miércoles, 16 de diciembre de 2015

EL MOMENTO CRUCIAL EN EL AMOR

EL AMOR NO PUEDE LLEGAR A TIEMPO SIN QUE LO TRAIGA SU VIEJO COCHERO, EL RESPETO.

Muchas veces comenzamos una relación con otra persona, que no necesariamente debe ser una relación amorosa, sino también de amistad, de compañerismo, de conocimiento, de sociedad, de trato. Con el tiempo, dicha relación va tomando consistencia, a medida que nos vamos tratando y conociendo, lo que nos hace entrar en confianza y expresarnos más libremente.
Ése es el momento más difícil. El momento en que todo puede crecer armoniosamente o irse por el caño… ¿Por qué? Porque es el momento en el cual, nos sentimos más libres de ser como realmente somos y dejamos de cuidar nuestras expresiones y las cosas fluyen más naturalmente (que no significa armoniosamente) entre ambas partes.
Tal vez, la primera impresión nos llevó a sentir simpatía, pero con el tiempo la relación va tomando vida propia. Cuando dos personas se tratan de algún modo, sea en el amor o sea en compartir situaciones cotidianas, se genera el tercer punto del triángulo y éste toma vida como un tercer elemento: la relación.
A medida que pasa el tiempo, ya no tiene tanta importancia el “yo” y  el “tu” sino que todo se recarga sobre la relación “tu-yo” o “yo-tu”. Es la tercera punta del triángulo que lleva a construir algo, a generar la relación que podrá crecer en dos sentidos posibles: o bien a convertirse en amistad, en confianza, en amor, o por el contrario en fastidio, en recelo, en desagrado.

¿Que intervino en esa relación para que se orientara en esa forma? El RESPETO. El respeto no es tratarse de “usted”. El respeto es tener plena consideración por la otra persona, aceptarla tal como es, no hacer nada que afecte sus intereses o le haga daño, e incluso considerar seriamente si esa persona va a funcionar armoniosamente en el trato con nosotros o no va a funcionar. No le hagamos daño ni permitamos que nos lo haga.

El respeto es ponerse en el lugar de la otra persona, por un momento, y mantener nuestra atención no solo en nuestros intereses sino en los de la otra persona. Que nos importe cómo se siente esa otra persona en relación con el trato que le damos (respeto por la otra persona), pero también observar si la otra persona procede de igual forma (respeto por nosotros mismos). Ser responsables, estar atentos, expresar lo nuestro de la manera más equilibrada y sobre todo, establecer claramente los límites.
Hay límites para nosotros, que no podemos traspasar porque caeríamos en el abuso de confianza, y lo mismo para la otra persona. El cumplimiento, la consideración, la valorización. Allí entonces estamos en condiciones de definir si vamos a invertir algo más en la relación o si solamente se limitará a algo muy especificado, tomando cierta distancia, o si decididamente, es mejor que interrumpamos la relación ahora por el futuro bien de ambos.

En ese punto deberemos decidir si vamos a invertir materialmente, o emocionalmente una cuota de sentimiento o de amistad, o si debemos retirarnos prudentemente y dejar de lado nuestras expectativas. Es el momento en que puede asomar una ligera cuota de amor entre esas dos personas, una “confianza” respetuosa, un “afecto” progresivo, un “acercamiento” afectuoso, o comenzar el alejamiento por precaución.

¿Cómo saber si vamos a invertir o no en esa relación, sea la que sea, puede ser incluso de maestro a alumno, entre vecinos, de camaradas en algún tipo de emprendimiento? Muy fácil; debemos observar si interviene el respeto mutuo, el interés por la situación del otro tanto como el interés por la situación propia, en equilibrio. El equilibrio es respeto: hay límites de los que no se puede pasar.
Si notamos que esos límites no son precisos, que no podemos confiar en que la reacción de la otra persona sea la apropiada a las circunstancias, que uno de los dos no está poniendo el interés en que la otra parte también se vea beneficiada, entonces… cuidado, estamos traspasando los límites del respeto. Siempre la relación funcional debe ser: “tú ganas, yo gano”.

Y tarde o temprano, eso va a llevar a un problema. Ese indicador nunca falla, es la luz de alerta en el tablero que nos dice “cuidado, esto no va a funcionar”. Cuando alguien no pone de sí la cuota esperada y convenida, no respeta los acuerdos tácitos o los manifestados, entonces ha llegado el momento de la retirada.

Esto no necesariamente debe llevar a un rompimiento pero obligadamente conducirá a un replanteo en las condiciones y el establecimiento de nuevos límites, o tal vez, para aquellos más radicalizados, más determinados y por eso menos perjudicados, a la decisión de que no podremos mantener ningún tipo de relación con esa persona.

Esto, que parece tan sencillo, es la fórmula que determina si más adelante vamos a encontrarnos con una sorpresa inesperada, generalmente desagradable, o si podremos confiar en la persona y seguir construyendo la relación.
Esta instancia es el punto en que no deberemos esperar que la otra persona “cambie y mejore”, o “puede que se dé cuenta”, o “más adelante se ubicará en el equilibrio”, “en algún momento se acordará de mis intereses”. No. Es el momento del alerta naranja que nos indica que estamos por “fundir el motor” y que deberemos detenernos antes de que eso suceda y nos encontremos en alerta roja.
Muchas personas desestiman esta decisión, o la postergan y posteriormente se lamentan que Fulanito o Sutanita le han fallado, le han estafado, material o sentimentalmente, o que sencillamente, l@ han traicionado, de una forma o de otra.
Ese momento es crucial. Cuando se han traspasado los límites naturales, establecidos de antemano o no, eso significa una falta de respeto. Y como resumen, como indicación útil, como enseñanza, te dejo entonces algo que de la vida tuve que aprender por las malas: QUIEN NO TE RESPETA, NO TE AMA.

Esa fórmula, que tanto me costó aceptar si bien ya la comprendía, es fruto de un razonamiento astrológico. El Signo del Amor es Libra; Libra es representado por “la balanza” en la cual siempre hay dos partes, lógicamente. El equilibrio de la balanza se debe a que lo que hay colocado en ambos platillos pesa exactamente lo mismo, sin que necesariamente sean lo mismo, tengan la misma forma o estén constituidos del mismo material.

Al Signo de Libra lo rigen (lo determinan, lo especifican, lo subordinan) dos Planetas de nuestro Sistema Solar: ellos son Venus (el amor) en un platillo y Saturno (el respeto) en el otro. Sin embargo, todos hablan del amor, pero se olvidan del respeto. Y si ambos platillos no pesan lo mismo, no habrá equilibrio posible y entonces la estabilidad de la balanza no podrá existir.
Sin respeto, no hay amor, ni amistad, ni afecto ni nada que se le parezca. Tomando esto como parámetro en nuestras relaciones, nos evitaremos los amargos “desengaños” de tener luego que enfrentar algo que ya sabíamos o que intuíamos que no iba a funcionar. En mi caso personal, valoro más el respeto que el amor, porque si hay respeto es posible que vaya a haber amor pero si no lo hay, es imposible que pueda desarrollarse el amor. Yo no invierto en amor si antes no observo respeto, porque cuando no he contemplado esta premisa, la situación ha derivado en fracaso.

¿Que esto suena muy frío? Bien, cada un@ lo puede considerar a su manera, puede sufrir decepciones a su gusto, estafas materiales y morales si quiere, desengaños “inesperados”, etc. hasta que con el tiempo, defraudad@ y cansad@ de ser tomad@ como trapo de piso, juzgue injustamente que “tod@s son iguales”, sin darse cuenta que “dejó hacer, dejó pasar” lo que l@ convierte en responsable.

¿Cual es entonces la realidad? Que esta persona, agotada y frustrada, falló en algo esencial: respetarse a sí misma y fijar los límites en el lugar y el momento exacto a la otra persona si es que ésta no supo o no quiso respetarlos. O sencillamente, descartar la posibilidad de relación, que suele ser más sano todavía. Preservarse por respeto y amor a sí mismo.

Ésa es la situación que observo repetidamente en mi consultorio, porque las personas piensan que su problema es sólo algo que les sucede solo a ellos siendo que lo mismo les sucede todo el tiempo a todos los demás, cuando no consideran que el amor debe estar acompañado con el respeto, porque sin respeto, sin consideración por el otro, no puede haber amor.
¿Vale la pena reflexionarlo? 

Con respetuoso afecto… Profesor Leo.

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