estimulante que así lo sea, hay mucha más energía en existir de esta manera tan abierta e indefinida. Quien no se angustia por esto accede a la energía del caos, a la energía primordial que aún no toma forma.

Esto no sólo tiene una aplicación filosófica; también, en un sentido psicológico de utilidad mundana, poder sostener visiones contrastantes sin identificarse con una única visión es algo muy valioso. Por una parte, evita el fundamentalismo y nos permite el diálogo y la apertura a otras ideas. 

Una forma simplificada de los beneficios de esto puede atisbarse en el famoso experimento de los malvaviscos de la Universidad de Stanford en los años 70. Niños de 3 años fueron presentados con un malvavisco y una proposición. El investigador les presentaba la posibilidad de no comerse el malvavisco y en 15 minutos les daría dos o más, pero tenían que aguantar. Si el niño se comía el malvavisco, ya no habría más. Lo notable de esto es que, cuando los investigadores siguieron al grupo del experimento años después, notaron que aquellos que habían podido esperar en la habitación sin comerse el malvavisco mostraron tener mejores resultados en pruebas psicométricas, niveles de satisfacción, salud y demás.

Para un niño, este experimento básico representa sostener en la mente dos ideas en conflicto y una sensación de ambigüedad: el pensamiento "Quiero comerme el malvavisco" y "Si no me como el malvavisco, luego tendré más". Hay una cierta resiliencia, a la vez que una capacidad de ver más allá de lo inmediato. Contempla, por ejemplo, estas dos ideas: "Puedo morir en cualquier momento. La muerte es inevitable" y "La vida es maravillosa. Amo la vida". Aparentemente estas ideas se oponen, pero sostenerlas al mismo tiempo puede ser lo más provechoso.

En el adulto, generalmente este tipo de ocasiones se presentan en momentos en los que no tenemos certidumbre de lo que va suceder y en los cuales hay posibilidades que entran en conflicto sobre un desenlace. 

En estos momentos podemos ser presa de angustia, parálisis o falta de motivación y colapsar y bajar nuestra eficiencia, o podemos mantener la calma, seguir haciendo lo que nos compete o considerar un camino medio entre los posibles desenlaces. 

El signo de inteligencia - que es el poder estar a gusto con la ambigüedad y la ambivalencia - es justamente no caer en los extremos, no apresurarse a definir y etiquetar, tener paciencia y contemplar las cosas sin proyectarles el deseo - que viene del miedo y la ansiedad - de cierre, de que se revelen como algo definido y concluyente. 

Esta inteligencia es, a fin de cuentas, la capacidad de jugar con la naturaleza vacía de los fenómenos, esto es, con su potencial sin límites. 

http://pijamasurf.com