martes, 4 de octubre de 2016

Tratamiento del merecimiento - Louise Hay

Estas afirmaciones de Louise Hay que compartimos hoy componen el Tratamiento de merecimiento.



Yo me merezco todo lo bueno, no algo ni un poquito, sino todo lo bueno.
Yo ahora disuelvo cualquier pensamiento negativo o restrictivo. Me libero y disuelvo todas las limitaciones del pasado. No me ata ningún miedo ni limitación de la sociedad en la que vivo. Ya no me identifico con ningún tipo de limitación.

En mi mente tengo libertad absoluta.

Ahora entro a un nuevo espacio en la conciencia, en donde me veo de forma diferente. Estoy creando nuevos pensamientos acerca de mi ser y de mi vida. Mi nueva forma de pensar se convierte en nuevas experiencias.

Ahora sé y afirmo que formo una unidad con el Próspero Poder del Universo, por lo tanto recibo multitud de bienes. La totalidad de las posibilidades está ante mi.

Yo merezco la vida, una vida buena.
Yo merezco el amor, abundante amor.
Yo merezco la salud.
Yo merezco vivir cómodamente y prosperar.
Yo merezco la alegría y la felicidad.
Yo merezco la libertad, la libertad de ser todo lo que puedo ser.
Yo merezco todo lo bueno.

El Universo está más que dispuesto a manifestar mis nuevas creencias y yo acepto la abundancia de esta vida con alegría, placer y gratitud. Porque me lo merezco, lo acepto y sé que es verdad.

Así es, gracias amado Universo.

El sueño recarga nuestro cerebro


La importancia de tener un sueño reparador es bien conocida por todos, y es que sufrir de insomnio es una amenaza para el bienestar. Está implicado en diversos mecanismos cerebrales, por eso, mantener una buena higiene del sueño es muy importante.
Tras una noche sin pegar ojo, podemos sufrir diferentes consecuencias adversas durante el día, como fatiga, somnolencia, dolor de cabeza, déficit de atención… Así, es evidente que su función va más allá de la de permitirnos un simple descanso físico. Por otro lado, de los efectos de la falta de sueño se desprende su compleja función y la necesidad que tenemos los seres humanos de dormir.
Pero, ¿qué pasa mientras dormimos?, ¿qué funciones tiene el sueño?, ¿cómo puedo mejorar la calidad del sueño? Todas estas preguntas y alguna más serán contestadas a continuación.

Mecanismos y fases del sueño

Mientras dormimos tienen lugar determinados procesos neurológicos fundamentales para los mecanismos de aprendizaje y la consolidación de la memoria. Recordemos que el sueño es una necesidad básica del ser humano y su privación acarrea graves consecuencias, tanto mentales como físicas.
Una vez iniciado el sueño, se identifica un ciclo de 70-100 minutos que se repite de 4 a 5 veces por noche. El ciclo comienza cuando nos estamos quedando dormidos. En este instante, comienza el sueño no REM primero en la fase superficial y después en la profunda. Cuando llevamos unos 90 minutos durmiendo comienza la fase REM, en la que tienen lugar los sueños.

A medida que van pasando las horas de sueño la duración de la fase REM es mayor, por eso el sueño es más ligero al principio de la noche. También cambia la duración de las fases según la edad. Por ejemplo, los recién nacidos duermen durante 20 horas, y gran parte en fase REM, lo que empuja a pensar en la implicación de la fase REM en el desarrollo neurocognitivo.

Factores que regulan el sueño

La necesidad de sueño se modifica en función de la actividad diurna de cada uno. Así, los que no acumulen cansancio físico no necesitan la “reparación física” que se lleva a cabo durante el sueño. Por lo que aquellas personas sedentarias tendrán muchas dificultades para dormir, porque el organismo no identifica la necesidad de descansar.

Existe un ciclo endógeno sueño-vigilia de 25 horas que se sincroniza con el ciclo de luz-oscuridad de 24 horas. Este es otro factor que será influyente. Esta sincronización está desajustada en algunas personas, que padecen un trastorno en el ciclo circadiano. La melatonina está implicada en este proceso.
La síntesis de esta neurohormona varía durante el ciclo de 24 horas, y responde a los cambios en la iluminación ambiental. Normalmente, la secreción de melatonina por la glándula pineal es inhibida por la luz y estimulada por la oscuridad. La secreción de ésta alcanza su pico en mitad de la noche y va disminuyendo paulatinamente.

La importancia de la higiene del sueño

Una de cada 3 personas sufrirá a lo largo de su ciclo vital de algún trastorno del sueño, con consecuencias graves. Pueden afectar al rendimiento académico y laboral, ya que provoca alteraciones cognitivas; así como cambios emocionales que repercutirán en las relaciones interpersonales o en el estado de animo.

Existen una normas básicas para solventar estos trastornos o evitarlos, estas pautas forman parte de la higiene del sueño, lo que nos puede garantizar que sea reparador. Las siguientes son algunas de las normas a seguir:
  • La habitación donde dormimos tiene que ser un lugar agradable. Sin ruidos, con temperatura estable y sin estimulación lumínica excesiva.
  • La rutina previa tiene que ir rebajando nuestro nivel de actividad física y mental de manera progresiva. Tomar un baño relajante, escuchar música chill out o realizar ejercicios de relajación pueden ser buenos ejemplos.
  • Es importante establecer un horario fijo, como la hora de acostarse y de levantarse. También hay que evitar “recuperar” el sueño perdido por la mañana y levantarse a la hora previamente establecida.
  • Evitar siestas durante el día, luego pueden dificultar que durmamos por la noche.
  • Disminuir el consumo de café y tabaco y todo tipo de sustancias estimulantes que puedan interferir.
  • No comer excesivamente antes de acostarse, pero tampoco ir a la cama con hambre.

Función del sueño

Actualmente no está del todo clara, aunque hay diversas hipótesis. Una de las teorías es la de la conservación de la energía. Durante el sueño, nuestra temperatura corporal baja y se reduce el consumo de oxigeno. Digamos que es una especie de ahorro energético para conservar la energía después de las tareas realizadas durante el día.
Otra hipótesis es la de tener una función reparadora. Tiene el objetivo de rehabilitar nuestro organismo después del esfuerzo realizado. Combatiría el cansancio producido por el estado diurno de vigilia, restaurando fisiológicamente nuestro organismo.

También ha habido estudios referidos a la consolidación de la memoria. Dormir después de entrenar en cualquier tarea cognitiva, como estudiar para un examen o tocar un instrumento aumenta significativamente el rendimiento. La presencia, en regiones cerebrales, de patrones de actividad similares a los de la vigilia apunta a que se repasan estos patrones de actividad, favoreciendo el aprendizaje.

Carolina López para La mente es maravillosa

lunes, 3 de octubre de 2016

Se trata de salir de la zona de confort


La vida siempre tiene sus altas y sus bajas, pero de alguna manera tiende a estabilizarse. Sentir la seguridad que te da la estabilidad laboral, familiar y sentimental, es grandioso para estar tranquilo y vivir sin el estrés que genera la incertidumbre.
Sin embargo, es necesario tener presente que la forma cómo aceptemos la estabilidad o zona de confort, puede tener efectos negativos. Nos han educado para buscar la estabilidad, pero la realidad es que nos toca aprender a vivir en un eterno cambio, ya que aunque a veces puede ser difícil de aceptar, nada es constante.
La zona de confort, a pesar de ser placentera tiene varias consecuencias negativas que afectan tu capacidad para aceptar cambios, para valorar las nuevas oportunidades, aumenta tu temor a los cambios, limita tu visión a largo plazo y lo peor es que evita que evalúes riesgos adecuadamente y por ende cuando las cosas cambian, nunca estás preparado. No estar preparado para los cambios casi siempre es catastrófico.
La zona de confort, como todo lo que genere algún tipo de placer, puede generar adicción y quiero compartir contigo algunos de los síntomas de que presentas un caso de adicción a la zona de confort:
1. Crees que has logrado todas tus metas.
El éxito mal manejado puede ser contraproducente; creer que tienes todo, limita el sano inconformismo de pensar en qué puedes mejorar y más aún, elimina la capacidad de crear e innovar.
2. Crees que nada puede afectar negativamente tu estado actual.
La sensación de invulnerabilidad generalmente es una forma de negar la existencias de riesgos. No es que nada te pueda afectar, sino que decides ignorar lo que te preocupa y confiar ciegamente en que nada va a pasar.
3. Consideras que nada puede mejorar tu situación.
El conformismo es otra forma de negar nuevas oportunidades y generalmente termina sirviendo para autojustificar tu decisión de no intentar cosas nuevas por temor a perder lo que ya tienes.
4. Ves algunas cosas que quisieras hacer, pero no actúas por “razones justificadas”.
A veces tú eres el obstáculo de tu progreso. Eres un ser racional pero tu inteligencia se pierde explicándote por qué dejaste de hacer algo, de una manera que te suene creíble.
5. Te alejas de personas que no comparten tu visión de “estabilidad”.
No es que los demás no tengan puntos válidos; es que simplemente no piensan como tú.
6. Te parece bien verte en unos años haciendo lo mismo y recibiendo iguales beneficios.
Al aceptar tu zona de confort, esto implica creer que va a durar de manera indefinida, por lo que aceptas que al hacer lo mismo, en un futuro seguirás igual de “bien”.
7. Sientes que tienes talentos sin aprovechar, pero no te importa porque ya no los necesitas.
Al convencerte de que ya tienes lo que quieres, lo que no has usado, sin importar que tan bueno seas en ello ni que tanto lo disfrutes; es simplemente innecesario. Dejas de hacer lo que disfrutas por lo que simplemente necesitas.
8. Hay personas cercanas que se asombran al saber que sigues igual.
Al estar encerrado en tu zona de confort, quienes no están en ella o simplemente andan en la suya, pueden ver fallas en tu visión de estabilidad. Esas personas son las que siempre dicen: ¿Aún sigues ahí?…. Que bueno… eres muy estable.
9. Aceptas tus limitaciones como absolutas y tolerables sin cuestionar.
El conformismo generado en la zona de confort te lleva simplemente a vivir con lo que puedes, incluyendo lo que no puedes hacer ni obtener. La resignación es muy fuerte y sirve para negarte que puedes hacer algo por mejorar.
10. Estás explicando constantemente a tus amigos y conocidos el motivo para seguir como estás.
Si tu estado actual fuera aceptable, no deberías estar justificando con nadie el por qué estás ahí.
11. Tienes amigos que han actuado, cuando tú no lo has hecho y han logrado algo.
Has dejado de aprovechar oportunidades que otros han tomado y para tí fue solo cuestión de suerte el que ellos hubieran podido lograr una meta a la que tú pudiste llegar también. Pero no importa, para ti no justificaba el riesgo.
12. Ves cualquier elemento que pueda afectar tu estado actual como una amenaza, sin evaluarlo.
Ya sea una oportunidad o un riesgo, lo intentas evitar porque amenaza tu estabilidad.
13. Siempre piensas que no tienes los recursos o el conocimiento suficiente para aprovechar algunas oportunidades.
Siempre dejas de intentar ideas porque sientes que no tienes cómo lograrlas y aún cuando alguien te dice que puedes hacer algo, siempre encuentras la manera de explicar de una manera razonable, por qué no te conviene actuar.
14. Te quejas de muchas cosas y no haces nada para buscar mejorarlas.
La queja de adultos no es más que la evolución del berrinche o pataleta de niños. Te sientes mal, lo expresas, pero al final, eso no te dará lo que quieres y seguirás igual.
15. Has aceptado como ciertos muchos de los síntomas que has leído hasta aquí y aún crees que todo está bien.
La racionalización es la forma como nos autoexplicamos cosas para convencerte de que están como las deseas y te ayuda a ignorar lo que no quieres aceptar. Al final todo, incluyendo lo malo, te suena razonable, creíble y más aún, te crees capaz de convencer a otros de tener el criterio para tomar la decisión.
Buscar la estabilidad y disfrutarla no está mal; lo que está mal es creer de manera absoluta en que nada se puede mejorar y que no puedes hacer nada por ti y por los que te rodean, más que seguir igual, quejándote por lo que no te gusta, sin actuar.
Estar en la zona de confort no es malo; pero creer que siempre va a ser así puede traer consecuencias catastróficas. Aprovecha la estabilidad para buscar nuevas ideas de manera tranquila, pero deseando siempre hallar una mejor manera de hacer las cosas y progresar.
¡Deja tu adicción a la zona de confort!

Germán Andrés Castaño Väzquez
http://elartedesabervivir.com

domingo, 2 de octubre de 2016

No te pases la vida esperando que llegue tu momento, ya vives en él

Probablemente ésta sea una idea muy trillada, pero te has detenido realmente a observar en pleno el momento en el que te encuentras? eres realmente capaz de observar lo que ocurre en tu interior? te percatas de lo que está sucediendo a tu alrededor?…
Vivir atrapados en el pasado y ansiosos del futuro se puede hacer costumbre, de hecho es la manera más común de vivir, aprendemos del pasado y pasamos el resto de la vida esperando que el futuro sea mejor, siempre planificando un viaje, las próximas vacaciones, mi futuro hijo, la pareja que llegará, ese empleo que algún día concretaré, la casa que podré comprar y una serie de cosas que se traducen en esperanzas, ilusiones futuras que alimentan nuestro deseo de vivir el presente, siempre en pro de lograr algo.

Así se nos pasa la vida, ignorando que el momento más importante de tu vida es el minuto que está transcurriendo justo ahora, ni más ni menos.

No dejes que el minuto se te escape

Vivir en esa burbuja del tiempo, que nos lleva del pasado hacia el futuro una y otra vez, nos aísla del presente, del momento que nos encontramos viviendo, preferimos alimentar la ilusión que asumir la realidad y no nos damos cuenta que este, este minuto, este momento, ahora es nuestra vida, no mañana, no ayer…ahora.

Presta atención a lo que estás haciendo, incluso leyendo este artículo puedes no estar plenamente alerta,los pensamientos van y vienen de tu mente, las preocupaciones, las comparaciones y la premura de lo que debes ir a hacer luego de revisar esta página, no te permites realmente disfrutar el momento en toda su plenitud, cuando en realidad el minuto presente es el único que cuenta, porque de el depende el futuro inexistente, procura aprovechar al máximo el momento que estás viviendo, sacando toda la utilidad que puedas para aprender cada día más.

El mañana todavía no llegó

Este pensamiento resulta muy provechoso si se le comprende realmente, no tiene sentido preocuparnos por cosas que no han sucedido y que quizá nunca sucedannos distanciamos de cosas verdaderas, como por ejemplo el llamado de un hijo que demanda un minuto de tiempo, lo dejamos de un lado porque debemos atender algo de lo que depende nuestro futuro, la sonrisa incitadora de nuestra pareja cuando necesita complicidad y la evadimos porque los quehaceres nos esperan, cuando un amigo nos influencia para perder un rato el tiempo en una conversación o simplemente en silencio, pensamos entonces que no podemos darnos ese lujo pues hay mucho que hacer…
Lo que debes hacer es lo que haces justo ahora, no aquello que cambiará tu vida para siempre, acciona en el momento justo y oportuno, utiliza sabiamente el pensamiento, colócalo en su lugar correcto, no dominando tu mente y tus minutos, no ocupando tu presente viviendo en el futuro o del pasado, dale su lugar y que no sea impedimento en vivir tu minuto presente.
No hay momento que te necesite más que el minuto presente…
www.mujer.gurú

sábado, 1 de octubre de 2016

LA SABIDURÍA DE LA RENDICIÓN


Es la calidad de tu conciencia en este momento lo que más determina el futuro que experimentarás.
Así que rendirte es lo mejor que puedes hacer para traer cambios positivos. Cualquier acción es secundaria.
Ninguna acción verdaderamente positiva puede surgir del estado de conciencia de no-rendición.
Para algunas personas, “rendirse” puede tener connotaciones negativas: derrota, abandono, fracaso ante los retos de la vida, volverse letárgico, etc. Sin embargo, la verdadera rendición no tiene nada que ver con eso. No significa que tolerar pasivamente cualquier situación en la que estés y no hacer nada al respecto. Ni tampoco significa dejar de planificar cosas o de realizar acciones positivas.
Rendirse es la simple pero profunda sabiduría de ceder, en lugar de oponerse al flujo de la vida.
El único lugar en el que puedes experimentar el flujo de la vida es el Ahora.
Así que rendirse es aceptar el momento presente de manera incondicional y sin reservas.
Es decir, renunciar a lo que interiormente se resiste a lo que es.
La resistencia interior es decir “no” a lo que es, a través de juicios mentales y negatividad emocional. Se nota más cuando las cosas “van mal”, lo que significa que hay una brecha entre lo que la mente pretende y lo que es. Esta brecha es el dolor.

Si has vivido lo suficiente, verás que las cosas “van mal” bastante seguido. Precisamente es ahí cuando se debe practicar la rendición, si es que quieres librarte del dolor y la tristeza.
La aceptación de lo que es inmediatamente te libera de la identificación con la mente y te reconecta con el Ser.
La resistencia es la mente.

La rendición es un fenómeno puramente interior. Esto no significa que no puedas intervenir en lo exterior o cambiar la situación. De hecho, no es la situación en general lo que debes aceptar cuando te rindes, sino el pequeño segmento llamado “el ahora”.
Por ejemplo, si te encontraras atascado en el barro, no vas a decir: “Bueno, me resigno a estar atascado en el barro”. La resignación no es lo mismo que la rendición.
No necesitas aceptar una situación indeseable o desagradable, ni tampoco mentirte a ti mismo y decir que todo está bien. No. Reconoces totalmente que quieres salir de esta situación y limitas tu atención al momento presente, sin etiquetarlo mentalmente.
Esto significa que no hay juicios mentales sobre el Ahora, y por consiguiente, no hay resistencia ni negatividad emocional. Aceptas que este momento ya es como es. Luego actúas y haces todo lo que esté a tu alcance para salir de la situación. 
A estas acciones las llamo “acciones positivas”. Y son mucho más efectivas que las negativas, las cuales surgen a partir de la bronca, la desesperación o la frustración.

Hasta obtener el resultado deseado, sigues practicando la rendición absteniéndote de etiquetar el Ahora. 
Déjame darte una analogía visual para que se entienda.
Vas caminando de noche por la senda, rodeado por espesa niebla, pero tienes una linterna muy potente que la atraviesa y crea un espacio estrecho y claro frente a ti. 
La niebla en este caso es la situación en la que te encuentres, que incluye pasado y futuro. La linterna es tu presencia consciente. El espacio claro es el Ahora.

La no-rendición endurece a tu forma psicológica, el caparazón del ego, creando un fuerte sentido de separación. 
El mundo que te rodea y en particular la gente, se perciben como una amenaza. 
Surge la compulsión inconsciente de destruir a los demás juzgándolos. Como así también surge la necesidad de competir y dominar. 
Incluso la naturaleza se vuelve un enemigo, y tus percepciones e interpretaciones son gobernadas por el miedo. 
La enfermedad mental que llamamos “paranoia” es apenas una versión un poco más aguda de este estado normal pero disfuncional de conciencia. 
No solo tu forma psicológica, sino también tu forma física (tu cuerpo) se torna rígida con la resistencia. Surge la tensión en distintas partes del cuerpo. Y el cuerpo, como un todo, se contrae.
El libre flujo de energía por el cuerpo, el cual es esencial para un funcionamiento saludable, queda restringido en gran medida.
El ejercicio y ciertas terapias físicas pueden ayudar a recuperar este flujo. Pero a menos que practiques la rendición en tu vida diaria, solo será una ayuda temporal, dado que la causa, es decir, el patrón de resistencia no se ha disuelto. 

Hay algo dentro de ti que permanece intacto a las situaciones pasajeras que conforman tu vida diaria. Y es solo a través de la rendición que puedes acceder a esto.
Se trata de tu vida, tu propio Ser, que existe eternamente en el presente sin tiempo. 
Si encuentras tu situación insatisfactoria o intolerable, es solo rindiéndote primero que puedes romper el patrón inconsciente que se resiste y prolonga esa situación. 

La rendición es perfectamente compatible con realizar acciones, iniciar cambios o lograr objetivos. Pero en el estado de rendición, una energía totalmente distinta, una calidad distinta, fluye en tu hacer. 
La rendición te reconecta con la fuente de energía del Ser. Y si tu hacer está impregnado de Ser, se convierte en una alegre celebración de energía de vida que te lleva más profundamente hacia el ahora. 
A través de la no-resistencia, la calidad de tu conciencia y, por consiguiente, la calidad de lo que sea que hagas o estés creando, mejora de manera inconmensurable. 
Los resultados entonces, vendrán solos y reflejarán esa calidad.
A esto lo podemos llamar “acción proveniente de la rendición”.

En el estado de rendición, ves claramente lo que hay que hacer. Y actúas haciendo una cosa a la vez y enfocándote en una sola cosa a la vez. 
Aprende de la naturaleza, mira como todo se desarrolla y como el milagro de la vida se despliega sin insatisfacción. 
Por eso Jesús dijo: “Mira las azucenas, como crecen… no se esfuerzan ni dan vueltas”.

Si tu situación en general es insatisfactoria o desagradable, toma solo este instante y ríndete a lo que es.
Esa es la linterna que atraviesa la niebla. Entonces, tu estado de conciencia deja de depender de lo exterior. Ya no reaccionas ni te resistes. 
Luego mira la situación más específicamente. Pregúntate: “¿Hay algo que yo pueda hacer para cambiar la situación, mejorarla, o apartarme de ésta?”.
Si la hay, actúa adecuadamente. No te enfoques en las mil cosas que tendrás o puede que tengas que hacer en algún futuro, sino en la única que puedes hacer ahora.
Esto no significa que no debas hacer planes, puede que planear algo sea lo único que puedes hacer ahora. Pero asegúrate de no estar corriendo tras películas mentales que continuamente te proyectan hacia el futuro y te hacen perder el Ahora. 
Puede que las acciones que realices no den fruto de manera inmediata; hasta que lo hagan, no te resistas a lo que es.
Si no hay nada que puedas hacer, y no puedes irte de la situación, úsala para entrar más profundamente en la rendición, en el Ahora, en el Ser. 
Cuando entras a esta eterna dimensión del Presente, el cambio suele presentarse de manera extraña, sin requerir mucho de tu parte. La vida se torna servicial y colabora. 
Si son factores internos como el miedo, la culpa o la pereza los que te impiden actuar, se disolverán a la luz de tu presencia consciente. 

No confundas la rendición con una actitud de: “Ya nada puede molestarme” o “Ya no me importa”. Si miras más de cerca, verás que estas actitudes están contaminadas de negatividad en la forma de resentimiento oculto, de manera que no es rendición sino resistencia enmascarada. 

A medida que te rindes, lleva tu atención hacia adentro, para asegurarte si aún hay algún rastro de resistencia en ti. Estate muy alerta cuando lo hagas, de otra forma, una cierta cantidad de resistencia puede seguir escondiéndose en algún oscuro rincón, en la forma de un pensamiento o de una emoción no reconocida. 




Eckhart Tölle
Camino al Despertar