martes, 29 de septiembre de 2015

Los siete principios herméticos: El Kybalion



Hoy en día el término “hermético” es utilizado sin saber cuál es su verdadero sentido ni el origen de la palabra. El mismo está asociado a un hombre que, según se cree, vivió en Egipto, contemporáneo a Abraham, y era proclamado “Maestro de los Maestros” y reconocido bajo el nombre de Hermes Trismegisto. Las bases fundamentales de las enseñanzas esotéricas que conocemos en la actualidad son originarias, en esencia, de los conocimientos formulados por Hermes. Los egipcios lo deificaron bajo el nombre de “Thoth” y lo convirtieron en uno de sus dioses. Años después también los griegos hicieron de él un dios y lo llamaron “Hermes, el dios de la sabiduría”. Tanto los egipcios como los griegos reverenciaron su memoria reconociéndolo como el inspirado de los dioses y añadiéndole su antiguo nombre, “Trismegisto”, que significa tres veces grande. Todos lo adoraron como “fuente de sabiduría”. Se cree que las doctrinas más antiguas de la India han tenido como fuente las enseñanzas herméticas y que su influencia fue tan poderosa que se puede percibir fácilmente en todas las religiones; tanto en las denominadas religiones muertas como también en las actuales.


LA FILOSOFIA HERMETICA

Las persecuciones de los teólogos de la Edad Media, quienes luchaban contra los conocimientos herméticos a sangre y fuego por considerarlos paganos, obligaron a los guardianes de la filosofía hermética a ocultar -e incluso encriptar- las enseñanzas para que no ardieran en la hoguera de la ignorancia. Aun así la mayor parte de las escrituras se perdieron para siempre. En los primeros tiempos existió una compilación de ciertas doctrinas herméticas conocida bajo el nombre de "El Kybalion". Hasta ese entonces sus preceptos nunca habían sido escritos, simplemente se trataba de una serie de máximas y axiomas que luego eran explicados y ampliados por los Iniciados. Estas enseñanzas constituyen los principios básicos de la “alquimia hermética” que, contrariamente a lo que se cree, está más referida al dominio de las fuerzas mentales que a los elementos químicos y materiales. Se trata de una alquimia basada en la trasmutación mental, es decir, el poder realizar cambios mediante la trasmutación de una serie de vibraciones mentales en otras.


EL KYBALION: LOS SIETE PRINCIPIOS HERMETICOS

"Los principios de la verdad son siete: el que comprende esto perfectamente posee la clave mágica ante la cual todas las puertas del Templo se abrirán de par en par".  El Kybalion

Los siete principios sobre los que se basa toda la Filosofía Hermética son los siguientes:

1. El Principio de Mentalismo:


"El Todo es Mente; el Universo es mental" El Kybalion
Explica que todo el Universo es una creación mental del Todo, en cuya mente vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. La comprensión de este principio hermético de mentalismo habilita al individuo a realizar y conocer la ley que rige el universo mental, aplicándola a su bienestar y desarrollo. Este principio explica la verdadera naturaleza de la energía, de la fuerza y de la materia, y el cómo y el porqué todas éstas están subordinadas al dominio de la mente. Lo que pensamos determina nuestra realidad, somos exactamente lo que pensamos.

2. El Principio de Correspondencia:

"Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba" El Kybalion

Todo lo micro es fiel reflejo de lo macro. Lo que encierra la verdad de que hay siempre una cierta correspondencia entre las leyes y los fenómenos de los varios estados del ser y de la vida. Hay muchos planos que no conocemos, pero cuando aplicamos esa ley de correspondencia sobre ellos, mucho de lo que de otra manera nos sería incomprensible se hace claro a nuestro entendimiento. Este principio nos eneseña que todo el Universo es regido por los mismos principios. 

3. El Principio de Vibración

"Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra" El Kybalion 

Este principio encierra la verdad de que todo está en movimiento y que nada permanece inmóvil. Explica las diferencias entre las diversas manifestaciones de la materia, de la mente y aun del mismo espíritu; las cuales son el resultado de los varios estados vibratorios. Desde el Todo que es puro espíritu hasta la más grosera forma de materia, todo está en vibración: cuanto más alta es ésta, más elevada es su posición en la escala. La vibración del espíritu es de una intensidad infinita que prácticamente puede considerarse como si estuviera en reposo; de igual manera que una rueda que gira rápidamente parece que está sin movimiento. Y en el otro extremo de la escala hay formas de materia densísima, cuya vibración es tan débil que parece también estar en reposo. Entre ambos polos hay millones de grados de intensidad vibratoria.

4. El Principio de Polaridad:

"Todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades, todas las paradojas pueden reconciliarse" El Kybalion

Todo es dual; y todo tiene dos polos. Este principio explica que en cada cosa se encuentran dos polos, dos aspectos, y que los "opuestos" son, en realidad, los dos extremos de la misma cosa. Frío y calor son una misma cosa: temperatura; con una diferencia de diversos grados entre ambos. El "Bien" y el "Mal" no son sino los polos de una misma y sola cosa, y el hermetista comprende y conoce perfectamente el arte de transmutar el mal en el bien aplicando inteligentemente el principio de polaridad.

5. El Principio del Ritmo:

"Todo fluye y refluye; todo tiene sus periodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación" El Kybalion

Se entiende que todo se manifiesta en un determinado movimiento de ida y vuelta; un flujo y reflujo, una oscilación de péndulo entre los dos polos que existen de acuerdo con el principio de polaridad. Siempre que haya una acción habrá una reacción, un avance y un retroceso, una ascensión y un descenso. Y esta ley rige para todo; soles, mundos, animales, mente, energía, materia. Se manifiesta en la creación como en la destrucción de los mundos, en el progreso como en la decadencia de las naciones, en la vida y, finalmente, en los estados mentales del hombre.

6. El Principio de Causa y Efecto:

"Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo a la ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a la ley no reconocida; hay muchos planos de causalidad, pero nada escapa a la Ley" El Kybalion

Este principio encierra la verdad de que todo efecto tiene su causa, y toda causa su efecto. Afirma que nada ocurre casualmente y que todo ocurre conforme a la Ley. Todo es causalidad.

7. El Principio de Generación:

"La generación existe por doquier; todo tiene su principio masculino y femenino; la generación se manifiesta en todos los planos" El Kybalion

La generación se manifiesta en todo y siempre están en acción los principios masculino y femenino; no solo en el plano físico, sino también en el mental y en el espiritual. En el mundo físico este principio se manifiesta como “sexo”, y en los planos superiores toma formas más elevadas, pero el principio que subsiste es siempre el mismo. Ninguna creación física, mental o espiritual es posible sin este principio. Este principio obra siempre en el sentido de generar, regenerar y crear. Cada ser contiene en sí mismo los dos elementos del Principio de Generación.

Agradecimiento a REVISTA "EL PLANETA URBANO" - Sección Planeta - Por Brad Hunter



Fuente: http://www.temploteca.blogspot.com/
Reedición: www.caminosalser.com

lunes, 28 de septiembre de 2015

La Felicidad también se aprende

No hay nadie a quien no le atraiga la idea de alcanzar la felicidad. Pero ese anhelo, que es tan propio del ser humano, permanece muchas veces inalcanzado, lo cual nos lleva a preguntarnos: ¿qué es la felicidad?; y como consecuencia, ¿cómo podemos llegar a ser felices?




Cuando vemos a un niño pequeño, solemos cuidarlo con mucho mimo y cariño. Le dispensamos los mejores cuidados para que aprenda a caminar. Conforme se va haciendo mayor, cuidamos de que aprenda a leer y a escribir. Y cuando termina sus estudios, normalmente, se le suele dejar libre en la creencia de que ya lo sabe todo, aunque, la verdad, a vivir nadie nos ha enseñado y creemos que esto solo lo podemos aprender de la vida a base de golpes.
Pero… si alguien está dispuesto a arriesgarse, puede acercarse a una escuela de filosofía y se le enseñará a vivir. Y, junto a la idea de aprender a vivir, está la idea de aprender a ser feliz.

Si salimos a la calle y preguntamos a los paseantes qué es la felicidad, la respuesta normal será que está en las pequeñas cosas, depende de los tuyos, de tu familia, de no tener preocupaciones, etc. Y si buscamos en las redes sociales, en Internet, nos encontraremos con cursos de fines de semana y con ideas que, si bien nos pueden dar la felicidad, esta es momentánea o tiene bastantes tintes de egoísmo. Lo que yo pretendo que intentemos es la felicidad duradera, la que siempre nos acompañará, pese a los altibajos naturales de la vida. Y, para ello, nada como acudir a los grandes hombres de la filosofía, los grandes clásicos, quienes buscaron y hallaron un camino para llegar a la felicidad.

Aristóteles, junto con muchos filósofos, parte de una idea, y es que todo ser humano, a través de sus acciones, siempre busca el bien. Todo arte, toda ciencia, todo conocimiento, tiende hacia el bien. Y el Bien supremo, el último, para él, no es sino la felicidad. Aristóteles define la felicidad propia del ser humano como la actividad de su alma conforme a la virtud. La frase, más o menos completa, dice así: “La felicidad propia del hombre es la actividad del alma dirigida por la virtud. Y si hay muchas virtudes, por la más alta y perfecta de todas ellas”.

Veamos qué significa. Por un lado, es actividad. La felicidad, solo la vamos a conseguir haciendo cosas, manteniendo una acción. Pero cuidado, un estado de estrés, tampoco. Si nos fijamos en la Naturaleza, nos daremos cuenta de que ella nunca está quieta, nunca; pero tampoco hace nada de sopetón, con prisas. En la Naturaleza, nunca hay estrés. De aquí que el hombre también necesita tener una actividad y hacer las cosas con ritmo, como lo hace la propia Naturaleza. Y si lo pensamos un poco, cuando hacemos algo es cuando podemos ser felices. Cuando no hacemos nada es cuando nuestra cabeza empieza a pensar sola y, en muchas ocasiones, no por el buen camino precisamente.

El segundo punto que nos conviene tener en cuenta es lo del alma. ¿Qué es el alma? La verdad es que hablar del alma nos daría casi para toda una vida, pero haciendo caso a la filosofía oriental, diremos que es aquella parte del ser humano que engloba todos sus sentimientos, emociones, pensamientos, etc. Dentro de su estructura filosófica de constitución septenaria, serían los vehículos de Astral y Kama-Manas.

Por lo tanto, ahora ya sabemos que todo lo que hagamos con el alma nos llevará a la felicidad. Pero… falta añadirle un componente. Como dice Aristóteles: dirigida por la virtud.
 

La virtud como camino
¿Qué es la virtud?

Las virtudes más conocidas son la justicia, la bondad, el valor, la nobleza, la dignidad, la templanza, la generosidad, etc. Pero ¿qué es ser justo, bueno, valeroso, noble, digno, generoso, etc.? Según Aristóteles, la virtud es el punto medio entre dos extremos. Ello quiere decir que cada virtud es un punto de equilibrio entre dos extremos. Veamos más ejemplos. Si ponemos en un extremo la temeridad y en el otro la cobardía, en el justo medio está el valor. Ello quiere decir que la virtud del valor, la tendrá aquel que sepa realizar acciones y no sea un cobarde, pero tampoco un temerario. Es aquel que pone inteligencia en sus acciones y se enfrenta a los peligros una vez los ha valorado. Sinónimo de valor es coraje. Lo mismo nos pasará con las otras virtudes; todas están relacionadas con un defecto y un exceso; y la virtud es el justo medio, ese difícil equilibrio que tanto nos cuesta conseguir y mantener.

Por lo tanto, volviendo al enunciado de lo que da la felicidad, ya tenemos que todo lo que hagamos, propio del ser humano, dirigido por la virtud, nos dará la felicidad. Pero hay una parte de la frase que todavía no hemos analizado y es la última. Sí, toda virtud es buena, pero parece que hay unas mejores que otras. Ser bueno es fácil, ser justo es muy difícil.

Aristóteles nos lleva a elegir la virtud más alta y la más perfecta de todas ellas. Y ello es así porque para los filósofos griegos había dos grupos de virtudes; virtudes intelectuales y virtudes morales. Entre las virtudes intelectuales tenemos la sabiduría, la ciencia, la prudencia, etc. Y entre las morales, tenemos la generosidad, la templanza, etc. Las virtudes intelectuales son las que nacen de una enseñanza, mientras que las enseñanzas morales son las que nacen con la práctica. De alguna manera, lo que nos quiere decir Aristóteles es que solo seremos justos si practicamos la justicia; solo seremos generosos si practicamos la generosidad; solo seremos nobles si practicamos la nobleza. Y así, con cada una de las virtudes.

Así que, con todo esto, ya podemos empezar a saber cómo podemos llegar a ser felices de verdad. Si somos capaces de empezar a practicar las cualidades humanas (que es la acción del alma), seremos capaces de acercarnos a una verdadera felicidad.

Así pues, lo que de verdad nos dejó Aristóteles fue un camino para poder ser realmente felices. ¿O acaso cuando tenemos ocasión de ayudar a alguien, sin esperar nada a cambio, cuando ayudamos a un invidente a cruzar una calle, o a una ancianita a pasar por un sitio difícil, cuando tenemos ocasión de practicar el voluntariado, de hacer acciones que nosotros llamamos buenas de corazón, no nos sentimos bien, no nos sentimos llenos, no nos sentimos felices? Claro que sí. Y este es el camino para conseguir la felicidad, que ya nos señalaron hace más de 2500 años estos filósofos griegos.

Pues así como nos esforzamos en trabajar duro para ganar el dinero con el que queremos vivir, comprar cosas y demás (dinero que al fin y a la postre en algún momento vamos a perder), si queremos ser felices, no podemos esperar que nos llegue la felicidad desde afuera; es necesario que nos nazca de dentro de nosotros. Tendremos que trabajar y luchar contra nosotros mismos para poder vencer nuestros miedos. Es necesario practicar los valores que nos hacen mejores; al principio nos costará un poco, nos parecerá una tontería, puede que incluso nos dé vergüenza. Pero si somos capaces de superar esta resistencia inicial, fruto de nuestros propios miedos, seremos capaces de sentir, poco a poco, cómo nace en nuestro interior una fortaleza y una seguridad que nos convertirá en mejores personas y en seres mucho más felices; poco a poco veremos cómo todas las cosas de este mundo están colocadas en su sitio y cómo somos capaces de ver la vida con otros ojos.

Esta felicidad no es la felicidad de sonreír sin ton ni son, no es esa superficialidad que notamos al estar en contacto con personas y tomando una copa en un bar, que puede estar bien, pero que, como os decía antes, termina. En cambio, la verdadera felicidad no es sino una sensación de paz interior, de ver el mundo sabiendo que cada cosa tiene su sitio y sabiendo que todas las cosas se van sucediendo, una detrás de otra, de forma equilibrada y natural, y que todas tiene un porqué. Y que nosotros podemos contribuir a hacer que todo vaya un poco mejor. Esa felicidad otorga fuerza interior, que se convierte en el motor de nuestras vidas.

Y en ese trabajo, como os decía, no debe ser poco el esfuerzo que pongamos, porque todo esfuerzo invertido en ser felices, en practicar las virtudes, en mejorarnos, es un esfuerzo que nos acompañará siempre.


Tomeu Cáffaro en Esfinge

domingo, 27 de septiembre de 2015

Momento Zen


Cuando te encuentres perplejo, confuso o temeroso, y te preguntes qué decisión tomar, recuerda que tienes una guía interior que te conducirá y dirigirá en todos tus pasos, descubriéndote el plan perfecto y mostrándote el camino que deberás seguir.
El secreto de la guía o justa acción, es que te dediques a encontrar la respuesta correcta hasta encontrarla dentro de Tí.
La inteligencia infinita de lo profundo de tu subconsciente da la respuesta a tu pregunta.
Identificarás esta respuesta como un sentimiento interior, como una conciencia, como una subyugante corazonada que te guiará al lugar exacto, en el tiempo preciso, poniendo las palabras adecuadas en tu boca y ocasionando que hagas lo correcto en la forma cabal.
Estáte alerta… Estáte calmado y relajado…
Existen dos razones por las que no reconocemos nuestra orientación interior.
Estas son la tensión y la omisión a identificar el indicio cuando llega.
Si estamos con ánimo jovial, confiados y felices, distinguiremos los destellos de intuición que vienen hacia nosotros. De lo contrario, sentiremos una subjetiva compulsión a echarlos fuera de nosotros.
Así, pues, es necesario estar calmado y relajado cuando estemos pidiendo orientación, ya que nada puede lograrse con la tensión, el temor o el recelo.
Tu mente subconsciente te da respuesta cuando tu mente consciente está sosegada, relajada y receptiva.
Del Blog de Juanpol

Estrategias prácticas para combatir la ansiedad‏



La ansiedad es un estado de inquietud de carácter difuso que normalmente la persona no puede explicar. Generalmente cuando se habla de ansiedad no se hace referencia a un temor a algo concreto que se encuentra fuera de nosotros mismos sino que la misma es la expresión de algún tipo de conflicto emocional interno.

A grandes rasgos puede hablarse de dos tipologías de ansiedad: la ansiedad rasgo y la ansiedad estado. Cuando se habla de la ansiedad rasgo nos referimos a una persona que desde épocas muy tempranas de su vida ha sentido ansiedad y esta se ha convertido en una compañera perenne a lo largo de la vida (generalmente estas personas tienen un temperamento que las lleva a actuar muy rápido ante las más diversas situaciones, son fácilmente excitables y les cuesta relajarse). Al contrario, cuando nos referimos a la ansiedad estado es porque existe algún acontecimiento (o conjunto de ellos) que hace que la persona responda de manera ansiosa en momentos puntuales de su vida.
La buena noticia es que los síntomas de la ansiedad se puede revertir, en muchas ocasiones sin tener la necesidad de acudir a los psicofármacos sino a partir de una serie de estrategias muy sencillas.

1. Tómate tu tiempo para emprender las tareas cotidianas. Muchas de las personas ansiosas se mueven continuamente de un lugar a otro, comen sin sentarse a la mesa, hacen dos o tres cosas a la misma vez. El problema de asumir el día con este estilo apresurado estriba en que nuestro cerebro se está retroalimentando constantemente de las señales que le envía nuestro cuerpo; de esta forma, la agitación psicomotora a la cual nos sometemos, le indica al cerebro que estamos apresurados y ansiosos, lo cual hace que el mismo responda aumentando los niveles de ansiedad. Cuando enfrentamos el día con ansiedad y prisas, estamos creando un círculo vicioso que genera más ansiedad. El primer paso para combatir la ansiedad se centra en disminuir nuestro ritmo cotidiano pero luego tendrás que hacer otros cambios.

2. Controla los movimientos repetitivos propios de la ansiedad. Cuando nos sentimos ansiosos tendemos a jugar nerviosamente con los objetos que están a nuestro alrededor, movemos incesantemente el pie, caminamos de un lado al otro… Estas conductas son percibidas por nuestro cerebro y sólo contribuyen a aumentar la ansiedad. Por ello, es importante estar atentos a la aparición de las mismas y aprender a controlarlas de manera consciente. De esta forma me atrevería a decir que se puede reducir la ansiedad en un 20%.

3. No dejes tareas pendientes. Una de las cosas que aumenta nuestro estado de ansiedad es saber que tenemos tareas pendientes. En muchas ocasiones simplemente postergamos las tareas porque no tenemos ganas de enfrentarlas pero al final resulta que éstas se van acumulando y se convierten en una fuente innecesaria de tensión. Cuando enfrentas las tareas en la misma medida en que éstas se te van presentando, estaremos eliminando de nuestra vida una fuente ansiógena.

4. Aprende a decir “no”. En muchas ocasiones la ansiedad aparece porque no sabemos decir “no” y terminamos llenándonos de tareas que no nos permiten disfrutar ni siquiera de una hora libre al día. La persona con tendencia a la ansiedad debe aprender a jerarquizar, determinar cuáles son las tareas más importantes y cuáles, definitivamente, no merecen la pena el esfuerzo. Debemos recordar que las relaciones interpersonales y ayudar a los amigos es importante de la misma forma que es ideal ser un trabajador eficiente, pero para lograr esto necesitamos de la salud psicológica.

5. Reserva una hora diaria para dedicarla a las actividades que más te gusten. Con mucha frecuencia las personas ansiosas no se dedican tiempo a sí mismas y esto les genera cierta frustración ya que la inmensa mayoría de las actividades cotidianas que realizan no son de su agrado. Cuando realizamos una tarea que realmente nos gusta nuestro cerebro libera sustancias que no sólo nos hacen sentir bien sino que también nos relajan.

6. Cambia tu forma de pensar. En muchas ocasiones la persona ansiosa también es muy rígida en sus ideas, es perfeccionista y se preocupa demasiado por los acontecimientos venideros. Lo cierto es que usualmente la preocupación por lo que ocurrirá genera mucha ansiedad y desasosiego, temores que realmente no tienen ningún fundamento. Para controlar la ansiedad es importante equilibrar mente y cuerpo, lograr un estado de armonía en la vida cotidiana. Emprende las actividades diarias de una manera más pausada y acepta que la vida es cambiante, lo cual significa que puedes equivocarte pero teniendo en mente que lo importante no es la meta sino el camino que has recorrido.

7. Aprende técnicas de relajación o apúntate a ejercicios de Yoga o Tai Chi. Estas técnicas para combatir la ansiedad son muy eficaces, incluso en los casos más graves y persistentes. Cuando se trata de una ansiedad que te acompaña desde hace mucho tiempo y se ha convertido en un rasgo de tu personalidad, puedes conjugar estas técnicas con la práctica de ejercicios como el Yoga o el Tai Chi, que benefician a nuestro organismo y a la misma vez nos permiten reencontrar la paz interior, o apostar por técnicas como la relajación muscular progresiva y la respiración diafragmática.

Psicología/Jennifer Delgado

viernes, 25 de septiembre de 2015

Tolerancia cero con las excusas

No puedo, no tengo tiempo, no sé... los seres humanos somos expertos en crear pretextos. Si perdemos la pelea interior ante los desafíos, ni actuaremos ni resolveremos.

Podemos cambiar los hábitos, incluso los mentales que nos llevan a tratar de sobreprotegernos con las excusas, haciendo que perdamos oportunidades en la vida. La costumbre negativa de la procrastinación se puede sustituir por rutinas de acciones disciplinadas y responsables. Pero ¿de dónde proceden las excusas?, ¿cómo sería nuestra vida sin ellas? Y sobre todo, ¿cómo dejar de ponerse pretextos?

Los hábitos, sean buenos o malos, tienen un propósito claro que resulta muy beneficioso: ahorrar esfuerzo. Aunque parezca sorprendente, una gran parte de las acciones que realizamos son automatismos inconscientes y no decisiones reflexivas. Por eso convierten los comportamientos en rutinas que tratan de ahorrar tiempo y energía. Pero ¿y si esa costumbre estuviese privando a una persona de lo que más quiere? Eso es precisamente lo que ocurre con las excusas.


                                      "Una excusa es peor y más terrible que una mentira”
                                                                                                                                 (Alexander Pope)


Seguramente los pretextos están más cerca del engaño que del argumento, porque suenan más a justificación subjetiva que a razón objetiva. El ser humano es experto en crearlas. Tal vez las que siguen son algunas de las más frecuentes: “Es difícil. Es arriesgado. Algún día. Creará problemas en casa. No me lo merezco. No me lo puedo permitir. Nadie me va a ayudar. No soy lo suficientemente inteligente. No sé cómo hacerlo. Soy demasiado mayor. Soy demasiado joven. Qué pensarán de mí. No tengo la energía necesaria. No tengo tiempo. Lo haré cuando me retire. Ahora no es el momento. Esperaré una oportunidad…”.

Dice Camilo Cruz en su conocido libro La vaca: “El verdadero enemigo del éxito no es el fracaso, como muchos piensan, sino el conformismo y la mediocridad. Todos cargamos con más vacas de las que estamos dispuestos a admitir; excusas que ni nosotros mismos creemos, con las que pretendemos explicar por qué no hemos hecho lo que sabemos que tenemos que hacer”. Seguramente el autor se refiere al “juego interno del éxito”. ¿En qué consiste semejante concepto?
La costumbre de empezar como filosofía de vida (Dar el primer paso)
“La innovación es misteriosa. La inspiración es, en gran parte, impredecible. Pero es obvio, por todos los éxitos que vemos en el mercado, que podemos dar la talla. Cuando la costumbre se arraiga y te conviertes en un iniciador, en el centro del círculo, cada vez  encontrarás más cosas en las que fijarte y más proyectos que iniciar. El impulso aumenta y cada vez se te da mejor generarlo. Si te metes en la cama por la noche con la certeza de que la gente espera que te pases el día siguiente iniciando cosas, te despertarás con una lista. Y a medida que la gente que te rodea adopte también la costumbre de conectar, mejorar e ir más allá, los beneficios serán evidentes. Esta idea tan prosaica, el simple acto de empezar, es en realidad profundamente transformadora”. ('Hazlo', de Seth Godin).


Las personas desarrollan dos clases de juegos: el interno y el externo. El interno sucede en nuestra mente. Es la pelea interior que tenemos que resolver ante un desafío de la vida, una decisión compleja o una situación de cambio. El juego externo consiste en actuar y resolver. Cuando una persona pierde la partida interna, lo más seguro es que acto seguido ocurra lo mismo con la externa. Es decir, cuando alguien se pone excusas, lo más seguro es que no actuará. Y si bien no experimentará un fracaso, tampoco conseguirá un éxito y, lo que es peor, no tendrá una experiencia de aprendizaje.

Pero además los pensamientos están expuestos a las mentes de otras personas continuamente; es decir, son susceptibles de contaminarse con el contagioso virus de la excusa. Algunas personas lo incuban desde pequeñas, ya que antes de los diez años todos hemos sido expuestos a un surtido variado de memes (unidad de información transmisible de persona a persona por imitación). Cuando un meme entra en la mente, sin duda va a influirla sutilmente. Por suerte, siempre es posible cambiar cualquier patrón mental adicto a las excusas, no importa cuánto tiempo haya tomado el condicionamiento. ¿Cómo? Con la autodisciplina.

Mucha gente piensa que el éxito viene de la buena suerte o de un talento enorme, pero muchas personas de éxito alcanzan sus mayores logros de una manera más sencilla: a través de la autodisciplina, a través de vivir sin pretextos.

No importa de qué área de la vida se habla: relaciones, carácter, salud, éxito personal, condición física, negocios, gestión del tiempo, amistad y familia, liderazgo, consecución de objetivos, ventas, finanzas, solución de problemas… la autodisciplina siempre es la clave. Basada en el dominio de sí mismo o autocontrol, es realmente la respuesta para conseguir lo que una persona se propone. Importa más la voluntad que la formación o la inteligencia. Cuando una persona puede elevar el nivel de su autodisciplina, se convierte casi en imparable.
Lo que sigue son cinco actitudes para acabar con el hábito de las evasivas: disciplina, persistencia, coraje, coherencia, trabajar con objetivos y autorresponsabilidad.


"Hay mil excusas para fallar, pero ni una sola buena razón”
                                                                                                                         (Mark Twain)


La primera es la más poderosa. Puede sonar a obligación, pues parece sugerir una acción forzada, pero nada más lejos de la realidad: disciplina en realidad significa ser discípulo de una idea que se ama. Precisamente por seguir una elección guiada por la autoestima, somos capaces de decir adiós para siempre a las excusas.

Pero ¿cómo activar la autodisciplina? Aquí es donde pide en­­trada el concepto de las buenas preguntas que abren nuevos paradigmas de percepción.

Alguien dijo que cuando se afronta un problema, todo lo que se necesita para hacerle frente es formularse una buena pregunta y atreverse a responderla. No una pregunta cualquiera, sino una pregunta que haga pensar y también que permita intuir cuál es la mejor decisión. En efecto, todo lo que necesita una excusa para disolverse es una pregunta certera.

Las preguntas son una poderosa herramienta para el cambio personal y la toma de decisiones importantes. En el coaching se usan con frecuencia para diseñar nuevas perspectivas. Las preguntas, como siempre exigen una respuesta concreta, ayudan a crear un nuevo modo de ver las situaciones y consecuentemente a generar un cambio de actitud o mentalidad.


   "Disciplina es el puente entre las metas y los logros” 
                                                                                                              (Jim Rohn)

Estas son las preguntas que ayudan a disolver las excusas: ¿de dónde procede?, ¿es verdad?, ¿cómo es mi vida con ella?, ¿cómo sería mi vida si la dejara de lado?, ¿qué se esconde realmente tras ella?

Cinco preguntas nada más, pero, una vez formuladas, el inconsciente ya no puede dejar de pensar en ellas y buscará respuestas aquí y allá hasta que las encuentre.

Lo primero que suele descubrirse es que la mayoría de los pretextos simplemente no son verdad, y nunca lo han sido, solo eran hipótesis sin confirmar. Otra certeza que se adquiere tras formular la mencionada batería de preguntas es que son… ¡argumentos de otras personas! Puede parecer ridículo, y en realidad lo es, pero así es como sucede. Alguien dice: no se puede esto o no conviene lo otro… y quien lo oye confunde una opinión no contrastada con una verdad justificada.

Lo siguiente que ocurre después de reflexionar sobre estas cuestiones es que las personas descubren cuánto se pierden en realidad y el elevado precio que acaban pagando por autoengañarse: tratamos de protegernos de cometer un error, y el efecto es que el miedo que inspira las excusas siempre es una estafa.


Raimón Samsó
Ilustraciones de José Luis Ágreda


                                                         La excusa no es la verdad: es la excusa.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

CORAJE

Muchas pequeñas derrotas conducen a la gran victoria.  Chuang Tzu

El mayor coraje que una persona puede expresar, ocurre cuando, tras sufrir una gran derrota, mantiene en alza su nivel de autoestima. Cuando el ser humano no permite que el error o el fracaso quiebren su ánimo y fortaleza, está haciendo gala de un íntimo coraje que le posibilitará reflexiones competentes e inspirados ajustes para oportunidades venideras. Tal vez, para ganar y conservar la sensatez y la templanza haya que aprender previamente a perder.

La verdadera victoria no está en el resultado cuantificable a corto plazo sino en el aprendizaje obtenido.

En realidad, el gran propósito que resume todos los pequeños objetivos de la vida se centra en evolucionar y crecer como seres con alma. La derrota no existe, ya que todos los acontecimientos con aroma de frustración que uno experimente, suponen enseñanzas.

La finalidad del laberinto iniciático que recorre el ser humano en la vida, consiste en desarrollar el conocimiento del sí mismo y expandir ad infinitum la consciencia.

No hay derrotas, hay tan sólo experiencias que señalan el camino que se nos invita a recorrer con sus luces y sus sombras. El gran objetivo es devenir lo suficientemente lúcidos como para aprender de los errores mientras recorremos la existencia. No hay culpas ni castigos, sino una totalizadora u holística interacción del Universo entre las redes que tejen el destino de cada persona. Cuando alguien siente frustración porque no le es concedido un trabajo al que opta, puede tener la tentación de “tirar la toalla” y olvidar que nada es casual. El que cree en sí mismo sabe que hay un lugar en el mundo para él, sabe que la vida le depara un proceso que, más largo o más corto, vivenciará con todas las sinuosidades emocionales que conlleva.

“La perseverancia trae ventura” dijo el I-Ching hace 4.000 años. Un Principio que ya fue captado por los antiguos filósofos chinos al primar la perseverancia como una capacidad de la inteligencia. Cuando uno persevera, observa los errores pasados y registra eficazmente las propias acciones que rechaza. El control de la ansiedad anticipadora comienza por el aprender a amar la acción por la acción, independientemente del resultado. Cada paso, cada movimiento, cada gesto, por pequeño y funcional que éste sea,  supone un fin en sí mismo y merece toda nuestra atención y consciencia.

La victoria final es uno mismo. La Victoria de las victorias supone integrar la experiencia vivida en un núcleo consciente de apertura. Somos mucho más que una noria de ilusiones y decepciones. Somos Luz en plena amnesia de opacidad que, a lo largo de la vida, misteriosamente, deviene consciente de sí misma. El camino es largo y a la vez corto, ya que en última instancia no hay nada que buscar porque uno ya es lo que busca. ¿Por qué no nos lo creemos? El Gran Olvido forma parte del juego del vivir que, en cierto modo, es el juego de recordar. Cuando la cortina de niebla comienza a retirarse, uno comprende que el mundo es perfecto tal cual es, incluidos nuestros deseos de cambiarlo. Y en realidad, cuando uno mira la campaña de la vida ya vivida, sabe que pase lo que pase, en el fondo de sí mismo, sabe nunca ha pasado nada.

Tal vez una mañana no muy lejana, al abrir nuestros ojos, sintamos que hemos despertado de algo más que del sueño habitual de cada noche. Tal vez sintamos que, de pronto, hemos despertado del gran sueño del yo separado. Uno entonces comprende que está inmerso en la gran aventura de la conciencia cuyo despertar es la verdadera victoria.


Extracto del libro: INTELIGENCIA DEL ALMA, 144 avenidas neuronales hacia el Yo Profundo de José María Doria