martes, 27 de septiembre de 2016

La paz ya existe


Hemos de darnos cuenta de que la paz es algo que siempre ha estado en nuestro interior, de que es algo inherente al reino del espíritu, que siempre existe, pero que sólo es posible percibir, comprender y vivir cuando uno sabe desprender la mente de los aspectos parciales, personales, transitorios. 

Cuando se puede vivir simultáneamente este aspecto interior y permanente de la vida y a la vez participar en el aspecto cambiante, mutable, de lucha externa, entonces la vida se convierte -aun en los momentos más difíciles- en una verdadera, en una auténtica acción. 
Entonces estoy actuando y estoy siendo un buen actor, porque tengo conciencia no sólo del personaje sino también de algo superior al personaje. 
Entonces tomo conciencia de esta voluntad, energía e inteligencia que actúa detrás de todo, y por lo tanto a través de mí; y aprendo a colaborar, a seguir haciendo mi papel estando por encima de la situación. 

Así, cada cosa que hago es para mí una verdadera creación dos veces creada: una re-creación; tanto en el sentido de una segunda creación como en el sentido de un verdadero placer; entonces es perfectamente compatible el que existan simultáneamente la paz y la lucha. 

Pero para poder llegar a esto es preciso haber pasado por esta capacidad de entrega total, por este deshacer todos los nulos gordianos que hay dentro de nosotros -del egocentrismo, de los miedos, de buscar demasiadas seguridades, de no dar lo mejor de nosotros a los demás-. Y lo mejor de nosotros no es nuestro dinero, sino nuestro afecto y nuestra voluntad; al no dar esto -lo mejor de nosotros- a los demás, nos aislamos del ritmo de la vida, que siempre cambia, siempre fluye. 

Comprendamos que no podemos retener nada, que en la vida todo es mutación, transformación, recreación. 

Si nosotros vamos reteniendo cosas, ideas, en nuestro interior, estamos obstruyendo este ciclo natural, y toda obstrucción a lo que es una ley natural produce dolor. 
Aprender a vivir con plenitud es lo mismo que aprender a vivir con sencillez; y si nosotros no podemos vivir con sencillez es porque somos complicados. Esta complicación nos viene porque queremos retener, conservar, porque nos falta generosidad interior. 

Sólo cuando se pierde la seguridad, cuando uno entrega las cosas que le parece que le dan seguridad, sólo entonces pasa a un nivel donde la seguridad es de otro orden; entonces puede manejar las situaciones mucho mejor, con un enorme espíritu de independencia, de completa aventura. 

Extracto de El trabajo interior
de Antonio Blay

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