martes, 13 de septiembre de 2016

Mindfulness para niños


Como ya sabemos Mindfulness tiene numerosos beneficios para sus practicantes adultos, pero también es ya conocido por los psicólogos y los especialistas en el campo, el impacto positivo de su práctica en niños. Estudios recientes afirman que la práctica del Mindfulness con niños de tan solo 4 o 5 años de edad puede favorecer su buen desarrollo emocional e intelectual. Además el Mindfulness presta mucha atención al cuerpo y permite a los niños comprender mejor su lenguaje corporal y sus sensaciones físicas asociadas a sus estados anímicos y a sus pensamientos.
Hoy en día se infravaloraba el sufrimiento, la angustia, el estrés, la ansiedad… que puede sufrirse ya en la infancia, pero muchos estudios epidemiológicos y sociológicos confirman la existencia de trastornos psicológicos y del comportamiento en niños pequeños asociados al estrés, la ansiedad, o al estado de ánimo… Debemos tener en cuenta que en cada etapa de nuestra vida debemos convivir con nuestras emociones, y es importante aprender a reconocerlas y gestionarlas de una forma adecuada y saludable.
Como ya sabemos, investigadores y expertos en Mindfulness infantil como Felicia Huppert, de la Universidad de Cambridge, Eline Snel, Roy Hintsa o Susan Kaiser entre otros, defienden que el entrenamiento en Mindfulness puede mejorar no sólo a los sujetos que presentan síntomas relacionados con problemas de salud mental comunes, sino que también contribuye al bienestar y desarrollo general del menor. Puede ser beneficioso para:
     Mejora su aprendizaje, la atención, la creatividad y el rendimiento académico.
     Aprender a concentrarse mejor e ignorar las distracciones.
     Ayudarles a regular sus emociones, a encontrar la tranquilidad y el equilibrio cuando se sienten enfadados, angustiados, molestos…y a sentirse más seguros.
     Mejoran las habilidades de introspección, pueden ver más clara y objetivamente lo que sucede en su interior, lo que piensan, o como se sienten los demás, y que ocurre en su entorno.
     Desarrollar la compasión y la amabilidad hacia sí mismos y hacia los demás.
     Mejoran las habilidades prosociales y rasgos personales como la paciencia, la empatía, la alegría por el bienestar de los demás o la ecuanimidad.
A continuación os dejo algunos ejercicios sencillos por si sientes curiosidad y te apetece  comenzar a practicar Mindfulness con tu hijo/s o alumnos. Estos ejercicios son introductorios y les permite experimentar algunas de las sensaciones que experimentamos durante la práctica formal (durante la meditación), así mismo ayudan a comprender de forma implícita los componentes fundamentales del Mindfulness (“no juzgar”, “paciencia”, “mente de principiante”, “confianza”, “no esforzarse” y “aceptación”). Estos ejercicios son ampliamente conocidos y pueden encontrarse más detallados fácilmente en la red:
     La campana: Dile a tu hijo o alumnos que vas a tocar una campana, y pídele que escuche atentamente el sonido y que levante las manos cuando ya no oiga nada, cuando el sonido haya desaparecido completamente. Este ejercicio les ayuda a mantenerse presente, concentrados y focalizados en un estímulo.
     Los astronautas. Dile a tu hijo o alumnos que vais a jugar a ser astronautas que visitan otros planetas. Ofréceles una pieza de fruta y pídeles que te la describan con los 5 sentidos,  como si jamás hubiesen visto este objeto: cómo es ese alimento, que forma tiene, cuál es su color, si pesa, si es blando o duro, si huele a algo, a qué sabe, si hace algún sonido en la boca, etc… Este ejercicio les permite cultivar entre otras cosas la mente de principiante y la observación de sus sensaciones.
     El parte meteorológico. Sentaos cómodamente, cerrad los ojos y tomaos un tiempo para descubrir cómo os sentís en este momento. ¿Qué tiempo está haciendo por dentro? Dile que observe si brilla el sol y se siente relajado, o si hay nubes y está a punto de caer un chaparrón, o quizá si hay una tormenta. Pídele que observe de forma amable y curiosa el tiempo que hace por dentro e indícale que es simplemente lo que hay, puede ser que en otro momento del día cambie, pero ahora es como es, y así está bien.. Los estados de ánimo cambian como cambia el tiempo, pasan por sí mismos y no hay que hacer nada para ello. Con esta práctica los niños aprenden a observar y comprender sus estados emocionales, y adquieren capacidades introspectivas.
     Atentos y quietos como una rana. Dile a tu hijo o alumnos que la rana es un animalito que puede dar grandes saltos pero también puede quedarse muy quieta, observando todo lo que pasa a su alrededor pero sin reaccionar de inmediato, respirando con mucha calma, y que vais a jugar a ser como una rana. Su tripa se hincha cuando entra el aire y se deshincha cuando sale el aire. Vamos a sentarnos y a respirar como la rana, así, la ranita no se cansa y no se deja arrastrar por todos los planes interesantes que se le pasan por la cabeza. Durante un rato vamos a estar quietos como una rana, notando como la barriguita de abulta un poco, y después se hunde otra vez. En este ejercicio el niño aprende a ser paciente, y al igual que en el ejercicio anterior mejora sus capacidades introspectivas, y aprende a relajarse y mantenerse en calma, además de comprender la importancia de la respiración para este fin.
Hay algunos consejos interesantes a tener en cuenta la hora de realizar estos ejercicios o prácticas introductorias al Mindfulness:
     Constancia y paciencia: elige momentos fijos, por ejemplo 2 o 3 días  a la semana, a la misma hora. Con unos 4 o 5 minutos es suficiente para los niños pequeños (de 4 o 5 años de edad) y entre 5 y 15 minutos los mayores. Los resultados no siempre se dan de inmediato, es con la práctica regular como se observan los mayores beneficios.
     Lugar: cuando se está aprendiendo es aconsejable buscar un lugar tranquilo en el que no haya interrupciones. Con el tiempo, se podrán hacer los ejercicios en espacios más bulliciosos.
     Actitud: propón la práctica con una actitud lúdica, llena de humor y de aventura pero de forma relajada. Si el niño se resiste puedes acordar hacerlo en otro momento.
     Repite algunos ejercicios que les sean especialmente atractivos o fáciles. Aunque el ejercicio sea el mismo, la experiencia personal puede cambiar en cada ocasión.
     Participación: resulta muy motivador practicar con los niños, estar ahí con ellos, viviendo una experiencia compartida. No obstante, a algunos niños les gusta practicar también en solitario.
     Aceptación, valorar el esfuerzo, con amabilidad. Hay días que uno se siente mejor y la práctica sale “redonda”; otros, uno está más distraído, más tenso y aparecen más dificultades. En todo caso hay que decirle al niño que se dé cuenta de ello y que lo está haciendo bien, aceptando las cosas tal y como son en ese momento. “No juzguéis las experiencias de los niños, todas las experiencias están bien”.
     Escúchales: pregúntales por la experiencia, pídeles que expresen sus sensaciones al terminar los ejercicios. Estas no son ni buenas ni malas, simplemente vivencias de cada momento. Si le apetece comentarlo bien y si no también.
Pon en práctica estos consejos y comienza a iniciar a tus hijos o alumnos en la práctica de la Atención Plena o Mindfulness.  Realmente merece la pena.

http://www.nuecesyneuronas.com/

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