domingo, 22 de enero de 2017

CONCIENCIA - CONSCIENCIA EN EL DESARROLLO PERSONAL



Entiendo que la primera actitud a revisar en el Proceso de Desarrollo Personal es la conciencia y la consciencia que cada uno está aplicando a su vida.

Muchas personas dicen que prácticamente son lo mismo y usan ambas palabras indiscriminadamente-, pero a mí me gusta concebirlo como en realidad es: dos cosas muy distintas. Por ello escribiré lo que yo opino sobre una y otra cosa.

La conciencia es, sobre todo, la Sabiduría Interior que dice qué está bien y qué no está bien en función del concepto que tiene nuestro Ser Interior. 

La conciencia es la propia religión y la autora de los propios mandamientos. 

La conciencia es, la única, junto a Dios (o quizás Dios y la conciencia son lo mismo) que merece que se le den explicaciones de los actos, y es un juez cuyas sentencias se deben aceptar y acatar. 

La conciencia, independientemente de cuáles y cuántos sean los conocimientos de cada persona, tiene la sabiduría necesaria para actuar siempre de la mejor manera, y cuando no se actúa de la mejor manera es porque no se la escucha, ya que ella se encarga de recordarnos lo que dicta, y, en cambio, cuando hacemos caso de ella, nos inunda una paz intensa e inmensa: la tranquilidad de hacer las cosas que se deben hacer y como se deben hacer. 

La conciencia es ese conocimiento interior exacto del bien y del mal. Es personal e intransferible, y para cada persona tiene un color y una intensidad y unas normas diferentes, aunque sean iguales en su esencia.

La conciencia puede ser, perfectamente, el alma.

La conciencia desde un punto de vista esotérico- es la Sabiduría que traemos de encarnaciones anteriores. Mientras más evolucionados estemos, más nos exigirá nuestra conciencia.


La consciencia, en cambio, es la atención completa y constante a todo lo que sucede. 

La consciencia es estar siempre en el aquí y ahora. Es lo que nos va a permitir ver totalmente lo que nos sucede, cómo nos sucede, y por qué nos sucede.

La consciencia es la apertura a la comprensión total, es la condición esencial para que sepamos todo, sintamos todos, vivamos todo, creemos todo. 

La consciencia es el vigilante atento que observa con mimo y amor cada uno de nuestros pensamientos y actos. 

La consciencia es el notario concienzudo que no desmaya en su cometido, que no coge vacaciones -ya que no hay vacaciones en el acto de vivir- que capta cada uno de los detalles y toma nota de ellos. 

La consciencia es la consideración constante de vivir, es lo que nos permite tener despierta la máxima capacidad de disfrutar los detalles, de captar lo máximo y lo mínimo, de gozar con plenitud cada uno de los instantes.

La consciencia es mucho más que pensamiento, racionalidad o lógica. 

La consciencia es eso que nos dice, por ejemplo: mira qué bello es el sol, y si le contestamos sin emoción ya lo he visto otras veces, entonces insiste  preguntando ¿lo has visto o lo has mirado?, y si le contestamos con desgana ya te he dicho que lo he visto, entonces, si la escuchamos, se produce el milagro: abrimos los ojos de ver y con consciencia observamos que es otro el sol, porque es otra la forma de mirar y ver, es otra la actitud de emocionarse, es otra la capacidad de sentir la relación con el sol, es otro el calor que se recibe, tiene otro color la luz que emite. 

La consciencia añade la comprensión y los matices a las cosas.

La consciencia es el cuidado del detalle y el esmero en todos los actos de la vida, desde el más inmundo y cotidiano, hasta el más sublime y mágico. 

La consciencia es hacer lo mismo pero con mayúsculas, trascendiendo y sublimando.

Así que CONCIENCIA para obrar de acuerdo a tu justicia y CONSCIENCIA para ser consciente de ti y de tu estancia Aquí y Ahora.


Te dejo con tus reflexiones


Francisco De Sales
buscandome.es



sábado, 21 de enero de 2017

REEDUCARNOS



En mi opinión, la práctica totalidad de las personas que habitamos este mundo hemos sido educadas de un modo incorrecto, o de un modo incompleto, o de un modo que no fue imparcial y sensato del todo, o con unos principios con los que ya no estamos de acuerdo –tal vez nunca hemos estado de acuerdo con ellos- pero seguimos acatando inconscientemente.

O sea, que necesitamos reeducarnos.

Y esto es una tarea obligatoria.

Y, preferiblemente, que no se aplace más y se comience nada más terminar de leer este artículo.

Si nuestra educación no fue la correcta es muy posible que no sea nuestra responsabilidad, pero reeducarnos sí es nuestra responsabilidad.

Somos conscientes de que hay cosas nuestras que no nos convencen, cosas que no hacemos tal como nos gustaría hacerlas, comportamientos habituales que a veces no nos agradan, actitudes de las que nos avergonzamos, pensamientos que nos asustan…

Somos conscientes de que hay cosas nuestras que deberían ser de otro modo, que deberíamos cambiarlas, que deberíamos replantearnos para no repetirlas una y otra vez, que hacemos sin saber por qué o para qué, que nos dejan una sensación insatisfactoria de no ser realmente nosotros mismos, o que preferimos ocultar por temor o vergüenza…

La parte de la educación que no se refiere al comportamiento social, la que de verdad nos afecta a cómo nos comportamos en los asuntos importantes, está implantada en nuestro inconsciente lo que nos hace actuar de un modo inconsciente.

Ese es el problema. Que llevamos tanto tiempo actuando de acuerdo con esa educación que hemos acabado por creer que “es que soy así”, o nos hemos conformado con pensar que “esto a mi edad ya no tiene remedio”.

Y no es cierto. Uno no es así, y sí tiene remedio se tenga la edad que se tenga.

Siempre se está a tiempo de hacer cambios, siempre a tiempo de mejorar.

Cada persona tiene la responsabilidad de su propia vida y la obligación de hacer de ella una vida plena y satisfactoria.

Ante esto nadie debe desentenderse, ignorarlo, excusarse, negar esa responsabilidad, menospreciar la realidad, abandonar o abandonarse. Es una RESPONSABILIDAD con todo lo que ello implica.

La mente es un elemento pasivo que registra la información que se le da, y como al nacer uno tiene la mente vacía de este tipo de información, lo que le dan en su infancia como educación lo registra, se lo cree, y actúa en función de ello. Nuestra actuación exterior está condicionada por las instrucciones que están grabadas en el interior.

Así que conviene ponerse a la tarea de reeducar el inconsciente.

Hay que comenzar por comprender que uno no es, esencialmente, por su naturaleza y predisposiciones, quien está siendo –salvo increíbles excepciones-, sino que está siendo el que le han dicho que es y actúa en función de como le han dicho que es.

¿Cómo reeducar la mente?

En estados de meditación, o de relajación un poco profunda, se puede alcanzar un situación en la que uno contacta directamente con el inconsciente y puede hablarle y reeducarle.

En mi opinión, lo que funciona bien es mostrarle al inconsciente la verdad de la cosas, la realidad de lo que es uno mismo y de quién es uno mismo, o sea, no el que los educadores crearon, sino el que uno ha ido descubriendo y formando a lo largo de las experiencias de su vida, el que uno ha comprobado y decidido que es porque realmente se siente de acuerdo con él.

Se trata de convencer al inconsciente de esta realidad actual lo mismo que en su momento los educadores le inculcaron otra información como verdad.

Se trata de ir descubriendo y conociendo quién es uno, y se trata de actuar y mostrarse siempre como es uno. Y que todo uno, todas las partes que lo componen acepten la nueva situación y la nueva visión de las cosas, y que actúen en función de esta verdad.

Ahí está la clave.

Averigua quién y cómo eres realmente, y sé tú mismo.

No el “tú mismo” que te han dicho que eres, sino el que realmente eres. Y tu tarea es averiguarlo – primero - y serlo – después-.

Te dejo con tus reflexiones…

Francisco De Sales
buscandome.es

viernes, 20 de enero de 2017

LA INTEGRIDAD EN EL DESARROLLO PERSONAL



En mi opinión, el Ser Humano es, en su esencia y por naturaleza, un Ser Íntegro.

Íntegro significa “que no carece de ninguna de sus partes”.

Considero que ya a todos nos falta alguna parte, que todos hemos ido perdiendo algunas por el camino, o nos las han anulado nuestros educadores, o hemos ido renunciando a ellas por las circunstancias que nos ha tocado vivir –o que nos hemos propuesto vivir-, o nos las usamos -que es lo mismo que no tenerlas-, o que es incluso peor que no tenerlas.

El Ser Humano es una Unidad –indisoluble-, aunque nos empeñemos en dividirnos en diferentes partes para comprendernos mejor. Decimos que somos cuerpo, mente, alma o espíritu, energía, conciencia, divinidad, etc., pero en realidad somos -nada más y nada menos-, Seres Humanos. Una sola cosa que parece una amalgama de varias cosas.

Pero, y sólo para que se comprenda más fácilmente, vamos a imaginar que constamos de varias partes diferentes.

Si no estamos utilizando nuestra espiritualidad –por ejemplo-, si no la tenemos activada, ya no estamos íntegros.

Si hemos perdido o no usamos nuestra espontaneidad, nuestra energía, nuestra voluntad, nuestro enojo cuando es necesario, nuestras opiniones, nuestra afirmación como personas, nuestros sentimientos o emociones… no estamos siendo y mostrándonos íntegros.



Ser Uno Mismo –lo que somos en esencia- se propone pues como un afianzamiento de quienes somos y como somos en realidad, dejando a un lado -y procurando no permitir que nos afecte- a ese personaje que nos han obligado a crear, que no está completo porque ha renunciado a alguna de sus partes, y que no es puro porque ha incorporado diferentes personalidades que no son propias, y ha renunciado –porque le han obligado a renunciar- a ser él mismo. O porque nunca ha llegado a saber quién es él mismo.

Nos han roto o nos hemos roto, han o hemos descompuesto nuestras partes para moldearlas al gusto ajeno, nos han o nos hemos cambiado pensamientos y deseos, han o hemos mutilado nuestra capacidad de expresión natural. 

Es conveniente buscar con ahínco dónde puede haber fragmentos nuestros –de nuestro Yo Verdadero- para recogerlos y reintegrarlos en nuestro Ser Humano Completo. (Integrar: dicho de diversas personas o cosas: constituir un todo. Aunar, fusionar dos o más conceptos divergentes entre sí en una sola cosa que las sintetice.)

Cuando uno se integra del todo, se convierte en íntegro, e inevitablemente surge y se instala en la persona la otra acepción del significado de  la palabra íntegro: “Dicho de una persona: recta, proba, intachable”.

Y esa ha de ser nuestra aspiración.

El Ser Humano es, en esencia y por naturaleza, bueno, honrado, amador, y tiene las suficientes cualidades como para que cada uno se sienta orgulloso o satisfecho de sí mismo.

Reencontrarnos en nuestra esencia, recomponernos, hacernos íntegros, es una de las nobles y satisfactorias tareas que nos propone en este momento la vida.

Y que cada uno valore lo que se pierde si no lo hace.

Te dejo con tus reflexiones…


Francisco De Sales
buscandome.es

jueves, 19 de enero de 2017

3 ejercicios de respiración para relajarse en 10 minutos


La respiración es uno de esos procesos que realizamos de forma completamente automática, sin prestarle atención. Sin embargo, se trata de una función que podemos controlar y que tiene un impacto enorme sobre nuestro metabolismo y psiquis. De hecho, cuando respiramos profundamente, de forma acompasada, podemos regular el ritmo cardíaco, disminuir la presión arterial y promover una sensación de calma y bienestar que disminuya la ansiedad y el estrés. 

Sin embargo, respirar bien no es tan fácil como parece, sobre todo porque llevamos años respirando mal. La mayoría de nosotros respiramos de forma superficial, no tomamos demasiado aire y lo expulsamos inmediatamente. La buena noticia es que podemos aprender a respirar mejor con sencillas técnicas de respiración que puedes aplicar en cualquier lugar, para reencontrar la calma cada vez que lo necesites.

1. Samavritti Pranayama (Respiración equitativa)


¿Para qué sirve? Es una técnica sencilla pero muy eficaz para calmar la mente, aumentar la concentración, oxigenar el cuerpo y fortalecer los músculos involucrados en la respiración. 

¿Cómo se hace? Para empezar, siéntate con la espalda erguida y cierra los ojos. Respira profundamente durante un par de minutos, sin preocuparte por la técnica. Luego, inspira contando mentalmente hasta 3, retén el aire en los pulmones contando hasta 3, expira contando siempre hasta 3 y mantén los pulmones vacíos contando hasta 3. Lo más importante es mantener el mismo tiempo para las cuatro fases, por lo que si al inicio no puedes llegar hasta tres, hazlo solo hasta dos, poco a poco podrás ir aumentando el tiempo, pero sin forzarte demasiado.

¿Cuándo funciona mejor? En cualquier momento y en cualquier lugar, aunque es una técnica muy eficaz antes de acostarse. De hecho, si tienes problemas para dormir, se trata de un ejercicio de relajación perfecto ya que el clásico truco de contar ovejas podría distraerte demasiado de tu objetivo.

2. Respiración abdominal o diafragmática


¿Para qué sirve? Este ejercicio de respiración se basa en el movimiento del diafragma, que al bajar hacia el vientre succiona aire a los pulmones y al subir expulsa el aire hacia estos. De hecho, se denomina respiración abdominal porque cuando el diafragma baja, empuja los órganos del abdomen y este se hincha. Esta técnica de respiración estimula la oxigenación de la sangre, masajea los músculos abdominales, ayuda al tránsito intestinal y es muy relajante. 

¿Cómo se hace? Acuéstate boca arriba y coloca una mano en el pecho y la otra sobre el vientre. Expulsa el aire dando pequeños suspiros, para eliminar el aire residual de los pulmones. Ahora inspira profundamente por la nariz, llevando el aire hacia el abdomen, como si quisieras empujar la mano que has colocado sobre este. Retén el aire durante unos segundos y luego expúlsalo relajando el vientre, sentirás como tu mano baja. Quédate unos segundos con los pulmones vacíos, sintiendo cómo te relajas, y cuando sientas nuevamente el impulso de inspirar, hazlo profunda y lentamente. La meta de la respiración diafragmática es hacer 10 respiraciones lentas profundas por minuto, durante 10 minutos cada día.

¿Cuándo funciona mejor? Este ejercicio de respiración es muy eficaz para lidiar con las situaciones estresantes ya que cuando tengas práctica, no necesitarás estar acostado, puedes hacerlo sentado o incluso de pie.

3. Nadi Shodhana (Respiración alterna equilibrante)


¿Para qué sirve? Este ejercicio de respiración es ideal para generar un estado de calma y bienestar. También equilibra ambos hemisferios del cerebro, nos libera de las tensiones cotidianas, alivia la fatiga y desbloquea la energía de los canales energéticos del cuerpo. 

¿Cómo se hace? Siéntate con la columna recta y los hombros relajados. Coloca la punta del dedo índice y del dedo del medio de tu mano derecha entre las cejas, el dedo anular y el meñique en la fosa nasal izquierda, y el pulgar, en la fosa nasal derecha. El anular y el meñique se usan para abrir o cerrar la fosa nasal izquierda y el pulgar para la fosa nasal derecha. Presiona el pulgar sobre la fosa nasal derecha y exhala suavemente a través de la fosa nasal izquierda. Ahora respira por la fosa nasal izquierda y luego presiona suavemente la misma con los dedos anular y meñique. Retira el pulgar derecho de la fosa nasal derecha y exhala por esta. Inhala desde la fosa nasal derecha y exhala desde la izquierda. Así habrás completado una ronda completa. Ahora continúa inhalando y exhalando alternando las fosas nasales. Lo ideal es que completes nueve rondas. 

¿Cuándo mejor funciona? Cuando necesitas una dosis extra de energía, por lo que no se recomienda su práctica antes de acostarte. De hecho se trata de una técnica para desbloquear la energía y aumentar el nivel de concentración y actividad. Es el equivalente a beber una taza de café.

Como se trata de un ejercicio de respiración más complejo, añado un pequeño vídeo donde se muestra la técnica. Aunque una vez que la domines, verás que en realidad es muy simple.


https://www.youtube.com/watch?v=Xbbr6Udg1UA

Psicología/Jennifer Delgado
http://www.rinconpsicologia.com/

miércoles, 18 de enero de 2017

APRENDER A VER EN EL DESARROLLO PERSONAL


“¿Veis cómo los niños ven a los pájaros con asombro?
 Si les dices un nombre pensarán que todos los pájaros son iguales, 
puesto que tienen el mismo nombre”.
(Krishnamurti)


En mi opinión, estar en un Camino de Desarrollo Personal requiere una atención distinta a la vida y, sobre todo, a uno mismo.

Si uno no sale de su rutina y no se permite investigarse, experimentarse, y arriesgarse, o si uno no deja de pre-suponer, no tendrá adelantos significativos, porque con la misma forma de mirar de siempre seguirá viendo invariablemente lo mismo.

Este Camino es muy recomendable hacerlo del modo que se denomina “Mirando con ojos de Marciano”. Esto se refiere a mirar las cosas del mismo modo que las miraría un Marciano que llegar por primera vez a la Tierra y que, al desconocerlo todo, al verlo todo por primera vez, tiene que hacerlo todo con atención, comprobar, verificar, observar con detenimiento. Todo es nuevo y lo ve sin ningún tipo de pre-juicio o condicionamiento.

Se comprueba entonces que las cosas son como son y no como nosotros pre-suponemos o creemos que son.

Es interesante aprender a ver las cosas y a las personas sin asociarlas a un nombre, a una idea, o a un concepto.

Las cosas y las personas nacen libres de adjetivos, y éstos no son obligatorios. Son orientativos, pero a veces se convierten en desorientativos, porque pueden estar mal adjudicados, caducados, anclados, o muertos, y, en muchas ocasiones, muy mal seleccionados o muy mal adjudicados.

Ver es el efecto de mirar, y mirar sólo produce el hecho de ver objetivamente, y no los pensamientos ni los enjuiciamientos que añade nuestra mente, que no nosotros, a lo que estamos viendo.
Ver debiera ser un recreo, una observación sin sentencia, recibir información acerca del objeto de nuestra atención, pero sólo darse cuenta, sólo ver.

Pero, por lo visto, hace falta esforzarse mucho, y ser capaz de renunciar a lo de siempre, para ser capaz de ponerse ojos nuevos y ver.

Para Darse Cuenta y para Descubrirse es imprescindible tener y usar la capacidad de eliminar lo pre-concebido, por lo menos hasta que nos demos una oportunidad de revisar algo de nuevo, para poder verificar si el objeto de atención es realmente lo que pensamos que es, o estábamos errados en la creencia, o ha sido capaz de evolucionar, o nosotros estamos evolucionando y somos más comprensivos y benevolentes.

Cuando adjudicamos un adjetivo, o una opinión, o un juicio con sentencia a una cosa lo dejamos unido a esa cosa, pegado como una etiqueta, y en esa etiqueta leemos siempre lo mismo; con el tiempo lo aprendemos de memoria y ya ni siquiera miramos para verificar si realmente pone lo que creemos que pone, sino que ya y para siempre, la cosa seguirá siendo lo mismo.

Si cuando escribimos aquella etiqueta lo hicimos en un mal día, o en un momento descontrolado de rabia, o desde la ignorancia y el error, o desde el egoísmo, o desde un estado muy alterado y confundido de la mente, es muy posible que la etiqueta esté mal adjudicada.

Si posteriormente hemos ido dando pasos adelante con nuestra conciencia y nuestro corazón, que se han ensanchado, y si nuestra consciencia está más alerta y se da cuenta con más objetividad de las cosas, y si somos más comprensivos y generosos con la actuación de los otros, es más que posible que tengamos que renombrar las etiquetas o, mejor, arrancarlas y permitir el crecimiento, nuestro y de lo otro, sin los límites que impone una definición.

¿Cómo se aprende a ver?

Despojándose totalmente de cualquier tipo de idea pre-concebida o cualquier pre-juicio. Esto es imprescindible. Si no se cumple este requisito es mejor no dar ningún paso, porque será un paso que nos llevará de nuevo al mismo sitio donde estábamos.

Dándose la oportunidad de comenzar de nuevo, tanto para vernos a nosotros como para ver a los otros y como para ver las cosas tal y como son, con objetividad, y no como nosotros creemos que son. Las que podamos verificar que son como ya creemos que son se las deja de momento como estaban. “De momento” porque es posible que tal vez sea conveniente más adelante volver a revisarlas.

Mirando con los ojos del corazón y de la comprensión. Todos los Seres Humanos que moramos en este mundo estamos perfectamente capacitados para equivocarnos, para actuar del modo más incorrecto, para no cumplir las expectativas de los otros ni las nuestras propias, para tener miedo y no atrevernos, para dudar y dudar y dudar, para caer y recaer. Les pasa a los otros y nos pasa a nosotros.

Amando. El amor, cuando no se adultera, tiene la capacidad de escapar a los pre-juicios y de aportar una forma justa de ver las cosas y de formar una opinión equilibrada sin juzgar malintencionadamente las cosas.

Aceptando. De nuevo, viendo las cosas y las personas como realmente son y no como cosas o personas que no cumplen nuestras expectativas. Si lo aceptamos de este modo, ya no es necesaria la presencia de la rabia, del odio, de la confrontación, de la desaprobación. Con un corazón más grande y generoso, con una comprensión ilimitada, y aceptando la realidad, todo pierde su agresividad y adquiere brillo.

Estas son las fórmulas para aprender a ver.

Ahora, a revisar, a experimentar, a comprender, aceptar, amar, y perder el miedo. 

A implicarse en esta gran aventura que es la vida. Y a ver.


Te dejo con tus reflexiones…



Francisco De Sales
buscándome.es