domingo, 13 de diciembre de 2015

El milagro de vivir despierto.


Quang, permíteme enfatizar que mientras se practica la atención mental uno no debe estar dominado por la distinción entre lo bueno y lo malo, creando una batalla dentro de sí mismo.
Siempre que surja un pensamiento bueno, reconoce: “acaba de surgir un pensamiento bueno”. Y si un pensamiento malo surge, reconócelo también: “acaba de surgir un pensamiento malo”. No lo alimentes ni trates de desembarazarte de él; reconocerlo es suficiente. Si te has ido, debes saber que te has ido, y si estás allí todavía, debes también saberlo. Una vez que hayas alcanzado ese estado de conciencia, no habrás de temer ya nada.

Cuando mencioné al guardián ante el corredor, Quang, debías haber imaginado un corredor con dos puertas, una de entrada y otra de salida, con tu Mente como guardián. Te das cuenta de  cualquier pensamiento o sentimiento que entre, y cuando salga te das cuenta que ha salido. Pero la imagen tiene un defecto: la idea de que los que entran y salen del corredor son distintos del guardián; ya que los pensamientos y sentimientos son nuestros, son una parte de nosotros. Existe la tentación de mirarlos, al menos a una parte de ellos, como a fuerzas enemigas que tratan de perturbar o poner asedio a la concentración y comprensión de nuestra mente.
Pero de hecho, cuando hay irritación, nosotros mismos estamos irritados; cuando estamos felices, nosotros mismos somos la felicidad. Cuando tenemos ciertos pensamientos, nosotros somos esos pensamientos. Somos al mismo tiempo los guardianes y los visitantes. Somos al mismo tiempo la mente y los observadores de la mente. Por tanto ahuyentar o alojar cualquier pensamiento no es algo importante. Lo importante es darse cuenta del pensamiento. Esta observación no es una objetivación de la Mente: no establece distinción entre objeto y sujeto. La Mente no se apropia de la Mente, la Mente no expulsa a la Mente. La Mente sólo puede observarse a sí misma; y esta observación no es la observación de un objeto externo e independiente del observador.

Buda usa la frase: “Atención del sentimiento en el sentimiento, atención de la Mente en la Mente”. Algunas personas han interpretado esto diciendo que el Buda utilizaba esta fraseología para enfatizar palabras tales como sentimiento y mente, pero no creo que las personas hayan captado totalmente la intención del Buda. Atención del sentimiento en el sentimiento es la atención del sentimiento directamente sobre el sentimiento, mientras se experimenta el sentimiento, y no desde luego la contemplación de alguna imagen de sentimiento que uno ha creado para producir un sentimiento sobre algún objeto, con existencia individual y separada de uno mismo. Atención de la mente en la Mente es la mente que experimenta la atención de la mente en la Mente. La objetividad de un observador externo examinando algo es el método de la ciencia, pero no es el método de la meditación. Por tanto, la imagen del guardián y los visitantes entrando y saliendo por un corredor no es válida para ilustrar la observación atenta de la mente.

Dice el Sutra que la mente es como un mono saltando de rama en rama en un bosque. Para no perderlo de vista en algún movimiento repentino, debemos vigilar el mono constantemente. El Sutra lo llama “ser uno con él”. La Mente contemplando a la Mente es como un objeto y su sombra, el objeto no puede desprenderse de su sombra. Los dos son uno. A cualquier parte que vaya la mente, sigue dentro de los dominios de la mente.
El Sutra usa a veces la expresión “atar al mono” para referirse a la sujeción de la mente. Pero la imagen del mono es sólo un medio de expresión. Una vez que la mente está directa y continuamente atenta a sí misma, deja de ser como un mono. No hay dos mentes, una que salta de rama en rama y otra que corre tras ella como un trozo de cuerda para atarla.

La persona que practica meditación por lo general espera ”ver su propia naturaleza” para lograr el despertar. Pero si acabas de empezar, no esperes “percibir tu propia naturaleza”. Mejor aún: no esperes nada.

Especialmente no esperes ver al Buda o cualquier versión de la “realidad última” mientras estás sentado. Durante los primeros seis meses, trata de construir tu poder de concentración, de crear calma interior y alegría serena.
Te librarás de la ansiedad, disfrutarás de un descanso total y acallarás tu mente. Te sentirás refrescado y obtendrás una visión de las cosas más amplia y clara, y profundizarás el amor dentro de ti. Sentarse en meditación es alimentar el espíritu y también el cuerpo. A través de la postura nuestros cuerpos ganarán armonía, se sentirán más ligeros y estarán más en paz. 
El sendero que va desde la exploración de tu mente hasta la vista de tu propia naturaleza no será demasiado áspero. Una vez que seas capaz de aquietar tu mente, una vez que tus emociones y pensamientos no te perturben más, en ese punto tu mente morará en la Mente. Tu mente asirá la Mente de una forma tan directa y maravillosa que ya no habrá diferencias entre sujeto y objeto. Al beber una taza de té, la aparente diferencia entre el que bebe y el té que está siendo bebido se disuelve. Beber una taza de té llega a ser una experiencia directa maravillosa en la que deja de existir la distinción entre sujeto y objeto.

La mente dispersa es también Mente, de la misma manera que las olas que agitan la superficie del agua son también Agua. Cuando la Mente (con mayúscula)  toma las riendas de la mente (pequeña, individual), la mente engañada se convierte en Mente Veraz.

Thich Naht Hanh
Extracto de: Cómo lograr el milagro de vivir despierto.

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