domingo, 18 de septiembre de 2016

Amar a un ser humano

Amar a un ser humano es aceptar la oportunidad de conocerlo verdaderamente y disfrutar de la aventura de explorar y descubrir lo que guarda más allá de sus máscaras y sus defensas, contemplar con ternura sus más profundos sentimientos, sus temores, sus carencias, sus esperanzas y alegrías, su dolor y sus anhelos; es comprender que detrás de su careta y su coraza, se encuentra un corazón sensible y solitario, hambriento de una mano amiga, sediento de una sonrisa sincera en la que pueda sentirse en casa; es reconocer, con respetuosa compasión, que la desarmonía y el caos en los que a veces vive, son el producto de su ignorancia y su inconsciencia, y darte cuenta que si genera desdichas es porque aún no ha aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones se siente tan vacío y carente de sentido, que no puede confiar ni en si mismo; es descubrir y honrar, por encima de cualquier apariencia, su verdadera identidad, y apreciar honestamente su infinita grandeza como una expresión única e irrepetible de la Vida.
Amar a un ser humano es brindarle la oportunidad de ser escuchado con profunda atención, interés y respeto; aceptar su experiencia sin pretender modificarla sino comprenderla; ofrecerle un espacio en el que pueda descubrirse sin miedo a ser calificado, en el que sienta la confianza de abrirse sin ser forzado a revelar aquello que considera privado; es reconocer y mostrar que tiene el derecho inalienable de elegir su propio camino, aunque éste no coincida con el tuyo; es permitirle descubrir su verdad interior por si mismo, a su manera, apreciarlo sin condiciones, sin juzgarlo ni reprobarlo, sin pedirle que se amolde a tus ideales, sin exigirle que actúe de acuerdo con tus expectativas; es valorarlo por ser quien es, no por como tu desearías que fuera; es confiar en su capacidad de aprender de sus errores y de levantarse de sus caídas más fuerte y más maduro, y comunicarle tu fe y confianza en su poder como ser humano.
Amar a un ser humano es atreverte a mostrarte indefenso, sin poses ni caretas, revelando tu verdad desnuda, honesta y transparente; es descubrir frente al otro tus propios sentimientos, tus áreas vulnerables, permitirle que conozca al ser que verdaderamente eres, sin adoptar actitudes prefabricadas para causar una impresión favorable; es exponer tus deseos y necesidades, sin esperar que se haga responsable de saciarlas; es expresar tus ideas sin pretender convencerlo de que son correctas; es disfrutar del privilegio de ser tu mismo frente al otro, sin pedirle reconocimiento alguno, y en esta forma, irte encontrando a ti mismo en facetas siempre nuevas y distintas; es ser veraz, y sin miedo ni vergüenza, decirle con la mirada cristalina, “este soy, en este momento de mi vida, y esto que soy con gusto y libremente, contigo lo comparto…si tú quieres recibirlo”.
Amar a un ser humano es disfrutar de la fortuna de poder comprometerte voluntariamente y responder en forma activa a su necesidad de desarrollo personal; es creer en él cuando de si mismo duda, contagiarle tu vitalidad y tu entusiasmo cuando está por darse por vencido, apoyarlo cuando flaquea, animarlo cuando titubea, tomarlo de las manos con firmeza cuando se siente débil, confiar en él cuando algo lo agobia y acariciarlo con dulzura cuando algo lo entristece, sin dejarte arrastrar por su desdicha; es compartir en el presente por el simple gusto de estar juntos, sin ataduras ni obligaciones impuestas, por la espontánea decisión de responderle libremente.
Amar a un ser humano es ser suficientemente humilde como para recibir su ternura y su cariño sin representar el papel del que nada necesita; es aceptar con gusto lo que te brinda sin exigir que te dé lo que no puede o no desea; es agradecerle a la Vida el prodigio de su existencia y sentir en su presencia una auténtica bendición en tu sendero; es disfrutar de la experiencia sabiendo que cada día es una aventura incierta y el mañana, una incógnita perenne; es vivir cada instante como si fuese el último que puedes compartir con el otro, de tal manera que cada reencuentro sea tan intenso y tan profundo como si fuese la primera vez que lo tomas de la mano, haciendo que lo cotidiano sea siempre una creación distinta y milagrosa.
Amar a un ser humano es atreverte a expresar el cariño espontáneamente a través de tu mirada, de tus gestos y sonrisas; de la caricia firme y delicada, de tu abrazo vigoroso, de tus besos, con palabras francas y sencillas; es hacerle saber y sentir cuánto lo valoras por ser quien es, cuánto aprecias sus riquezas interiores, aún aquellas que él mismo desconoce; es ver su potencial latente y colaborar para que florezca la semilla que se encuentra dormida en su interior; es hacerle sentir que su desarrollo personal te importa honestamente, que cuenta contigo; es permitirle descubrir sus capacidades creativas y alentar su posibilidad de dar todo el fruto que podría; es develar ante sus ojos el tesoro que lleva dentro y cooperar de mutuo acuerdo para hacer de esta vida una experiencia más rica y más llena de sentido.
Amar a un ser humano es también atreverte a establecer tus propios limites y mantenerlos firmemente; es respetarte a ti mismo y no permitir que el otro transgreda aquello que consideras tus derechos personales; es tener tanta confianza en ti mismo y en el otro, que sin temor a que la relación se perjudique, te sientas en libertad de expresar tu enojo sin ofender al ser querido, y puedas manifestar lo que te molesta e incomoda sin intentar herirlo o lastimarlo. Es reconocer y respetar sus limitaciones y verlo con aprecio sin idealizarlo; es compartir y disfrutar de los acuerdos y aceptar los desacuerdos, y si llegase un día en el que evidentemente los caminos divergieran sin remedio, amar es ser capaz de despedirte en paz y en armonía, de tal manera que ambos se recuerden con gratitud por los tesoros compartidos.
Amar a un ser humano es ir más allá de su individualidad como persona; es percibirlo y valorarlo como una muestra de la humanidad entera, como una expresión del Hombre, como una manifestación palpable de esa esencia trascendente e intangible llamada “ser humano”, de la cual tu formas parte; es reconocer, a través de él, el milagro indescriptible de la naturaleza humana, que es tu propia naturaleza, con toda su grandeza y sus limitaciones; apreciar tanto las facetas luminosas y radiantes de la humanidad, como sus lados oscuros y sombríos; amar a un ser humano, en realidad, es amar al ser humano en su totalidad; es amar la auténtica naturaleza humana, tal como es, y por tanto, amar a un ser humano es amarte a ti mismo y sentirte orgulloso de ser una nota en la sinfonía de este mundo.
HUMBERTO MATURANA

sábado, 17 de septiembre de 2016

CÓMO ESCAPAR DEL TORBELLINO INTERNO


Si el mundo parece girar como un torbellino, esto no quiere decir que vives en una época singular. El mundo "exterior" siempre ha sido una fuente de problemas y nunca de paz. El problema verdadero es cómo relacionarnos con un mundo así. 

¿Qué es el torbellino interno?

Torbellino es un término amplio. Existen muchas formas para describir sentimientos de preocupación, agitación, ansiedad y depresión. Sin embargo, si observamos hacia adentro, por lo general hay ciertos elementos comunes presentes. 
  • Pensamientos perturbadores que siguen repitiéndose.
  • Se siente como si esos pensamientos se hubiesen apoderado de nuestra mente.
  • Como resultado de sentirse fuera de control, experimentas un elemento de miedo.
  • La agitación interna crece entre más te dejas llevar por los sentimientos que provoca.
  • Encontrar la forma de salir de ese torbellino parece imposible, lo cual provoca una creciente sensación de impotencia.
Si te detienes por un momento y reflexionas en aquello que te ha hecho sentir preocupado o deprimido, en especial si está ocurriendo en este momento, observarás estos atributos mentales. Para escapar de tu remolino interno, debes revertir cada uno de ellos.
  • Hay que ponerle un alto a los pensamientos inquietantes.
  • Es necesario sentir que no eres víctima de tu mente y emociones.
  • Debes liberarte del miedo.
  • La agitación interna necesita disminuir día tras día.
  • Debes volver a sentir que tienes el poder suficiente para recuperar el control.

Cómo escapar del torbellino interno

¿Cómo lograrlo si parece tan fuera de tu alcance? Para comenzar, date cuenta de que todos los elementos del torbellino mental desaparecerán de manera natural y espontánea cuando la mente se libere del estrés. Es normal sentirse preocupado en ciertas circunstancias, como cuando estás esperando los resultados de un examen médico. Cuando los resultados son buenos, tu mente regresa de forma natural a un estado libre de ansiedad. 
Este simple hecho nos da una clave valiosa. Nos dice que no debemos forzar nuestra mente a escapar del torbellino. La tranquilidad mental y el equilibrio son tu estado habitual. La agitación interna de todo tipo es provocada por nosotros mismos. Así que la mejor estrategia para escapar del torbellino interno es regresar a lo que tu mente quiere desde el inicio, que es estar en calma. ¿Cómo puedes ayudarle a hacerlo? 

He aquí algunas sugerencias, enraizadas en las tradiciones de sabiduría del mundo:
  1. Deja de alimentar tu torbellino interno. Reduce el estrés externo. Aléjate de conversaciones perturbadoras y de gente que decide afligirse por malas noticias y pensar en los peores resultados.
  2. Limita tu exposición al ciclo de noticias ininterrumpido de televisión e Internet. No hay necesidad de seguir alimentando la respuesta del estrés.
  3. Experimenta la tranquilidad de centrarte en ti mismo. La mejor forma de hacerlo es a través de la meditación cotidiana.
  4. Cuando observes que estás en un estado de preocupación, tómate unos minutos para ti mismo en un lugar tranquilo y reencuentra tu centro. Respirar profundamente con los ojos cerrados tiende a ser muy efectivo.
  5. Cambia los pensamientos negativos por positivos, tan pronto como lleguen a ti.
El último punto es necesario porque la mayoría de tus pensamientos negativos nacen por hábito y condicionamientos antiguos. Siguen regresando si no los reemplazas y su regreso repite el pasado una y otra vez. Reemplazar los pensamientos negativos tan pronto como aparecen requiere un compromiso; es mucho más fácil dejarnos llevar por la inercia. Sin embargo, si quieres dejar de ser víctima de tus pensamientos, no debes dejar que vaguen libres por tu mente.

Cómo practicar el pensamiento positivo

Estos son el tipo de pensamientos positivos que pueden liberarte de antiguos condicionamientos.
  • Si comienzas a preocuparte, mejor piensa: "Nunca he mejorado una situación al preocuparme por ella".
  • Si experimentas signos de miedo o ansiedad, mejor piensa: "El miedo es sólo una reacción. En realidad no me dice nada que necesite saber".
  • Si te visita un viejo recuerdo que te recuerda un pensamiento negativo, mejor piensa: "Ya no soy esa persona".
  • Si una situación te hace sentir estresado, piensa en cambio: "No soy una víctima, Puedo cambiar mi respuesta a esta situación”.
Estos son sólo ejemplos, pero el principio general siempre es el mismo: no dejes entrar a los pensamientos desagradables. Diles que no son necesarios y que pueden irse. Si continúas con esta táctica en mente, experimentarás un cambio personal. En lugar de alentar y tolerar pensamientos y sentimientos negativos, alentarás el regreso del equilibrio mental.

Las tradiciones de sabiduría del mundo nos enseñan a no luchar contra nuestra mente, porque es una batalla perdida, es mejor buscar la capacidad natural de la mente de autocorregirse. Ése es el secreto para escapar del torbellino interno. 

Dr. Deepak Chopra
https://choprameditacion.com

viernes, 16 de septiembre de 2016

Qué placer que me importen solo a los que yo les importo

 Qué placer que me importen solo a los que yo les importo

Cuando echamos la vista atrás y nos damos cuenta del tiempo que hemos perdido luchando por la aprobación, la amistad o el amor de otras personas descubrimos que el tiempo es oro, que la vida pasa muy rápido y que no queremos volver a malgastar ni un minuto más actuando de esa forma.
En un principio estamos dolidos o indignados con nosotros por permitir que eso ocurra, pero también hemos ganado en madurez y progresivamente, lo que iba a ser un olvido amargo se convierte en un olvido indiferente que no tiene nada más que decirnos sobre lo que acabamos de pasar.
Vamos conociendo a otras personas y cada vez mejoramos más respecto a nuestra puntería o el tiempo que necesitamos para saber si valen la pena o simplemente quieren aprovecharse de nosotros y de la situación.

Los olvidos son cada vez más cortos, las etapas se cierran con portazo pero no con ira, la indiferencia vuelve otra vez a nuestra vida y cada vez se hace más placentero todo porque se ajusta a lo que queremos.
Si algo no nos aporta risas, no es útil, no nos da belleza o amor…¿para qué guardarle un lugar? Ese lugar debe estar reservado a otras personas que sí se lo merecen, porque les importamos y el hacernos daño es lo último que harían.

Es un placer que solo me importen unas personas y no otras

Cuando nos importan unas personas y no otras, es porque hemos aprendido a ser hábiles para detectar a farsantes o mentirosos. Nuestro tiempo gana en calidad y significado. No hay medias tintas, la comunicación fluye y nuestro corazón se llena de cosas buenas. Aprendes a estar en la situación y a no esperar una llamada que tarda o un mensaje que no viene de vuelta.
No estamos ansiosos por lo que pueda pasar, ni desconcentrados en todo lo que hacemos. No pasamos días enteros tristes o resolviendo malentendidos, por discusiones que no terminaron resolviéndose, que además son “el pan de cada día”.



No hay ya más lugar para la angustia. Nuestro cuerpo y nuestra mente están cansados. Los juegos, las adivinanzas y la tensión cuando están nuestros sentimientos de por medio ya no nos resultan divertidos.
Estamos exhaustos de cómo nos dejan esas personas, sin energías. Necesitamos esas energías para reír, para hacer cosas que nos emocionen y para los que nos quieren. La ruleta rusa emocional ha acabado con nuestra paciencia.
“Ya no tengo paciencia para algunas cosas, no porque me haya vuelto arrogante, sino simplemente porque llegué a un punto de mi vida en que no me apetece perder más tiempo con aquello que me desagrada o hiere.
No tengo paciencia para el cinismo, críticas en exceso y exigencias de cualquier naturaleza.
Perdí la voluntad de agradar a quien no agrado, de amar a quien no me ama y de sonreír para quien no quiere sonreírme.
Ya no dedico un minuto a quien miente o quiere manipular. Decidí no convivir más con la pretensión, hipocresía, deshonestidad y elogios baratos.
No consigo tolerar la erudición selectiva y la altivez académica. No me ajusto más con la barriada o el chusmerío.
No soporto conflictos y comparaciones. Creo en un mundo de opuestos y por eso evito personas de carácter rígido e inflexible.
En la amistad me desagrada la falta de lealtad y la traición.
No me llevo nada bien con quien no sabe elogiar o incentivar.
Las exageraciones me aburren y tengo dificultad en aceptar a quien no gusta de los animales.
Y encima de todo ya no tengo paciencia ninguna para quien no merece mi paciencia”
-Meryl Streep-

Qué placer importarles a los que a mi me importan

Es un verdadero placer quedar con alguien para hacer planes y no estar pensando en qué hacer o qué decir para agradarle o para intentar que te preste más atención. Es un verdadero placer porque de repente te importa lo que sucede a tu alrededor y no lo que pasa por tu cabeza una y otra vez.
Es un placer que te sonrían, que te pregunten cómo estás, que no quieran empezar a hablar antes de que tú no has terminado de contar aquello importante para ti. Es un placer que aunque estén cansados, puedan sonreírte y mirarte a los ojos aunque estén empañados por el cansancio, como si no pudieran despedirse de ti sabiendo que de verdad estás bien.


Es un verdadero placer hacer bromas y que las otras personas las sigan y no estén absortos todo el tiempo, como si pareciera que pudieran estar en otro sitio pasándolo mejor. Es un placer que te hagan cumplidos, que te digan que te han echado de menos y cuándo volveréis a veros.
Que te abracen, que te digan que te quieren. Que te escriban sin importarles que solo hace unos minutos que os despedisteis. Que no midan el cariño que están dando y que no inventen una estrategia de cómo debe ser vuestra relación…
Pero lo más importante es que hagan esto cuándo de verdad importa y no sólo cuándo se han dado cuenta de que deben cambiar cuando ya te han perdido. Eso es lo más importante. Dar y recibir en el ahora y siempre es el verdadero placer de que me importen solo a los que yo les importo.


Cristina Roda Rivera
Psicóloga,Especialista Máster en Psicología clínica y social.
en La Mente es Maravillosa