viernes, 18 de septiembre de 2015

Amar es un Arte



El amor es una emoción básica digna de ser vivida en plenitud, también se puede vivir anhelando el amor sin llegar a conocerlo e incluso sabotear cualquier intento de aproximación por temor a sufrir.

El amor se encuentra cuando una persona está atenta y dispuesta a amar y a confiar y tiene la plena convicción de que merece ser feliz.

Para entregarse al amor es importante aprender a ver más allá de un cuerpo y de una cara atractiva, porque la bondad del corazón no se percibe a simple vista.
El otro no es sólo un cuerpo, tiene además un sistema de valores, creencias y una filosofía de la vida; y estas características son las que definirán la relación y las que indicarán qué se puede esperar de ella.

El amor es entrega, no inmediata, sino reflexiva; porque exige lealtad, fidelidad y generosidad para aceptar al otro como alguien que siempre será diferente.
Hay que estar bien y a gusto con quien uno es, estar convencido de ser valioso, no tener dobleces y sentirse digno de ser amado y respetado, para que el que tenga la oportunidad de conocernos pueda pensar y sentir lo mismo, porque la realidad es un reflejo de nosotros mismos.

Quien está en el camino del desarrollo personal y tiene alta su autoestima se convierte en una persona interesante y atractiva naturalmente; alguien que está haciendo lo posible para dar lo mejor de si mismo; y es en esas condiciones cuando se está maduro para tener una relación.
El amor de pareja es una relación que no se puede forzar, se tiene que dar espontáneamente y necesita cultivarse todos los días.
Amar no significa atarse a otro y abandonar todo lo demás, porque sólo la libertad y la confianza logran mantener el amor estable.

El amor se torna dependiente y posesivo cuando uno de los dos se estanca y no crece; porque el estancamiento produce en el otro aburrimiento y desinterés; y la necesidad de buscar a alguien con la chispa de entusiasmo para vivir que su pareja ha perdido.
El corazón también tiene neuronas, según afirman hoy en día los científicos; sin duda son para reflexionar sobre los sentimientos y para orientarlos adecuadamente; porque de nuestras decisiones responsables dependerá nuestra felicidad en el amor o nuestro sufrimiento.
Cuando el amor se convierte en una prisión o se opone a los propios valores o derechos; es hora de replantearse la relación, porque puede convertirse en un vínculo enfermo.
Para amar hay que estar dispuesto a confiar, sin esperar demasiado del otro, dar tiempo a la relación, evaluando sobre la marcha la profundidad que logran los sentimientos.
El amor se demuestra con los hechos no con palabras dichas en un arrebato de pasión, y necesita saber perseverar, tener constancia y paciencia.

Se puede superar el desamor y el abandono, liberándose de la culpa y no atribuyéndose el fracaso para no perder la autoestima, porque cuando una pareja no funciona el problema es de los dos.
El dolor de una pérdida es más orgullo herido que sufrimiento verdadero, porque se vive como un fracaso personal y se tiende a olvidar las importantes razones de la ruptura.
Un enfoque más frío y realista de la situación puede revelar que la separación representa la mejor decisión y la oportunidad de empezar una nueva vida sobre bases más sólidas.

Si no se ha logrado la aceptación del propio esquema corporal y se vive en función del cuerpo, tratando de cambiarlo, hay que aprender a valorarse, a creer más en uno mismo como persona total y a darse la oportunidad de crecer y mejorar no sólo de cuerpo sino también de espíritu.
El que renuncia al amor por temor, o por creer que no puede agradarle a nadie, está buscando excusas para no arriesgarse y decirle que no a la vida.

El amor exige inteligencia, para saber perdonar y para comprender, porque la comprensión es la posibilidad de entender un punto de vista que no es el propio.
Fuente: Psicología práctica Especial, número 3, Curso de felicidad

No hay comentarios:

Publicar un comentario