viernes, 3 de febrero de 2017

Falla. Falla de nuevo. Falla mejor.


Falla. Falla de nuevo. Falla mejor. Pema Chödrön

La maestra budista Pema Chödrön ha inspirado a  millones de personas en el mundo, pero su camino no estuvo libre de obstáculos. De hecho la autora de Los lugares que te asustan también llegó  a un punto de su vida en el que tocó fondo y para compartir la enseñanza que le ayudó a salir de tan oscura situación ella misma ha narrado la siguiente historia, cuya traducción compartimos: 
Pensé que les contaría esta breve historia sobre el fundador de la Universidad de Naropa, Chögyam Trungpa Rinpoche y mi primera entrevista en privado con él. La entrevista ocurrió en un periodo durante el cual mi vida estaba cayéndose a pedazos y fui ahí porque quería hablar del hecho de estarme sintiendo como un fracaso y sumamente emocional. 
Pero cuando me senté frente a él, me dijo -“¿Cómo está tu meditación?”. Y yo dije -“Bien”. Luego empezamos a simplemente platicar cosas superficiales hasta que él se puso de pie y dijo: -“Fue muy agradable conocerte” y empezó a caminar hacia la puerta. En otras palabras la entrevista había terminado. Así que en ese momento, dándome cuenta de ello, sólo solté sin pensar toda la historia de mi vida: 
-"Mi vida ha terminado. He tocado el fondo y no sé qué hacer. Por favor ayúdame." 

Y luego llegó el consejo de Trungpa Rinpoche. Él dijo: -“Bueno, es como caminar en el océano y que una gran ola llegue y te tire. Entonces te encuentras tirada en el fondo con arena en tu nariz y tu boca. Estás ahí tirada y tienes una opción. Puedes quedarte ahí o puedes pararte y seguir caminando fuera del mar”. Así que básicamente te paras porque quedarte tirada en el fondo equivale a morir. 
Metafóricamente quedarte tirado es lo que muchos elegimos hacer en algún momento. Pero puedes elegir ponerte de pie y empezar a caminar, hasta que después de un tiempo llegue otra enorme ola y te tire. Te encuentras a ti mismo en el fondo del océano con arena en tu nariz y boca y de nuevo tienes la opción de quedarte ahí o caminar hacia adelante.

-“Así que las olas siguen llegando”, dijo él. “Y tú continúas cultivando la valentía y el sentido del humor para relacionarte con esta situación de las olas y te sigues levantando y yendo hacia adelante”. 

Este fue su consejo para mí. Luego Trungpa dijo: -“Después de un rato, empezará a parecerte que las olas se vuelven más y más pequeñas y ya no te tiran”. 

Ese es un buen consejo para la vida. No es que las olas dejen de llegar, es debido a que has entrenado para mantener la vulnerabilidad en tu corazón que las olas simplemente parecen volverse más y más pequeñas y ya no te tiran. “Perder mejor” significa que empiezas a empezar a tener la habilidad de mantener lo que yo llamo “la crudeza de la vulnerabilidad” en tu corazón. 

Así que lo que estoy diciendo es: falla. Luego falla de nuevo y quizá luego empieces a trabajar en algunas de las cosas que estoy diciendo. Luego cuando otra vez las cosas no estén funcionando, entonces fallas mejor. En otras palabras, eres capaz de trabajar con el sentimiento de fracaso en lugar de ocultarlo bajo el tapete, culpar a otro o desarrollar una imagen personal negativa, todas esas cosas son estrategias inútiles. 

“Fallar mejor” significa que debes empezar a sostener “la crudeza de la vulnerabilidad” en tu corazón y verla como tu conexión con otros seres humanos y parte de tu humanidad. Fallar mejor significa que cuando estas cosas pasen en tu vida, se vuelven una fuente de crecimiento, una fuente para ir hacia adelante, una fuente de esa parte de la crudeza que realmente puedes comunicar de manera genuina con otras personas. 

Tus mejores cualidades vienen de ese lugar porque no estás poniéndote un escudo. Fallar mejor significa que el fracaso se vuelve un terreno rico y fértil en lugar de otra bofetada en el rostro. Esa es la razón por la cual en la historia de Trungpa Rinpoche que he compartido, las olas que te están tirando empiezan a parecer más pequeñas y tienen cada vez menos capacidad de tirarte. Quizá de hecho se trate de la misma ola, quizá es incluso más grande que la que te tocó el año pasado, pero te parece más pequeña por tu habilidad de nadar o montar la ola. 

No es que el fracaso deje de doler. Quiero decir que a veces pierdes personas que amas, todo tipo de cosas que rompen tu corazón ocurren, pero puedes sostener el fracaso y la pérdida como parte de tu experiencia humana que te conecta con otras personas. 

jueves, 2 de febrero de 2017

ESTRATEGIAS DE LA MENTE PARA NEGAR EL MOMENTO PRESENTE



La inconsciencia ordinaria (aquella de la que no nos damos cuenta porque no hay sufrimiento intenso) siempre está ligada con la negación del Ahora. Una falta de aceptación de lo que es.
¿Te estás resistiendo a tu aquí y ahora?
Algunas personas preferirían estar siempre en otro lugar. Su “aquí” nunca es satisfactorio.
Por medio de la observación de ti mismo, descubre si es el caso en tu vida. Dondequiera que estés, esté plenamente allí.
Si encuentras tu aquí y ahora intolerable y te hace infeliz, tienes tres opciones: APARTARTE DE LA SITUACIÓN, CAMBIARLA O ACEPTARLA TOTALMENTE.
Si quieres tomar la responsabilidad de tu vida, debes escoger una de esas tres opciones y debes escoger ahora.
Después, acepta las consecuencias, sin excusas, sin negatividad, sin contaminación mental. Mantén tu espacio interior despejado.
Si emprendes algún tipo de acción (cambiar tu situación o salir de ella), suelta la negatividad primero, si es posible.
La acción que surge de la comprensión de lo que se requiere, es más efectiva que la que surge de la negatividad.
Cualquier acción es a menudo mejor que la no acción, especialmente si has estado detenido en una situación de infelicidad durante mucho tiempo.
Si cometes un error, al menos aprendes algo, en cuyo caso ya no es un error. Si permaneces atascado, no aprendes nada.
¿Te impide el miedo emprender una acción?
Reconoce el miedo, obsérvalo, pon tu atención en él, permanece completamente presente con él. Hacer esto corta el vínculo entre el miedo y tu pensamiento. No permitas que el miedo surja en tu mente. Usa El poder del Ahora. El miedo no puede prevalecer contra él.
Si realmente no hay nada que puedas hacer para cambiar tu aquí y ahora, y no puedes alejarte de la situación, entonces acéptala totalmente soltando cualquier resistencia interior.
El yo falso e infeliz que adora sentirse desgraciado, resentido o compadecerse de sí mismo no puede sobrevivir entonces.
A esto se le llama RENDICIÓN.
La rendición no es debilidad. Hay gran fortaleza en ella. Sólo una persona rendida tiene poder espiritual.
Por medio de la rendición, serás libre interiormente de la situación. Puede que descubras entonces que la situación cambia sin ningún esfuerzo de tu parte. En cualquier caso, eres libre.
¿Hay algo que “deberías” estar haciendo pero que no haces? Levántate y hazlo ahora.
O como alternativa, acepta completamente tu inactividad, tu pereza o tu pasividad en este momento, si esa es tu elección.
Entra en ella completamente, goza de ella. Sé todo lo perezoso e inactivo que puedas.
Si te aplicas a ello completa y conscientemente, pronto saldrás de ello. O quizá no. En cualquier caso, no hay conflicto interior, ni resistencia, ni negatividad.
¿Estás estresado? ¿Estás tan ocupado tratando de llegar al futuro que el presente se reduce a un medio de llegar allá?
El estrés es causado por estar “aquí”, pero querer estar “allá”. Estar en el presente pero querer estar en el futuro.
Es una ruptura que te desgarra interiormente.
Crear y vivir con un desgarro interior así es malsano.
Si tienes que hacerlo, puedes moverte de prisa, trabajar de prisa o incluso correr, sin proyectarte en el futuro y sin resistirte al presente. Según te mueves, trabajas, corres, hazlo totalmente. Goza el flujo de energía, la alta energía de ese momento. Ahora no estarás ya estresado ni partido en dos, sólo moviéndote, corriendo, trabajando y gozándo.
O puedes dejarlo todo y sentarte en una banca del parque. Pero cuando lo hagas, observa tu mente. Puede que diga: “Deberías estar trabajando. Estás perdiendo el tiempo”. Observa la mente, sonríele.
¿El pasado toma gran parte de tu atención? ¿Hablas de él, piensas frecuentemente en él, ya sea positiva o negativamente?
¿Las grandes cosas que has logrado, tus aventuras o experiencias, o tu historia de víctima y las cosas horribles que te han hecho, o quizás lo que tú le has hecho a otra persona? ¿Tus procesos de pensamiento están creando culpa, orgullo, resentimiento, ira, remordimiento o autocompasión?
Entonces no sólo estás reforzando un sentido falso de identidad, sino también ayudando a acelerar el proceso de envejecimiento de tu cuerpo al producir una acumulación de pasado en tu mente.
Verifica esto por sí mismo observando a los que te rodean, que tienen una fuerte tendencia a aferrarse al pasado.
Muere al pasado en cada momento. No lo necesitas. Refiérete a él sólo cuando sea absolutamente relevante para el presente. Siente el poder de este momento y la plenitud de Ser. Siente tu presencia.
¿Estás preocupado? ¿Piensas a menudo “qué pasaría si …”?
Está identificado con tu mente, que está proyectándose a sí misma en una situación futura imaginaria y creando miedo.
No hay forma de que puedas hacer frente a esta situación porque no existe. Es un fantasma mental.
Puedes detener esta locura que corroe la salud y la vida simplemente reconociendo el momento presente. Hazte consciente de tu respiración. Siente el aire que fluye de y hacia tu cuerpo. Siente tu campo interior de energía. Todo lo que tienes que manejar, enfrentar, en la vida real -por oposición a las proyecciones imaginarias de la mente- es este momento.
Pregúntate a ti mismo qué “problema” tienes ahora mismo, no el año que viene, mañana o dentro de cinco minutos.
¿Qué está mal en este momento?
Puedes siempre enfrentar el Ahora, pero nunca puedes enfrentar el futuro, ni tienes que hacerlo. La respuesta, la fuerza, la acción o el recurso correctos estarán allá cuando los necesites, no antes ni después.
“Un día lo lograré”.
¿Tu meta te toma tanta atención que reduce el momento presente a un medio para lograr un fin?
¿Eso te está arrebatando la alegría de lo que haces?
¿Estás esperando para empezar a vivir?
Si desarrollas un patrón mental así, no importa lo que alcances o logres, el presente nunca será suficientemente bueno; el futuro siempre parecerá mejor.
Una receta perfecta para la insatisfacción y falta de realización permanentes.
¿Habitualmente estás esperando algo?
¿Cuánto tiempo de tu vida gastas esperando?
Lo que yo llamo “espera a pequeña escala” es esperar en la cola del correo, en un embotellamiento de tráfico, en el aeropuerto, por la llegada de alguien o el final del trabajo.
La “espera a gran escala” es esperar las próximas vacaciones, un empleo mejor, que los hijos crezcan, una relación realmente significativa, el éxito, hacerse rico, ser importante, alcanzar la iluminación. No es raro que la gente pase toda la vida esperando empezar a vivir.
Esperar es un estado mental. Básicamente significa que quieres el futuro, y que no quieres el presente. No quieres lo que tienes.
Con cualquier tipo de espera creas inconscientemente un conflicto entre tu aquí y ahora, en el que no quieres estar, y el futuro proyectado, en el que deseas estar. Esto reduce enormemente la calidad de tu vida, pues te hace perder el presente.
No hay nada malo en esforzarse por mejorar la situación vital.
Puedes mejorar tu situación vital, pero no puedes mejorar tu vida. La vida es primaria. La vida es tu más profundo Ser interior. Ya es completa, perfecta.
Tu situación vital consta de tus circunstancias y tus experiencias. No hay nada malo en establecer metas y esforzarse por lograr cosas. El error está en usar esto como sustituto del sentimiento de la vida, del Ser.
El único punto de acceso a esto es el ahora. Tú eres entonces como un arquitecto que no prestas atención a los cimientos del edificio, pero pasas mucho tiempo trabajando en la superestructura.
Por ejemplo, muchas personas están esperando la prosperidad. No puede llegar en el futuro. Cuando honras, reconoces y aceptas plenamente tu realidad presente (dónde estás, quién eres, qué estás haciendo ahora mismo), cuando aceptas plenamente lo que tienes, estás agradecido de lo que tienes, de lo que eres, de Ser.
La gratitud por el momento presente y por la plenitud de la vida ahora es la verdadera prosperidad. No puede llegar en el futuro. Entonces, con el tiempo, esta prosperidad se te manifiesta de muchas formas.
Si estás insatisfecho con lo que tienes, o incluso frustrado o enfadado con tus carencias presentes, esto puede motivarte a volverte rico, pero aunque ganes millones, continuarás experimentando la condición interior de carencia y en el fondo seguirás sintiéndote no realizado.
Puedes tener muchas experiencias emocionantes que el dinero puede comprar, pero llegarán y se irán y te dejarán siempre con una sensación de vacío y con la necesidad de más gratificación física o psicológica. No habitarás en el Ser para sentir la plenitud de la vida ahora, que es la única prosperidad verdadera.
►Abandona la espera como un estado mental.
Cuando te sorprendas a ti mismo cayendo en ella, sal inmediatamente. Vuelve al momento presente. Simplemente sé y goza el estar siendo.
Si estás presente, no hay nunca necesidad de esperar por nada. Así que la próxima vez que alguien diga: “Siento haberte hecho esperar”, puedes contestar: “Está bien, no estaba esperando. Estaba parado aquí divirtiéndome, en el gozo de mí mismo”.
Éstas son sólo algunas de las estrategias habituales de la mente para negar el momento presente, que son parte de la inconsciencia ordinaria.
Es fácil pasarlas por alto porque forman parte de la manera normal de vivir: la estática de fondo del descontento perpetuo. Pero cuanto más practiques el monitoreo de tu estado interior mental y emocional, más fácil te será saber cuándo has sido atrapado en el pasado o en el futuro. Es decir, en la inconsciencia, y despertar del sueño del tiempo al presente.
Pero permanece alerta: el ser falso, el ser infeliz basado en la identificación con la mente, vive del tiempo. Sabe que el momento presente es su muerte y por eso se siente muy amenazado por él. Hará todo lo que pueda por apartarte a ti de él. Tratará de mantenerte atrapado en el tiempo.
Eckhart Tölle
caminoaldespertarr.blogspot.com.ar

miércoles, 1 de febrero de 2017

REFLEXIONAR – DECIDIR – ACTUAR



En mi opinión, la mayoría de las personas no somos conscientes de que el hecho de no reflexionar nuestros asuntos lo suficiente y del modo adecuado es la razón de que las cosas después no se produzcan del modo que hubiéramos deseado.

Es una actitud entre infantil e insensata. Actuamos de un modo absurdo y a cambio pedimos que el resultado sea el correspondiente a un acto reflexivo y atinado.



►REFLEXIONAR

Cuando se trata de tener que tomar una decisión, el primer paso es el de encontrarse en una actitud serena –y un poco desapegada- para poder ver con objetividad y conciencia el asunto que se va a observar. 

El segundo paso es ser absolutamente sincero con lo que se va a revisar, no autoengañarse, y no esconderse información ni obviar algo que pueda tener un peso decisivo e importante. 

El tercer paso es reflexionar. Reflexionar va mucho más allá de pensar. Es asistir objetivamente, pero dirigiéndolo, a ese proceso mental que se convierte en descontrolado si uno no está pendiente de los derroteros que va tomando la mente y si uno deja el gobierno del proceso en enemigos habituales como son la desidia, los complejos, los miedos, los traumas que arrastramos, y las opiniones nefastas que sobre nosotros mismos tenemos. Es saber ordenar los resultados y ser ecuánime con ellos. 

Cuando se descubre una idea que puede ser apropiada como respuesta para lo que se trata, se anota en un papel y se la deja reposar. Se despeja la mente de esa idea para que no se obsesione con ella pensando que ya es la adecuada –que puede serlo- y de ese modo queda espacio para que aparezca otra que también puede ser buena o puede ser mejor. 

Uno puede ser perezoso -por naturaleza o costumbre- para estos asuntos de reflexionar y puede conformarse con la primera idea que aparezca sin darse cuenta de quién es el creador de esa idea y sin comprobar qué intereses ocultos se esconden detrás. 

Uno puede ser una de esas personas a las que les cuesta ponerse a pensar y, además, no confía mucho en sus propias decisiones, así que le resultará más fácil quedarse con esta primera y si luego demuestra no ser la adecuada ya se recurrirá a culpabilizar a los motivos habituales: la mala suerte, el destino, la propia ineptitud, o hasta el propio Dios que le dio poca cabeza a uno.

Conviene ser conscientes para evitar algo que utilizan algunas personas habitualmente, y es que cuando creen haber encontrado la respuesta –y para no seguir dándole vueltas al asunto que es algo que les resulta muy incómodo- se quedan aferrados a ella y no permiten que se acerque otra. En realidad lo que hacen es seguir buscando justificaciones o excusas que les sirvan para reafirmarse en esa idea. Y si la idea es la adecuada eso está bien, pero… ¿Y si no es la adecuada? En ese caso se está reafirmando lo incorrecto y eso llevará a optar por la decisión incorrecta.

Si uno ha tomado la precaución que propongo de anotar las ideas que aparezcan para que no se olvide ninguna, y lo propongo porque si no se hace así, la mente no va a estar despejada para actuar libremente, sino que una parte suya se va a quedar pendiente de que no se olvide la opción primera y de ese modo no puede trabajar con plena dedicación y libertad.

Para quien aún no lo tenga claro, conviene que sepa que la mente no es un ente autónomo que ha de funcionar por su propia voluntad y cuyas propuestas se han de acatar sin discusión desde la suposición equivocada de que los pensamientos de nuestra mente son nuestros propios pensamientos. 

La mente divaga. 

La mente –siempre- está condicionada, nunca es libre. 

La mente tiene tendencia a ser repetitiva y a actuar mecánicamente aportando la misma respuesta para situaciones similares. 

Y la mente es un instrumento que, siempre que sea manejada conscientemente por nosotros mismos, sirve para comparar u organizar pensamientos, para analizar ideas, para desarrollarlas y llegar a suposiciones, para cotejar imaginaciones y valorarlas consecuentemente, para desarrollar nuevas opiniones, pero es conveniente que sea bajo nuestra supervisión consciente. Y no creerse que lo que piensa la mente es lo que piensa uno.

Otra cosa es que uno no insista en las reflexiones porque es una persona con una inteligencia casi sobrenatural –y esté demostrada su fiabilidad a lo largo de los años- o porque tiene una intuición infalible en la que confía ya que ha demostrado su capacidad.


►DECIDIR

Con la información que ha proporcionado la reflexión, una vez ordenada y dada por buena, el siguiente paso es el de tomar una decisión. La que sea. 

Las cosas no se tienen que producir por omisión de decisiones sino porque uno es consciente de lo que quiere hacer y lo hace. 

Para algunas personas tomar decisiones es un asunto complicado. Bien por su falta de confianza y autoestima, o porque se recuerda constantemente que ya se ha equivocado muchas veces y con resultados nefastos y ese autoconcepto se convierte en un enemigo inmovilizador, o porque ante dos alternativas similares no sabe por cuál decidirse, el caso es que sabe que tiene que hacer, hasta es posible que sepa lo que tiene que hacer y cómo, pero… sigue sin decidir.

Y decidir es necesario. Sin miedo. O con miedo, pero haciéndolo en cualquier caso. Asumiendo el riesgo y la responsabilidad.

Viviendo, ya que vivir implica tomar continuas decisiones.



►ACTUAR

Si se ha hecho el proceso del modo adecuado ya se tiene una decisión que ahora necesita realizarse. Llega el momento de actuar. Ahora es cuando hay que desembarazarse de las excusas, desmontar los inconvenientes, salirse de la noria que da vueltas continuamente a lo mismo, ser maduro, comprometerse firmemente con uno y con su presente y su destino… y hacer… dejar de pensar en “tendría que hacer”  y hacer.

Es muy conveniente que la vida de cada uno sea lo que uno quiere que sea –dentro de las posibilidades- y no conformarse con excusas. 

►Vivir implica reflexionar, decidir y actuar. 

Y eso es una responsabilidad que no se debe traspasar a los otros, ni al destino, ni a la suerte, ni a la pereza.


Te dejo con tus reflexiones…

Francisco de Sales
buscandome.es